La Jornada 15 de septiembre de 1997

La defensa de Cuicuilco, otro nexo de indígenas y capitalinos

Patricia Vega Ť En la cima de la pirámide circular de Cuicuilco, al filo de la una de la tarde, con el sol a plomo, sonaron los violines de los ceremoniadores wirárrikas -huicholes, los llamamos con su nombre en náhuatl-. El humo del copal y las invocaciones tradicionales fueron el marco de la ceremonia para celebrar el nacimiento del Abuelo Fuego que, convertido en Sol -``el que lo mueve todo-'', acabó con la oscuridad y dio origen a la pareja primigenia.

Fue así como al corazón de la primera ciudad de la cuenca del Valle de México llegaron el maíz, el maguey y el nopal -lo que los mestizos llamamos recursos naturales y los indígenas ven como la escencia de la vida- para convertirse nuevamente en un centro ceremonial vivo, abierto a recibir generosamente a indios y mestizos, hermanados en la lucha por la construcción de una nación incluyente, en la que todos quepamos.


Militancias y creencias aparte se desarrolla en Cuicuilco el
Congreso Nacional Indígena.
Foto: Frida Hartz

Este fue el ritual de bienaventuranza para dar la bienvenida a la llamada ``dualidad'' del movimiento indígena nacional: la convergencia del movimiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) con el movimiento civil representado por el Congreso Nacional Indígena (CNI).

Y antes de los mensajes, en nombre del CNI, Juan Chávez dijo en purépecha que después tradujo al español: ``Hermanas y hermanos del EZLN y del Congreso Nacional Indígena, indios de México, hermanas y hermanos todos. Hoy damos gracias a los dioses que nos han reunido y nos iluminan en este centro ceremonial de Cuiculco. Aquí estamos con la esperanza de encontrar el camino verdadero, celebramos con alegría que el EZLN se encuentre con nosotros en el corazón de la patria''.

Estos fueron los antecedentes de las tres mesas de trabajo de la Segunda Asamblea Nacional del Congreso Nacional Indígena (CNI) que más tarde empezaron a sesionar en las instalaciones de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

Pero el corazón de Cuicuilco también fue sede de otra convergencia: la de la sociedad urbana representada por intelectuales, artistas, monjas, estudiantes, activistas, vecinos y profesionistas que desde hace días iniciaron los preparativos para ser los anfitriones de los representantes de la lucha por la dignidad y autonomía indígenas.

(Si al hacer sus prácticas de campo, generaciones completas de estudiantes de la ENAH han sido hospedados por divesos grupos indígenas, ahora han sido estos estudiantes los que han tenido la oportunidad de recibirlos en casa. Por eso la ENAH se ha transformado en una alegre romería que vibra con la música de las bandas de Oaxaca, la escuela completa bulle con esta histórica oportunidad.)

Así, Cuicuilco volvió a ser lugar de muchas voces, lugar de muchos caminos donde confluyen muchos andares; lugar de muchos colores donde estuvieron representados muchos de los pueblos indígenas de México y muchas de las organizaciones sociales que están interesadas en el cambio democrático en el país.

Los altoparlantes amplificaban los mensajes de bienvenida en diversas lenguas indígenas, al tiempo que se saludaba a cada una de las diversas representaciones indígenas congregadas en el sitio. Era, en suma, la resistencia indígena simbolizada en sus propios hombres y mujeres, simbolizada en sus monumentos y creaciones.

Pero la realización de la asamblea del CNI en Cuicuilco también tiene otro signficado: recuperar la tradición de lucha en la defensa del patrimonio de los mexicanos. Es una forma de apoyar y sumarse a la protesta iniciada por el movimiento urbano en contra de la construcción de una torre y un centro comercial -auspiciados por el grupo Inbursa-Carso- en la zona.