Gritos, preguntas sin respuesta e insultos, en 19 horas de discusión; la división estudiantil, evidente

Elena Gallegos * Mariela, del CCH-Azcapotzalco, sacude a los cientos de jóvenes que se aprietan en el auditorio de la Facultad de Contaduría, cuando suelta con apremio: "ƑQué le contesto a ese compañero de secundaria que visita mi escuela y me pregunta por qué en la puerta de un salón hay un cartel en el que se lee malditos vendehuelgas y en el edificio de al lado se exhibe otro que dice pinches priístas, hijos de Labastida?".

Pasa ya de la medianoche y ella insiste en preguntar: "ƑQué le respondo al campesino que cree que hay que mandar obedeciendo?, Ƒle contesto que hay asambleas y que en éstas mandan las descalificaciones y obedecemos a una corriente? ƑQué les digo? ƑQué les responderían ustedes?".

Por primera vez en horas y horas de asamblea -en ese momento no se sabe a ciencia cierta si alguna vez llegará a su fin-, representantes del CGH de todos los colores y sabores coinciden y reciben la aportación de Azcapotzalco con una ovación que se convierte en catarsis.

Mariela continúa: "ƑQué le respondo, compañero, al obrero que me pregunta si soy ultra o moderada?, Ƒqué le contesto a quien me cuestiona sobre la democracia que se vive en el movimiento? ƑTengo que seguir mintiendo? ƑCuánto tiempo? ƑHasta cuándo?".

El aplauso se prolonga, pero aquí todo está por suceder. Y es que mientras habla Mariela y todos aprueban con sus gestos y sus palmas, nadie imagina en lo que terminará la discusión 19 horas después.

Impredecible, la sesión del pleno del CGH transcurre en relativa calma para naufragar por la mañana de este domingo, entrampado nuevamente en si se toma o no la Dirección General de Servicio de Cómputo Académico (DGSCA), y si se cierra o no el servidor central.

A la postre, la de mantener abierta la posibilidad de tomar el control de la DGSCA -ante situaciones de "extrema gravedad" como pueden ser la represión y los secuestros-, es el debate más agrio de la reunión. Se esgrime a favor las detenciones del 4 de agosto, la represión del 14 de octubre, los secuestros de Alejandro Echavarría, El Mosh, y de Ricardo Martínez Martínez, la ratificación de las denuncias por parte de rectoría y el recién revivido Tribunal Universitario.

Sobre la desaparición de Martínez Martínez, El Mosh sostiene: "fue liberado no porque se hayan reunido los procuradores Del Villar y Madrazo ni porque lo hayan acordado las cúpulas del PRD y el PRI. šNooo, compañeros, lo liberaron gracias a nuestras movilizaciones!". Le contestan con abucheos.

Rodolfo Hernández, de la Escuela Nacional de Trabajo Social, quiere ser más explícito: "es como si tuviéramos un arma y le dijéramos a la autoridad: por más putazos que me pongas no voy a usarla". "šEs un arma de dos filos cabrón!", le refutan.

Así, frente a las posturas que no aprueban esa acción y después de que muchas escuelas expresan su preocupación porque no tienen la suficiente capacidad para mantener las guardias en los institutos de investigación ocupados la semana pasada, El Mosh no tiene empacho en restregarle a un jovencito que se resiste: "ša ti también te pueden madrear carnalito!"

Acto seguido, la intervención de una muchacha de Música, que también argumenta en contra de meterse a la DGSCA y que es apoyada por otras voces de mujeres que salen de distintas partes del salón, es atajada con un intimidante: "šcompañera, si te secuestran y te violan, no creo que lances esos pinches gritos!". La raza secunda, "Viejas pendejas, a ver si dicen lo mismo cuando las estén violando!"

La muchacha no se asusta y encara: "šcompañeros, dejen de estar chingando!", y entonces sí la mesa interviene para hacer valer su autoridad: "le pedimos a la compañera que se dirija con respeto a la asamblea".

