Los dilemas de la publicación científica

René Drucker Colín y Patricia Vega

En la ciencia el crédito se le da a quien convence al mundo, no a quien la idea se le ocurre primero

Sir William Osler

 

Para los científicos del llamado Tercer Mundo, el quehacer de la ciencia es más complicado y difícil, en gran parte por la falta de interés de los gobiernos para asignar los presupuestos necesarios a esa tarea. México, desde luego, es un excelente ejemplo de ello. La pobre asignación de recursos a las universidades y a los proyectos de investigación hacen que con mucha frecuencia sea sumamente difícil competir en lo que se llama "investigación de frontera". Por supuesto, siempre se puede encontrar un ejemplo con el cual alegar lo contrario; sin embargo, eso representa más una excepción que la regla general. Por lo tanto, la gran mayoría de los científicos mexicanos, a pesar de hacer buena ciencia, de buen nivel, ciertamente no hacen investigación de frontera, en buena medida porque no existen ni la infraestructura ni los medios.

En ese contexto, uno de los problemas más conflictivos es la publicación de artículos científicos en lo que se ha dado por llamar revistas de excelencia. Ese término fue acuñado a raíz de las evaluaciones del Institute for Scientific Information (ISI) de Eugene Garfield. Ese hombre, bastante nefasto en nuestra opinión por su tendencia a exponer una visión meramente comercial de la ciencia, ha calificado a las publicaciones científicas con base en el número de veces que son citados los artículos que contienen por los autores de todos los artículos que se publican mes con mes en el mundo. Ello hace que las revistas tengan lo que el ISI determina como factor de impacto (FI). Por ejemplo, si los artículos de alguno de esos impresos son citados muchísimas veces, su FI es consecuentemente muy grande, y a la inversa en el caso de aquellos cuyos contenidos nunca o pocas veces son mencionados.

Feggo-Carton Revistas La consecuencia es el supuesto (posiblemente cierto, pero discutible para un país como México) de que si un científico publica en una revista con alto FI, su artículo tendrá mayores posibilidades de ser leído y citado posteriormente. Aunque esto último cae en el rango de las probabilidades, el problema es el enormemente difícil acceso de los artículos mexicanos a las revistas con alto FI, lo cual deja como alternativa la utilización de revistas consideradas menos importantes y por lo tanto presuntamente menos leídas.

Desde luego, todas estas conclusiones ocurren dentro del esquema manejado por el ISI. Por cierto, también hay un FI para investigadores, mediante el cual se indica cuántas veces han sido citados por otros colegas los trabajos que han publicado. Aparentemente eso señalaría la importancia que tiene el investigador en el ámbito internacional, pero no hay forma de calcular el grado de discriminación hacia los trabajos no elaborados en universidades aceptables (digamos Harvard vs. la Universidad de Calcuta o de Yucatán, por citar alguna nacional).

Ahora bien, si las cosas fueran equitativas, los científicos mexicanos podrían tomar ese modelo y adherirse a él fielmente. El problema es que el juego no es parejo, y a pesar de que siempre se ha dicho que la ciencia es universal, la realidad es que se ha convertido en un instrumento de control de los países poderosos sobre los débiles.

El manejo de las publicaciones muestra claramente esa tendencia. Las revistas mexicanas no encuentran generalmente el sitio que merecen dada la calidad de los investigadores mexicanos y, como consecuencia, no son tomadas en cuenta en el universo del impacto científico y el crédito merecido por su trabajo no es considerado con justeza. No es queja, sino una realidad con la que los científicos mexicanos deben contender.

El control de las publicaciones está en manos de intereses muy localistas, poco universales, y lo nuestro no está considerado. De ahí que a veces extraña un poco la insistencia de jugar con un balón cuyo dueño establece reglas ajenas a nuestros intereses. Sin embargo, no podemos descartar que todo científico desea ser reconocido por sus pares ni la importancia de saber si el trabajo que se hace es de buen nivel, y desde luego existe la ilusión de obtener reconocimiento internacional, ser invitado al extranjero y volverse una figura mundial. Todos esos anhelos son legítimos y parte del glamur al cual muchos quieren acceder. Los científicos ųal igual que los artistas, escritores, deportistas, etcéteraų desean ser conocidos y reconocidos. Aquí cabría preguntarnos: Ƒdónde queda el escribir a partir del deseo genuino de compartir un conocimiento?

