La Jornada Semanal, 11 de abril de 1999



Alejandro Pescador

ensayo

Poesía china: la fijeza
de sus mutaciones

Desde el primer Canon de poesía (1020-249 a.C.) hasta el actual y tímido aliento innovador, pasando por los horrores de la Revolución Cultural encabezada por Mao Zedong, ``mediocre poeta académico'', de acuerdo con la apreciación de Octavio Paz, la poesía china ha realizado una larga marcha que reúne, dándole un valor semejante, lo canónico con lo marginal. En este ensayo, Alejandro Pescador nos habla de esta gran aventura del espíritu.

Para Jazmín: mujer, flor y poema

China es un espacio de nuestra imaginación: una pagoda que abriga claves milenarias siempre a la espera de nuestro arribo. Nos fascina, por ejemplo, el sueño de Chuang Tzu: ¿el filósofo sueña ser una mariposa o la mariposa sueña ser un filósofo? ¿Cuál es el despertar? Sun Tzu escribe una poética de la guerra que puede aplicarse a la política y, en un caso extremo, al amor. Y Lao Tsê, con un minúsculo libro -formado por minúsculos textos que se ensartan como abalorios-, tiende un hilo que acaso conduzca a un orden superior. En mi adolescencia, lo confieso, llegué a estar persuadido de que el Tao Tsê-King era el libro que sintetizaba todos los libros y abría las puertas del cielo, y las de la Tierra.

Y de esta figuración nada parece tan ilustrativo como la lengua china misma, animada por la danza de sus caracteres polisémicos y la serpiente tonal de sus monosílabos: reposado fluir que desemboca en la poesía china, expresión suprema del idioma. Esta poesía se entrelaza con la vida: hoy, los niños la memorizan, los ancianos la murmuran, se repite en el campo y en la ciudad; ayer, en los siglos de las dinastías, los funcionarios públicos estaban obligados a conocerla para pasar los exámenes del servicio civil, y los letrados mandarines la cultivaban para no perder los últimos vestigios del paraíso.

La poesía china -dice Henri Michaux- es tan delicada, que jamás hospeda una idea (en el sentido occidental de la palabra). Un poema indica y los rasgos que indica no son lo más importante; no tienen una evidencia alucinante, la evitan, y ni siquiera la sugieren. Más bien, se deduce de ellos el paisaje y su atmósfera. Un poema chino es siempre demasiado largo; está ahíto de comparaciones. En la palabra azul está el signo de partir leña y el del agua, sin contar el de la seda. En la palabra claro, la luna y el sol a un mismo tiempo. En la palabra otoño, el fuego y el trigo.(1)

Además, están presentes, por un lado, la rima y, por otro, los recursos tonales de la lengua china. En mandarín, por ejemplo, hay cuatro tonos; en los dialectos del sur de China hay ocho. Estas modulaciones ascendentes, descendentes e implosivas confieren al idioma chino una musicalidad que se acentúa en la poesía.(2) La poesía china siempre se ha cantado y a menudo se ha acompañado con música. Los instrumentos preferidos para esta labor han sido el qin (una especie de salterio) y el pipa (parecido al laúd). La música de estos instrumentos de cuerdas, sutil y cargada de asociaciones, precipita al oyente a un sortilegio difícil de evitar. Este efecto puede llegar a tal punto que, alguna vez, Confucio quedó embriagado por una melodía al grado de no probar bocado en tres meses.(3)

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La historia de la poesía china es un eterno retorno a los orígenes: los ancestros, la naturaleza que lo abarca todo, las imágenes de un mundo idílico que sólo existe en la memoria colectiva: la tradición como fuente de juventud. Sin embargo, la tradición literaria china no es estática sino cambiante. Y si bien puede dividírsela en periodos determinados, su perspectiva siempre es vinculatoria y acumulativa. Su fijeza es una ilusión; sus mutaciones, imperceptibles. En la poesía china -mímesis de la familia extendida-, las voces del pasado se confunden a menudo con las del presente. Las diferentes corrientes estilísticas y temáticas siempre van más allá de los periodos dinásticos, pues a menudo esas corrientes se superponen a través del plagio que se vuelve tributo a los poetas del pasado y vigencia de la tradición. Esto crea la sensación de que el poema no sólo es chino, sino universal, aunque en realidad sus motivaciones hunden sus raíces en un acontecimiento y un tiempo concretos.

