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Panorama extraño en la ciudad más grande de EU, con tiendas, restaurantes y comercios cerrados

Nueva York, semiparalizada por el huracán Irene
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Trabajadores neoyorquinos instalan sacos con arena frente a un edificio del distrito financiero de ManhattanFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 28 de agosto de 2011, p. 23

Nueva York, 27 de agosto. La ciudad que nunca duerme parecía sonámbula esta noche al detenerse por primera vez en su historia el sistema de transporte público más grande del país y realizarse el desalojo de miles de sus habitantes ante el arribo del huracán Irene.

Las calles de la ciudad más grande del país, con más de 8 millones de habitantes, ofrecía un panorama extraño con tiendas, restaurantes y comercios de todo tipo cerrados. Los 23 shows de Broadway fueron suspendidos hoy y mañana, como también los partidos de beisbol de Mets contra Bravos, al igual que los conciertos del Dave Matthews Band y cientos de otros eventos programados. Cerró la Estatua de la Libertad, igual los zoológicos, el observatorio del Empire State y otras atracciones.

El entronque del mundo, Times Square, en el centro de Manhattan, siempre inundado de gente, esta tarde estaba casi vacío tras las constantes alertas oficiales de inminentes inundaciones por Irene. Esta noche, la imagen es de una ciudad semiclausurada. Pero aunque cerraron todos los Starbucks, aún permanecían abiertas muchas cantinas y tiendas de licores.

A lo largo del día la gente mezclaba expresiones de asombro ante las dimensiones de la tormenta y sus posibles consecuencias, con afirmaciones de que esto no es nada. Unos hablaban en serio de si deberían sacar una canoa, otros buscaban pilas para sus linternas en caso de apagón (algo que aconsejó el alcalde Michael Bloomberg), y otros llenaban sus tinas en caso de que llegue a fallar el suministro de agua potable de la ciudad.

Al caer las primeras gotas y brisas, la gente decía cuídate bien, combinando una sensación de preocupación ante el posible desastre anunciado con la maravillosa arrogancia neoyorquina de que aquí ya se ha visto y aguantado todo.

Mientras, unos 370 mil habitantes en zonas propensas a inundación fueron conminados a salir. Los albergues empezaron a llenarse a lo largo del día con familias enteras transportadas desde Coney Island en Brooklyn, Far Rockaway en Queens y otras zonas al lado del mar. Más de 90 albergues de emergencia fueron abiertos con capacidad para 70 mil personas. Todo el distrito financiero al sur de Manhattan, incluso los enormes condominios de lujo en Battery Park City, los rascacielos banqueros y otras oficinas alrededor de Wall Street, también fueron desalojados ante el peligro de que esa zona entre los dos grandes ríos que acaban en el gran puerto de la ciudad podría quedar bajo el agua; hay pronósticos de que podría elevarse el oleaje hasta tres metros, con lo cual el agua invadiría esas calles.

Pero Bloomberg, quien a lo largo de las últimas 48 horas ha advertido sobre los peligros de la tormenta y tomado decisiones sin precedente de suspender el transporte público y ordenar evacuaciones, expresó cierta frustración de que aparentemente decenas de miles no estaban cumpliendo sus directivas. No necesitamos muertos, dijo. Insistió a los que viven en las zonas en riesgo que “la hora para irse es ahora… Quedarse es peligroso, es tonto y viola la ley”.

De hecho, la mayor preocupación del gobierno municipal y los expertos no es el daño potencial de los vientos de Irene –ahora huracán categoría uno, la más baja– sino por el volumen de agua que puede generar y mover en esta ciudad.

Tal vez lo más notable de esta ocasión es la primera suspensión programada del sistema de transporte público más grande del país (se ha paralizado antes, como en el apagón masivo de 2003), en el cual viajan 8 millones de personas las 24 horas todos los días. Hoy, a partir de las 12 del día, el metro, los autobuses y trenes suburbanos dejaron de funcionar y aún no se sabe cuándo se restaurará el servicio. Ni el 11 de septiembre de 2001, cuyo décimo aniversario se conmemorará justo en una de las zonas desalojadas de la ciudad, ni en otras emergencias se había realizado un paro programado de las arterias de esta metrópolis.

Una vez más la ciudad enfrenta otro evento histórico, y las historias de lo sucedido se contarán en los 200 idiomas que se hablan aquí.