Letra S, 3 de abril de 1997


Castillo Pureza

TIRO AL BLANCO



``Los preservativos tienen que ser confeccionados con un tipo de plásticos cuya producción implica, dicen los conocedores, altos efectos contaminantes sobre el medio ambiente y un consumo elevado de energía si se la compara con actividades industriales semejantes. Además, en la mayoría de los casos la materia de la que aquéllos están hechos no es biodegradable, lo que quiere decir que, después de usados, contaminarán agua, tierra, pastos... lo que toquen.

``¿Se puede ser ecologista y partidario objetivo de la industria contaminante del plástico; se vale ser ciego ante los mil y pico de millones de bolsitas indestructibles, y simultáneamente alerta defensor de la limpieza de la tierra, del aire y del agua?'' (¿Se vale ser ciego ante las miles de muertes que el condón evita y evitará? ¿Se vale ser hipócrita para seleccionar como principal culpable del universo de plástico al condón que es de látex?)

``N.B. Si cada condón usado mide 2 milímetros de alto, con los 1,040 millones de condones anuales de segunda mano se podría hacer una torre de 2,080 kilómetros de alto, o una terrestre fila de plásticos desechados de la Ciudad de México a Ciudad Juárez, Chihuahua. Por año. Imagine usted sus efectos sobre el drenaje público.'' (Imagine usted una hilera de cuerpos de aquí a Detroit de gente que está viva por haber usado condón. Es curioso que a tan distinguido neoecologista no se le ocurra mencionar el sida, tal vez porque es una palabra que no entra en el vocabulario de los sepulcros blanqueados.)

Carlos Castillo Peraza en artículo titulado ``Reflexiones condoecológicas''. Proceso,

30 de marzo de 1997.




Diez y va un siglo

Jose Maria Covarrubias



Impacto y continuidad de la Semana Cultural Lésbica-Gay

Desde hace diez años se celebra cada mes de junio la Semana Cultural Lésbica-Gay en el Museo Universitario del Chopo. Con motivo de este décimo aniversario, el Círculo Cultural Gay, con apoyo del FONCA y de varios artistas visuales, publica un libro conmemorativo que es catálogo de las obras plásticas y fotográficas más representativas de lo exhibido a lo largo de una década. El libro reúne también 20 textos críticos que son a la vez crónica colectiva de lo que ha sido la Semana Cultural y reflexión oportuna sobre sus objetivos y sus alcances.

Un ariete contra la censura

En un texto preliminar, la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM señala: ``La Semana Cultural Lésbica-Gay es una celebración singular. Ella resume no sólo los logros de la comunidad a la que está dirigida, sino también las transformaciones profundas de la sociedad mexicana en lo que respecta a la moral pública y a la renovación de las costumbres.'' La Semana Cultural ha sido también, se precisa más adelante, un ``ariete contra la censura''. Aquí cabe señalar que a lo largo de estos últimos diez años, la Semana, que en realidad dura ahora más de un mes, ha venido fortaleciendo considerablemente su poder de convocatoria, de tal suerte que el público al que se dirige ya no es solamente el de la comunidad lésbica-gay sino el conjunto de la sociedad civil. La lucha contra la intolerancia y la censura --uno de los temas principales de la Semana-- es hoy, más que nunca, asunto de todos. Y así parecen entenderlo quienes acuden cada año a la cita cultural que rápidamente se convierte también en un evento festivo. En el momento mismo en que otras manifestaciones culturales similares padecen en provincia el hostigamiento de la derecha, con prohibiciones de ciclos de cine gay y descalificaciones violentas que atizan un clima de linchamiento moral, la Semana Cultural recibe en el Museo Universitario del Chopo a estudiantes, maestros, profesionistas, padres de familia, y a un público general cada vez más numeroso. Una imagen ya común: los niños acompañados de sus padres, quienes les explican y también quieren entender el significado del evento y/o se divierten y sorprenden viendo imágenes. Esto habla de una sociedad nueva que lucha por abrir fisuras en el cerco de invisibilidad e intolerancia que rodea a la comunidad lésbica-gay.