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El corpus poético chino más antiguo es el Canon de poesía (1020-249 a.C.) Este libro define formas y temas, refleja creencias, convoca a que la nación se forme; establece un punto de partida al que siempre se vuelve. En el Canon de poesía, por ejemplo, se incluye un texto que celebra la fundación de una ciudad. Como crónica de la fundación, el poema tal vez se recitó al término de las obras ordenadas por el soberano y ahora es todo lo que resta de aquella urbe.(4)

Para Confucio, el Canon de poesía, el Canon de documentos (textos históricos), el Canon de las mutaciones (el I Ching), Las primaveras y los otoños de Lu y otros textos constituían los libros canónicos o clásicos de la civilización china, en donde se debía abrevar una y otra vez.

Desde el punto de vista confuciano, el Canon de poesía congregaba los valores éticos aplicados a la política y a la historia social. Incluso reconocía en los poetas una capacidad crítica dirigida a evitar los abusos del poder de los gobernantes. Tu Fu (712-770) fue particularmente incisivo en este terreno.

Lo que hoy conocemos como poesía clásica china comienza a formarse hacia el siglo II a.C. y se desarrolla entre la Dinastía Han (206 a.C. 219 d.C.) y las Dinastías Wei (del Norte, 317-535; del Oeste, 534-557). En esta poesía abundan las escenas de separación, los amores que terminan y la búsqueda de nuevos amores. Es una poesía marcada por el crecimiento de las ciudades y por las guerras de expansión que arrancan a los hombres de sus comunidades, arrojan al abandono a las mujeres y a los hijos, y rompen los vínculos tradicionales. El paso de la historia disgrega los destinos individuales. La poesía, en su papel de espejo de la sociedad, ofrece las imágenes de esta fragmentación. Este rasgo se ha mantenido presente, de una u otra forma, en los textos poéticos chinos y aun en los que se escriben a finales del siglo XX.(5)

Dentro del periodo Han, anterior a nuestra era, destacan dos poetas y generales: Li Ling y Su Wu, a quienes se atribuyen numerosos textos imbuidos de angustia y tristeza por la separación causada por las guerras, si bien algunos estudiosos aún consideran anónima la autoría de muchos de esos textos.

Hacia el año 120 a.C. -cuando se crea el Ministerio de Música y Lírica-, los músicos componen arreglos para poemas muy conocidos. Las canciones que se popularizan de esta forma se conocen como ``aires'' y en casi todas ellas se evidencia su origen campesino. Por lo regular se trata de textos breves, repletos de asociaciones, acompañados con los acordes del qin o del pipa.

Para el siglo I, con la traducción de las escrituras budistas, la lengua china se enriquece y cobra conciencia de sus capacidades estilísticas, rasgos que al final alcanzan su plena manifestación en el quehacer de los poetas.

Y si bien mucha de la poesía de estos periodos está marcada por el desgarramiento de comunidades y la deriva de destinos individuales, también hay una poesía que urge a disfrutar de la vida y que recuerda las palabras de Horacio: Carpe diem. Ahí se celebra la belleza ideal de la mujer amada, como en ``La biografía de princesa Li'' de Ban Gu (32-92), y se originan los poemas celebratorios del vino como los de Cao Cao (155-220), Cao Pi (187-226) y Cao Zhi (192-232), que posteriormente llevarán a su culminación Li Po (701-762) y Tu Fu.

Hacia el siglo V, cuando el desarrollo de la poesía china se halla en pleno florecimiento, surge el salón literario, réplica a escala de la sociedad aristocrática. En estos salones, presididos por príncipes, se intercambian poemas cuya temática central es el amor por una mujer. Los poemas entonces ya no se destinan a toda una nación, sino a una sola persona. Así nace en la literatura china el amor como concepto poético.

