Guevara viaja a Guatemala y allí comienza a ser conocido como Che. Tras el golpe contra Arbenz, se va a México, donde conoce a Fidel Castro y se embarca en la aventura que lo convirtió en el comandante de la Revolución cubana.



Por las rutas del doctor Guevara

Envar el kadri


El doctor Ernesto Guevara de la Serna llega a Guatemala en diciembre de 1953 y se aloja en una pensión de la calle 5ta., donde le escribe a su madre: La capital no es más grande que Bahía Blanca y dormida como ella''.

Pero la ciudad está muy despierta, porque desde la promulgación de la Constitución de 1945 se abolieron las servidumbres y prestaciones personales de los ``indios'', y se reconoció la igualdad de derechos ciudadanos para todos los habitantes, en su gran mayoría mayas, hasta entonces denigrados y degradados, a pesar de su brillante pasado. El gobierno de Juan José Arévalo (1945-51) había promovido la reforma bancaria, educativa y cultural, dictando un Código de Trabajo que sirvió para reconocer y poner en práctica los derechos sociales; inspirado en la Reforma Universitaria de Argentina, sancionó la autonomía universitaria, y además de reconocer a la República Española y establecer relaciones con la Unión Soviética, condenaba a las dictaduras latinoamericanas, particularmente la de Somoza en Nicaragua. También cometía ``la herejía'' de condecorar a Perón con la Orden del Quetzal, por su actitud, en 1947, de romper el boicot estadunidense a los puertos de Guatemala, ordenando a los buques de la Flota Mercante Argentina hacer escalas allí y llevando, según les contó el propio Arévalo a Guevara, armas argentinas para su ejército.

El gobierno de Jacobo Arbenz que lo sucedió, sanciona además el decreto 900 de 1952 para liquidar el latifundio y las relaciones semifeudales de producción. En 1953 se habían expropiado y repartido casi 2 millones de hectáreas, de las cuales 161 mil pertenecían a la poderosa United Fruit. Co., entonces propiedad del hermano del secretario de Estado, Foster Dulles. Todo ello, sumado a la creación de la CGT, la Confederación Nacional Campesina y la existencia del Partido Guatemalteco del Trabajo, fundado en 1948 como Partido Comunista, será el pretexto para la intervención estadunidense.

Pero a principios de 1954, el joven doctor Guevara de la Serna se gana la vida como puede: venderá con los cubanos „ico López y Armando Arencibia el Cristo Negro de Esquipulas, al que le colocan una lamparita para hacerlo más atractivo; dará clases de español; hará gestiones para trabajar como médico en el Petén, pero rechaza la condición previa de afiliarse al PGT; prepara un libro que nunca terminará sobre la condición del médico en América Latina y, como siempre en este viaje, pasa hambre: ``El otro día me tomaron el tiempo en 50 metros, poniendo un bife, y todos los cronómetros marcaron cero'', le escribe a Zoraida Boluarte, despidiéndose con ``un cariñoso abrazo del pobre Che''.

En este ambiente, Guevara conoce a Hilda Gadea, exiliada peruana que ``tiene un corazón de platino, por lo menos; su ayuda se siente en todos los actos de mi vida diarios...'' y empieza un romance que culminará en casamiento en México.

Sin embargo, no son tiempos para romances. Cuando el gobierno anuncia que expropiará 883 mil hectáreas más, Estados Unidos decide que no puede permitir la continuación de ``un gobierno comunista'' y a través del coronel Castillo Armas, lanza su ``cruzada libertadora'', que terminará con el gobierno de Arbenz y la revolución. El 14, 15 y 16 de junio de 1954, aviones piloteados por estadunidenses bombardean la casa de Gobierno, preanunciando el final.

Guevara se alista en los Comités de Defensa de la Revolución, se inscribe en el Socorro Médico de Urgencias, recibe instrucción militar en las Brigadas Juveniles, impulsa una resistencia que no se realiza: ``era necesario pelear y casi nadie peleó, era necesario resistir y casi nadie quiso hacerlo'', escribe. El embajador argentino Nicasio Sánchez Toranzo lo lleva a la embajada, pero Guevara no quiere asilarse; hace un paquete con sus libros y los manda a su tía Beatriz, y en agosto, cuando aviones argentinos llegan para evacuar a todos los asilados, decide continuar el viaje.

México

Cuando Guevara llegó el 21 de septiembre de 1954 a la estación del norte, México era la capital del exilio: puertorriqueños independentistas, cubanos enemigos de Batista, nicas enemigos de Somoza, dominicanos enemigos de Trujillo, guatemaltecos enemigos de Castillo Armas... sin contar con los republicanos españoles, cuyo gobierno era para el de México la representación oficial de España. Honrosa tradición que se mantuvo en los años 70 cuando recibieron además a chilenos, uruguayos, argentinos y mantuvieron relaciones con Cuba, a pesar de las presiones.

