LETRA S

Octubre 7 de 1999


Radiografía mínima de la nueva beligerancia católica

Vocinglera, reiterativa, amenazadora, chantajista y fanática, la derecha católica mexicana ha cobrado, en la última década, una fuerza inusitada que la ha convertido en un verdadero desafío a la condición laica del Estado y de nuestra sociedad. Su creciente activismo, la aparición de nuevos grupos, la formación de redes, el acceso al poder en múltiples localidades, la acumulación galopante de recursos, la ingerencia directa y abierta del clero en los asuntos públicos y el poder de veto de la jerarquía eclesiástica, son algunos de los rasgos que caracterizan a esta nueva ofensiva de la corriente conservadora que a partir del régimen de Salinas se ha propuesto la reconquista de sus antiguos fueros.

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ALEJANDRO BRITO

 

A partir de las modificaciones salinistas al artículo 130 constitucional, que dan reconocimiento jurídico a las iglesias, y del avance electoral panista, la iglesia y los grupos de ultraderecha católicos han conquistado espacios importantes de poder que les dan mayor presencia pública y peso político.

Estas organizaciones, junto con la jerarquía eclesiástica, destacados líderes del PAN y miembros de la cúpula empresarial, han enfrentado con relativo éxito las políticas estatales diseñadas para atender los problemas de salud pública derivados del ejercicio de la sexualidad y han cobrado mayor beligerancia contra lo que llaman "la cultura de la muerte": las leyes que despenalizan algunas causales de aborto, la instrucción sexual en los libros de texto, las campañas contra el sida que promueven el uso del condón, la planificación familiar y los anticonceptivos, los derechos de las minorías sexuales, los espectáculos "inmorales" y contra los medios de comunicación, promotores de "antivalores".

 

Documentar la embestida ultraconservadora

En entrevista para este suplemento, Edgar González Ruiz, autor de varios libros sobre el tema, sostiene que Carlos Salinas de Gortari, en su afán por legitimarse, fue quien abrió la puerta al activismo político de la iglesia católica y prácticamente co-gobernó con el PAN. Para el autor de Conservadurismo y sexualidad (Rayuela, 1994), este creciente activismo se ha convertido en una verdadera amenaza para el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, principalmente de las mujeres, porque ha retrasado o cancelado la puesta en marcha de políticas urgentes de salud pública. A pesar de la prohibición constitucional, según la cual los ministros no podrán "oponerse a las leyes del país o a sus instituciones", obispos y jerarcas católicos se lanzan con todo contra funcionarios, legislaciones y acciones de gobierno. Han llegado incluso a la amenaza: "Quiero confiar en que el comentario del secretario de Salud respecto a debatir sobre el tema (del aborto) sea sólo un desliz, porque (...) estaría comprando boleto que no se lo va a acabar" (La Jornada, 21 de julio de 1998), advirtió el obispo Onésimo Cepeda Silva, presidente de la Comisión de Comunicación Social del Episcopado Mexicano, luego de las declaraciones de Juan Ramón de la Fuente a favor de la discusión sobre la despenalización del aborto.

Y el obispo no estaba bromeando, a la sugerencia del secretario se respondió con toda una campaña nacional, "Vida sí, aborto no", de movilizaciones y recolección de firmas para solicitar al Presidente "elevar a rango constitucional la defensa de la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural", que culminó el 29 de noviembre con la entrega de un millón y medio de firmas, según Por Vida, en los Pinos. En agosto de ese año, el Arzobispado de México hacía una advertencia a sus fieles en su semanario Desde la fe: "los católicos no pueden votar a favor de políticos o partidos abortistas (...) La iglesia sanciona con pena de excomunión el delito del aborto", a pesar de la prohibición explícita de nuestra constitución: "Los ministros no podrán realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna".

Estas campañas de intimidación han tenido impacto. A principios de este año, ante la posibilidad de que la Asamblea Legislativa del DF discutiera ampliar las causales de despenalización del aborto, la jerarquía eclesiástica y sus organizaciones satélites, emprendieron otra campaña y lograron que los partidos se negaran siquiera a tocar el tema. Así lo confió el diputado local priísta Octavio West, luego de informar que su partido había recibido 157 cartas de grupos de ultraderecha para presionar a su fracción: "lo que hay es un gran temor en el conjunto de los partidos". No abordar el tema, añadió, "fue un acuerdo ciego, en el que nadie movió nada" (La Jornada, 14 de abril de 1999).

