Ť Hoy recibirá en Bellas Artes el Ariel de Oro por su trayectoria artística


''ƑVampira?, si me conocieran se atacarían de risa'', dice Lilia Prado

Ť Participó en más de 100 películas, pero alcanzó la cima cuando trabajó a lado de Buñuel

Ť Prefiere la espontaneidad en la actuación Ť La actriz se define sencilla, ingenua y sanota

Raquel Peguero * En Holanda la consideraron ''la Marilyn Monroe mexicana", "símbolo sexual latinoamericano", una "bella vampiresa". Eran mediados de los ochenta. Los holandeses descubrieron lo que los mexicanos saboreaban desde los cincuenta: una mujer esplendorosa, cachondísima donde ponía un pie, con una mirada y un porte que los hacía caer de bruces. Lilia Prado se carcajea: ''De vampira nunca tuve nada, šqué barbaridad! Si conocieran a la verdadera Lilia se atacan de risa''.

Que vieran a la protagonista de La ilusión viaja en tranvía (1953), de Luis Buñuel, como un ser erótico era una ofensa: ''Tenía una mentalidad especial: criada por mi abuelita, era muy chapada a la antigua, como toda mi familia, y aún no me explico cómo permitieron que me dedicara a la actuación. Debió ser por algo que mi mamá creía y decía a mi papá: 'šDéjala, de dónde va a ser actriz! Se le quita la chifladura y ya está de regreso'. Pero no pasó. Me cuentan que unos tíos hacían funciones para recabar fondos para caridad. šCaridad!, lo hacían por gusto, como un pretexto para que la gente no se los comiera. Así que la locura es de familia, si no de dónde''.

Esta noche en el Palacio de Bellas Artes, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas entregará a Lilia Prado el Ariel de Oro por su trayectoria.

Ven, eso es temperamento

prado-lilia-3-jpg Originaria de Villa de Zahuayo, Michoacán, Leticia Lilia Amezcua Prado ųcuyo nombre artístico quería que fuera Sonia y al no poder hacerlo denominó así a su perraų arribó ''de muy chamaca'' a la capital del país. Entonces no soñaba con ser actriz, sino una gran bailarina: ''A todas mis muñecas las vestía de danzarinas para que me acompañaran. Pero ni intenté decir que quería estudiar baile, tenía miedo y no estudié nada. Después me olvidé de ello, porque ni tiempo tenía. La actuación me fascinó".

En ese tiempo conoció a un periodista, Javier Campos, que la llevó a los Estudios Azteca: "Estaban filmando Bell a mi, con Armando Calvo y Gloria Marín, y yo estaba entre nubes, porque todos me preguntaban por qué no trabajaba en el cine. Respondía: 'no me dejan', y al día siguiente me dieron llamado para trabajar de extra".

Pero esa tarea por poco no se le hace, pues a Alfredo Ripstein le pareció que Lilia estaba muy chiquilla. ''Ya tengo 18 años'', le increpó la joven. ''Cosa que no era cierta ųconfiesa coquetaų. Era para que me vieran grande". Pero el güero, como le llama ella, no se dio por aludido. Campos le pidió entonces a la chica que se levantara y le trajera un libro. ''Tenía que dar una vuelta completa para llegar a él, y en cuanto Ripstein me vio de pie exclamó: 'Sí, trabaja'".

Así comenzó, en el 47, en La barca de oro y Soy charro de rancho grande. No trabajó mucho tiempo de extra, porque ''tenía que ir diario y me parecía aburrido, y como no trabajaba por necesidad, no aceptaba muchas cosas que me ofrecían. šHágame favor! šQué inconsciente! Pero yo tuve mucha suerte, incluso una vez no quería un bet de sirvienta, porque qué iban a decir en mi casa. El productor me mando flores y me convencieron, y así hice un buen papelito en Dueña y señora''.

