Ť Homenaje luctuoso en San Cristóbal al autor de Perfidia y Humanidad


Alberto Domínguez, el amor como religión

Javier Molina, especial para La Jornada, San Cristóbal de las Casas, Chis. Ť El 2 de septiembre se rindió en esta ciudad un homenaje a Alberto Domínguez (1906-1975) con motivo de su 24 aniversario luctuoso. Oriundo de San Cristóbal, el compositor mexicano alcanzó gran popularidad con canciones como Perfidia y Frenesí.

Como todos los autores del bolero mexicano, sus temas fundamentales son el amor, el encuentro, el recuerdo, el olvido. También aparecen los motivos del son, el ambiente nocturno y el mundo en que vive. Cuando en los cuarenta estalló la Segunda Guerra Mundial compuso Humanidad: "Oye lo que yo te canto/ perlas de mi llanto/ para tu collar./ Sabes que te quiero mucho/ y quien nos separa/ es la humanidad./ Humanidad hasta dónde/ nos vas a llevar/ por tu trágico sino/ cuál será mi destino./ Humanidad hoy de sangre/ te he visto teñir/ pobrecito del mundo/ pobrecito de mí./ Si rodando los dos por el mundo/ un encuentro nos tiene el acaso/ sólo un beso, tal vez un abrazo/ te daré, nada más te daré./ Humanidad hoy de ti/ nos separa el deber/ quiera Dios que mañana/ nos volvamos a ver".

Otra de sus canciones notables, tema de la película que protagonizaron Emilio Tuero, Marina Tamayo y Joaquín Pardavé, es Al son de la marimba: "De la marimba al son te conocí/ y al contemplarte fui de la ilusión/ el prisionero que viene a cantarte/ las penas de mi corazón./ Al son de la marimba que al cantar/ en el embrujo de la noche azul/ te va diciendo que eres la mujer/ que ya nunca lograré olvidar./ Y pido a Dios que nunca pueda ser/ mejor destino el de mi corazón/ que de tus ojos recibir la luz/ y de tus labios el primer amor".

La música de Alberto Domínguez, interpretada por él mismo y sus hermanos, nos recuerda las noches, las madrugadas, la llovizna, los cerros azules y los tejados de San Cristóbal (en la casa donde nacieron, en el barrio de El Cerrillo, se conserva una placa alusiva). También nos remite al don original de la melodía, el rumor del agua del piano: "Mujer, si puedes tú con Dios hablar/ preguntale si yo alguna vez/ te he dejado de adorar". Se dice preguntale, sin acento, con la peculiar entonación del habla popular sancristobalense.

Como bohemio, el artista sabe de las buenas y las malas noches. También conoce las buenas amistades y, a veces, la incomprensión: "Nadie comprende lo que sufro yo/ canto, pues ya no puedo sollozar/ solo, temblando de ansiedad estoy/ todos me miran y se van".

Y, a diferencia de los gobernantes, sabe cumplir. Su amor es religión: "Ven conmigo mi vida/ ten confianza en el cielo/ por la cruz yo te juro/ que no te haré sufrir./ Tú serás la alegría/ de mis nuevos anhelos/ nada habrá en este mundo/ que nos haga mentir".