La Jornada lunes 6 de septiembre de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

A pesar de que ya tienen semanas fungiendo como tales, y que no hay ninguna razón política que pudiese quitarles la condición que ejercen, los precandidatos del PRI a la jefatura del Gobierno capitalino fueron usados el sábado reciente para montar un acto propagandístico con el pretexto de registrar oficialmente sus postulaciones.

Dicho acto, que según el lema central formaría parte de ``Un nuevo PRI, más cerca de ti'', mostró la tesitura real de los contendientes y de la contienda. De entrada, Silvestre Fernández Barajas, quien no tiene ninguna posibilidad de ganar, contrastó su vestimenta con la de Jesús Silva (Herzog) Flores y Roberto Campa Cifrián.

En efecto, mientras los dos últimos se presentaron al acto priísta ataviados conforme al uso priísta tradicional, es decir, de traje, camisa y corbata, el segundo (quien fue dirigente nacional de una organización empresarial, y cuya edad rebasa el medio siglo) apareció vestido totalmente de negro, como los policías de élite o como los chavos punk, según se desee interpretar.

Silvestre (Stallone)

Chamara de cuero y camiseta de cuello redondo fueron los distintivos indumentarios con los que Fernández Barajas quiso subrayar su propuesta política e ideológica: ``Para una ciudad violenta, se necesita un tipo duro para gobernarla. ¡Yo soy ese tipo duro!''. Sobre el pecho, para contrastar con el negro de la camiseta, el perfil de la ciudad, en rojo. Los colaboradores, al igual que Silvestre (Stallone), vestidos de negro.

Un primer esfuerzo de entendederas respecto a esta irrupción de lo estrafalario en el PRI capitalino podría hacer creer que se trata de un acto desesperado de un precandidato que no ha podido ganar atención de otra manera (algunos observadores de esa promoción del color negro consideraron que era propaganda encubierta a favor de Silva (Flores) Herzog.

Pero el contexto general del acto priísta muestra que, en realidad, la estrategia del tricolor en la capital del país ha entrado en el terreno de las técnicas policiacas: el partido que durante décadas prohijó las condiciones para que prosperara la delincuencia en la capital (actividad ésta cuyo incremento fue notable a partir de que Cárdenas tomó el poder, convirtiéndose en varios momentos en instrumento buscador de desestabilización) ahora pretende aparecer como el superagente salvador, el policía efectivo, el duro de la película.

El negro como esperanza

Por ello, en el mismo acto en el que se produjo el montaje del negro como esperanza, se escucharon las arengas del dirigente nacional priísta, José Antonio González Fernández, quien criticó de diversas maneras (sin nombrarlo nunca) al gobierno cardenista y sus resultados.

Manuel Aguilera, el líder del priísmo capitalino, virtió en su discurso cuando menos los siguientes señalamientos respecto a la gestión cardenista: irresponsable, arrogante, incompetente, profesional del engaño y demagoga; y, en cuanto al propio Cárdenas, lo definió como falto de recato ético y de mesura política, pues propuso soluciones mágicas a sabiendas de que no podría cumplirlas.

El espectáculo sabatino priísta, transmitido en vivo por televisión, ofreció, además, otros ingredientes de llamar la atención: el ciudadano que durante largos años no había sabido si era priísta o no (pues no había pagado sus cuotas, y guardaba resabios de los agravios boletinados con los que el PRI le obsequió cuando dejó de ser secretario de Hacienda, en el gobierno de Miguel de la Madrid), ahora se manifestó como el más aguerrido de los militantes priístas, convencidísimo de la necesidad de preservar la unidad interna (él, que coqueteó con la posibilidad de ser candidato presidencial por partidos contrarios al PRI), priísta entre los priístas, ejemplo de convicción y congruencia.

El otro elemento llamativo fue el discurso de advertencia con el que Campa Cifrián convocó a respetar las reglas internas, la normatividad, para evitar rupturas y división. El filoso aspirante de ahora (que invocó sus 42 años de edad, contrastándolos con los muchos más de sus adversarios internos) fue el complaciente directivo del PRI capitalino en 1997, cuando la mano presidencial impuso a Alfredo del Mazo como candidato al gobierno capitalino (dejando en embarazosa situación a los otros contrincantes, quienes debieron aceptar los sospechosos resultados de una presunta encuesta de opinión pública que dirimió la contienda interna a favor de Del Mazo, dejando en el camino a José Antonio González Fernández y Manuel Jiménez Guzmán, quienes fueron premiados después con buenos cargos de consolación) y cuando el tricolor sufrió la más escandalosa y contundente de sus derrotas electorales.

Las varas, los cohetones y el poder curativo de la nómina

Campa Cifrián sugirió ayer, en el auditorio Plutarco Elías Calles, del PRI, una exculpación extemporánea de sí mismo. Hubo quienes, dijo, ``recogimos las varas sin haber lanzado los cohetes''. Varas, hay que decirlo, por las cuáles nunca protestó, ni ha dicho a quién correspondían (es decir, ¿de quién fue la culpa real del fracaso de aquella elección? ¿del propio presidente Zedillo, que se empeñó en imponer a Del Mazo, como dicen por lo bajo esos mismos priístas que esperan el cambio de sexenio para comenzar a revelar sus verdades?).

Varas que en su caso personal se convirtieron en la titularidad de la Procuraduría Federal del Consumidor. Es decir, varas con nómina, viáticos, acomodo para amigos, comunicadores, y operadores electorales (que ahora están listos para entrar en acción y seguir disfrutando del círculo perfecto: competir, perder, presionar, consolarse con un nuevo cargo; competir, perder É

Cárdenas, ya en el arranque

Y, al siguiente día de ese acto de ``Un nuevo PRI, más cerca de ti'', el PRD formalizó el hecho real de la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas.

Al igual que en el caso del PAN, el nombre del candidato final era conocido desde mucho tiempo atrás. En el partido del sol azteca deberán esperar hasta el próximo martes, conforme a su convocatoria interna, para declarar que no hubo adversario del michoacano y así declararlo candidato, evitándose el trámite de hacer elecciones con un solo aspirante. El único que pudo haberse opuesto, Porfirio Muñoz Ledo, prefirió desgastarse en críticas periodísticas y rehuyó la confrontación en las urnas, que de antemano sabía perdida.

En el PAN no han querido desaprovechar la oportunidad de asomarse a las novedades de las elecciones directas, a pesar de que todos saben que Vicente Fox es precandidato único, y ganador obligado, así hubiese un solo voto en su favor. Por ello, el próximo domingo 12 se realizarán elecciones internas del partido blanquiazul que parecen innecesarias pero que serán utilizadas para arrancar de manera indirecta la campaña nacional a favor del guanajuatense.

Por lo pronto, en el PRD, con un acto masivo, donde se manifestó la cúpula perredista plenamente a favor de Cárdenas, ya tienen candidato cabalgando.

Con ello, a pesar de los requiebros ortorios, la realidad es drástica: se alejan las posibilidades de una candidatura única opositora, y se abre por tercera ocasión la posibilidad de que Cárdenas sea presidente.