Hermann Bellinghausen
El robo del tiempo

``Nunca es conveniente despojar a un chino de su dinero, cuando está acompañado de otros y se encuentra en superioridad numérica''.

Capitán McWhirr (Tifón, de Joseph Conrad).

De Singapur a Sumatra, ya andaban dejando un costado del Borneo Star en tan corto viaje, pero el capitán Hay es obstinado y necio, y ordenó proseguir a todo lo largo de Java, salir de Nueva Guinea y atravesar el Pacífico, hasta venir a dar con todo y barco a los muelles fungosos de Salina Cruz.

Llevan días allí, reparando el Borneo Star, el Gato, Plácido y dos chinos. Los demás se fueron de escapada, y dicen que el capitán se fue a descansar a Huatulco. Lo dudo. No es su estilo.

La cosa es que por primera vez en semanas, las sogas permanecen atadas a los pilares de la orilla. Los calafateadores no la pasan mal tampoco. En tierra el trabajo es descansado. La travesía se llenó de absurdos peligros, justamente por la falta de imaginación de Hay. Red the fucking manual es la apretada divisa del por lo demás firme capitán Dustin Hay. Es el primo americano del capitán Gordon, a quien parece que vino a buscar al país.

El segundo de a bordo de Hay es un viejo de Finisterre, Tobías Fadol, hombre de todas sus confianzas a quien debe sus únicos contactos, por demás esporádicos, con la sabiduría. Una ventaja adicional del segundo es que ya dejó atrás buena parte de las apetencias mundanas y vive más allá de la desilusión. Sentir que el océano va quedando atrás y a la vez se abre hacia delante es su, para algunos estrecho, y para él inacabable ideal de vida. Es un hombre fornido, propenso al buen humor. Le gusta más trabajar que mandar.

Con su abundante volumen aposentado sobre la caja de máquinas y mirando el Pacífico a estribor, los pies al aire, sin quitar la vista de los cuatro desenfadados chalanes por el lado de babor, don Fadol se burla de los apremios que tenemos los de tierra y señala hacia el reloj en su peluda muñeca.

-Lleva tiempo empezar el día, toma tiempo empezar el mes. Y pensar los siglos y miles de horas que se consumen en empezar el año. La razón por la que los viejos se hacen viejos tan pronto es que le han dedicado demasiado tiempo al tiempo, una de las más miserables formas de perder el tiempo.

Como a todos los de Finisterre, le encanta hablar, disentir, elaborar anécdotas propias y opiniones ajenas, o viceversa.

-Es un pedigüeño el tiempo, un gorrón, un, a lo más, un ladroncete que roba migajas, colillas, esquirlas, el celofán de las envolturas. Y para eso, prefiero que la limpieza la haga el viento.

Señala a los chalanes que suben y bajan sogas y andamios:

-Los chinos, por ejemplo, y Plácido, se consumen de prisa porque anochezca y se puedan ir a emborrachar. Creen que eso sería aprovechar el tiempo.

Se mesa la barba cana, el bigote amarillo de cigarro, pero no los pelos de la cabeza, parados, y agitados por la brisa intensa. Un pelícano se deja caer de pico en el agua y luego se queda nadando como pato.

-Le damos todo lo que pide, porque el mendigo es tirano todo el tiempo, pero eso sólo lo aprenden los viejos, cuando ya es demasiado tarde y el robo está completo. Deberíamos no tener tiempo que concederle al tiempo y usarlo mejor, no hacerle caso, desocuparlo desde el principio. Sentirlo a sus anchas y darle largas con el afán de distraerlo de tiempo en tiempo, por lo que dure, y por lo que valga.

El Gato, mediante señas desde babor, llama a Fadol para enseñarle que ya terminaron. Fadol salta pesadamente a cubierta, ya no es la agilidad su primer atributo, y se dirige a despachar a los chalanes. Tienen un asunto de paga que tratar, para el cual el capitán Hay dejó instrucciones precisas. Lo más seguro es que Fadol tarde, los chinos no son fáciles, así que el discurso se acabó por hoy.