En ese tiempo ganó también el título de Señorita Novel de la pantalla. "El concurso era en traje de baño. Me presenté sin pintar, peinadita con un molotito y con tacones bajitos, frente a unas mujeres enormes. Tuve suerte y quizá gané por contraste, pues mi hermana quedó en tercer lugar, y eso que ella es alta y rubia, y yo chaparra, piernuda, nalguda y morena". A partir de entonces no pararon. Siempre iba acompañada de su hermana Martha, "que mandaba mi papá de chaperón".

Poco después ingresó a la escuela de Bellas Artes, pero sólo asistió un mes porque le parecía aburrido lo que le enseñaban. Luego se inscribió en la academia de Celestino Gorostiza, a la que también fue muy poco tiempo. ''Cierto día, cuando varios productores fueron en busca de talento, Gorostiza me dijo que me parara, empecé actuar y de repente me dijo: 'šdetente!, no te muevas'. El estómago se me revolvió del susto, pero él se volvió al grupo y señaló: 'ven, šeso es temperamento!'". Tenía mucha fe en ella. La dirigió en una obra de Sartre y cuando comenzó a actuar sistemáticamente en el cine, le confió a una amiga de Prado: ''El cine ganó una estrella, pero el teatro perdió una buena actriz''.

Su papá era alguien que pensaba de manera similar. Después de que hacía todo a escondidas de él, Lilia Prado comenzó a tener mucho éxito, que de cualquier forma él no compartía hasta que la vio en teatro. ''Entonces entró a mi camerino y dijo: 'vaya, creí que no servías, pero ve lo que hiciste, no las porquerías que te dan en cine'''. Su primer estelar en pantalla fue en Confidencias de un ruletero (1949), junto con Adalberto Martínez Resortes, a partir de entonces hizo muchas comedias, cintas musicales donde aparecía "bailando y enseñando las piernas".

Fue Ismael Rodríguez quien le dio el primer papel "en el que no tenía que bailar. Confiaba en mí, pues decía que sólo me veían como a una chica con buen cuerpo, pero que tenía que demostrar que también sabía actuar''. Así realizó en 1950 Las mujeres de mi general.

ƑErótica? No me ofendan

Ausente del cine desde 1988, con una filmografía que abarca 100 títulos, Lilia Prado trabajó con los directores y actores más importantes de su tiempo. "Sólo me faltó Tony Aguilar y después Vicente Fernández". Pero sin duda su consagración se dio cuando fue llamada por Luis Buñuel: "Fue una suerte trabajar con él. Me escogió para Subida al cielo (1951), creó que por una fotografía en la que llevaba trenzas. Le informaron quién era yo y me envió el libreto que, por cierto cuando lo leí, pensé que el papel era muy poca cosa, estaba muy descontrolada porque además ni sabia quién era él ni de su genio como director. Primero pensé no aceptar, va a creer, pero cambié de opinión después de la primera lectura con todo el elenco. Así empecé a trabajar con él: fue pura suerte.

ųƑEra cuando se sentía la Sara Bernhardt de su tiempo?

ųNo es cierto. Cómo dicen cosas que no son. Ni soñaba ser como ella. Cada que hacía una película trataba de meterme en el personaje y hacerlo como sentía. Nunca pensé en nadie más. Jamás pasó por mi mente, suena chocante pero es verdad. Con decirle que a veces voy al súper, la gente me ve, me reconoce, y me sorprende, porque se me olvida quien soy. No es falsa modestia, no.

ųUsted hizo tres películas con Buñuel...