Ese México moldeó el temple del doctor Guevara de la Serna, aunque criticara lo que para él fue la débil posición oficial frente al derrocamiento de Arbenz en Guatemala. El doctor Mario Salazar Mallén, jefe del Hospital General, le consigue una plaza en la Sala de Alergia, donde vuelve a engancharse con los cubanos, al encontrarse con „ico López. En la lucha por la sobrevivencia, Guevara compra una cámara Retina 35 mm y comienza a trabajar de ``fotógrafo ambulante''.

En noviembre se encuentra con Hilda Gadea, con quien pasea por la ciudad, Toluca, Cuernavaca; van al cine a ver Romeo y Julieta o Arriba el telón, de Cantinflas. Le gusta tanto el humor del cómico mexicano, su hablar sin decir nada, que cuando quiere reírse de sí mismo se compara con él.

Al comienzo de 1955, Guevara encuentra en un tranvía al periodista argentino Alfonso Pérez Vizcaíno, quien le ofrece trabajar para la Agencia Latina como fotógrafo en los II Juegos Panamericanos. Lo hace del 6 al 20 de marzo, algunas de sus fotos son publicadas y en junio cobra 3 mil pesos, la mitad de la suma convenida, que representa un alivio para su economía.

En esa época conoce a Raúl Castro, quien lo ayudaba a recoger gatos callejeros con los que realizaba experimentos sobre alergia. En julio lo invita a la casa de María Antonia González, calle Emparan 49, donde conoce a Fidel Castro, recientemente liberado por una amnistía. ``Recuerdo que nuestra primera discusión versó sobre política internacional. A las pocas horas de la misma noche, en la madrugada, era yo uno de los futuros expedicionarios''.

Al enterarse de la caída de Perón en septiembre, le escribe a su tía Beatriz: ``Yo no sé bien qué será, pero sentí la caída de Perón un poquito. La Argentina era una ovejita gris pálido, pero se distinguía del montón; ahora ya tendrá el mismo colorcito blanco de sus 20 primorosas hermanas...''

De su matrimonio con Hilda, nace el 15 de febrero de 1956 Hilda Beatriz Guevara Gadea, que inscribirán como mexicana, en homenaje al pueblo de México. Cuando Fidel visita a la recién nacida, conversan sobre la necesidad de comenzar el entrenamiento del grupo que marchará a Cuba para derrocar a Batista. En el rancho Santa Rosa, cerca de Chalco, será nombrado jefe de personal de los futuros expedicionarios. El republicano español Alberto Bayo les da instrucción militar, les hace leer y repetir las 150 preguntas a un guerrillero, manual redactado por él mismo.

El 24 de junio lo detienen junto al resto de sus compañeros y lo llevan a la Estación Migratoria, que diversos autores sitúan en la calle Miguel Schultz número 27, y que nosotros ubicamos entre los números 103-105, donde hoy funciona la Escuela Primaria Luz Oliveros. En esta cárcel lo visita Ulises Petit de Murat, amigo de sus padres, quien estaba seguro de liberarlo con un trámite especial. Guevara rechaza la excepción y poco después le dice a Fidel que de ninguna manera retrase la revolución por él. ``Yo no te abandono'', fue la respuesta de Fidel. ``Y así fue, porque hubo que distraer tiempo y dinero preciosos para sacarnos de la cárcel mexicana.''

La solidaridad mexicana se manifiesta con la visita del ex presidente Lázaro Cárdenas, que hace gestiones para liberarlos, lo que ocurre a los 57 días. El gobierno mexicano no se deja presionar por Batista y en lugar de expulsarlos, los libera, ``invitándolos a abandonar el país a la mayor brevedad posible...'' Todos pasan a la clandestinidad y continúan la preparación: Antonio del Conde, El Cuate, que les había provisto de armas, les prepara el yate Granma, en el río Tuxpan. En la madrugada del 25 de noviembre de 1956, 82 hombres casi pelean por subir a esa cáscara de nuez, donde sólo entrarían 20 como mucho. Temen quedar fuera de la expedición, que prevé llegar en tres días a Cuba y tardará siete...

El equipo del cineasta Miguel Pereira toma las últimas imágenes, allí donde el río Tuxpan se une al golfo de México. Seguimos las huellas del viaje que llevó al doctor Guevara desde la porteña estación Retiro, el 7 de julio de 1953, cuando pensaba ir a trabajar al leprosario San Pablo, en Venezuela, hasta Tuxpan, cuando entrará en la historia como el legendario Che.


Envar El Kadri, argentino, fundador de las Fuerzas Armadas Peronistas. Detenido en 1968 y liberado en 1973, exiliado en Francia entre 1976-83. Actualmente es productor cultural y junto con el director de cine Miguel Pereira realizó el documental Por las rutas del doctor Guevara.