* Participó en "miles de enfrentamientos", en una carrera de un cuarto de siglo


Fui luchador porque toda la vida tuve miedo, decía Wolf Ruvinskis

* Murió a los 78 años, sin la fortuna que ganó en los sets y los cuadriláteros

Carlos Hernández /I * Cuatro son las cosas que sé hacer muy bien, decía Wolf Ruvinskis: el cine, la lucha, el teatro y los negocios.

El luchador-actor será recordado, en efecto, por sus participación en más de 100 películas, las obras de teatro en las cuales actuó y las "miles de luchas" que enfrentó durante 25 años, que lo ubicaron como el prototipo del villano que con su sonrisa todo cinismo vapuleó sin piedad lo mismo a Pepe El Toro que a El Santo.

De lo otro, los negocios, el villano-galán de ojos azules terminó sus últimos días con el ánimo en la lona, cuando vio esfumarse la fortuna que consiguió en los sets y los cuadriláteros, en sus restaurantes y casa de cambio. Una fortuna que ni sus propios hijos pueden calcular y que quedó reducida a su residencia en Jardines del Pedregal y algunas acciones en la casa de cambio Catorce, ambas en embargo precautorio por problemas legales.

Wolf Ruvinskis Manevich (Letonia, 1921) falleció a los 78 años, víctima de una insuficiencia cardiaca. Le sobreviven su esposa Lilia Michel, sus hermanos Esther y Daniel, sus hijos Elsa, Miriam y José y cinco nietos.

Tuvo larga agonía. A los 61 años debió utilizar marcapasos y adelgazó hasta quedar casi irreconocible. Después, a fines de 1990, sufrió un infarto, fue operado y su fuerte constitución física -esa que muchos años antes le hizo ganar un papel de estatua- lo sacó avante.

Judío-ruso-argentino-mexicano, Wolf fue luchador, actor, cantante de tangos, ilusionista y mago, réferi, restaurantero y hombre de negocios.

Fue presidente de la Comisión de Lucha Libre Profesional del Distrito Federal, cuando el gobierno capitalino decidió separarla del boxeo, en enero de 1994. ''Dos veces me llamaron y las dos las rechacé. La tercera ocasión dijeron una frase que llamó mucho mi atención: 'Con su nombre y prestigio usted puede dignificar la lucha libre'. En ese instante sabía que tenía que aceptar. Soñé con esa palabra, dignificar. Para mí la lucha libre es un deporte noble y los luchadores y el público deben tratarlo con respeto y excelencia.''

Fue esa su definición de la lucha libre: "Es un examen de voluntad. Se queda uno en preliminares... o arriba. šUno, dos, tres y fuera!".

Ahora está más allá de la tercera caída.

 

El miedo a morir de hambre

 

De antepasados judíos, Wolf Ruvinskis nació el 30 de octubre de 1921, en Letonia. Su madre era letona y su padre ucraniano. H ÔÔSiempre he luchado para ganar un pesoÕÕ n Foto: Arturo Guerra uyendo de los conflictos bélicos europeos, su familia no pudo ingresar a Estados Unidos y emigró a Argentina, donde su padre murió de tuberculosis debido a las condiciones del agotador viaje en barco.

En Córdoba, con una madre que ni siquiera hablaba español y buscaba la forma de sobrevivir, Wolf y su hermano Daniel fueron llevados a un internado.

"El miedo que yo siempre he tenido es que me iba a morir de hambre. Siempre luchando para ganar un peso. šMe educaron para tener miedo! Primero que nada hubo hambre en mi casa. Estuve en un asilo de huérfanos desde los cinco hasta los siete años. Mi madre venía de Europa y era viuda, entonces con dos hijos era muy difícil sacarlos adelante. Luego crecimos en un barrio donde el que no era borracho era asaltante. Había poca gente correcta, pero había una voz que era la de mi madre que nos señalaba el camino''.

El miedo fue una palabra en la que centró una entrevista con La Jornada. "El miedo es una cosa que yo cargué toda la vida. Como judío, que nos iban a regañar, que nos iban a matar, que nos iban a echar. 'Vos no tenés derecho, vos sos judío, no podés hacer eso'. Toda la vida tuve miedo, desconfianza, inseguridad. Veía a un doctor, a un militar y le tenía que dar todo... Vulgarmente hablando, le tenía que dar las nalgas''.