En su argumentación contra el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, panistas y obispos han recurrido a la estrategia de enaltecer al feto y de anteponer los derechos de los no nacidos con los de las progenitoras. Incluso Sergio Medina Contreras, prominente Caballero de Colón y funcionario del gobierno municipal de Monterrey en 1995, llegó al extremo de erigir el Monumento al Feto en uno de los panteones de la ciudad. Y ahora preparan para octubre el congreso "científico" internacional "Dignidad y estatus del embrión humano", en el marco del "Llamado guadalupano", evento internacional organizado por los consejos pontificios para la Familia y para la Pastoral de los Operadores Sanitarios y la organización Defiende la Vida con María.

 

ls-adanyevaLa protesta airada, la intensificación de las presiones

Sería fatigoso reseñar todas las arremetidas eclesiales contra las políticas educativas y de salud relacionadas con la sexualidad. Sólo mencionaremos las más recurrentes:

--La oposición de los jerarcas católicos y sus aliados a la educación sexual en las escuelas, impidió durante décadas que el Estado cumpliera con esa responsabilidad para satisfacer una demanda y una necesidad social. Todavía hoy, tienen el poder de regatear los contenidos sobre sexualidad en los libros de texto. Aún más, impugnan y culpan abiertamente a la Sep del aumento de experiencias sexuales en la adolescencia, de los embarazos prematuros y del incremento del número de madres solteras (ver Nuevo Criterio, órgano del Arzobispado). Han llegado incluso a desafiar la prerrogativa constitucional del Estado de determinar los contenidos de los programas educativos al diseñar y distribuir sus propios libros, como sucedió en Jalisco en 1996 cuando la Unión Nacional de Padres de Familia, organización ligada al Episcopado, distribuyó sin autorización textos escolares titulados Eduquémonos para el amor, desarrollo humano y sexualidad --al que el dirigente sindical de los maestros, Ulises González, calificó de "catecismo disfrazado". Su dirigente, Francisco González Garza, ex diputado y miembro del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, se jactó de haber distribuido tres mil ejemplares en tres meses (La Jornada, 14 de septiembre de 1996).

--Otra de sus obsesiones es la política de las autoridades de Salud de promover el uso del condón como principal medida contra la epidemia de sida. Para los conservadores, tal política equivale a promover "la promiscuidad sexual". Por fortuna, el actual secretario de Salud se ha mantenido firme en esta determinación, a pesar de las demandas judiciales en su contra por parte de Pro Vida y de los ataques directos de los grandes jerarcas eclesiásticos. Sin embargo, la constante actividad saboteadora contra esa política, ha logrado crear confusión entre sectores de la población, impone límites a la acción gubernamental y en el pasado reciente fue la responsable de que el condón estuviera prácticamente proscrito de los medios electrónicos y de las campañas oficiales. Las arremetidas frecuentes contra el condón, como las del cardenal Norberto Rivera Carrera (a quien se le ocurrió en 1997 proponer que la envoltura de los condones llevara obligatoriamente la advertencia: "productos nocivos para la salud"), y del "obispo laico", presidente vitalicio de la Cruz Roja Mexicana, José Barroso Chávez, el empresario más activo en el apoyo a Pro Vida y otros grupos ultras (quien cacareó en 1998, contra todas las evidencias científicas, que los condones fallaban en un 40 por ciento de los casos), logran crear confusión entre la gente. Telsida, por ejemplo, registra la multiplicación inusual de llamadas por ese motivo.

--Quizá el tema que más escozor les provoca es el de la regulación de la natalidad. Se oponen a que las mujeres y sus parejas recurran a métodos anticonceptivos no naturales para hacer efectivo su derecho a decidir el número y el espaciamiento de hijos e hijas que desean procrear. Aquí también se han lanzado con todo para impedir que el Estado adopte medidas para hacer más accesibles los métodos anticonceptivos a la población femenina. Han recurrido incluso a la difusión alarmista de falsedades, como la campaña de Pro Vida, apoyada por diputados panistas, contra la vacuna antitetánica por sus supuestos efectos esterilizadores. En especial, se han opuesto denodadamente a que el gobierno adopte y aplique los resolutivos de las conferencias internacionales sobre Población y Desarrollo, realizada en el Cairo en 1994, y la de la Mujer, efectuada en Beijing en 1995. Las delegaciones que asistieron a ambas conferencias fueron objeto de feroces ataques y de infundios sobre las posiciones defendidas. Su última 'hazaña', al parecer, es haber logrado, por medio de presiones, que las autoridades de Salud pospusieran la aprobación de las modificaciones a la Norma Oficial Mexicana de Planificación Familiar, para integrar los métodos de "anticoncepción de emergencia" que previene embarazos no deseados y abortos.

