n Consternación en la cultura nacional


Murió Jaime Reyes, poeta con una producción deslumbrante

n Publicarán su libro póstumo titulado Un día, un río

Pablo Espinosa n El poeta Jaime Reyes dejó, ayer al mediodía, su existencia desplegada en versos brillantísimos, una producción literaria deslumbrante, amigos entrañables, un hueco en el corazón de quienes le sobreviven y un poemario, el póstumo, listo a publicarse. El poeta Jaime Reyes murió ayer a las 12:00 horas, a consecuencia de neumonía, en la ciudad de México, donde nació hace 51 años.

''Estoy dondequiera a la hora del desastre/ porque contigo estoy, porque sin ti no estuviera./ Nada más a ti te amo, no estoy para los demás, en nadie estoy si no estoy en ti,/ raíz del miedo, agua derramada./ Yo soy el hilo de agua que ata las esquinas, los rincones, las puertas de los que babeantes han descubierto entre cuerpo y cuerpo pústulas enfebrecidas,/ lagos sangrientos, y han descubierto que atropellados estamos, hermana,/ muertos./ Pero a pesar de todo, contra ti, contra mí, a la semilla que eres fecundado regreso".

Por su poemario Isla de raíz amarga, insomne raíz, recibió en 1976 el Premio Xavier Villaurrutia. Antes había publicado otro poemario, Salgo de lo oscuro (1970). Fue reconocido en 1983 con el Premio Nacional de Poesía que otorga la Universidad Autónoma de Zacatecas.

''A ti que eres, que estás cavando, que me levantas de la ceniza./ Alejarme de ti es recorrer y caer y regresar/ con la garganta ahogada en el olor de amorosa gente dormida./ Con el olor de abrazos insaciables, feroces, tenaces./ Irme de ti, sin ti, es romper el hilo que me ata, títere de la muerte./ Irme de ti, estar frente a ti que juegas a abandonarme, es ir siempre hacia atrás, quitándome las manos, saludando, corcoveando en el polvo de los precipicios./ Amor que me levantas, que te esfuerzas por destrozarme,/ río que si ahogas leche que derramas, mancha que no limpias, alfiler que ya no alojas."

Participó en diversas publicaciones nacionales, entre ellas La cultura en México, con Carlos Monsiváis. Con el grupo de blues Real de 14 lo unían lazos por la poesía, era dable escuchar un blues con esa banda y enseguida un poema leído en el micrófono por su autor, Jaime Reyes. Fue invitado por el EZLN como asesor para la Convención Nacional Democrática.

''En el cuarto de los solteros te necesito,/ te necesito en el calor de los cuerpos que levantas./ Entre la espuma, sal en mi lengua, gota en mi cuello, te busco, grasa de mis ojivas./ He salido de tus manos y a tus manos voy, pues tú me diste la luz y la oscuridad y la ceguera./ En el silencio de la mirada, rozándote apenas,/ en ti he fundado mi hogar y supiste cómo crecimos, cómo fuimos niños hasta envejecer. Y sin darnos cuenta hemos nacido para no saber, para encontrarnos, para ignorar la amenaza de la muerte que lenta nos acechaba./ Y crecimos, ante mí creciste, amor, mi amor; desnudaste mis reglas, apagaste mis hogueras,/ y solo me abandonaste cuando erigía inútiles paredes y trampas sin razón."

Poema inédito

Consternación en la cultura nacional. Sus amigos poetas, músicos, escritores, sus pacientes ųpues Jaime Reyes curaba, con acupunturaų viven atónitos el deceso del poeta. Hace un par de semanas era un ser luminoso, lleno de vida y planes. La semana pasada, gripa y luego pleuresía. Dejó terminado un libro, Un día, un río, cuya publicación habrá de lograrse pronto, anuncia Carlos Reyes, su hijo.

En los párrafos anteriores hemos transcrito algunos versos de ''Entre la espuma, sal en mi lengua, gota en mi cuello'', poema del libro Isla de raíz amarga, insomne raíz. A continuación, fragmentos de un inédito, Música urbana, que Jaime Reyes dejó listo para su libro póstumo Un día, un río:

''Así que su risa fue agonía, flor oscura/ y cristalina sangre y/ lámpara estrellada contra el gas y el cieno/ de su memoria en los sótanos/ los ojos del hambre abrió contra/ las hojas desplegó/ de sus deseos cuencos de arena/ contra sus miembros recibieron/ yerba y plasma/ le mostraron al mar desgranando sus muslos/ y su caída fue precipitada y piedra/ veloz contra el cielo y pájaro/ contra la tierra fue, ceniza por la lluvia,/ hacia el mar fluyendo (...) así que su risa fue ningún alarido/ cuarentaysiete tiestos y pistilos quebrantados,/ bruscamente quebrantados,/ sus ojos un espejo de ningún pantano/ abrevadero deslumbrado por la muerte,/ rendija de agua destendiéndose a su pesar,/ fuente a la que volvía/ el óvalo perfecto de lo vivido:/ mirada en suma."