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"Hasta que las mujeres empezaron a escribir libros había una sola cara de la historia. A través de la historia, los libros se escribieron con esperma, no con sangre de la menstruación".
¿Cuánto tiempo pasó en la vida de Erica Jong desde 1973, cuando escribió esto? ¿Cuánto pasó desde aquella joven desafiante, capaz de escribir: "Una pija parada, dijo Freud, dando por sentado que las mujeres la quieren porque los hombres la quieren así".
A mediados de 1999, a Erica Jong le va bien lo caro del hotel donde la entrevisto en Buenos Aires; es una señora que ha hecho mucho dinero escribiendo como una mujer sexuada, es una señora que fue, pero hace mucho, una escritora acusada de pornógrafa.
"Miedo de volar" planteaba una utopía en términos provocadores: "la encamada sin cierre relámpago", que, explicaba, "era más que coger. Era un ideal platónico. Sin cierre relámpago porque, cuando te juntabas, los cierres bajaban como pétalos de rosa, las prendas interiores se esfumaban en un suspiro, como pelusa de diente de león. Las lenguas se entrelazaban y se convertían en líquido. Toda tu alma salía a la superficie a través de tu lengua y entraba en la boca de tu amante".
Veinticinco años después, esta elegante Erica Jong del hotel caro dice que está cansada de Miedo de volar, de sus doce millones de ejemplares. "Me complace que les haya gustado tanto, pero es un poco extraño seguir siendo conocida por un libro que salió hace tanto tiempo".
-- ¿Por qué cree que tuvo tanto éxito?
-- Fue uno de los primeros libros que habló honestamente de la vida interior de las mujeres. Las mujeres se encontraron en él y se sintieron menos solas, sintieron que no estaban locas, que alguien más sentía lo mismo que ellas, que no estaban enfermas. Se habló mucho del sexo en esa novela, pero el asunto no era el sexo: era la sensación de "no estoy sola, alguien más tiene estos pensamientos". Los relativos al sexo, pero también los que tenían que ver con la rebeldía, con el enojo. Lo que quise hacer fue deslizarme dentro de la cabeza de las mujeres y mostrar todo lo que pasaba dentro: sus fantasías, sus odios, sus sueños. Quise ponerlo tan francamente como podía.
-- ¿Esto resultó provocador?
Yo pensé que no me lo iban a publicar, era demasiado chocante. Pero no sexualmente sino por los pensamientos de una mujer puestos en una página. Lo chocante era una mujer tomando sus propios sentimientos en serio. Y pensando que ella es tema para un libro. No se supone que una mujer sea tema de un libro. Se espera que estudie los libros de los hombres, que ayude a los grandes hombres, que escriba los pensamientos de ellos, que escriba qué grandiosos son, biografías, crítica, que organice tés y comidas en su honor. Ese es nuestro rol. Si decimos que nuestra vida es tan interesante como la de Carlos Fuentes o García Márquez, nos acusan de ser narcisistas. Eso no les pasa a los hombres, porque la vida de un hombre es importante, la de una mujer no. Eso fue lo chocante. Hablaba mucho de sexo, pero lo impactante era -y sigue siendo- una mujer diciendo "Yo soy, yo siento, yo soy importante, mi vida es importante".
-- ¿No cambió nada en 25 años?
-- Como consecuencia de Miedo de volar muchos empezaron a escribir sobre las mujeres. También se puede decir que hemos avanzado en algunas cosas: ahora creemos que el placer sexual es algo que podemos exigir. Pero seguimos fuera del poder, tanto el económico como el político.
-- ¿Entramos en la categoría de personas?
-- Podemos formular la pregunta, no contestarla. Pero no estamos en silencio, la generación de nuestras madres se tenía que callar la boca. Las mujeres tenemos una revolución a medio camino. Y si no seguimos avanzando vamos a retroceder.
Jong, una mujer que nació en el 42, dijo y dice que es una feminista de la segunda ola, "aunque yo era feminista desde la adolescencia, cuando leí El segundo sexo". En el '86 hizo un análisis muy duro de su generación: "Crecimos para ser como Doris Day, llegamos a los 20 años deseando ser Gloria Steinem y ahora nos encontramos criando a nuestras hijas de maternidad tardía en la era de la princesa Di y Nancy Reagan", decía entonces.
La mujer cuyas novelas habían causado tanta indignación --en Argentina, durante la dictadura, su segundo libro llegó a ser prohibido por atentar contra Occidente-- cuestionaba entonces la mera posibilidad de la igualdad entre varones y mujeres. "Pueden ser iguales el lugar de trabajo --en algunas pocas profesiones--, iguales en la cocina, iguales en el dormitorio; pero cuando llegan los bebés se acaba la esperanza de igualdad. La biología levanta su fea cabeza. Usted puede creer en la igualdad hasta el día del juicio universal, pero sus pechos gotean leche cuando el bebé llora y los de su marido no. Eso cambia todo. Ese vínculo único entre madre e hijo determina una relación de intensidad diferente de la que pude sentir el padre y la sociedad explotará esa intensidad para sus propios --usualmente chauvinistas-- fines."
Jong descubrió esto en su propio cuerpo. Hace 20 años nació Molly, hija de la piedra del escándalo y de su tercer marido, Johnatan Fast, el hijo del escritor Howard Fast, quien no tardó mucho en ser su tercer ex marido.
Si se lee a los personajes como la voz de la autora, puede pensarse que algo explica Jong en la novela que vino a presentar a la Argentina: Bendita memoria. Allí, una joven recién divorciada que busca trabajo, reflexiona: "Ahora no podía permitirse aires irónicos y desafiantes. Tenía una hija que mantener".
-- ¿Le dio pudor escribir asuntos explícitamente sexuales desde que creció su hija?
-- Bendita memoria tiene cosas muy sexuales. Por otro lado, no me preocupo por mi hija, ella no lee mis libros. Mi hija boicotea mis libros, aunque es una gran lectora y, de hecho, está escribiendo su primera novela.
Madres e hijas es un tema que la viene ocupando. Bendita memoria es una saga en femenino, una historia que va desde Sarah --que sale en 1905 de Rusia, gracias a que un pogrom mata al hermano al que le tocaba el pasaje-- a su bisnieta Sara, que reconstruye la historia familiar y con ella la de los judíos en Estados Unidos. En la ficción Sara, la recién divorciada, trata de quedar bien con la institución judía que la va a contratar y le dice a su futura empleadora: "Me convertí en una apasionada de la historia de los judíos... sobre todo de la historia de las mujeres de aquellas familias... Nada me gustaría más que rescatar a aquellas mujeres del olvido".
En la realidad, en el hotel caro, esta mujer que no necesita empleo pero sí que sus libros sean best sellers habla de sus raíces.
-- ¿Por qué hacer un libro sobre mujeres judías estadounidenses?
Quería escribir sobre una familia judía como la mía, pero contarla desde una mujer. Empecé a apreciar la historia de estos inmigrantes de Europa del Este que llegaron a Nueva York de los pogroms, la mayoría sin un peso, sin educación. En pocas generaciones fueron cultos, artistas, gente de negocios. Empecé a estudiar la historia de mi familia: mi abuelo ¡Era tan valiente! Pero no quería escribir sobre él sino sobre las mujeres y cómo ellas determinaron todo lo que vino después. Ellas eran las verdaderamente fuertes. Fenomenales. Algunas fingiendo que no lo eran.



No delegar todo el poder político:MUJERES DE NEGRO EN ESPAÑA
Gloria Analco