La necesaria diversificación

En su texto ``Diez y va un siglo'', Carlos Monsiváis afirma: ``El logro primero y más significativo es la continuidad misma de la Semana, su persistencia en medios adversos. Tal continuidad, en verdad ejemplar, nos acerca a las ventajas de la tolerancia que surge del entendimiento, que remplaza a las concesiones bajo presión. (...) En contra de la homofobia, y en pro de la normalización de la conducta homosexual, se robustece y se amplía un movimiento cultural que es suma de creaciones, reflexiones y actitudes. Allí confluyen grupos de liberación gay y de activistas contra el sida, narradores, poetas, dramaturgos, artistas plásticos, coreógrafos, bailarines, actores, músicos, cantantes, periodistas, en su mayoría gays pero no exclusivamente. (...) La Semana Cultural se ha institucionalizado como ámbito de libertades expresivas, que de la Ciudad de México se extienden al resto el país. (...) La Semana Cultural Lésbica-Gay ha dispuesto de apoyos y reconocimientos generosos, entre ellos y desde el inicio, los de Difusión Cultural de la UNAM y del Museo del Chopo, y ahora del FONCA y de numerosas publicaciones que, al considerar auspiciable o noticiosa una Semana Cultural de esta índole, defienden el pleno derecho a existir de lo antes inmencionable, agregándole a la sociedad elementos de gran valor, o por lo menos, de necesaria diversificación.''

Espacio de solidaridades

Diversificación y continuidad. Lo que Monsiváis señala con tanta perspicacia, otros autores en el catálogo lo enriquecen con su experiencia personal en la Semana Cultural. Jorge Alberto Manrique se refiere a ella como un ``sitio de encuentro de solidaridades'', Teresa del Conde establece paralelismos entre ``estética gay'' y rasgos estilísticos en la obra artística. Olivier Debroise habla de la ``dispersión'' de lo gay. Hay textos de Carlos Blas Galindo, Alejandro Castellanos, Carlos Bonfil, Francesca Gargallo y Amalia García, entro otros. Por su parte, Edward J. Sullivan compara el impacto de esta Semana Cultural con manifestaciones similares en el extranjero: ``Las exposiciones que se llevan a cabo anualmente en el Museo del Chopo pueden servir de ejemplo para todo público en todos los centros artísticos del mundo. En muy contadas ocasiones se han realizado en urbes como Nueva York, Berlín, Caracas, Buenos Aires, París, etcétera, exposiciones que traten tan valiente y sensiblemente el tema de la aportación al arte de un sector imprescindible de los creadores y los autores de un área significativa de la conciencia artística de los últimos años de nuestro siglo.''

El impacto y la continuidad de esta Semana Cultural depende en gran medida de la solidaridad y del compromiso efectivo de aquellos sectores de la sociedad civil que hasta hoy la han hecho posible. El catálogo Diez y va un siglo se ha constituido ya en un instrumento de consulta indispensable para entender no sólo la evolución del arte mexicano contemporáneo, sino también ese avance saludable de la conciencia pública del que son testimonio elocuente la mayoría de las obras expuestas.

Coordinador de la Semana Cultural Lésbica-Gay.




Crónica sero

Joaquin Hurtado



para Adela Bonilla

Los muertos de mi familia se andan apareciendo. Vieron a la abuela Altagracia en casa del tío Víctor. Con actitud callada y algo severa cruzaba las paredes. Por supuesto que el asunto es tan serio que requirió contratar una misa especial. La muerte y el contenido de los sueños son fundamento de la vida cotidiana de mi familia. Nunca nos falla cuando presentimos pesares al regreso de nuestros delirios nocturnos.

Invitado expresamente por mi madre, una tarde de satín azul fui a la parroquia de Guadalupe, donde nos reunimos algunos hijos, primos y bisnietos de la finadita. Sólo cuando me embriago con Bach me pongo a llorar inconsolable y mansito como durante aquella celebración eucarística. Yo el jacobino y ateo irredento, suspendido en el éxtasis de los agudos coritos de las vecinas de la Azteca. Algo me obligó poderosamente a dejarme llevar por la irrepetible experiencia de comunión con los difuntos.

Amigo como he de ser de la Flaca, cualquier atajo que me ponga a merced de su imperio me es inmensamente benéfico. Aunque soy un pécoro de lo peor, sé que mi abuelita y su marido, y todos aquellos que andan en pos de las celestiales faldas de Yavé me tienen a buen recaudo. Debe ser por algo. Un día quizás la pague con una agonía de esputos, miasmas y fantasmagorías goyescas. Después de todo, 99 por ciento de mis cotidianas experiencias con el sida no me invitan a pensar otra cosa. Socarrona, pero muy sinceramente, me atrevo a preguntar en voz alta: ¿es posible que alguien como yo padezca semejante felicidad? La respuesta es sí.

Aquella noche mi mujer andaba en una peda con sus compañeros de trabajo. Por eso me quedé solo, desolado en el techo viendo un portento en el cielo boreal: un caudaloso e inédito cometa. Más tarde, la poderosa prestancia de un chichimeca furtivo tomó por asalto las ruinas que había aún en mi alma. Amaneció mientras me hendía el vientre y mi mujer entraba etérea por los muros, como mi abuela la aparecida. Por ahora la serenidad me agobia. El júbilo me atosiga. Me atormenta la hermosa vida.