ų...Y ya no hice la cuarta, que era Ensayo de un crimen, porque no terminé a tiempo otra película, y el papel se lo dieron a Miroslava. Buñuel fue muy lindo conmigo, aunque era un tanto ingenuo, muy tímido y chistoso. Me acuerdo que cuando terminó Subida al cielo me invitó a ver la película, los dos solitos, y me decía: 'mira lo que has hecho', y le preguntaba: 'qué señor', y respondía: 'no buscaba eso en la película', en relación con el erotismo que salía. El no quería algo tan erótico, y no creo que mintiera, porque era un hombre muy franco. Así quedó y qué puedo decir. Me enojaba cuando me decían que era muy erótica, creía que era malo y me daba vergüenza. Pensaba: 'pude hacerlo mejor', porque siempre se cree uno que todo se puede hacer mejor. Seguía indicaciones, me ponía en manos de los directores y según lo que me dicen y yo creía, actuaba. Nunca tuve problemas.

ųDice que Buñuel era ingenuo, Ƒusted no lo era?

ųLlevaba una vida especial. De mi trabajo a mi casa y viceversa. Las fiestas a las que iba eran familiares, muy diferentes a las de ahora. Sí era demasiado ingenua, me veía tan sanota que la gente me daba consejos. Me decían: 'cuídate mucho', y yo respondía: 'sí, me cuido', aunque no sabía de qué, y eso que me sentía que me las sabía de todas todas.

Ahora, a estas alturas, me preguntó en qué mundo vivía. El tipo de vida que vivía era muy mío mío mío. Incluso me contaban cosillas de que me tenían envidia, pero no hacía caso, nunca las tomo en cuenta. En aquellos tiempos una compañera me dijo: 'šAy, Liliana, qué barbaridad!, siempre trabajas con Buñuel, te ha de querer mucho'. No entendí: 'No sé él, pero yo sí lo quiero', le dije.

Como si fuera la primera vez

ųDice que no quería actuar con Buñuel porque el papel era chico, Ƒsólo le interesaban las apariciones largas?

ųNo. Mientras sea bueno el personaje lo hago. Nunca he dicho: 'me gustaría esto u lo otro'. Ya no hago cine, porque lo que me han enviado no me gusta, video-homes y eso, y aunque me gustaría trabajar con las nuevas generaciones de directores, no me llaman, es lógico. En teatro ha sido igual y he hecho últimamente más televisión, que es preciosa. Trabajo nunca me ha faltado, gracias a Dios. Me encanta el cine, pero es muy cansado, y del teatro el problema es que pone nerviosa el estreno y siempre antes de empezar digo: 'qué hago aquí', pero es muy bonito, porque siente uno la reacción del público. Me pasa también que cuando tengo mes y medio con una obra quisiera hacer otra cosa, pero cuando hacía mi primer obra, La mujer, el marido y la muerte, alguien me dio un consejo: "Refresca tu personaje, piensa que es la primera vez que lo vas a hacer", y funciona, me llevé las mejores críticas.

ųƑEso lo aplicó al cine?

ųSí, siempre me gusta la primera toma porque sale fresca, espontánea, y si hay una equivocación, en la siguiente uno esta consciente en qué consiste el error. Casi siempre fui actriz de primera toma, no me gustaba equivocarme, pero tampoco hay que presumir, me equivocaba lo normal.

ųEntonces Ƒprepara el personaje o no?

ųMi sistema... se va a reír... es muy simple: leía todo el libreto, marcaba donde intervenía, y la noche anterior a la filmación le daba tres cuatro o leídas y ya. Ismael Rodríguez me dijo una vez: "chaparra, no has estudiado, pero estoy contento contigo porque me estás dando lo que quería", pero cómo iba a estudiar sola. Lo que hacía era pura intuición y como no me equivocaba, y me sabía los diálogos, no podían decirme nada.

ųPero nunca le dieron un Ariel, ni por Talpa (1945), de Alfredo B. Creevena, para la que estuvo nominada. ƑQué piensa ahora que le otorgan el de oro por su trayectoria?

ųEstoy sorprendida. Nunca me lo esperé y por supuesto que estoy encantada. Por cierto que el primero que llamó para felicitarme fue Alfredo Ripstein.

ųƑSiente que se habían tardado?

ųNo, ahora es el momento justo.