La Jornada domingo 18 de mayo de 1997

ZAIRE, EL CIERRE DE UNA EPOCA

La renuncia y la huida de Mobutu Sese Seko y de todos sus familiares y cortesanos, por sus imágenes de desorden y pánico hacen recordar la dramática fuga de los dictadores sudvietnamitas y de sus allegados junto con los últimos estadunidenses de Saigón. También hoy se cierra toda una época histórica en el ex Congo Belga, rebautizado Zaire por el fugitivo y nuevamente bautizado Congo por los vencedores. Pero, mientras en Vietnam las tropas estadunidenses habían ido a reemplazar a la derrotada potencia francesa y fueron a su vez vencidas y expulsadas, ahora Estados Unidos asegura, con el poder de las armas entregadas a Laurent-Desiré Kabila y con el apoyo político retirado a Sese Seko, el relevo de Francia en esta rica región africana, desangrada y arruinada por la dictadura de Mobutu, que fue siervo de tantos patrones.

Mobutu, que se retira con miles de millones de dólares arrancados al país con más pobres del continente negro, había servido bien a Washington durante toda la guerra fría y había tenido suficiente sentido de los negocios como para aumentar su precio coqueteando con rusos y chinos, entonces acérrimos enemigos, y desestabilizando por el norte al régimen antimperialista de Angola, mientras el régimen racista de Sudáfrica lo hacía por el sur. Ahora, después de haber saqueado el país y eliminado con su represión toda posibilidad de un recambio en el seno del régimen, Mobutu, enfermo grave y sin otro apoyo que su clan tribal, recibió el ``amistoso'' consejo de Washington de ceder el poder a Kabila, que inaugura una nueva fase en un país tan destruido que sólo le queda la esperanza de que el futuro inmediato no sea tan horroroso como el presente, y que se pueda restablecer la paz y un mínimo de funcionamiento del Estado.

Kabila no basa tanto su triunfo en éxitos militares sino en la disolución del ejército oficial y la corrupción y cobardía de los militares-matones de Mobutu, a quien sólo defendieron mercenarios pagados por los franceses.

Francia, ante la magnitud del desastre y de la impopularidad del dictador, no pudo enviar esta vez su Legión Extranjera ni sus paracaidistas y tuvo que asistir impotente a su expulsión del Congo, rico en petróleo, en minerales y en diamantes, y también de la región de los Grandes Lagos (Burundi y Ruanda), la más católica y francófona de Africa.

Se cierra así, totalmente, la fase de la descolonización que duró decenios y llevó al poder a regímenes resultantes, de uno u otro modo, de movimientos de liberación nacional y, con la fuga del último sátrapa de viejo tipo, el Congo entra en una fase de democracia de fachada con una relación neocolonialista con la primera potencia mundial, Estados Unidos, que está echando de Africa a sus competidores europeos. El costo de la reconstrucción mínimo para Estados Unidos, imposible de sostener para los congoleños, que carecen de hospitales pero tienen, por ejemplo, la mayor cantidad mundial de enfermos de Sida, hará aún mayor esa dependencia, pues el Congo sólo puede pagar con sus recursos, hoy en manos francobelgas o casi abandonados, una ayuda técnica y alimentaria urgente, indispensable, dado los destrozos causados por Mobutu y por la guerra civil y los saqueos. ¡Pobre Africa, tan lejos de la conciencia mundial.