Pero es en los siglos de la Dinastía Tang (618-906) cuando la poesía china alcanza un momento de esplendor. En esos siglos, China expande sus fronteras: es vecina de la India y de Irán; se impone a los reinos de Asia Central antes dominados por los turcos; avanza en el Tibet y en Corea. Asimismo, la maquinaria administrativa alcanza su mayor perfeccionamiento; los aspirantes al servicio civil deben acreditar el examen de poeta.(6) Nace la literatura épica, se desarrollan la poesía elegiaca y la religiosa: el amor de la tierra y el amor del cielo; también florecen las artes plásticas y la música. En este periodo se funda la Academia del emperador Hinang Tsung (su reinado va de 712 a 756), de donde surgen Li Po y Tu Fu.

A lo largo de esta dinastía prolifera la estatuaria budista, a pesar de las limitaciones impuestas al culto. La arquitectura encuentra las formas y volúmenes de su expresión. De Tang provienen, por ejemplo, los gigantescos leones sedentes, de rostro fiero y musculatura desbordante.

Por si fuera poco, en Tang alcanzan un punto de exquisitez los espacios de la intimidad. El pipa, apoyo instrumental de las canciones de amor, lleva incrustaciones de marfil, hueso y bambú, que a menudo representan escenas de género y señalan el destino cortesano de la música y la poesía. Pero también proliferan los espejos de diseños y dimensiones variados, como evidencia del refinamiento y de la necesidad de contemplarse... En los adornos de los espejos y los biombos están presentes animales, montañas y objetos varios, como una cornucopia de seres mágicos y demoniacos. Este periodo coincide con la madurez del retrato en pintura.(7)

La poesía de Tang tiene una gran riqueza en sus temas: hay poemas líricos de corte tradicional o antiguo; otros incorporan imágenes taoístas; hay poemas históricos de inspiración confuciana y poemas dedicados a los animales, a las plantas, a los objetos de fabricación humana. Se escriben poemas sobre personajes populares: soldados, pescadores, campesinos. Se valora como nunca antes el legado poético precedente. Se forman grupos de estudio y de trabajo. Hay una búsqueda incesante de nuevos aportes. Entre los grandes poetas Tang se cuentan sobre todo Li Po y Tu Fu, pero también Wang Wei (701-761), Meng Jiao (751-814), Bo Ju-yi (772-846) y Li He (790-816).

Por desgracia, esta época también se halla marcada por el expansionismo de la frontera china, con la siempre impagable cuota de dolor, destrucción y muerte que toda guerra conlleva. Algunos poetas celebraban estas guerras, pero muchos otros -como Tu Fu y, siglos después, Song Won (1260-1340)- ven en ella un signo inequívoco del acabamiento de la civilización. En Tang, en efecto, la nobleza se precipita en la decadencia con una actitud ensimismada e insensible a la realidad, mientras el aparato estatal adquiere visos autoritarios.

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Hay un hecho de trascendencia universal que ocurre entre fines de Tang y a lo largo de Song, la siguiente dinastía: surge la imprenta, que, como tal, se inventa en Tang, pero es durante Song cuando proliferan las imprentas comerciales y aparece el antecedente del libro actual -cuatro siglos y medio antes que en Europa-, con lo que se facilita la adquisición, lectura, almacenamiento y circulación de los textos.

Antes, en la China antigua (si vale la digresión) los libros como el Canon de poesía estaban formados por un conjunto inmenso de legajos, cuyas dimensiones podían alcanzar el tamaño de una casa. Los lectores caminaban, literalmente, dentro del libro. Los textos se escribían en tiras de bambú que se ataban con lazos muy delgados hasta formar un legajo. Cuando se rompían esos lacitos, se desencuadernaban las tiras de bambú, donde cabían apenas una o dos oraciones. Al tratar de rehacer el legajo, difícilmente podía restablecerse el orden original. Esto propiciaba versiones contradictorias de un mismo texto y la proliferación de distintas versiones orales, modificadas a su vez con cada ejercicio de memorización por parte de los recitadores. Estas anomalías se prolongaron durante siglos, antes de reposar en un texto definitivo. Las bibliotecas, formadas por esos libros como casas, eran recintos inaccesibles, salvo para unos cuantos escogidos que ejercían el monopolio del saber y la memoria.

También había ``libros'' de piedra: en las afueras de la Academia Imperial de Luo-yang había textos tallados en piedra para que los estudiantes pudieran repasar fragmentos del Canon de poesía, el Canon de documentos, el Canon de las mutaciones, Las primaveras y los otoños de Lu, etcétera.

