Jordi Soler
La escuela de Stalin

Durante la era de Stalin los fotógrafos rusos depuraron sus métodos para censurar fotografías. El retoque se hacía a todos niveles. El básico que consistía en dejar lisas las partes cacarizas de la cara de Stalin, y el complejo, que era el acto mayor de desaparecer completo a un camarada, o a cuatro, según el caso. En esa época, sin retoques por computadora, el trabajo tenía que hacerse con aerógrafo, y a mano en las partes delicadas.

Años después, en la portada del Sgt Papper's de los Beatles, los censores de la disquera borrarían la figura de Gandhi, porque les parecía absurda la presencia de ese hombre que le había arrebatado la India a Gran Bretaña, sin importar que antes este país le arrebató la India a la India. La exclusión de Gandhi fue simple, un brochazo burdo que todavía puede apreciarse en la portada, quizá con la intención de que los observadores del futuro pudieran advertir que la estrella del pacifismo fue borrada a mansalva de ahí.

La historia de los colegas excluidos de Stalin era distinta, sus retocadores buscaban desaparecerlos, que no quedara rastro. Un retrato de 1926 nos presenta a Stalin en su oficina rodeado por los camaradas Antipov, Kirov y Shvernik. Entre esta fecha y 1949 puede verse cómo Antipov se desvance del retrato, el lugar que ocupaba esta vacío, el extremo de la mesa y la pared llenan el hueco como si nadie hubiera estado nunca ahí. Luego siguió Shvernik y al final el aerógrafo cayó sobre Kirov. Así, desde 1949 hasta la fecha Stalin aparece solo en esa foto donde había cuatro, rubicundo y bien resanado de sus partes cacarizas. La fotografía retocada, como puede intuirse, nada más era la parte visible de un extenso proceso de desvanecimiento que incluía reconformación de documentos, encierro de familiares y amigos, y destrucción de cualquier cosa que pudiera probar que el desaparecido había aparecido alguna vez por la tierra.

La revista Luna Córnea publicó un artículo de Piotr Muraveinik, ilustre miembro de la Academia de Ciencias de Moscú quien, aprovechando el río revuelto de la perestroika, se entregó a la tarea de ganar pescando una apasionante historia. Piotr cuenta cómo la Unión Soviética se esmeraba por ganarle la carrera espacial a la NASA. Dice que los científicos y los historiadores soviéticos ocultaron varios fracasos estrepitosos, y revela que trataron de resanarlos, igual que lo cacarizo de Stalin, con nuevas misiones diseñadas al vapor. Entre una y otra, por ejemplo, se dijo que el célebre Yuri Gagarin había muerto. La verdad, dice Piotr, es que como era héroe nacional y no podían aplicarle el aerógrafo, le aplicaron cadena perpetua en un hospital psiquiátrico, argumentando que eso de ser astronauta famosillo era una auténtica amenaza para la seguridad del Estado. A la perra Laika, primer animal que salió de la tierra en cohete, le aplicaron la aparición en vez de la desaparición. En noviembre de 1957 esta heroína malograda, que llevaba mal aislado su sitio en la nave, se carbonizó a los pocos segundos de abandonar la la tierra. El equipo de científicos e historiadores, bien asesorado por un veterinario, sustituyó a Laika por una perra parecida y la regresó a la tierra convertida en heroína nacional. La diferencia entre Laika y su sustituta era una mancha en el anca derecha que, uno de los viejos expertos en aerografiar fotografías, pintó sin más dificultad.

La historia del astronauta desaparecido fue protagonizada por Iván Istochnikov, capitán del Soyuz 2, que no llevaba más tripulación que otra perra llamada Kloka. El 25 de octubre de 1968 a las 9 de la mañana fue lanzada la nave al espacio. Un día después ya estaba instalada en órbita, esperando el acoplamiento de una nave gemela que sería la segunda piedra de la primera estación orbital. Mientras esperaban, el coronel Istochnikov y su perrita realizaron una caminata espacial. Hay una fotografía donde se ven los dos flotando en el espacio, Kloka tiene la cabeza metida en una esfera transparente y el cuerpo en una prenda integral que oscila entre una camisa de fuerza y un sleeping bag. La nave gemela llegó pero no pudo completar el acoplamiento. El control de tierra perdió contacto con el coronel.

Al día siguiente regresó la nave gemela y encontró al Soyuz 2 vacío y golpeado por un meteorito. Nunca se supo en qué rincón del espacio quedaron Istochnikov y Kloka. El equipo de científico e historiadores difundió la noticia de que en el Soyuz 2 no había víctimas porque se trataba de una nave sin tripulación, manejada a control remoto desde la tierra. Por su parte los expertos del aerografo desaparecieron al coronel de todas las fotografías, mientras los expertos en borrar el rastro confinaron en una mazmorra en Siberia, a familiares y amigos del desaparecido. ¿No será que Muraveinik, el revelador de esta historia, inventó a Istochnikov y a Kloka con su aerógrafo para ocultarnos la verdadera historia?

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