n La fotógrafa, más que una sombra de sus amantes


Desmitificar a Tina Modotti, objetivo del libro de Hooks

n La italiana no fue una femme fatale, escribe la autora irlandesa

Angélica Abelleyra n Desmitificar a Tina Modotti, la leyenda, rescatarla de la sombra de sus amantes, y ubicar a la mujer y a la artista en el centro de su propia historia. Esas fueron las intenciones de la escritora irlandesa Margaret Hooks en el libro Tina Modotti. Fotógrafa y revolucionaria (Plaza y Janés), actualmente en librerías.

En el marco de la difusión sobre la muestra Modotti y Weston: mexicanidad, que se abrió el viernes pasado en la madrileña Casa de América, hacemos referencia a este volumen en el cual la especialista en fotografía latinoamericana libera a la creadora de muchos de los "mitos, falsas interpretaciones, rumores, insinuaciones o información errónea" a su alrededor. "Perpetuar el cuento simplista de la joven inmigrante, convertida en estrellita de Hollywood, fotógrafa y femme fatale ha contribuido a opacar la vida de esta sorprendente mujer", escribe Hooks, cuando nos invita a observar a Modotti como una autora sobresaliente "por derecho propio", más allá de la tutela de Edward Weston, quien muchas veces ha sido más "sombra" y "filtro" por medio de cuyas imágenes y escritos se mira a la italiana que llevó por nombre Assunta Adelaide Luigia Modotti Mondini, nacida en 1896 en Udine, Italia, y fallecida en la ciudad de México a los 46 años.

 

Una fama que crece

 

Pese a que produjo sólo unas 400 imágenes en total, Tina ha ejercido una influencia importante sobre varias generaciones de fotógrafos en México y otras partes del mundo. Apenas dos meses después de su muerte, la galería de Arte Mexicano abrió sus puertas en marzo de 1942 para realizar la primera retrospectiva de su trabajo, organizada por un comité de artistas que encabezó Manuel Alvarez Bravo.

Desde entonces, la fama de Modotti ha crecido fundamentalmente desde los ochenta y noventa. Por ejemplo, en abril de 1991 una impresión original de 1925, las Rosas, fue vendida por Sothebyƀs en 165 mil dólares, cifra récord en subastas de fotos. En la década que corre no han faltado los congresos, exposiciones y simposios sobre su vida y obra, diseminados en Italia y México, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña, donde se analiza su tarea precursora entre las pocas mujeres dedicadas a la fotografía en la década de los veinte.

Tina Modotti. Photographer and revolutionary fue el título original del libro, traducido al español por Susana de los Angeles Moreno y Margarita González. Es fruto de muchos años de investigación de Hooks, corresponsal de guerra en Centroamérica durante los 80, y de quien este año Aperture publicará un libro sobre la obra fotográfica de Modotti. Asimismo, participa como productora asociada en una película que se realizará a partir del volumen que nos ocupa.

 

Una artista que desafió la tradición

 

Ya desde el prefacio, Hooks presenta a una Modotti de carne y hueso, a la adolescente que desde una edad temprana estuvo expuesta a ideas y actitudes de vanguardia, y cuyas decisiones desafiaron siempre la tradición: "Prefirió la independencia sexual al matrimonio; el compromiso político a la seguridad personal; la revolución al arte".

Concebida cronológicamente, la publicación se integra por cuatro capítulos, desde la fecha de nacimiento de Tina hasta su desaparición física 46 años después. En el período 1896-1923, la investigadora se da una licencia al iniciar su relato con el asesinato de Julio Antonio Mella, el revolucionario cubano y amante de Modotti, a quien ella acompañaba cuando su cuerpo recibió los dos balazos que le dieron muerte en enero de 1929.

Transcurre la escritura con los momentos de desarraigo que vivió la pequeña al cambiarse de residencia y país, así como sus primeros contactos con la foto, al visitar el estudio del tío Pietro Modotti, precursor de la fotografía con luz de vela. Luego viene su incursión en una fábrica de seda para ayudar al mantenimiento de la familia, hasta su viaje a San Francisco, como una de los inmigrantes italianos que por millones viajaron a EU en 1913 con el sueño de obtener una mejor vida.

En San Francisco trabajó como costurera, pero su belleza le sirvió para que empezara a modelar. Un año después de su arribo, el teatro fue interés primordial, pero quizá lo que selló su marca artística fue la exposición Panamá-Pacific en el Palacio de Bellas Artes de San Francisco, en 1915, donde conoció al poeta y pintor Roubaix de l'Abrie Richey, Robo, que se convertiría en su pareja. De forma paralela, entró a la actuación para aterrizar hacia 1920 en Hollywood. Ese fue también el año en que Tina conocería a un personaje clave en su vida: Edward Weston, entonces ya un fotógrafo reconocido de 34 años que era el eje de un círculo intelectual de Los Angeles; poetas y bailarinas en búsqueda de la belleza y en lucha contra la moralidad de la clase media.

Modelo de Weston durante 1921, y muerto Robo, Tina viajaría con su amante a México, el nuevo país del que le sorprendió su paisaje humano, los mercados al aire libre y las carretas tiradas por burros. Se situó al lado del círculo intelectual, y decepcionada de su carrera como modelo y actriz, se animó hacia la creación fotográfica propia que combinaba con el trabajo de aprendiz y ayudante de Weston, a partir de 1923.

En México inició su vida profesional. Hooks indica que una toma de un títere fue su incursión en este terreno, fechada precisamente en 1923. Fue aquí donde también refrendó su compromiso revolucionario, su incursión en El Machete, órgano del Partido Comunista Mexicano, y su nexo con los estridentistas.

En 1925, tras la partida de Weston hacia EU, Tina se concentró en su propio trabajo, se hizo de su clientela, como la actriz Dolores del Río, y ejerció el "trabajo precioso" que concebía en la foto, al realizar algunas de sus tomas más famosas: Cables telegráficos, Rosas y Flor de manita.

Luego vendrían sus estudios arquitectónicos, objetos y flores con clara influencia geométrica y moderna, similar a la de los estridentistas. También su función de modelo para los murales de Diego Rivera en Chapingo (1925) y su anhelada unión arte-políticia, patente en Manifestación de trabajadores (1929), que continuaría por algunos años más.

Para 1926 su trabajo era tan atendido por la prensa y los especialistas como el de Weston. En la revista Horizonte fue una de las primeras autoras cuya obra se reprodujo como obra de arte, no como ilustración.

Además del desarrollo artístico de la productora, el libro desenrrolla la madeja política que tejió Modotti: su activismo antifascista, su apoyo a dirigentes comunistas y exiliados latinoamericanos, hasta su compromiso ideológico y amoroso con Julio Antonio Mella, entre muchos otros asuntos como su militancia abierta en el PC, el escándalo en que quedó envuelta por el asesinato de Mella, y su encarcelamiento de trece días por su actividad política que la transferiría a Alemania, Moscú, Francia y España, hasta que retornó a México, donde falleció en 1942.