La Jornada 3 de diciembre de 1998

\CHIAPAS, REPRESENTACION DEL MUNDO: SARAMAGO

Juan Manuel Villalobos, especial para La Jornada, Madrid, 3 de diciembre Ť José Saramago recibirá el próximo día 10, en Estocolmo, Suecia, el máximo galardón de la literatura universal. Será la primera vez que se escuchará la lengua portuguesa en la Academia Sueca, luego de haber concedido el premio Nobel al escritor lusitano por ``haber vuelto tangible una realidad fugitiva gracias a sus parábolas, sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía''.

En entrevista con La Jornada, Saramago hace un repaso de sus recientes vivencias tras el otorgamiento del Nobel y reafirma su compromiso político, su carácter humanista y su condición de comunista.

-¿Qué le ha traído emocionalmente el Nobel?, ¿cómo ha digerido este ``ensanchamiento'' de su universo desde el pasado 8 de octubre?

-Han sido días de profundas emociones que no puedo controlar. Creo que cuando todo esto se tranquilice, dentro de un mes o quizá menos, pueda recordar y digerir en ese momento todo lo que ha ocurrido, o al menos la esencia de ello, porque las dimensiones me sobrepasan. De tantas emociones consecutivas es como si no pudiera darme cuenta de nada, porque no llego a tener tiempo para saborear lo que está pasando. Ahora mismo estaba desayunando y sentí que alguien me tiraba de la manga, me volví y era una señora que me decía: ¡Enhorabuena! Esto me ocurre todos los días. Uno tiene sus límites y los míos, para controlar todo esto, son muy estrechos. Cartas y cartas, decenas, centenas de Portugal, España y América hacen que fácilmente caiga en la lágrima. Estoy un poco aturdido.

Ser un comunista escritor

-¿Qué siente que cambió desde entonces?

-Me siento cada día más rico de conocimiento, advierto que mi labor no sé si en sí misma tiene demasiada importancia. Sin embargo, parece que para muchos lo que hago tiene importancia. Eso me hace sentir un gran responsabilidad.

-¿Por qué cree que para muchos sea tan importante el Nobel de Saramago?

-Pienso que a esas personas les gusta tanto la obra como el autor que la escribió. No es que sea una relación de lector y autor, aunque eso está claro que lo es, sino además un vínculo casi diría de afecto entre el lector y el autor, aun sin conocernos. Es decir, una relación de afecto con personas que me escriben, que me paran en la calle. En Lisboa me tocan el claxon cuando me ven, se acercan no sólo para felicitarme, sino para darme las gracias. Y es que en Portugal algo ocurrió. Metafóricamente es como si todo el mundo se diera cuenta, de un momento a otro, que había crecido dos o tres centímetros. Es como si todos dijeran: ¡Estoy más alto! Y eso ocurrió en muchísimas personas que no me han leído, que no pueden leer porque no saben leer, y aun así es como si fuera algo importante para ellas.

-En El mito de Sísifo, Albert Camus escribió que en el apego de un hombre a su vida hay algo más fuerte que todas las miserias del mundo. ¿Qué sostiene al hombre y al escritor José Saramago en su persistente lucha por combatir esas ``miserias''?

-Es que las miserias del mundo están ahí, y sólo hay dos modos de reaccionar ante ellas. O entender que uno no tiene la culpa y por tanto encogerse de hombros y decir que no está en sus manos remediarlo -y esto es cierto-, o bien, asumir que aun cuando no está en nuestras manos resolverlo, hay que comportarnos como si así lo fuera.

-Usted resaltó que no necesitó dejar de ser comunista para ganar el Nobel. Los periódicos lo citan como ``El escritor comunista''. ¿Qué entiende Saramago concretamente por ser comunista hoy?

-Primero, no soy un escritor comunista, lo que soy es un comunista escritor, que es distinto. Es decir, no soy un escritor comunista que escribe según una orientación política o ideológica determinada y que utiliza la literatura para difundir esa orientación. Al igual que hay una diferencia entre ser periodista comunista y comunista periodista. Por periodista comunista se entiende al periodista que trabaja en un órgano de prensa comunista y su misión es expandir activamente esas ideas. En cambio, si se es un comunista periodista no significa que activamente te dediques a expandir tus ideas en tu profesión. Engels lo tenía muy claro, pues decía: ``cuanto menos se nota el mensaje ideológico en la obra literaria, mejor''. Y yo añadiría, sí, mejor para la obra, pero también mejor para la ideología.

