La
importancia de la rebeldía
Erica Jong: el desafío de la escritura sexuada
Patricia Kolesnikov
"Hasta que las
mujeres empezaron a escribir libros había una sola cara de la
historia. A través de la historia, los libros se escribieron
con esperma, no con sangre de la menstruación".
¿Cuánto tiempo pasó en la vida de Erica Jong desde
1973, cuando escribió esto? ¿Cuánto pasó
desde aquella joven desafiante, capaz de escribir: "Una pija parada,
dijo Freud, dando por sentado que las mujeres la quieren porque los
hombres la quieren así".
A mediados de 1999, a Erica Jong le va bien lo caro del hotel donde
la entrevisto en Buenos Aires; es una señora que ha hecho mucho
dinero escribiendo como una mujer sexuada, es una señora que
fue, pero hace mucho, una escritora acusada de pornógrafa.
"Miedo de volar" planteaba una utopía en términos
provocadores: "la encamada sin cierre relámpago", que,
explicaba, "era más que coger. Era un ideal platónico.
Sin cierre relámpago porque, cuando te juntabas, los cierres
bajaban como pétalos de rosa, las prendas interiores se esfumaban
en un suspiro, como pelusa de diente de león. Las lenguas se
entrelazaban y se convertían en líquido. Toda tu alma
salía a la superficie a través de tu lengua y entraba
en la boca de tu amante".
Veinticinco años después, esta elegante Erica Jong del
hotel caro dice que está cansada de Miedo de volar, de sus doce
millones de ejemplares. "Me complace que les haya gustado tanto,
pero es un poco extraño seguir siendo conocida por un libro que
salió hace tanto tiempo".
-- ¿Por qué cree que tuvo tanto éxito?
-- Fue uno de los primeros libros que habló honestamente de la
vida interior de las mujeres. Las mujeres se encontraron en él
y se sintieron menos solas, sintieron que no estaban locas, que alguien
más sentía lo mismo que ellas, que no estaban enfermas.
Se habló mucho del sexo en esa novela, pero el asunto no era
el sexo: era la sensación de "no estoy sola, alguien más
tiene estos pensamientos". Los relativos al sexo, pero también
los que tenían que ver con la rebeldía, con el enojo.
Lo que quise hacer fue deslizarme dentro de la cabeza de las mujeres
y mostrar todo lo que pasaba dentro: sus fantasías, sus odios,
sus sueños. Quise ponerlo tan francamente como podía.
-- ¿Esto resultó provocador?
Yo pensé que no me lo iban a publicar, era demasiado chocante.
Pero no sexualmente sino por los pensamientos de una mujer puestos en
una página. Lo chocante era una mujer tomando sus propios sentimientos
en serio. Y pensando que ella es tema para un libro. No se supone que
una mujer sea tema de un libro. Se espera que estudie los libros de
los hombres, que ayude a los grandes hombres, que escriba los pensamientos
de ellos, que escriba qué grandiosos son, biografías,
crítica, que organice tés y comidas en su honor. Ese es
nuestro rol. Si decimos que nuestra vida es tan interesante como la
de Carlos Fuentes o García Márquez, nos acusan de ser
narcisistas. Eso no les pasa a los hombres, porque la vida de un hombre
es importante, la de una mujer no. Eso fue lo chocante. Hablaba mucho
de sexo, pero lo impactante era -y sigue siendo- una mujer diciendo
"Yo soy, yo siento, yo soy importante, mi vida es importante".
-- ¿No cambió nada en 25 años?
-- Como consecuencia de Miedo de volar muchos empezaron a escribir sobre
las mujeres. También se puede decir que hemos avanzado en algunas
cosas: ahora creemos que el placer sexual es algo que podemos exigir.
Pero seguimos fuera del poder, tanto el económico como el político.
-- ¿Entramos en la categoría de personas?
-- Podemos formular la pregunta, no contestarla. Pero no estamos en
silencio, la generación de nuestras madres se tenía que
callar la boca. Las mujeres tenemos una revolución a medio camino.
