La Jornada 14 de abril de 1997

20 mil trabajadores y activistas de EU y México marchan en apoyo a freseros

David Brooks, enviado, Watsonville, California, 13 abril Ť La Virgen de Guadalupe, banderas mexicanas y estadunidenses, trabajadores de 27 estados, Jesse Jackson, Martin Sheen, la dirigencia laboral de este país, indígenas oaxaqueños, estudiantes y Superbarrio participaron aquí en la marcha que congregó a 20 mil personas en apoyo de la campaña para sindicalizar a los miles de mexicanos que pizcan 80 por ciento de la fresa que produce este país.

La marcha que ``cruzó la ciudad como una serpiente emplumada'', según Luis Valdez, de Teatro Campesino, fue encabezada por Arturo Rodríguez, Dolores Huerta, la viuda de César Chávez, el presidente del AFL-CIO John Sweeney, el reverendo Jesse Jackson, el actor Martin Sheen, la dirigente del movimiento de la mujer Eleanor Smeal, y otras figuras nacionales.

``Este es el renacimiento de esa gran coalición de obreros, religiosos, activistas de derechos civiles, y millones más en apoyo de la dignidad del trabajador del campo'', declaró Arturo Rodríguez, secretario general del histórico sindicato de los Trabajadores del Campo Unidos (UFW, por sus siglas en inglés), fundado por César Chávez.

Pero la presencia de abajo fue lo que le dio vida y esperanza a este evento: mixtecos del Frente Indígena Binacional de Oaxaca marcharon junto con trabajadores asiaticoestadunidenses seguidos por participantes en las luchas de derechos civiles, y contingente tras contingente de secciones laborales de los sindicatos de los Teamters, los electricistas del UE, los limpiadores del SEIU, los automotrices, los maestros del AFT, los estibadores, hasta un sindicatos de cocineros.

También se presentaron los secretarios generales de los sindicatos más importantes, así como líderes de organizaciones nacionales de derechos civiles, de la mujer, ambientalistas y otros. Tampoco faltaron un grupo de concheros, otro de cuáqueros, uno más de canadienses, junto con obreros Wisconsin, y ``la raza'' de toda esta región occidental del país.

``Que viva México; que vivan los pueblos indígenas; Oaxaca está presente'', se escucha por un lado de la marcha y, por otro, en inglés, se coreaban canciones de luchas sindicales. Atrás, tambores asiáticos; adelante, estudiantes universitarios bailan. Esta ciudad de 35 mil habitantes se inunda por la presencia de unas 20 mil personas; en el camino hay expresiones de apoyo desde las casas y edificios. Pero no todos los que deben estar aquí están presentes. Aunque hay agrupaciones de trabajadores de la fresa en estas filas o hablando ante el mitin en un campo de beisbol, se nota la ausencia de los entre 15 mil y 20 mil trabajadores de la fresa que son la razón de todo esto. En gran medida es resultado de la intimidación de que han sido objeto por parte de los granjeros y los agroindustriales de esta región, que desde el año pasado empezaron a hostigar a activistas pro sindicales.

Por otra parte, el movimiento sindical estadunidense ha estado algo estancado y esta campaña, como algunas otras, representa un intento del nuevo liderazgo nacional, así como el de algunos sindicatos de resucitar a este sector tan golpeado desde los 80. Linda Chávez Thompson, vicepresidenta ejecutiva del AFL-CIO, comenta a La Jornada que ``esto en Watsonville es una declaración del movimiento laboral de que, al ayudar a los menos protegidos, podemos cambiar las cosas en todas partes''. Sweeney, el secretario general, comenta en rueda de prensa que ``hay un fuerte sentir entre el sector laboral de que la lucha de un trabajador es la lucha de todos. Hoy es aquí con los freseros; mañana será con los empleados de hoteles''. Agrega que estos aquí ``necesitan más que nadie un sindicato debido a sus pésimas condiciones de trabajo y por estar enfrentados a la peor cara del empresariado estadunidense, al que sólo le importan sus ganancias''. En respuesta a La Jornada sobre la posición del AFL-CIO sobre el clima antinmigrante, Sweeney asevera: ``estamos muy preocupados con estas actitudes contra los trabajadores inmigrantes, no sólo aquí, sino con todos a través del país''.