Aquello se convierte en un caos. Todos hablan a gritos y se arrebatan la palabra. Acaban de discutir acerca de los institutos de investigación. Se reprocha que los ocupantes no se hayan ajustado al acuerdo del CGH de tomar las instalacioenes de tres en tres. "Nos alocamos y tomamos más, de un sólo golpe", se disculpa entre risitas un representante de Zaragoza.

Leticia Contreras de Ciencias se queja del "escándalo inaudito" que han hecho los investigadores del PRD, "los mismos que cerraron esos institutos en el 87, durante la huelga del CEU". Se insiste en que nadie protestó cuando las autoridades pararon los trabajos en esos centros durante tres meses.

La tendencia mayoritaria es que se detengan las tomas (ésta termina imponiéndose). Algunas escuelas incluso proponen que se regresen los centros ocupados. Argel Pineda admite que si bien no fue adecuada la planeación, proceder a la devolución sería un revés político para el movimiento.

Hay quienes pretenden que el regreso de esas instalaciones se condicione a que los investigadores firmen un pronunciamiento público en el que otorguen su incondicional apoyo al movimiento y sus demandas. "šEso es fascismo! -acusan Jesús Lozano y otros representantes--, eso se hacía en la Alemania nazi". Enseguida y también por mayoría, el pleno rechaza la toma de la DGSCA en el marco de su plan de acción cotidiano.

Entonces, Rodolfo Hernández, pide que en ese momento se discuta si asumir el control de esa dirección y su megacomputadora, tiene cabida en el Plan de Acción Emergente. Muchos se inclinan a que esto se haga cuando se aborde el punto en el orden del día y es cuando se desencadenan las intervenciones del Mosh, Alberto Pacheco El Diablo, Acatlán y otros.

Todo sucede con rapidez. La mesa pone a votación las propuestas. Nadie tiene claro qué es lo que se está dirimiendo. Se incrementa la tensión en el ambiente. Y de pronto, el profesor Pardo del CCH-Sur, quien comparte la conducción de la asamblea con Enrique de Filosofía, Miguel Angel de Políticas, Jovita de Prepa 4 y una chica de Ciencias, dice, así nomás, que ya se aprobó dejar abierta la posibilidad de tomar la DGSCA en caso de extrema urgencia.

šNooo!, šNooo!, šManipuladores!, šTramposos!, se desesperan muchos. "šAquí lo que se votó es si el punto se pasaba o no al Plan Emergente!" "šEso no se puede discutir, porque no está en los resolutivos de la mayoría de las escuelas!" "Ya se votó -insiste Pardo- y pasemos al siguiente punto!". Un chavo de Ciencias se levanta para decir que sólo siete asambleas trataron el punto y que los procedimientos marcan que deben ser 19 para que entre al pleno.

Los huelguistas se pierden en el laberinto de las recriminaciones. Un grupo se empeña en que eso ya se votó, se ganó y "a otra cosa mariposa". El Mosh habla: "necesitamos una medida de presión política, deberíamos incluso retomar la propuesta que hizo el compañero Higinio Muñoz y plantearnos la posibilidad de bloquear el aeropuerto".

Ismael de la preparatoria 7 le avienta: "šqué jodida actitud la de quienes se pasan toda la noche rezando que secuestren y agredan a compañeros para cumplir con su sueño dorado de tomar la DGSCA". Le llueven insultos. šPinche porro! šfuera porros de la UNAM!, le avientan proyectiles de papel, se le lanzan a los golpes. Nada pasa. Quienes le rodean lo impiden.

Así las cosas, el profesor de Economía, Mario Benítez toma la palabra y hace una propuesta para salvar el punto en el que se determina que el CGH no considera en su plan de acción cotidiano la toma de la DGSCA y que bajo ninguna circunstancia se cerrará el servidor central.