Y si no seguimos avanzando vamos a retroceder.
Jong, una mujer que nació en el 42, dijo y dice que es una feminista
de la segunda ola, "aunque yo era feminista desde la adolescencia,
cuando leí El segundo sexo". En el '86 hizo un análisis
muy duro de su generación: "Crecimos para ser como Doris
Day, llegamos a los 20 años deseando ser Gloria Steinem y ahora
nos encontramos criando a nuestras hijas de maternidad tardía
en la era de la princesa Di y Nancy Reagan", decía entonces.
La mujer cuyas novelas habían causado tanta indignación
--en Argentina, durante la dictadura, su segundo libro llegó
a ser prohibido por atentar contra Occidente-- cuestionaba entonces
la mera posibilidad de la igualdad entre varones y mujeres. "Pueden
ser iguales el lugar de trabajo --en algunas pocas profesiones--, iguales
en la cocina, iguales en el dormitorio; pero cuando llegan los bebés
se acaba la esperanza de igualdad. La biología levanta su fea
cabeza. Usted puede creer en la igualdad hasta el día del juicio
universal, pero sus pechos gotean leche cuando el bebé llora
y los de su marido no. Eso cambia todo. Ese vínculo único
entre madre e hijo determina una relación de intensidad diferente
de la que pude sentir el padre y la sociedad explotará esa intensidad
para sus propios --usualmente chauvinistas-- fines."
Jong descubrió esto en su propio cuerpo. Hace 20 años
nació Molly, hija de la piedra del escándalo y de su tercer
marido, Johnatan Fast, el hijo del escritor Howard Fast, quien no tardó
mucho en ser su tercer ex marido.
Si se lee a los personajes como la voz de la autora, puede pensarse
que algo explica Jong en la novela que vino a presentar a la Argentina:
Bendita memoria. Allí, una joven recién divorciada que
busca trabajo, reflexiona: "Ahora no podía permitirse aires
irónicos y desafiantes. Tenía una hija que mantener".
-- ¿Le dio pudor escribir asuntos explícitamente sexuales
desde que creció su hija?
-- Bendita memoria tiene cosas muy sexuales. Por otro lado, no me preocupo
por mi hija, ella no lee mis libros. Mi hija boicotea mis libros, aunque
es una gran lectora y, de hecho, está escribiendo su primera
novela.
Madres e hijas es un tema que la viene ocupando. Bendita memoria es
una saga en femenino, una historia que va desde Sarah --que sale en
1905 de Rusia, gracias a que un pogrom mata al hermano al que le tocaba
el pasaje-- a su bisnieta Sara, que reconstruye la historia familiar
y con ella la de los judíos en Estados Unidos. En la ficción
Sara, la recién divorciada, trata de quedar bien con la institución
judía que la va a contratar y le dice a su futura empleadora:
"Me convertí en una apasionada de la historia de los judíos...
sobre todo de la historia de las mujeres de aquellas familias... Nada
me gustaría más que rescatar a aquellas mujeres del olvido".
En la realidad, en el hotel caro, esta mujer que no necesita empleo
pero sí que sus libros sean best sellers habla de sus raíces.
-- ¿Por qué hacer un libro sobre mujeres judías
estadounidenses?
Quería escribir sobre una familia judía como la mía,
pero contarla desde una mujer. Empecé a apreciar la historia
de estos inmigrantes de Europa del Este que llegaron a Nueva York de
los pogroms, la mayoría sin un peso, sin educación. En
pocas generaciones fueron cultos, artistas, gente de negocios. Empecé
a estudiar la historia de mi familia: mi abuelo ¡Era tan valiente!
Pero no quería escribir sobre él sino sobre las mujeres
y cómo ellas determinaron todo lo que vino después. Ellas
eran las verdaderamente fuertes. Fenomenales. Algunas fingiendo que
no lo eran.