La dignidad, en juego: Jackson

``Sí se puede, sí se puede''; ecos de otros tiempos que retornan a estos campos retumban contra las colinas en voces viejas y nuevas. Jackson comenta ante unos periodistas que ``la dignidad y respeto de América están en juego aquí; estos trabajadores merecen un salario digno, una casa decente, y de eso se trata este evento glorioso''. Recalcó que ``el riesgo de luchar por la libertad es menor que el riesgo de vivir sometido a la opresión'', y señaló que ``todos los trabajadores del país se benefician de estas luchas'', y que esta ``coalición de trabajadores del campo en California con los consumidores en Chicago, Nueva York y otras ciudades, demuestra que somos una gran familia, a través de esta solidaridad''. Interrogado sobre las políticas antinmigrantes que padecen estos y otros trabajadores mexicanos en Estados Unidos, Jackson opina: ``son de mal espíritu, mal guiadas y tienen que ser rechazadas''. Agrega que, si algo se quiere cambiar, ``tenemos que elevar las condiciones de vida de los trabajadores mexicanos; eso hará que sea menos probable de que tengan que emigrar aquí''.

``Que viva la causa, que viva Cesar Chávez, que viva nuestra unión, que viva la virgen de Guadalupe'', corea la gente, con nostalgia del gran movimiento de los jornaleros en los años 60 y 70 y con la esperanza de que se vuelva nostalgia del futuro. ``Los dirigentes tienen que recordar también cómo se organiza, y no sólo cómo se administra'', comenta un activista.

Pasan más contingentes: los trabajadores del sindicato de textil y confección UNITE, los de la comunicación de la CWA, un grupo de Michigan, otro de Nuevo México. En el mitin, la música ranchera se mezcla con rock, con rap latino, con canciones populares de lucha (Joe Hill, Solidaridad para siempre), con un delicioso merengue. Aparece un superhéroe mexicano Superbarrio. ``Una foto, una foto'', es la solicitud incesante, mientras que grupo tras grupo de mexicanos vienen a platicar con el enmascarado. La sensación fue extraña: los mexicanos de aquí conocían esta figura; muy pocos parecían saber quién era John Sweeney, el presidente de la central obrera de este país. ``Que chingón que estés aquí para ofrecer tu solidaridad'', comenta una joven de Morelos que ahora reside acá.

Las cámaras de televisión enfocan la figura. Superbarrio es presentado en el estrado ante los 20 mil reunidos. Poco antes Jesse Jackson pasó a saludarlo y los fotógrafos captaron la imagen del superhéroe junto con el dirigente social.

Las calles están congestionadas. Para mañana casi todos habrán regresado a sus lugares de residencia. Unos 150 organizadores continuarán su trabajo de sindicalizar a esta fuerza de trabajadores; pero aún no queda claro cuáles deberían ser las premisas de una estrategia de largo plazo y en especial con estos sectores binacionales como el caso de los trabajadores de la fresa en California.

Baldemar Velázquez, presidente del Comité Organizador de Jornaleros (FLOC), que congrega a campesinos en Ohio y otros estados, está aquí y tiene algunas ideas. En entrevista con La Jornada afirma: ``los trabajadores mexicanos no son el enemigo; es lo que intento decirles aquí. Son nuestros aliados ante las empresas multinacionales. Las estrategias nacionales ya no funcionan; estamos muy integrados; tenemos que internacionalizar nuestros esfuerzos''. Añade que ``siempre van a intentar enfrentarnos entre los trabajadores aquí y allá'', y advierte que ``si queremos revivir el movimiento sindical en Estados Unidos, tendremos que internacionalizarlo, porque si no, nos quedamos en lo local, defendiendo cada quién una esquinita, mientras los ricos gozan''.