La Jornada 17 de enero de 1997

HOMENAJE NACIONAL A CARLOS PELLICER

Mónica Mateos Ť ``¿Qué sentido tiene celebrar a un poeta en una época más bien indiferente y hostil a la poesía?'', pregunta Carlos Monsiváis en la apertura del homenaje nacional a Carlos Pellicer. La pregunta es respondida por la voz del propio poeta, en una grabación que inundó el escenario del Palacio de Bellas Artes para conjugarse con música y danza.

En el centenario de Pellicer, el Servicio Postal Mexicano emitió un sello conmemorativo, cancelado ayer en una ceremonia previa al espectáculo, donde retumbó la frase: ``vuelvo a ti, soledad, agua vacía''.

Para el poeta tabasqueño ``la poesía fue una prolongada experiencia sensorial, el sitio de la alabanza de héroes, creadores y amigos, el espejo verbal de la naturaleza, la sombra de esa proveeduría generosa llamada trópico, el ejercicio de la palabra como operación melódica, el ámbito de la religiosidad que es canto y es devoción, el sentido del humor como aprendizaje de la fantasía y la otra verdad de las situaciones, el amor que es el mítico mes de junio y la serenidad turbulenta, dicho sea esto sin contradicciones'', explicó Monsiváis.

La Camerata, dirigida por Roberto Kolb, y los Solistas Ensamble del INBA --bajo la batuta de James Demster-- interpretaron piezas de Kuri Aldana, Carlos Jiménez Mabarak, José Rolón, Carlos Chávez y el esperado estreno Deseos, de Federico Ibarra. La danza estuvo a cargo del Taller Coreográfico de la UNAM, dirigido por Gloria Contreras, con las piezas Hora de junio y Réquiem para un poeta, inspiradas en la fecunda obra de Pellicer, esa poesía que ``es transfiguración melódica del deseo, del festejo, del ánimo reverente, de la sorpresa incesante de estar vivo''