Además, se formará una comisión que evalúe los pros y contras, y sólo en caso de una situación extrema se procederá a emplazar al CGH a sesión extraordinaria para que, con base a los resolutivos de las asambleas locales y el dictamen de la comisión, se determine si se toma o no. Es decir, le mete candados. Rodolfo y El Mosh brincan. Vuelve a encenderse la mecha. Mario hace algunos ajustes. Siguen los reclamos. "No puedo satisfacer todos sus pinches caprichos", los reprende Benítez y finalmente la propuesta salva el áspero desencuentro.

En resumidas cuentas, la historia es la misma de los CGH anteriores o casi, porque ahora ya no acuden, además de Posgrado, la ENEO y el CUEC: este sábado, como los otros sábados de asamblea, entre la lectura de los resolutivos y los informes al pleno, los representantes se toman más de siete horas.

Los sarcasmos y las risas son para un par de muchachos de Azcapotzalco que suben al estrado para contar cómo en la línea tres del Metro donde andaban brigadeando para impulsar la consulta de este martes 26, fueron perseguidos y golpeados por policías de ese sistema de transporte. "La gente nos hizo el paro aunque nos pegaron y entonces nos abrazamos para que no nos sacaran". Su queja es motivo de chacota: "šAh, qué puuutos! špuuutos!"

En la pausa, vuelven a registrarse pequeños estallidos que evidencian las rupturas y diferencias que se multiplican en las escuelas. Imposible ocultarlas.

Gritan los del CCH-Oriente porque uno de los colectivos ya fue "vetado y expulsado" del comité local a partir de un desacuerdo sobre cuánto tiempo, de qué tendencia y quién debía ocupar el lugar que en la mesa de debates le correspondía a esa escuela en la sesión pasada, lo que vino a agudizar las divergencias que ya existían.

Se enojan los de la Facultad de Economía, unos con otros, porque los primeros sostienen, en voz de Alberto Pacheco el Diablo, que ellos nunca acordaron que en sus resolutivos se incluyera la preocupación por la descomposición que se observa en el CGH, y los segundos lo acusan de desconocer las posiciones que se manifiestan en sesiones a las que no asiste.

Truenan los de Zaragoza porque la mesa se niega a someter al pleno una propuesta para que una comisión observadora del Consejo Universitario acuda a una de sus asambleas y verifique cómo se da la discusión entre las partes que dividen las posturas.

Desde la mesa -tras un enrejado de lazos y alambre de púas-, en medio de gritos y puyas šsigue mesa! šque no te empantanen!, Miguel Angel de Ciencias Políticas, da un manotazo y se quita el conflicto: "šsi no se ponen de acuerdo es su problema! šAquí les vamos a romper otra vez sus votos!"

Luego de los estira y afloja, la asamblea se encuentra con que ya son las cuatro de la mañana y ni siquiera puede sacar la orden del día. "šCarajo, pinche mesa pendeja!", se impacientan los muchachos.

A las cinco de la mañana le entran al primer tema en agenda: el encuentro con la Comisión de Contacto. En sus intervenciones los huelguistas traslucen su irritación por la falta de respuesta de las autoridades después de seis largos, difíciles meses. Califican de mil maneras a Barnés. Dicen que ya debe irse porque sólo endurece. "Entiendan compañeros -la frase es dicha en todos los tonos- las autoridades universitarias no quieren diálogo ni negociación".

Higinio Muñoz alude a la necesidad de que el CGH haga explícita su disposición al diálogo y emplace a las autoridades a que nombren de una vez por todas, una comisión resolutiva. Y ante la nueva iniciativa tomada por cinco escuela para dar salida al conflicto, advierte: "ellos están dispuestos a acudir al llamado del rector". Al final el acuerdo es no acudir con la Comisión de Contacto y exigir se nombre ya una comisión resolutiva. Ponen fechas.

A la hora que abandonan Contaduría y se enfilan a sus escuelas y facultades, los huelguistas ya ni se acuerdan de lo que 19 horas antes les dijo Mariela: "šno quiero seguir mintiendo. Quiero responder que la división no cabe en nuestros corazones, que no hay ultras intransigentes, que no hay moderados traidores!".