En ese contexto, las revistas nacionales quedan fuera de consideración, pues a través de ellas nadie se va a internacionalizar y la lectura de la obra publicada será muy limitada. De hecho, la versión local del esquema de la evaluación de la calidad de las revistas científicas nacionales, auspiciado por el Conacyt, es el llamado Indice de Revistas Mexicanas de Investigación Científica y Tecnológica, cuya eficacia es avalada por unos y cuestionada por otros.

Sin embargo, hay un factor que no se toma en cuenta: que las publicaciones nacionales pudieran tener interés nacional. Y no sólo eso, sino que las contribuciones de los colaboradores podrían tener repercusión regional y debido a ello nulo acceso a revistas internacionales, lo cual no los invalida en términos de importancia o calidad. En ese sentido, quizás valdría la pena impulsar a las revistas mexicanas de manera más selectiva y rigurosa, unificar esfuerzos y recursos mediante la fusión de las muchas que hay en pocas o una sola publicación por disciplina, cuya excelencia garantice una competitividad internacional al tiempo que permita mantener y fortalecer el control de nuestra ciencia.

Aunque la unificación de esfuerzos individuales e institucionales se antoja difícil, ya que en nuestra comunidad científica prevalecen envidias y cotos de poder que frecuentemente obstaculizan el desarrollo de la ciencia mexicana, un ejemplo de la factibilidad de dicha unificación de esfuerzos es la revista Archives for Medical Research, la cual a partir de este mes será editada y comercializada por la compañía holandesa Elsevier, pero el control académico se queda en manos del comité editorial mexicano. Hay otras tres revistas nacionales cuya calidad es reconocida a nivel internacional: Astronomía y astrofísica, Ciencias marinas y la Revista mexicana de física, y que pudieran seguir el mismo camino.

Si lográramos que ésas y otras cuantas revistas mexicanas fueran comercializadas por editoriales fuertes que se ocuparan de la parte técnica de la publicación, la distribución y la propaganda, pero que la política editorial se mantuviera en manos nacionales, podríamos asegurar la dirección académica sin tener problemas de producción. Ello formaría parte de la globalización que tanto nos preocupa y nos ocupa, pero con control de nuestros intereses.

Con el ánimo de propiciar la discusión sobre el estado que guardan las publicaciones mexicanas, se entrevistó a ocho personajes del mundo científico vinculados de distintas maneras con revistas que se producen en México. Llama poderosamente nuestra atención la coincidencia que, en términos generales, existe en sus opiniones. Con los matices propios de su especialidad, nos ofrecen su diagnóstico y proponen el remedio.

ƑQué nos impide llevarlo a la práctica?

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Credencial de presentación

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Marcial Bonilla, director de Apoyo a la Investigación del Conacyt: La publicación en revistas es el producto más importante de la investigación básica, porque es la forma como la comunidad científica internacional evalúa la productividad de un investigador; es, en síntesis, su credencial de presentación.

En ese contexto, el Indice de Revistas Mexicanas de Investigación Científica y Tecnológica, creado en 1993, permite determinar, con criterios académicos, las revistas que ameritan recibir apoyos financieros del Conacyt, al tiempo que ofrece a los investigadores una referencia cualitativa y objetiva para seleccionar las revistas en las que quieren publicar su trabajo, ya que desde su creación diversas instituciones han tomado en cuenta, con puntajes especiales, aquellas que han sido incluidas en el índice. De hecho, los propios editores son los primeros interesados en cumplir con los requisitos para que sus publicaciones sean aceptadas en un padrón que también puede servir como referencia general para el trabajo de diversas comisiones dictaminadoras que evalúan el trabajo de los académicos.

Por otro lado, la experiencia acumulada a lo largo de cinco años y el análisis de las revistas indizadas ha permitido detectar las siguientes deficiencias de las publicaciones científicas mexicanas: tirajes reducidos, periodicidades largas, concentración en pocos organismos responsables, impacto muy limitado y vacíos en algunas disciplinas. Sin embargo, la creación del índice ha sido una decisión importante que ha permitido identificar a un grupo de revistas que cumple con los requisitos internacionales de excelencia. Es sólo un primer paso en la búsqueda de la consolidación de las publicaciones mexicanas.

 

Círculo vicioso

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Rubén Lisker, subdirector de Investigación del Instituto Nacional de la Nutrición: Las revistas científicas mexicanas son, en general, pobres y medianas de calidad, debido a que los investigadores prefieren publicar sus trabajos en las extranjeras, donde sus artículos tienen mayor impacto.

