La Jornada 19 de abril de 1996

La salida de Rizzo, ``asunto local'': Chuayffet

Salvador Guerrero Chiprés Ť La dimisión de Sócrates Rizzo como gobernador de Nuevo León ``es un asunto local'', aseguró el secretario de Gobernación Emilio Chuayffet Chemor.

El funcionario, que conversó con el mandatario antes de su renuncia, se negó a comentar sobre el tema de la plática con los informadores que lo rodearon al término de la sesión ordinaria del Consejo General del Instituto Federal Electoral.

``No voy a hablar. Nada más voy a caminar'', dijo ante una veintena de micrófonos delante del rostro.

Para el PAN, la renuncia de Rizzo corresponde a las ``muy serias dificultades'' que venía enfrentando, comentó el senador Juan de Dios Castro.

El PRI consideró que el retiro de Rizzo ``de ninguna manera'' refleja pérdida de capacidad priísta de gobernar: ``son decisiones que se toman precisamente para mejor implementar los programas y dar respuesta a los problemas que se enfrenta'', comentó en Jalisco el dirigente nacional priísta Santiago Oñate Laborde.

Un subsecretario de Gobernación ųde los más allegados al titular de la dependencia pero que pidió el anonimatoų, afirmó en breve comentario en el edificio de Bucareli que Sócrates Rizzo ``salió por muchos motivos, quizá principalmente porque él lo deseó''.

Más confiado, agregó: ``creo que con él lo que pasa es que se pasmó la creatura''.

El senador priísta Ricardo Monreal estimó que la del renunciante ``es una posición correcta''. A fin de cuentas, añadió, la definición del priísta promovido a la gubernatura por el ex presidente Carlos Salinas, ``representa una posibilidad de readecuación y de reacomodo de las fuerzas políticas para que de este manera nos preparemos de mejor forma para la elección del 97''.

Entrevistado antes del inicio de la sesión del Instituto Federal Electoral, Juan de Dios Castro puntualizó que ``nunca podemos decir que una renuncia sea sana para un régimen federal y que los gobernadores no concluyan sus periodos''.

``Lamentablemente hablo de un régimen federal democrático en que los procesos electorales se dan transparentes, en que los gobernadores tienen su origen en el voto popular'', indicó al distanciar la realidad del propósito de integrar un federalismo efectivo.

Juan de Dios Castro agregó que en México prevalece una situación ``en donde el federalismo está todavia quebrantado''. Reconoció que existen esfuerzos para acercar la realidad nacional al régimen federal establecido en la Constitución.

Igualmente admitió que la salida de Rizzo ``creará indudablemente problemas para el estado''.

Entre ellos mencionó los que se suscitarán por el recambio de funcionarios medios, la entrada de un equipo de administradores interinos, la falta de continuidad de planes y programas en curso.

Aceptó que un ingrediente adicional a los mencionados ya por la prensa ųescándalos de corrupción, nepotismo, crímenes que revelaron componendas en el aparato de justiciaų es la cercanía de un proceso electoral en el cual el PAN puede ganar la elección ante el avance en el Congreso local y en la alcaldía de Monterrey.

La verdad, dijo, ``yo no sé cual haya sido el motivo real''.


David Carrizales, corresponsal, Mireya Cuéllar, enviada Monterrey, NL, 18 de abril Ť La renuncia de Socrátes Rizzo disfrazada de licencia por seis meses no fue una sorpresa. Empezó a ``caer'' desde que el ex presidente Carlos Salinas le dio el beso del diablo el 4 de marzo de 1995 al instalar su fugaz huelga de hambre en la colonia San Bernabé.

De ese día a la fecha, a Socrátes Rizzo le pasó de todo: se hicieron públicos varios casos de corrupción, de tráfico de influencias en su familia; varios de sus ex colaboradores y amigos fueron a dar a la cárcel; se peleó con el gobernador de Tamaulipas y de paso con la federación; se le vinculó con la muerte de Leopoldo del Real; detuvieron a Juan García Abrego en su estado sin que se enterara... y finalmente, el 29 de marzo, lo mordió un perro.