Después de las tiras de bambú, los libros se escribieron en seda y, hacia el siglo I a.C., se introdujo el papel. En el siglo II, el uso del papel se volvió más generalizado gracias al uso de rollos, pero aún así los libros eran algo invaluable por las penalidades que implicaba su minuciosa caligrafía. En esa época, el libro redujo su tamaño: de ser una casa pasó a ser un enorme paquete de rollos relativamente fácil de transportar de un extremo a otro de China.

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Si en Tang se desarrolla una poesía mágica y fulgurante, en Song (960-1279) se cultiva una poesía íntima y cotidiana. A veces se ha querido ver la poesía de Song como proclive al enfoque filosófico, carente de la emotividad de Tang, pero habría que verla como reflejo -y reflexión- de un mundo cambiante, cada vez más urbanizado y complejo. De Song proceden Sou Che (1037-1101) y la mayor poetisa china, Li Qing-zhao (1084-1141).(8)

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A su vez, en las Dinastías Yuan (1260-1367) y Ming (1368-1643) se introducen cambios perdurables en la literatura china y en particular en la poesía. Desde el punto de vista de las tendencias de la poesía, Yuan -dinastía de origen mongol- se divide en norte y sur. En el norte se despliega una poesía popular que prefiere las canciones, mientras que en el sur prevalece una cultura urbana de plena expresión china, a pesar de las provocaciones de los invasores mongoles y de sus partidarios extranjeros, entre los cuales puede contarse nada menos que a Marco Polo (1254-1324).

A partir del siglo XIII, se desarrolla el chino popular o coloquial con la adaptación de narraciones orales budistas destinadas a un público que no entendía el chino clásico. Desde entonces, el chino clásico se reservó a la poesía, los ensayos y la narrativa culta. El chino popular fue la materia prima de relatos, teatro y canciones populares. De mediados del siglo XIII procede precisamente Ma Tche-yuan, un poeta de producción relativamente escasa pero cuyo estilo expresa con delicadeza la fuerza de una pasión contenida.

Durante Ming, sobre todo en la segunda mitad del siglo XV y la mayor parte del XVI, dominó la escuela de los ``Arcaicos''. El ``antiguo estilo'' tenía como modelo la poesía de Han y la de Wei, mientras que la poesía de metro regular tomaba como modelo la poesía de Tang, Song y Yuan. Esto último alentó un amplio conocimiento de la tradición, que derivó en estilos impecables de gran belleza, pero que no evitaban una cierta artificialidad. A finales de Ming, la reacción de los poetas fue producir textos imbuidos de un afán de ruptura con la tradición -un rasgo compartido con Occidente. De esta ruptura surgiría la genuina literatura popular, triunfante sólo en el siglo XX: fue hasta 1919 cuando el Movimiento del 4 de Mayo propuso la utilización exclusiva del lenguaje popular en poesía.

En Ming, y gracias a un intelectual heterodoxo, Li Zhi (1527-1602), por primera vez se confiere a la narrativa y al drama el carácter de literatura, antes reservado sólo a la poesía y al ensayo. Un signo definitivo de este cambio es la publicación de la novela Mono de Wu Ch'eng-en (hay una espléndida traducción al inglés hecha por Arthur Waley).

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Con la Dinastía Qing (1644-1911) nace la literatura china moderna. Aunque la producción poética de Tang posee un aura de perfección irrepetible -para lo cual abundan las buenas razones-, la poesía de Qing no es menos rica, pero pareciera estar oscurecida por varios factores: inmensa producción, abundantes referencias eruditas, innovaciones sutiles, modismos, etcétera. Durante la última dinastía se desarrolla también el interés por las tradiciones locales; surgen las escuelas de poesía formadas por mujeres y la preocupación por rescatar la tradición de la poesía femenina china.

Desde mediados del siglo XIX y a lo largo del XX, la poesía de corte clásico se ve confrontada por una realidad convulsa: primero, la descomposición de la clase dirigente,(9) las guerras civiles, las intervenciones militares extranjeras, los síntomas de disgregación del país; luego, la construcción y penurias del sistema socialista, los experimentos económicos y sociales fallidos, una asoladora Revolución Cultural y, finalmente, una reforma que aún no termina.