``Ahora, le voy a dar un concepto nuevo para los debates sobre el marxismo y el comunismo. Hay algo que yo llamaría el comunismo hormonal. Es como si las hormonas determinaran que uno tiene que ser lo que es, que uno mantenga una relación estrecha con los hechos, con la vida, con el mundo, con la sociedad. Es como un estado de espíritu, es decir, uno es lo que es porque su espíritu o sus hormonas así lo determinan para siempre. Creo que eso es lo que me pasa a mí con el comunismo. Es muy fácil cambiar de barco cuando se hunde el propio. Es a ésos a quienes habría que preguntarles por qué ya no son lo que eran, porque parece que somos muy pocos los que mantenemos la fidelidad a los principios, sin olvidar que en el pasado reciente y en nombre del comunismo no sólo se cometieron errores, sino crímenes y uno tiene que llevar eso a cuestas, aunque no tenga responsabilidad directa, porque haría muy mal si yo, por el hecho de que no soy responsable directo, no le diera importancia.

-¿Estamos más lejos o más cerca de la construcción de una sociedad más justa?

-Estamos más lejos. En el pasado, a pesar de las equivocaciones y los crímenes, muchos creían que se podía llegar a una sociedad más justa y que se estaba en esa dirección. Finalmente no se estaba haciendo y entre las muchísimas razones por las que se fracasó, fue porque no se puede construir algo de tanta importancia colectiva, como el socialismo, sin la participación de los ciudadanos; porque eso de imaginar que un partido puede decir que tiene el poder y que es el encargado de organizarlo todo, mientras que el resto de las personas no tienen más remedio que cumplir lo que se diga, es una equivocación tremenda. Y eso se paga inevitablemente con la falta de participación de los ciudadanos, con la indiferencia. Si a esto se añade la crisis económica, claro que las consecuencias inevitables serán que todo eso se hunda, como se hundió.

Positivo, enjuiciar a Pinochet

``Si hay algo de positivo en una idea, al concretarla hay que crear las condiciones para que todo el mundo participe en eso y, cuando digo participar, me refiero a ser parte del debate, la discusión, el examen de los temas, de los problemas. Por eso, cuando digo que estamos más lejos es porque ahora son muy escasas las personas que no obstante la frustración siguen creyendo que hay que volver a intentarlo. Pero para ello hay que tomar en cuenta el pasado y tener conciencia total y plena de todo lo negativo que ocurrió para que eso no se repita.''

-Sin embargo, si se habla de justicia, paradójicamente en el pasado jamás se pudo imaginar un proceso contra Pinochet por los crímenes en Chile y, ahora, parece que la historia quiere corregir ese camino.

-Soy un poco escéptico. Las apariencias dicen que hay como una especie de ola de aire fresco que pasa por el mundo o parte de él, como es el caso de Pinochet. Habría que preguntarnos, con independencia de lo positivo de este caso, qué es lo que lleva a las grandes potencias a cambiar su modo de intervenir en la vida internacional, en primer lugar, sin explicarnos por qué cambian, sin decirnos qué objetivos tenían antes y cuáles tienen ahora, porque finalmente si lo hicieran llegaríamos a la conclusión de que los objetivos son los mismos. Lo que sucede es que en el pasado las metas podían alcanzarse mejor, apoyando y estimulando a regímenes dictatoriales y ahora parece que, por el contrario, se alcanzan más fácilmente por la democracia o por lo que se presenta ahí como si fuera una democracia.

``Por otra parte, normalmente las masas se conducen -y los medios son muy responsables de ello- por ideas generales, por movimientos que a veces ni siquiera son ideas, pero siempre con la preocupación de ocultar las contradicciones internas de las cosas o los acontecimientos.

``Ahora, claro que veo positivo que se enjuicie a Pinochet y lo que no se puede permitir es que se quiera justificar su libertad por razones humanitarias, porque tiene 83 años, pero podría seguir siendo el dictador chileno, con esa edad, enfermo y dictador. Y podría seguir matando a sus 83 años. Eso nada tiene que ver ni borra el pasado ni lo limpia.''

Desprecio contra una minoría

-La situación de los indígenas mexicanos, los muertos de Acteal, las víctimas de los paramilitares, el México bárbaro tiene siempre en Saramago una voz de repudio. ¿Qué es lo que desencadena su énfasis sobre Chiapas?

