n Requisito contra violencia, narco y corrupción


Pide Juan Pablo II "superar"

deficiencias en el progreso social

José Antonio Román y David Aponte n La fe y la práctica del Evangelio serán las que animen e inspiren las pautas necesarias para "superar" las deficiencias en el progreso social de las comunidades, especialmente las campesinas e indígenas, para sobreponerse a la corrupción, para desterrar el narcotráfico y para poner fin a la violencia que enfrenta de manera sangrienta a hermanos y clases sociales en México y en América, afirmó ayer el papa Juan Pablo II.

En el encuentro con todas las generaciones del siglo, reunidas en el estadio Azteca, pidió a los jóvenes de todo el continente, a quienes estará confiado el mundo del próximo milenio, procurar instituciones políticas o científicas, financieras o culturales al servicio auténtico del hombre, sin distinciones de razas o clases sociales, y evitar las confrontaciones inútiles.

Ante 125 mil personas, que incluso ocuparon la cancha del coloso de Santa Ursula, Juan Pablo II pidió a padres y abuelos transmitir a las nuevas generaciones las convicciones de la fe, las prácticas cristianas y las sanas costumbres morales, todas ellas contenidas en el último concilio.

El arzobispo primado de México, cardenal Norberto Rivera Carrera, dio la bienvenida a Karol Wojtyla en el encuentro con las generaciones, acto trasmitido vía satélite a Buenos Aires, Caracas, Lima, Los Angeles y Sao Paulo, con un recuento de los avances en el continente a partir de la evangelización.

"Sin embargo, América vive inmersa en retos gigantescos e inéditos, vive amenazada por el pecado y la debilidad de siempre, que toma nuevas formas. La globalidad, los avances de la biología y los maravillosos descubrimientos en el campo de la comunicación, por mencionar sólo algunos fenómenos, abren nuevas perspectivas a la Iglesia y a la humanidad, y al mismo tiempo presentan cuestiones que deben resolverse humana y cristianamente.

"El avance de la pobreza, la injusticia institucionalizada, la corrupción en la vida social y política, la creciente desintegración de la familia, la manipulación de la vida, el surgimiento de un nuevo colonialismo, claman por una nueva evangelización en la que Dios sea todo en todos, en la que el amor sea la base de las relaciones en los individuos y en los pueblos, en la que los hombres y las mujeres concretos de nuestro continente sean el centro de la actividad humana y no las víctimas de los sistemas, de las legislaciones o de los avances científicos o técnicos", advirtió el cardenal anfitrión.

Al estadio asistieron miles de personas vestidas de blanco, quienes lanzaron porras al pontífice; hicieron la ola una y otra vez y golpearon con sus pies el concreto del inmueble; lanzaron gritos de "šMé-xi-co, Mé-xi-co!"; corearon "šsí-se-puede, sí-se-puede!", cuando el Papa habló de un nuevo impulso a la evangelización y a la construcciones de sociedad justas, y encendieron miles de lamparitas con la figura de Cristo cuando cayó la noche.

En el lugar fueron colocadas cuatro pantallas gigantes; un templete para que el invitado pudiera ser visto desde todos los ángulos del estadio; cuatro plataformas en cada esquina del campo, en las que se representó la conquista y la evangelización del continente.

Los asistentes siguieron, desde las pantallas gigantes, el recorrido del Papa desde la nunciatura hasta el estadio, repleto desde tres horas antes. El primer gran grito de la multitud fue a las 16:58, cuando el pontífice apareció en las pantallas, saliendo de la sede apostólica. El papamóvil entró a la cancha 29 minutos más tarde. Una vez más la canción Amigo, gritos de "šJuan Pablo II, te quiere todo el mundo!" y miles de flashes se vieron alrededor, junto con movimiento de pañuelos blancos en lo alto.

Acompañado en el templete giratorio por ocho arzobispos y cardenales, miembros de la curia romana y del Episcopado Mexicano, entre ellos Angelo Sodano, Darío Castrillón, Alfonso López Trujillo, Luis Morales y Norberto Rivera, el Papa pronunció un mensaje denominado "Fin de siglo y de milenio a la luz del Concilio Vaticano II".

Wojtyla planteó los retos de la nueva evangelización de cara al nuevo milenio: "En esta hora significativa, ustedes están llamados a tomar renovada conciencia y transmitir a las nuevas generaciones el patrimonio de los valores de la fe cristiana.

"Como sugiere el lema con que México ha querido recibir por cuarta vez al Papa 'Nace un milenio, reafirmamos la fe', la nueva época que se aproxima debe llevar a consolidar la fe de América en Jesucristo. Esa fe vivida cotidianamente por numerosos creyentes, será la que anime e inspire las pautas necesarias para superar las deficiencias en el progreso social de las comunidades, especialmente de las campesinas e indígenas, para sobreponerse a la corrupción que empaña tantas instituciones y ciudadanos; para desterrar el narcotráfico, basado en la carencia de valores, en el ansia del dinero fácil y en la inexperiencia juvenil; para poner fin a la violencia que enfrenta de manera sangrienta a hermanos y clases sociales".

Sólo la fe en Cristo da origen a una cultura opuesta al egoísmo y la muerte, insistió. Los presentes respondieron con un largo aplauso esa parte del mensaje.

El Papa preguntó a los representantes de las cuatro generaciones si es verdad que el mundo actual es grande y frágil, si es excelso y a veces desorientado, si es avanzado pero retrógrado en otros aspectos. "Sin embargo ųcontinúoų, este es el único mundo que tenemos, y por lo tanto debemos utilizar el Evangelio como la guía en la búsqueda de soluciones a los principales problemas de nuestro tiempo".

Las naciones de América deben comprometerse a la construcción de un nuevo mundo donde prevalezcan la verdad sobre la mentira, el bien sobre el mal, la justicia sobre la injusticia, la honestidad sobre la corrupción, continuó.

"Pronto terminarán un siglo y un milenio en los cuales, a pesar de tantos conflictos, se ha promovido el valor de la persona por encima de las estructuras sociales, políticas y económicas... Los discípulos de Cristo deseamos que en el próximo siglo prevalezca la unidad y no las divisiones, la fraternidad y no los antagonismos, la paz y no las guerras. Eso es también un objetivo esencial de la nueva evangelización. Ustedes, como hijos de la Iglesia, deben trabajar para que la sociedad global que se acerca no sea espiritualmente indigente ni herede los errores del siglo que concluye."

El Papa pidió a los presentes que se presenten siempre como infatigables promotores del diálogo y la concordia frente al predominio de la fuerza, ante los dramas del hambre y la enfermedad que afectan a grandes masas de la población.

Al concluir su mensaje, con la festividad de los juegos pirotécnicos y una imagen de la Virgen de Guadalupe que giraba sobre el techo del estadio, el Papa dio a conocer a los fieles una noticia que le habían informado minutos antes: en Colombia hubo un terremoto que causó víctimas. "Por ello expreso mi solidaridad con el pueblo colombiano".

Los miles y miles de asistentes al estadio le gritaron "šJuan Pablo, hermano, ya eres mexicano!". El pontífice, quien este martes parte a San Luis Missouri, Estados Unidos respondió: "Ahora sí me siento mexicano", y provocó un grito que tal vez fue el más fuerte de todos.

La representación de la Conquista y la evangelización, la presentación de las delegaciones de cada una de las naciones del continente, los juegos pirotécnicos, el repertorio musical, las miles y miles de lamparitas encendidas en la oscuridad del estadio, hizo pensar a los comunicadores que tal vez sería un escenario propicio para la inauguración de un Mundial de futbol, una olimpiada o un acto deportivo.