La Jornada Semanal, 16 de junio de 1996


Entrevista con Jorge Luis Borges

Diálogo sobre los prólogos

Osvaldo Ferrari

En 1985, un año antes de morir, Jorge Luis Borges aceptó conversar largamente con Osvaldo Ferrari acerca de temas que iban de ``Melville y el mar'' a sus recuerdos familiares y los años de la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo. Borges hizo de la conversación una estética y el Libro de diálogos con Ferrari es uno de sus momentos más logrados. Reproducimos el pasaje sobre los prólogos de esta obra inconseguible en México.



--He observado, Borges, que su amor por la literatura; su amor por los escritores, se expresa, mucho más que en sus ensayos, en sus prólogos, en los prólogos a escritores y a libros que usted ha admirado en el tiempo.

--Bueno, claro que el prólogo es un género intermedio entre el estudio crítico y el brindis, digamos. Es decir, se entiende que en el prólogo tiene que haber un pequeño exceso de elogio; el lector lo descuenta. Pero, al mismo tiempo, el prólogo tiene que ser generoso, y yo, al cabo de tantos años, al cabo de demasiados años, he llegado a la conclusión de que uno sólo debe escribir sobre lo que le guste. Creo que la crítica adversa no tiene sentido; por ejemplo, Schopenhauer pensaba que Hegel era un impostor o un imbécil, o ambas cosas. Bueno, pues ahora los dos conviven pacíficamente en las historias de la filosofía alemana. Novalis pensaba que Goethe era un escritor superficial, meramente correcto, meramente elegante, comparaba las obras de Goethe con la mueblería inglesa... Bueno, ahora Novalis y Goethe son dos clásicos. Esto quiere decir que lo que se escribe en contra de alguien no lo perjudica, y no sé si lo que se escribe a favor lo enaltece; pero yo, desde hace bastante tiempo, sólo escribo sobre lo que me gusta, ya que pienso que si algo no me gusta es más bien debido a una incapacidad mía o a una torpeza mía, y no tengo por qué tratar de convencer a otros. Yo he enseñado literatura inglesa y norteamericana durante unos veinte años, he enseñado no diré el amor de esas literaturas, porque es demasiado vasto y demasiado vago, pero sí el amor de ciertos escritores o, más concretamente, el amor de ciertos libros; o, más concretamente, el amor de ciertos párrafos, o de ciertos versos, o de ciertos argumentos. Bueno, y eso lo he conseguido. Me parece que escribir en contra no sirve para nada. Ahora, claro, si se escribe de un modo ingenioso, entonces la frase queda. Por ejemplo, recuerdo aquella frase de Byron: Horacio había dicho que el buen Homero a veces duerme, está dormido, y Byron agregó que Wordsworth a veces se despierta (ríe). Esa frase es ingeniosa, pero no lo perjudica a Wordsworth, ya que si una frase es ingeniosa existe por derecho propio, y no importa que se refiera a fulano o a mengano. Esa frase: ``Wordsworth a veces se despierta'', convive con la admirable obra de Wordsworth.

--Claro.

--Y no lo perjudica. Por ejemplo, cuando Groussac dijo: ``Historia de la filosofía española de Menéndez y Pelayo'' --un título un poco imponente, dijo también--, pero agregó: ``la seriedad, o la solemnidad del sustantivo filosofía, está corregida por la sonrisa del epíteto española''. Ahora, eso no perjudica quizás a la filosofía española --si es que la hay--, porque la frase existe por sí misma. En cuanto a mí, yo he escrito muchos prólogos; he escrito prólogos a escritores desconocidos en el momento --bueno, yo también lo era--, y en todos esos prólogos he sido generoso.

--Pero verdaderamente; sin embargo, hay algunos de sus prólogos que han sido seleccionados en un libro, y expresan sus mayores admiraciones, sus mayores afectos dentro de la literatura.

--Sí, esa selección la hizo un sobrino mío, Miguel de Torre. Porque yo no quería enemistarme con nadie, y a veces, bueno, hubo prólogos de circunstancia, ¿no?, prólogos de cortesía. O si no, simplemente prólogos sinceros, pero no demasiado bien escritos, o no demasiado reflexivos, sino simplemente elogiosos de un libro. Entonces, yo dejé que mi sobrino eligiera los textos.

--No obstante, puede decirse que nadie ha tenido su generosidad en cuanto a prologar a jóvenes escritores o a escritores aún no conocidos.

--Yo prologué, por ejemplo, el primer libro de Norah Lange. No sé si el primer libro merece ser releído, pero Norah Lange publicó después Cuadernos de infancia, que es un hermoso libro de recuerdos de su infancia en Mendoza.

--Entre sus prólogos seleccionados, tenemos el que usted le ha hecho a Pedro Henríquez Ureña, por ejemplo, en el que se aprecia claramente todo su afecto por él, toda su admiración, y todo lo que usted descubre a través del afecto.

--Sí, tengo el mejor de los recuerdos de Henríquez Ureña y quizá... Bueno, pero eso me sucede con Macedonio Fernández también: quizá recuerde más su diálogo, o su presencia, que es una forma de diálogo, que lo que escribieron, ¿no? Pero los grandes maestros de la humanidad han sido maestros orales.

--Como usted dice, aquellos que dieron su medida en el diálogo.