-Es que en el fondo Chiapas es la representación del mundo, porque es un lugar donde se encuentra prácticamente todo lo que es negativo en el comportamiento humano, como el racismo, la crueldad, la indiferencia, el desprecio contra una minoría. Es como si una parte de México estuviera diciendo ``los indios están ahí, pero no cuentan''. Se ve al indio como alguien que está ahí, sólo como una traba, como un obstáculo que pone problemas por el hecho sensible de existir. Y si pensamos que Chiapas tiene petróleo, café, cacao, no resulta complicado entender que no es un problema entre los zapatistas y el gobierno mexicano, sino que es otro lugar en el que la ambición capitalista ha expandido sus garras. Entonces, siendo como es, cuando digo que es la representación del mundo me refiero a que situaciones como las que se viven en Chiapas se repiten alrededor del planeta. Y si a eso se le añade una matanza como la de Acteal, es natural y lógico que uno se sienta implicado e indignado.

-¿Cómo sobrellevará el deseo de hablar menos, cuando el Nobel lo obliga a lo contrario?

-Aunque es cierto que yo diga que no puedo seguir en esta dirección, porque las solicitudes de opiniones, de entrevistas y de actos son infinitas, tampoco puedo callar. No soy de aquellos que se refugian en una justificación sobre la necesidad de tranquilidad para seguir trabajando y tampoco en mi edad, no olvidéis que tengo 76 años y mi energía no es lo que era. También es un error tremendo pensar que porque tengo el Nobel, de la noche a la mañana mi sabiduría haya crecido tanto para que yo pueda hablar de todo, no puedo y no debo. Y esto ya me ha creado problemas serios porque yo tengo que concentrarme en mi trabajo y llevo dos meses que no escribo una línea.

-En las palabras que ofreció luego de obtener el Nobel, usted rindió homenaje a la vejez como edad creativa. ¿Qué significa ser viejo para José Saramago, cuando se rinde un especial culto a la juventud?

-Ser viejo es sólo tener más años, haber vivido más, tener más cosas para decir porque se tienen más cosas para recordar. Creo que si uno llega a la edad en la que se puede decir que se es viejo, lo mínimo que se puede esperar de las personas es que se respete el trabajo, la conciencia y el derecho a vivir con dignidad en esa vejez. Sin embargo, hoy resulta curioso que los seres se sienten viejos cada vez más jóvenes.

``Desde el punto de vista de los jóvenes, a los 40 años ya son viejos, creo que no saben y no piensan lo que dicen. Por otra parte, no quiero con esto decir que hay que respetar y escuchar con mucha atención a los mayores por el hecho de que son mayores, no; hay mayores que no son nada respetables, por tanto, si yo pienso que es un error hacer de la juventud un valor, tampoco quisiera que se pensara que estoy queriendo decir que la vejez es una valor, porque no lo es. Valores lo son, cuando lo son, los seres humanos, con independencia de la edad que tengan.''

La fama es nada

-En Cuadernos de Lanzarote dice que hay personas que pasan de personaje a personalidad. Sin duda, Saramago ha pasado ya -aunque él no lo quiera- a formar parte de la segunda definición. ¿Es eso la fama?

-Sí, parece que eso es la fama, pero todo es tan relativo. ¿Qué es la fama?, ¿qué es el éxito?, ¿qué es el triunfo?, parece que sí, que todo eso es algo, pero si tomamos en cuenta que tenemos una pequeña vida, que incluso cuando es larga, siempre es pequeña, todo resulta nada. Si consideramos que la eternidad no existe y que menos existe la eternidad de las cosas que hacemos, que todo es precario, que lo que hoy es mañana no será, si tomamos en cuenta todo eso, creo que la fama es nada.

-¿Recuerda en especial algún discurso de los galardonados con el Nobel?

-El de Albert Camus, que es inevitable, y el de Gabriel García Márquez.

-¿Será especial el suyo?

-No sé, ya lo sabremos en su momento, pero aunque lo sea, seguro no lo será tanto como los de Camus y García Márquez.

-Dígame, por último, ¿qué es el amor para usted?

-Al igual que a veces digo que en lugar de felicidad yo creo en la armonía, pienso que el amor es el encuentro de la armonía con el otro, creo que es eso.