Es un círculo vicioso, cuya solución sería el que los buenos investigadores mexicanos decidieran impulsar a las revistas nacionales de su preferencia y, como experimento, mandaran parte de su producción, para ver si esa medida contribuye a resolver las diferencias en el factor de impacto entre las revistas mexicanas y las extranjeras. Otra medida es unificar varias revistas en una sola, a la que se destinarían todos los esfuerzos y recursos para mejorar su calidad.

Por otro lado, no creo que el Indice de Revistas Mexicanas de Investigación Científica y Tecnológica tenga la mayor importancia, pues a pesar de que el Conacyt las incluye en su padrón de excelencia no son tomadas así por los propios comités de evaluación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Así que el índice tiene, en la práctica, poca utilidad.

 

El balance, la clave

 

Deborah Dultzin, Instituto de Astronomía de la UNAM: La clave está en buscar un balance: publicar sólo en revistas mexicanas o sólo en el extranjero me parece terrible.

El instituto de Astronomía de la UNAM publica la Revista mexicana de astronomía y astrofísica, que tiene circulación ciencia 3 internacional, es bilingüe (español e inglés), con arbitraje internacional y está incluida en el Science Citation Index (SCI). Además, la revista más importante en la materia, Astrophysical Journal, termina con unas páginas de color amarillo en las que se incluyen artículos de las revistas estadunidenses más importantes, y la nuestra está considerada como tal.

La política de los astrónomos es publicar por lo menos la mitad de nuestros artículos fuera del país, porque tenemos que buscar un impacto internacional; pero también publicamos algunos de nuestros mejores artículos en nuestra propia revista, con el propósito de impulsarla y hacerla atractiva para lograr que mucha gente quiera leerla.

Por otro lado, es muy costoso mantener revistas nacionales de bajo impacto. Creo que hay que dar todo el apoyo financiero sólo a las mejores en todas las áreas. En el índice del Conacyt ni están todas las que son ni son todas las que están. Sólo añadiría que considero que el índice necesita depuración: habría que revisarlo con más cuidado.

Desafortunadamente, los comités de evaluación del SNI tienden a ignorar a las publicaciones mexicanas; es cierto que son pocas las revistas científicas nacionales que de verdad son buenas y de alto nivel, pero también hay que decir que existe un montón de revistas extranjeras chafonas. Un ejemplo: la Revista mexicana de astronomía y astrofísica tiene un nivel de impacto más alto que una revista estadunidense llamada Astrophysics and Space Science que, hasta hace poco, ni siquiera era arbitrada externamente. Cualquier astrónomo sabe que la revista mexicana es más fuerte, pero si la evaluación la hace una comisión dictaminadora del SNI en la que participa un físico o un matemático, esa persona puede cometer una injusticia al dar a los artículos de la publicación mexicana un valor casi nulo a pesar de su impacto y evaluar alto los textos publicados en la estadunidense a pesar de sus deficiencias. Revistas extranjeras hay un montón, y no necesariamente son las mejores.

 

Apoyo selectivo

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Virgilio Arenas Fuentes, Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM: En México hay buenas revistas en el área de ciencias del mar; no son muchas, pero ya han superado la etapa de la descripción regional. Sin embargo, uno como investigador prefiere publicar en un medio que no sea mexicano, porque eso garantiza mejor puntaje y mayor impacto.

Es necesario revisar bien las publicaciones nacionales porque algunas se manejan de manera personal y su contenido es malo, y lo peor del caso es que con ello se validan algunas cosas que son equivocadas. También sostengo que a veces es preferible que algunos escritos no se publiquen si no hay una labor editorial seria.

Sería interesante que la SEP o el Conacyt hicieran un análisis crítico de las revistas nacionales y se decidieran a apoyar, de manera selectiva, sólo a unas cuantas. Y esto lo digo porque creo que el Conacyt no ha tenido la capacidad de ser crítico con el contenido de las publicaciones que han sido incluidas en el Indice de Revistas Mexicanas de Investigación Científica y Tecnológica; es evidente que un muestreo no es suficiente para juzgar con objetividad lo publicado en las revistas.

Me gusta mucho el ejemplo de Canadá: cuando menos en ciencias del mar había varias revistas de universidades y sociedades científicas con fama; sin embargo, se formó un board que decidió fundir las distintas publicaciones en una sola, pero de gran calidad.