--Sí, Pitágoras deliberadamente no escribió, porque él quería, supongo, que su pensamiento siguiera ramificándose en sus discípulos. Ahora, aquella frase --el griego es mi latín, la cito en latín-- ``Magister dixit'' (``El maestro lo dijo''), no implica una autoridad rígida, al contrario: cuando los discípulos modificaban la enseñanza de Pitágoras, o, valdría decir, seguían prolongando esos pensamientos más allá de la muerte física de Pitágoras, para resguardarse decían: ``El maestro lo dijo''. Pero se entendía que el maestro no había dicho textualmente eso, que eso era, bueno, como si ellos prosiguieran el pensamiento original de Pitágoras --que es lo que hace un hombre cuando está vivo: no se atiene simplemente a lo que ha dicho o escrito, sino a lo que sigue pensando--, y puede cambiar, inclusive, su opinión. El ejemplo sería, entre nosotros, Lugones, que fue anarquista, socialista, partidario de los aliados, es decir, demócrata, durante la Primera Guerra Mundial, y luego predicó la hora de la espada, es decir, el fascismo. Entonces, mucha gente dijo: ``Es una veleta''. No, no era una veleta; era un hombre al que le interesaba mucho la política, y que en distintas épocas de su vida llegó a distintas conclusiones, sin medrar jamás con ninguna de ellas --al contrario, haciéndose impopular cada vez que decía: ``me he equivocado, ahora pienso de tal modo''.

--Seguramente, Borges, en muchos casos va a decirse que usted inventó al autor a través del prólogo que le dedicó. Por ejemplo, hay un prólogo suyo a Almafuerte, que expresa su admiración de siempre por él, y en el cual usted lo exalta de una manera reveladora, digamos.

--Bueno, sí puedo invocar un gran ejemplo. Cuando Bernard Shaw publicó su Quintaesencia del ibsenismo, le dijeron que había muchas cosas en ese libro que no estaban en la obra de Ibsen. Y él dijo: ``Si yo repitiera lo que Ibsen ha dicho, la obra no valdría nada'', y agregó: ``Lo que yo digo aquí es quizás una forma abstracta'', que vendría a ser la meta secreta de lo que escribía Ibsen. Es decir, él de algún modo estaba continuando a Ibsen, y además, como él dijo: ``Si mi estudio se limitara a decir lo que ya ha escrito Ibsen, no tendría ningún valor.'' De manera que él era, en ese momento, un discípulo o un continuador de Ibsen, y lo que Ibsen dijo en forma de ficciones, de fábulas, de dramas, Shaw lo dijo de un modo abstracto. Es como si Ibsen hubiera dado la fábula, y él mostrara una moraleja, que podía o no ser la de Ibsen. Conocí ese libro de Shaw --yo era relativamente chico, tendría once años cuando lo leí--; después leí la obra de Ibsen, y vi que los resúmenes que da Shaw no serían quizá los resúmenes que hubiera dado Ibsen, ya que son no menos inventivos que lo que pudo dar la capacidad inventiva de Ibsen. Y me parece que está bien eso; y es indudable que una obra tan compleja como la que incluye a Macbeth y Hamlet ha sido modificada por... Goethe, por Colerdige, por Bradley, y, bueno, por otros críticos shakespearianos. Es decir que cada crítico, de algún modo, renueva la obra que critica, y la continúa también. Y eso corresponde al concepto que yo tengo de tradición: una tradición no tiene que ser imitación de algo, tiene que ser la continuación y la ramificación sobre todo. Habría que pensar que una tradición es algo vivo, que está variando continuamente y enriqueciéndose con esa variación, desde luego.

--De manera que cuando un escritor escribe sobre otro escritor, podemos pensar que descubre aquellas cosas profundas hacia las que propende él mismo.

--Sí, y ésa es la idea de Shaw también. Bueno, podríamos decir que la teología o las diversas teologías, la católica o las otras, hacen lo mismo con la Sagrada Escritura, ya que la teología es una construcción intelectual que está basada en los bastante heterogéneos libros de la Biblia. Pero, ciertamente, la Sagrada Escritura es una cosa y la Suma Teológica es otra. Y no se contradicen, desde luego.

--Sin embargo, se ha dicho que la teología habría nacido de la falta de fe; es decir, cuando una religión tiene que explicarse a sí misma...

--Bueno, eso se ha dicho sobre todo... el hecho de que haya varias pruebas de la existencia de Dios quiere decir que no estamos muy seguros de esa existencia. En cambio, parece que en la filosofía de la India, que es tan rica, no hay una sola prueba de las transmigraciones del alma, porque es algo que se da por sentado. Es decir, hay una verdadera fe en aquello.

--Sin teología.

--Claro, y nadie necesita ser convencido, y a nadie se le ha ocurrido razonar esa creencia. Es una creencia natural para ellos. Para nosotros no; uno puede creer o descreer --yo personalmente descreo de las transmigraciones del alma-- pero en la India no, es algo en lo que se cree instintivamente.

--Cierto. Ahora, volviendo a sus prólogos, aun aquellos dedicados a escritores de su predilección son numerosos...

--Es cierto, creo que nadie ha escrito tantos prólogos como yo.

--Sí, usted lo ha convertido en un género, y en un género del afecto, además.

--Sí, y he tratado de que en esos prólogos hubiera no sólo elogios del libro del que me ocupaba, sino también ideas personales mías con las cuales el autor podía o no estar de acuerdo. Creo que hay opiniones mías sobre temas estéticos también.