Para Edgar González Ruiz, las presiones del conservadurismo católico han sido el gran obstáculo en la solución de los problemas de salud sexual: "Desafortunadamente, en muchos casos las autoridades parecen haber cedido ante estas presiones en lugar de actuar conforme a la información disponible y a las necesidades de la población. Pensemos cuántos casos verdaderamente dramáticos de embarazos no deseados, cuántos abortos, cuántos casos de sida, cuántas muertes se podrían evitar si se actuara a tiempo y en consecuencia."

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"No es por vicio ni fornificio..."

Si bien la derecha católica ha tenido cierto éxito en obstaculizar las políticas estatales educativas y de salud, no ha sucedido así en su empeño de imponer el orden y la disciplina en las conductas y de censurar todo aquello que disgusta a su moral. Para Carlos Monsiváis, en las batallas culturales la derecha está llevando la peor parte1. Y no podía ser de otra manera, porque como afirma González Ruiz nuestra sociedad es ahora menos conservadora: "Contrastan enormemente las prédicas clericales con el comportamiento de la población, de acuerdo a las estadísticas y muestreos acerca de los hábitos y los valores sexuales de los mexicanos y las mexicanas. No somos ya ese país que se concebía monolíticamente católico. La sociedad mexicana ha evolucionado hacia formas más libres de vivir la sexualidad." Será por ello que la mayoría de los intentos de ediles, alcaldes, regidores, síndicos, gobernadores y legisladores panistas por imponer la doctrina moral cristiana como modo de convivencia ciudadana han terminado en puros zafarranchos chuscos. Recuérdese tan sólo al alcalde Coll Carabias y el lío de las minifaldas (Siglo 21, 10 de junio de 1995). En ese sentido la definición que proporciona Carlos Monsiváis es muy atinada: "la derecha es en última instancia la usurpación organizada del libre albedrío a nombre de Dios y de esos otros componentes de la Santísima Trinidad, la moral y las buenas costumbres"2.

En su quijotesca empresa, autoridades panistas, empresarios iluminados, damas caritativas, activistas fanáticos y clérigos se han lanzado contra puros molinos de viento: exposiciones de fotografía de desnudos (en Aguascalientes); telenovelas (el año pasado obligaron a la abrupta y repentina conclusión de Tentaciones), exposiciones artísticas (en Culiacán cancelaron una exposición de la escultora Rosy Robles); obras de teatro (Cuatro Equis y La Tarea sufren censura en Veracruz, Ciudad Juárez y otras ciudades); películas (La última tentación de Cristo, aunque no lograron evitar su distribución por video); espectáculos de table dance (en León, Monterrey, Mérida); conferencias y campañas informativas (en 1994, en San Luis Potosí se expulsó prácticamente a Mexfam, y en Guanajuato se saboteó el evento de Católicas por el derecho a Decidir y GIRE); semanas culturales gay (en Veracruz y otros lugares); comportamientos públicos (en Monterrey se crea una policía especial para vigilar el comportamiento de parejas de enamorados en parques y plazas, en Mérida se prohibe la participación en el carnaval de gays y de bailarinas en tanga, en Córdoba se retira de la calle por la fuerza a travestis para "limpiarla de escorias"). Sería largo enumerar todos los intentos usurpadores del libre albedrío a los que se refiere Monsiváis. Baste mencionar que su más ostentoso y ridículo fracaso lo protagonizaron recientemente cuando trataron de prohibir en varias ciudades del país el show de strippers Sólo para Mujeres protagonizado por varios actores de Televisa. En Puebla hubo una verdadera sublevación de cientos de mujeres que obligaron a las autoridades panistas a reponer el espectáculo.