Las revistas asociadas a instituciones enfrentan muchos problemas, entre ellos restar independencia a los editores aunque se declare lo contrario, y es fácil que la política institucional se involucre en las cuestiones científicas. Instancias como la UNAM han tenido sus propias publicaciones, pero hubo una razón histórica para ello y es momento de tener revistas nacionales, de gran magnitud y alcance, en las que se conjugue el esfuerzo de diversos organismos.

De manera paralela, me parece necesario crear mecanismos para que la información descriptiva del país encuentre la forma de ser publicada y editada correctamente. No todo lo que hacemos en ciencia en el país debe alcanzar trascendencia internacional, pero no por el ánimo de publicar en revistas internacionales debemos dejar que lo descriptivo se quede en el cajón. Tendríamos que establecer un mecanismo de revisiones, ediciones monográficas o cuadernos de estudio que se ocupen de los problemas nacionales.

 

Oferta escasa y débil

 

Ana María Cetto, compiladora de los volúmenes Publicaciones científicas en América Latina (1995) y Revistas científicas en América Latina (1998), editados por el Fondo de Cultura Económica: Entre los cientos de revistas académicas que se editan en México ųbuenas, regulares y malasų, el panorama del conjunto no es muy alentador. En general, aun entre las propiamente científicas, son pocas las que tienen objetivos bien trazados y los cumplen satisfactoriamente.

En síntesis, la oferta es escasa y débil. No todas las áreas del conocimiento ni todas las necesidades de comunicación o información están atendidas. Además, aun las revistas que mejor se defienden (y, como en todo, también hay honrosas excepciones que pueden servir de modelo) adolecen en mayor o menor medida de falta de circulación, suscriptores, lectores, normatividad, estabilidad y permanencia, calidad editorial, actualidad en contenidos, relevancia, etcétera.

Lo primero para impulsar el desarrollo de las publicaciones científicas mexicanas es tomarlas más en serio: reconocer la necesidad y la conveniencia de producir revistas de buena calidad, que resulten interesantes, que atraigan a los lectores, que sean requeridas por bibliotecas y proveedores de información, que sirvan de vehículo a nuestros científicos no sólo para la comunicación de sus resultados sino para la interacción creativa y el debate. Revistas en las que los autores se peleen por publicar y que los lectores busquen en los estantes o la red electrónica y quieran llevarse a casa (o bien imprimir o fotocopiar). Lograr eso no está en manos de los editores por sí solos; implica un cambio radical de actitud de los científicos y las instituciones, y la adaptación de medidas acordes con ese cambio de actitud.

Es común escuchar entre los colegas la comparación con revistas como Science, Nature, New England Journal of Medicine o Physical Review Letters. ƑQué significa una frase como ésa? Las revistas citadas no son comparables ni entre ellas (y sus editores se ofenden cuando uno pretende hacerlo). El que las revistas más codiciadas se originen en el mundo anglosajón no impide que, por ejemplo, Francia, Japón, India o Canadá sigan produciendo las suyas, y de buena calidad. Hay que saber qué batallas le toca a uno emprender para no tenerlas perdidas de antemano. A veces, para lograr el objetivo, hay que buscar alianzas con colegas de otras disciplinas, con alguna empresa editorial, con revistas de otros países... todo eso se vale. Lo que no se vale es eludir la responsabilidad que tenemos como comunidad científica de comunicar, difundir y exponer nuestros resultados e ideas, usando para ello el medio impreso y ahora también el electrónico.

 

Mecanismo de selección natural

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Virgilio Beltrán, jefe del Departamento de Física de Plasmas y de Interacción de Radiación y Materia del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM: Si bien es cierto que algún comité de evaluación del SNI privó de valor a los artículos publicados en revistas nacionales, esa situación fue rápidamente superada y ya no existe.

En el caso de la Revista mexicana de física e Instrumentation & Development, son publicaciones serias que cumplen los criterios establecidos para ser indizadas. Lo anterior no significa que las revistas que no se incluyan en los índices no sean leídas o que no tengan una calidad estándar en cuanto a la seriedad de lo que publican.

Sin embargo, si algún investigador tiene un artículo que considera de alto valor es natural que lo envíe a una revista de circulación internacional de mayor importancia, medida ésta, por ejemplo, por su factor de impacto, según el ISI. Es un mecanismo de selección natural que se realiza por los propios contribuyentes de artículos a las revistas.

