Carlos Gershenson

Tecnología y desempleo

Dado que uno de los objetivos de la tecnología es simplificar el trabajo, un efecto secundario de un avance tecnológico es el desempleo de la gente que realizaba la labor que dicho avance automatizó.

Un caso muy claro se puede apreciar en una fábrica donde se introducen robots en el proceso de producción. Los servicios de los obreros que efectuaban la tarea que el robot realiza ahora (más rápido, más barato y más eficientemente) ya no son requeridos. Pero, por otro lado, también se genera empleo: el de los que desarrollan y mantienen los robots. Son menos, pero requieren una preparación mayor. Precisamente, lo que se automatiza es el trabajo monótono, fácil de programar en una máquina.

Aquí podríamos echarle la culpa a la ciencia como generadora de desempleo (y, en consecuencia, de más criminalidad y violencia en la sociedad), pero antes de juzgar hay que tomar en cuenta otro factor: la empresa. Al automatizarse, una parte ahorra dinero y la productividad aumenta. El problema se presenta cuando las empresas hacen eso y despiden a los empleados desplazados por la automatización para quedarse con el dinero ahorrado. ¿Por qué no invertirlo en otras áreas del mismo negocio y generar más empleos? ¿Políticas neoliberales de la empresa?

Así se han perdido muchos empleos en la industria y en el campo. Pero a la vuelta del siglo, muchos más temblarán por sus empleos: contadores, cajeros, secretarias, choferes, etc. Sistemas expertos, asistentes personales digitales (PDA), control de tráfico automatizado y muchos otros avances que ya están en fase experimental amenazan seriamente a esas profesiones.

Pero no hay que ser pesimistas. Como dijo sir William C. Dampier: ``Mientras más aumenta la esfera de nuestro conocimiento, mayor contacto tenemos con la superficie de lo desconocido''. ¿Eso qué quiere decir? Está bien, se pierden empleos, pero se generan muchos más para poder desarrollar nuevas tecnologías, mantener y perfeccionar las actuales o simplemente como inversión en otras áreas. La gente se tiene que preparar para trabajos cada vez más complejos y, como consecuencia, se mejora el nivel de educación de la sociedad.

Y hablando de ella, otra actividad que hay que cuidar es la educación. ¿De qué nos sirve generar empleos con nueva tecnología si nadie está capacitado en ella? Y eso es precisamente lo que pasa en el país. Al no haber quién pueda aplicar una nueva tecnología, se requieren los servicios de extranjeros capacitados en el área, lo cual rompe el delicado balance. Hay desempleo por la automatización, pero los empleos que se generan son inalcanzables para la absoluta mayoría.

Pero ¿cómo van a poder enseñar en las universidades algo de lo que los profesores no tienen idea? Hay dos opciones: ser autodidacta (bastante complicado para tanta gente, mucho más fácil gracias a la madre Red) o que los pocos que se especializan en el área compartan sus conocimientos. Es común que gente con gran conocimiento en cierta área se dedique exclusivamente a explotarla. Pero si no distribuye su saber, nadie más podrá aprovecharlo. Es muy importante que la gente con alto nivel de conocimientos los imparta a la juventud. Por suerte, eso también es común, pero no lo suficiente como para que el país sea una fuente de tecnología y, por lo tanto, de empleos.

Aunque a largo plazo hay que contar con otro factor: el tiempo del trabajo. Mientras más gente haya para menos trabajo, irremediablemente los gobiernos se verán forzados a disminuir la jornada laboral. Eso se ha dado desde la Revolución Industrial. Una prueba es que en Francia e Italia dicha jornada se reducirá a 35 horas semanales a partir del 2000.

Esa es otra solución para el desempleo: dado que hay pocos trabajos, repartirlos entre la gente. Como se puede ver, al automatizar más el trabajo hay menos qué hacer, pero la producción se mantiene o mejora. Por lo tanto, los salarios también debieran mantenerse o mejorarse. A largo plazo no creo que debamos preocuparnos por el desempleo, sino en qué hacer con tanto tiempo libre.

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