Debido a la derrota que han sufrido la iglesia católica y sus aliados en su propósito de disciplinar a las masas, su estrategia la han centrado entonces en la educación de las élites, y ha sido hasta el momento su estrategia más eficaz. En eso coinciden Monsiváis y González Ruiz. "En los años recientes --apunta Monsiváis-- la derecha consolida sus centros de acción y sus fortalezas, entre ellas el poder de las universidades particulares a cargo de la élite. 70 por ciento de directores de departamento para arriba en el aparato público, proviene de universidades particulares."3 El fenómeno no es reciente, apunta Edgar González, se trata de un proyecto que tiene varias décadas. En su libro La sexualidad prohibida: intolerancia, sexismo y represión (GIS 1998), narra el encuentro en 1946 del sacerdote Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, con el papa Pío XII: "Líderes, padre Maciel, tenemos que formar y ganar para Cristo a los líderes de América Latina". Los Legionarios junto con el poderoso grupo Opus Dei, se han especializado en este trabajo y con ello, apunta González, han logrado una gran influencia en los grupos de poder: "lo podemos ver en toda la parte norte de nuestro país, otrora zona de influencia del liberalismo de la masonería, hoy se tiene la imagen de un valuarte del catolicismo más conservador". Los triunfos electorales del PAN, han encumbrado a esos líderes formados por esos grupos o salidos de las filas de otros como los Caballeros de Colón, Testimonio y Esperanza (Marco Antonio Adame diputado del PAN), Movimiento Familiar Cristiano (Manuel J. Clouthier), la UNPF (Francisco González Garza del CEN del PAN), Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC) (José Luis Luege, diputado del PAN, César Coll Carabias, alcalde de Guadalajara), Asociación Católica de la Juventud Mexicana (Carlos Castillo Peraza), Renovación Carismática (Francisco Barrio Terrazas), Asociación Nacional Cívica Femenina (ANCIFEM) (Cecilia Romero Castillo, ex diputada y ex secretaria general del PAN, Ana Teresa Aranda de Orea, ex diputada y dirigente estatal del PAN en Puebla, Patricia Garduño Morales, ex asambleísta en el D.F.), y por supuesto Pro Vida. Y aunque siempre ha existido el traslape de miembros entre el PAN y los grupos conservadores, señala Edgar González, "el triunfo electoral de ese partido en los últimos años viene a ser el triunfo ante todo, no de los sectores más moderados sino de la extrema derecha". Dos de los representantes más conspicuos del "fundamentalismo católico" panista son los que ahora ocupan los puestos más elevados al interior del partido: Carlos Medina Plascencia, coordinador parlamentario, y Felipe Bravo Mena, presidente nacional.

La colaboración de gobernadores, alcaldes y otras autoridades panistas con esos grupos ultraconservadores ha sido evidente. En una carta publicada en El Norte de Monterrey en 1997, Serrano Limón llama "alianza estratégica en defensa de la vida" a esta relación. Y agradece el apoyo de las autoridades del blanquiazul en Nuevo León, Chihuahua, Jalisco y Guanajuato, el gobierno de este último estado le imprimió miles de folletos contra el aborto. Por su parte, Antonio Lozano Gracia, como procurador general de la república, firmó en 1995 un convenio de colaboración con la UNPF. En las cámaras legislativas, los legisladores del PAN procuran copar la comisiones de Población y Desarrollo a las que consideran estratégicas en su política contra los derechos sexuales y reproductivos.

Por otra parte, y mezclado con el fundamentalismo católico, se ha comenzado a desarrollar lo que podría denominarse 'nuevo conservadurismo', ligado a las doctrinas religiosas pero no necesariamente católicas.

Un ejemplo de este neoconservadurismo es la campaña "A favor de lo mejor", que aglutina a diversos grupos y asociaciones. Su propósito declarado es luchar contra la violencia, el desorden sexual y el deterioro de los valores familiares, por medio de campañas de firmas en colegios particulares y eventos para influir y establecer un mayor control en la programación de los medios electrónicos.

Lo que está en juego y en grave riesgo con la creciente beligerancia de la iglesia católica y sus aliados es uno de los fundamentos mismos del Estado y la sociedad mexicana: el laicismo. Para Edgar González Ruiz, el laicismo es la premisa indispensable para mantener y ampliar las libertades y los derechos individuales, es decir, el ejercicio mismo de la ciudadanía. Hace falta, advierte, que las organizaciones en pro de los derechos sexuales y reproductivos tomen conciencia de esa situación.

 

1, 2, 3 Participación en la reunión nacional de la Red "Democracia y Sexualidad", 4 de julio de 1999.