Iván Restrepo
Hipótesis sobre los incendios de los Chimalapas

El 18 de enero comenté aquí una serie de hipótesis según las cuales varios incendios ocurridos el año pasado en la región de los Chimalapas fueron provocados. En primer lugar, por quienes buscan que el trazo de la supercarretera, que unirá a Chiapas con el centro del país, pase por un área de enorme riqueza biológica, en vez de otro, ya aprobado, y que destruye menos recursos naturales, pero exige más inversión; luego, por los que alientan la construcción de varias presas en la zona, con el fin de llevar agua a la costa de Oaxaca para impulsar la agricultura comercial; finalmente, el interés del Ejército por clarear ciertas áreas boscosas y establecer allí centros para combatir el narcotráfico.

Las hipótesis anteriores forman parte de un trabajo premiado por el Foro Intergubernamental de Bosques -instancia del Comité de Desarrollo Sustentable de la ONU- y discutido en varias reuniones internacionales, la última en San José, Costa Rica. También se presentó en un foro convocado por el Consejo Técnico Consultivo Nacional Forestal, cuya memoria acaba de publicarse. El trabajo se debe a David Barkin y Miguel Angel García, conocidos estudiosos de los asuntos agrarios. Sin embargo, en carta enviada a este diario, el director de Comunicación Social de la Secretaría del Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (Semarnap), Guillermo Huacuja, dice que es aventurado sostener que los incendios que acabaron con miles de hectáreas en los Chimalapas fueron provocados para continuar viejos proyectos carreteros o hidráulicos, o por el instituto armado que, por el contrario, participó activamente en las tareas para apagar el fuego.

Otras fueron entonces las causas. Una evaluación realizada por dicha secretaría y varias asociaciones civiles locales, con apoyo de imágenes de satélite, muestra que el fuego en la zona oriente de los Chimalapas se debió a núcleos agrarios chiapanecos que acostumbran quemar pastos para incrementar la superficie ganadera. En Uxpanapa, igualmente lo ocasionaron ejidos ubicados en la reserva de El Ocote. En el sur, fue por quemas agropecuarias de varias comunidades, como San Miguel Chimalapa, Zanatepec y Niltepec; mientras que en Matías Romero y Santa María Chimalapa, por ganaderos y agricultores deseosos de ampliar sus áreas productivas, y por descuido de cazadores. También por prácticas agropecuarias que emplean inadecuadamente el uso del fuego. Combatirlos resultó muy difícil por la accidentada orografía de la región.

Parecería que hay desacuerdo entre lo que señalan los estudiosos y la secretaría. No es así, pues los primeros sustentan sus hipótesis en los 17 grandes incendios que súbitamente aparecieron en el corazón de la selva, en línea recta, sobre una misma latitud, y donde no hay conflictos agrarios, poblados, cultivos o ganadería. Las causas de otros 51 incendios se deben precisamente a los factores que señala la Semarnap, que resumimos antes. Precisamente uno de los autores, Miguel Angel García, trabajó en la elaboración de dicho diagnóstico. Lo que no está claro entonces son los motivos para que se dieran los otros 17 incendios que acabaron con cerca de 20 mil hectáreas en la región de más biodiversidad del país. Además de que las cifras oficiales asientan un área afectada mucho menor de la que en realidad hubo.

Hay otra causa muy importante que Barkin y García no exploraron. Durante la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, en junio pasado, el presidente Zedillo refirió lo que la titular de Semarnap, Julia Carabias, le dijo sobre miles de hectáreas afectadas por el fuego en los Chimalapas. ``Algo dantesco'', según la funcionaria. Y cómo ella vio áreas ``donde sentía que había habido incendios causados por narcotraficantes y que habían sido el origen, en algunas zonas, de los incendios que tanto daño nos han causado''. El Presidente prometió en la misma ceremonia que por ningún motivo permitiría que los narcotraficantes invadan zonas devastadas por el fuego. Pocos días después, Carabias dijo que no se permitiría que el narcotráfico acabe con los Chimalapas e impida los procesos de restauración y conservación.

Luego de esas revelaciones y declaraciones, más motivos hay para efectuar una investigación seria que descubra el origen de los incendios y los intereses que los provocaron. De esa manera se podrán rechazar o confirmar las hipótesis expuestas por Barkin y García. Y porque comienza la época de incendios, y todos debemos estar alertas, preparados para que la triste experiencia del año anterior no se repita nunca más.