La Revista mexicana de física es la publicación latinoamericana con mayor factor de impacto y está indizada en el Science Citation Index. Instrumentation & Development ocupa un lugar editorial importante, se publica en inglés porque es el idioma internacional de la ciencia, cada artículo recibe hasta cuatro arbitrajes y tiene una excelente calidad editorial.

 

Foros para la ciencia de calidad

ciencias del mar3 Ana Luz Quintanilla, editora de la revista Ciencias marinas: El primer problema a solucionar es el financiamiento, ya que la mayoría de las revistas son editadas por instituciones de educación superior cuyos recursos son limitados.

Si las revistas han logrado sobrevivir, el segundo problema que enfrentan --aún mayor que el anteriorų es ser evaluadas. La evaluación es un proceso ineludible, indispensable y necesario, pero debiera sustentarse principalmente en los objetivos particulares de las propias publicaciones. Es decir, si una revista tiene como objetivo publicar listas taxonómicas, debiera tener validez y no ser menospreciada por parte de los organismos evaluadores, pues en el caso específico de nuestro país la publicación de tales resultados es necesaria ya que se carece de ellos.

El problema más grave en el terreno de la evaluación es que las revistas, tanto nacionales como muchas otras en el mundo, son evaluadas principalmente con un solo criterio: el análisis de citas creado por el famoso ISI, criterio que no debiera ser único puesto que dicho análisis no fue creado con el objetivo de evaluar a las revistas y los investigadores, sino para llevar a cabo una especie de cartografía intelectual de la ciencia y establecer nexos en el mundo. Desafortunadamente, los organismos evaluadores algunas veces cometen el error de adoptar criterios de evaluación sin conocerlas a profundidad.

Existen revistas científicas en México de buena calidad que están inmersas en una fuerte problemática, y debieran ser apoyadas por los organismos relacionados con la ciencia y la educación. Es necesario que los científicos mexicanos nos reconozcamos y nos aceptemos como una comunidad capaz de crear, mantener y mejorar las publicaciones hechas en México, y que los resultados de la ciencia que se lleva a cabo en el país no se incluyan únicamente en revistas extranjeras (no siempre internacionales), sino que las publicaciones nacionales sean un foro para la ciencia de calidad para los mexicanos y los extranjeros. ƑCómo van a publicar en México científicos reconocidos de otros países si los propios científicos mexicanos no quieren hacerlo?

 

Publicar en México

ciencia8 Luis Benítez Bribiesca, editor de la revista Archives of Medical Research: A fines de la década de los 70 se concluyó que las revistas científicas mexicanas tenían bajo impacto, pues por localistas, carecían de trascendencia fuera del ámbito nacional.

Los evaluadores del SNI copian patrones internacionales, y a todo lo que se realiza en México, nada más porque se hace aquí, no se le toma en cuenta o se le da una calificación muy baja. Ello ha sido impugnado muchas veces, pero el SNI no cede. Sólo algunos investigadores que han hecho estancias posdoctorales en el extranjero y logran meter sus artículos en revistas internacionales obtienen las calificaciones más altas, pero se trata de trabajos híbridos, elaborados en colaboración con científicos de universidades del extranjero.

En México nadie te da un punto por ser editor de una revista científica. Por eso, ninguno de los grandes investigadores mexicanos pierde el tiempo en hacer revistas científicas; mandan sus artículos afuera, no contribuyen con las mexicanas y, paradójicamente, son los que revisan la currícula en las comisiones de evaluación del SNI y descalifican automáticamente lo que se publica aquí.

Propongo que: a) ante la gran cantidad de revistas de segunda que no deberían existir, calificar sólo a las de calidad científica indudable; b) si se requiere de valor, entrega y compromiso para publicar en revistas nacionales, que los autores de artículos de calidad en revistas mexicanas reciban un estímulo; c) que las revistas mexicanas que realmente tengan calidad y un posible impacto internacional sean publicadas en inglés; d) sostener económicamente a las revistas de gran calidad. El Conacyt podría abrir una editorial y poner todo un aparato organizacional dedicado a la publicación de revistas científicas de gran calidad; e) que los editores de revistas científicas de tiempo completo reciban una remuneración por su trabajo y que éste cuente curricularmente para que se reciba un puntaje, y f) convencer a los investigadores supremos ųesos que están en el nivel III del SNI y tienen el Premio Nacional de Ciencias o pertenecen al Colegio Nacionalų de que publiquen en revistas mexicanas. Si anualmente mandan cinco artículos al extranjero, que sacrifiquen uno y lo dejen en México para apoyar el fortalecimiento de las publicaciones del país.