Cuando ayer, prácticamente solo, únicamente acompañado por su esposa Alma Eliza Reyes, dio la cara a los medios de comunicación para despedirse y justificar su salida con el argumento de que no tiene condiciones para gobernar, se vivió el último capítulo de una salida largamente anunciada.

``Durante las últimas semanas he conversado mucho con mi familia y con mis más cercanos colaboradores, respecto a las circunstancias y condiciones que se viven en la entidad, que de alguna manera impiden que se impulse el desarrollo y solución de la problemática que vive Nuevo León...''.

Un Socrátes Rizzo muy relajado (en contraste con su esposa que se miraba afectada, al borde del llanto), se presentó ante los medios de comunicación cerca de las 14 horas para asegurar que su licencia fue una decisión ``libre y unilateral''. Apuntó que su presencia en la ciudad de México ųel miércolesų obedeció al hecho de informar a los jerarcas de su partido de su decisión de retirarse del cargo.

Así, el gobernador con licencia intentó salir al paso a las voces de quienes aseguran que su salida fue una decisión impuesta desde el centro.

También respondió a quienes le acusan de haber solapado la corrupción y el tráfico de influencias: ``Al concluir esta etapa de mi vida pública lo hago con la frente en alto, con la conciencia tranquila y con la certeza de que nunca he realizado ningún acto que pueda avergonzarme''.

Los analistas locales consideran que la salida de Rizzo García se dio por una mezcla de la ``presión'' del centro de que fue objeto y su convicción de que el estado se le había ido de las manos. No pudo o no quiso impedir la corrupción y tampoco ``parar'' a los miembros de su familia que se vieron envueltos en el tráfico de influencias.

Salvo el dirigente estatal del PAN, Raúl Monter Ortega, aquí nadie se molestó por la salida del gobernador constitucional, 18 meses antes de que concluya su periodo.

Al contrario, los comentarios de los priístas fueron en el sentido de que ``ya se había tardado''. El coordinador de la mayoría priísta en el Congreso, Juan Manuel Parás, comentó incluso que era para el bien del estado. El delegado del CEN del PRI, Enrique Martínez y Martínez, dijo un poco en broma y otro tanto en serio, que la renuncia de Rizzo le facilitará las cosas al PRI porque tendrá mayores posibilidades de ganar la gubernatura el próximo año.

Todos ven en Benjamín Clariond al ``reconstructor'' de las condiciones que permitirán al PRI ganar en un estado donde el PAN tiene una fuerte presencia. Tal y como iban las cosas con Rizzo, los panistas aseguraban que ya tenían la gubernatura en la bolsa.

Tan estaba anunciada la salida de Rizzo que en los últimos 15 días el Diario de Monterrey hizo una encuesta sobre la conveniencia de que el gobernador se fuera o se quedara. Unos días antes, dicho medio había informado sobre la presencia de encuestadores de la Secretaría de Gobernación en el estado que habrían realizado un sondeo sobre la situación local, con énfasis en el desempeño del gobernador.

La injerencia de personas relacionadas con dicha la secretaría dio pie a la presunción de una campaña orquestada desde dicha dependencia contra Rizzo García.

Según lo publicado por el Diario de Monterrey las encuestas de Gobernación y la suya propia revelaban que Benjamín Clariond era el priísta con mayor aceptación.

Desde que llegó a Nuevo León, Rizzo nunca fue bien visto por la clase política y económica del estado. Los dueños del capital lo toleraron por su amistad con el ex presidente Salinas, pero nunca le perdonaron el que en su juventud haya tenido relación con grupos de izquierda. Incluso, el año pasado algunos panistas insinuaron que debía comparecer ante la PGR para informar todo lo que sabía en relación a esos grupos y sus posibles nexos con el EZLN.

En el PRI, Rizzo se desligó de la vieja clase política e impuso en su gabinete y en varios puestos de elección popular a sus amigos. Sin embargo la mayoría de éstos se vieron envueltos en acusaciones de corrupción y tuvieron que dejar la administración pública.