La Jornada 23 de julio de 1996

Eliminados, dos luchadores nacionales

Terminó el sufrimiento olímpico de los luchadores grecorromanos en Atlanta y ni Rodolfo Hernández ni Guillermo Díaz pudieron frenar la poderosa fuerza de sus rivales, el jueceo, y de paso la animadversión del marcador electrónico, esa maquinita que los distraía y que se convirtió en el arma mortal de sus contrincantes.

Los mexicanos perdieron por todos los ángulos, pues como advirtieron de antemano ``nos mató la falta de fogueo" y nuevamente ''repetimos la historia de hace cuatro años en Barcelona", expresó con dolor Guillermo Díaz, el atleta de peso pesado (130 kilogramos) que cayó 10-0 ante el griego Panayiotis Poikilidis, una mole impresionante de músculo y fuerza que mandó al gordito al repechaje.

``Nuestros muchachos son cachorritos frente a unos leones'', comentó el entrenador cubano Juan Manuel Fernández.

En la ronda de consolación, Guillermo tuvo su mejor combate y si no lo ganó fue porque de plano el réferi le regaló la victoria al tajikistano Raoul Dgvarelli, sexto lugar del mundo y un luchador sucio que empleó todas las artimañas metiendo codazos, cabezazos y pellizcos en los lugares más recónditos para la visibilidad del árbitro. La pelea estuvo apretada y el mexicano no se dejaba, incluso hizo los dos primeros puntos cuando envió a la lona la espalda del europeo, quien se enojó y lo sacó a empujones del círculo de competencia. El juez sancionó a Dgvarelli, le dijo quien sabe qué a Díaz y éste después diría que le quiso pegar y el combate de ambos a punto estuvo de terminar en boxeo. Se fueron a tiempo extra y finalmente una apreciación del réferi le dio el punto decisivo a Dgvarelli por 4-2.

"Se repite la historia de hace cuatro años, sin fogueo, sin preparación y sin entrenador", señaló Guillermo, quien pidió a las autoridades deportivas ``dejar los escritorios y ver por el atleta'', pues en su caso tenía el proyecto de irse a Europa, entrenarse allá para estar bien en Atlanta. "El atleta mexicano, si desea sobresalir, tiene que costearse sus gastos o, esperar la migaja de los funcionarios".

El luchador también lamentó la ausencia del entrenador ruso Leonid Kolesnikov, el hombre al que le dedicó su combate,"por que lo mucho o poco que hicimos aquí, fue un trabajo de hace cuatro años", labor que se demostró con el décimo segundo lugar lugar que conquistó el veracruzano Armando Fernández en los 68 kilogramos.

Al que le fue peor fue a Rodolfo Hernández en los 64, ya que enfrentó al local Gordy Morgan, quien fue apoyado por miles de gargantas estadunidenses, las mismas que abuchearon constantemente al mexicano que fue vapuleado por un rival al que le había ganado en 1994, en el Panamericano de México y perdió ante él en la final de Mar del Plata hace un año.

Pero no, Rodolfo tenía el rostro desencajado y su cuerpo era como pluma ante la fuerza del estadunidense que lo paseó, levantó y arrastró por todo el colchón y le ganó 10-0 por superioridad técnica. Más tarde seguiría su calvario y terminó con la cabeza colgada y toda la humanidad encima del azerbayano Bakthiar Bayseytov, quien lo inmovilizó y lo dejó como crucificado. Perdió 6-0.