Entre la caída de la Dinastía Qing y la muerte de Mao, la poesía se debate entre la propaganda y la clandestinidad. Wen Yi To (1898-1946), por ejemplo, dilapida su talento en textos proclives a la consigna ideológica, sobre todo al final de su vida, y su caso no es único. Durante décadas, la injusticia poética incendia la pradera como consecuencia de los excesos ideológicos.

Pero la verdad de la poesía no podía morir por decreto. Aún hoy se practica la poesía de corte clásico en los recónditos gabinetes de los viejos eruditos y al mismo tiempo se cultiva, cada vez más abiertamente, una poesía de amplio aliento innovador, consciente de la riqueza de su tradición y sensible a la realidad del universo chino, siempre oscilante entre la mutación y la fijeza.(10)

(1)H. Michaux, Un barbare en Asie, Gallimard, 1967. Michaux ofrece algunas claves invaluables para entender aquella parte del mundo. Dice, por ejemplo: ``Cuando una china habla de amor, puede hablar indefinidamente y no cansa, puede hablar de otra cosa, como lo hace tal vez: tiene el lenguaje del amor, el amor está hecho de monosílabos.''

(2) Para una introducción al estudio técnico de la poesía china clásica, puede verse el prólogo de Paul Demiéville a la Anthologie de la poésie chinoise classique, Gallimard, 1962.

(3) Dos muestras significativas de esta música pueden encontrarse en dos discos compactos de Radio France-Harmonia Mundi: Chine: L'art du Qin, Li Xiangting, 1990, C 560001-HM 83, y también en Chine: L'art du pipa, Lin Shicheng, 1993, C 560046-HM 80.

(4) Ver John King Fairbank, China: A New History, Harvard, 1997.

(5) Ver Stephen Owen, An Anthology of Chinese Literature: Beginnings to 1911, Norton, 1996.

(6) Para abundar en la historia del antiguo servicio civil en China, puede verse Etienne Balazs, Civilización china y burocracia, Sur, 1964.

(7) Ver Gina Pischel, Breve historia del arte chino, Labor, 1967.

(8) En Versiones y diversiones (1974), Octavio Paz selecciona entre los grandes poetas chinos a Li Po, Tu Fu, Wang Wei y Sou Che. Quizá junto a esta lista de gigantes no desmerecería la producción de la mayor poetisa china, Li Qing-zhao, quien, al igual que Sou Che, vivió durante la Dinastía Song.

(9) Ver el poema LXXXVI de Gong Zo-zhen (1792-1841), en donde el aspirante a gobernador de provincias sueña con una interminable llanura de amapolas y una pipa de opio cuyo fuego nunca se extingue.

(10) Ver Out of the Howling Storm: The New Chinese Poetry, Wesleyan University Press, 1994, y también: M‹noa: New Writing from America, the Pacific, and Asia, No. 10:1, ``The Zigzag Way'', University of Hawaii, 1998.

Caracteres chinos. Xiezi, escritura



Muestra mínima de poesía china


La siguiente selección es apenas una brizna en la inmensa geografía poética china. Los textos fueron traducidos bien del francés, bien del inglés. La única esperanza que anima estas versiones es la afirmación de Paul Valéry, hecha en uno de sus ensayos de Variedad: ``Un verso bello renace indefinidamente de sus cenizas.''


Zhong-zi, por favor...*

* De Canon de poesía (1020-249 a.C.)



Escrito al cruzar el Río Amarillo
en dirección de Qing-he


Wang Wei (699-761)



Libación solitaria bajo
el claro de luna


Li Po (701-762)



La ascensión


Tu Fu (712-770)



Nocturno en barca


Sou Che (1037-1101)



Pensamiento de otoño


Ma Tche-yuan
(mediados del siglo XIII)



Poemas sobre mi morada
en el òltimo Pico III


Zhao Yi (1727-1814)



La línea de producción


Shu Ting



Dedos delatores


Mo Mo

Selección y versiones: Alejandro Pescador

Caracteres chinos. Izq.: Wenxue, literatura; der.: Shi, poesía