GALERIA Ť Luz María Martínez Montiel

Herencia africana, tercera raíz de la identidad nacional

Aunque nació en el estado de México, la etnóloga Luz María Martínez Montiel (San Juan Teotihuacán, 1935) creció en Veracruz. Además de volverse jarocha, el sitio definió su futura vocación como africanista: allí vio por primera vez a ``negros verdaderos'' cantando y bailando.

A pesar de su apariencia física -``señal de que ya íbamos saliendo del estigma-'', Luz María se convirtió, literalmente, en la oveja negra de la familia: si a los 16 años sólo quería bailar, a los 20 la famosa coreógrafa y antropóloga estadunidense Katherine Dunham -creadora de una técnica para el baile afro y reina en Broadway por sus espectáculos de africanía- encausó sus inquietudes y la convenció de estudiar antropología y dedicar su vida al estudio de las culturas africanas y su influencia en América Latina.

Así, luego de cursar estudios en México y especializarse en París -donde fue alumna de Roger Bastide-, Martínez Montiel se convirtió en la primera mujer africanista del país. En la actualidad, son ya más de 40 especialistas en este campo, porque una de las razones que tuvo para regresar fue, precisamente, trasmitir sus conocimientos, método y experiencia.

Han pasado 25 años desde que la doctora Martínez Montiel abrió los estudios de Africa y Afroamérica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y 25 de haber iniciado el proyecto de investigación: Afroamérica en el INAH. Sin embargo, no ha logrado aún fundar dicha especialidad a nivel de diplomado o doctorado, pero su propuesta de considerar la herencia africana como la ``tercera raíz'' de la identidad mexicana, se consolida cada vez más con las aportaciones de sus alumnos, nuevos investigadores en ese campo.

``Considero que los estudios afroamericanos -señala la especialista, entrevistada durante un viaje a la selva maya- deben emprenderse en tres niveles: la investigación ante todo, la docencia y la difusión. Hay que hacer estudios comparativos, entender el colonialismo, el proceso de la esclavitud... demostrar, con rigor científico, la historicidad del negro mexicano; profundizar en las causas de la negación de la presencia africana, tan importante en nuestro país.

``El censo que se hizo, en 1570, en la Nueva España, decía que había 6 mil 644 europeos y, oye esto: 3 millones 366 mil indios y 20 mil 569 negros. Eso nos aclara por qué en 1742 había 9 mil europeos, 21 mil africanos, un millón 540 mil indígenas, 266 mil afromestizos y 249 mil indomestizos.

``Quiero decir -agrega con pasión- que lo fascinante del caso es que, sin importar el color de la piel, la africanía es una raíz que los mexicanos no conocemos, pero que está en el México profundo de Guillermo Bonfil y, por lo tanto, en la cultura nacional. La africanía de México está en la religión y la magia; en el gusto por los colores y su aplicación en el decorado de casas, templos y palacios; en las formas de cocinar, la música y el baile; en el habla popular: los refranes, las leyendas, la tradición oral; en la medicina tradicional y el conocimiento ecológico... signos todos de una africanización del indígena y una indianización del negro...''

La etnóloga es autora, entre otros libros, de Negros en América -editado en España, por la Fundación Mapfre, dentro de su colección América Crisol-, primer intento de síntesis de la presencia africana en América, desde Canadá hasta la Patagonia, que mereció del doctor Gonzalo Aguirre Beltrán, pionero de esos estudios en México, el siguiente comentario: ``Es una historia monumental del negro y sus aportaciones en América''.

Además de preparar una segunda edición de Negros en América, la especialista participa en la coordinación de una aventura editorial sin parangón auspiciada por la UNESCO y la fundación Mapfre: 25 volúmenes con igual número de temas que son fundamentales para comprender la presencia africana en las culturas latinoamericanas.

Apenas en 1996, Martínez Montiel pudo concretar otro sueño: crear una asociación mexicana -con apoyo de la UNESCO- dedicada a la promoción de los estudios afroamericanos. Allí está un banco de datos con unos 2 mil temas documentados y una biblioteca con 6 mil volúmenes que la especialista ha destinado al Seminario Permanente de Estudios Afroiberoamericanos, que de llegarse a fundar en México orientará, sin duda, muchas vocaciones todavía por descubrir. (Patricia Vega)(Foto: Maria Luisa Severiano)