Ahí se le forjó el destino.

''Por eso crecí y quería ser luchador, para enfrentarme a ese mundo antisemita. Fue muy duro, fue mucho muy duro. Entonces yo quería ser fuerte, pero ahora comprendo que la fuerza no está en el músculo. La fuerza está en el pensamiento desarrollado, en el respeto. A mí me gusta mucho eso de el respeto al derecho ajeno es la paz". Fue muy difícil para mí, sigue siendo muy difícil, pero aprendí a verlo con el psicoanálisis y estoy saliendo adelante. Sin querer me dañó la educación recibida: 'no te acerques, no hagas, no esto, no lo otro...'"

-Pero su imagen era otra.

-Sí. Para los demás la imagen era de muy fuerte, porque así se disfraza el ser humano: valiente, seguro. Soy muy miedoso... pero no soy cobarde, porque los luchadores no son cobardes.

Ya de adulto, con la posición económica desahogada, enfrentó esos miedos con el psicoanálisis, en una terapia de más de 25 años. La escritura lo ayudó también a desahogarse.

Desde los 19 años, por los rings

 

Luego de una infancia difícil -en la que llegó a pedir dinero en la calle, vendía todo lo que tenía a su alcance y sólo cursó hasta primaria-, Ruvinskis recordaba una escena de juventud, a los 18 años, un año antes de que emprendiera un largo peregrinar por los cuadriláteros de Latinoamérica.

"Ahora tengo ganas de comprarme un pantalón, un par de zapatos y una camisa, como cuando era muchacho. Yo me acuerdo a los 18 años, cuando con tres amigos nos fuimos a una playa en Argentina. Vivíamos de la pesca, de comer frutas, en una semana que no voy a olvidar nunca. Y yo digo: Ƒqué es la vida? ƑTener dinero? Porque si tienes más de 4 millones de dólares eres todo un señor, un hombre inteligente y culto. Eso es lo que cree el mundo y eso es lo que parece: las grandes fiestas, los amigos. Pero no. A mí que me dejen con esos tres amigos, en la playa, divirtiéndonos, teniendo salud, no pensando hacer nada."

Como su cuerpo lo mostraba, el joven Wolf fue un atleta completo. En 1938 fue campeón de lucha grecorromana y amateur en Argentina. También se desempeñó como portero en el Independiente de Santa Fe y en Millonarios de Colombia. Fue instructor de judo, jugó rugby, remo y practicó el boxeo.

Pero se decidió por la lucha libre "porque era la disciplina donde se ganaba más dinero".

Utilizó varios nombres para subir a los encordados: en Colombia con su propio nombre, en Perú como Boris Boy; en Ecuador como Van Kaduk; en el norte estadunidense como Peter Cortés y en el sur como Guillermo López, "un mexicano que subía con sarape y sombrero mexicanos".

En México debutó el 28 de junio de 1946 en la arena Coliseo y le ganó a Bobby Bonales, en el bando de los rudos.

"Cuando vine se me quedó viendo el matchmaker Lomelí. Me dijo: 'tú tienes un físico muy bonito, la gente va a estar contigo en forma inmediata. Pero si eres rudo la gente se va a enojar y va a llenar la arena. Entonces el público me decía de todo: 'šDesgraciado, miserable, judío, ruso, vete a tu casa!'. Traicionaba al público, traicionaba a todos. Fui rudo por conveniencia, porque conquistaba al público (contra mí) y obligaba al promotor a programarme"

Luego de su debut fue durante una temporada a Estados Unidos. "Regresé para enfrentar a todos los monstruos de la lucha de México, como El Santo, Gory Guerrero, Tarzán López, Cavernario Galindo, Black Shadow, Médico Asesino, Lobo Negro, Murciélago Velázquez y Daniel Aldana".

Realizó una prolífica carrera de "miles de luchas" e inclusive no podía precisar ni los años de costalazos. "Fueron 25 o 26 años", decía al respecto.


* Era un luchador en el cuadrilátero y en la vida, recuerdan sus allegados


Sólo 15 minutos duraron las exequias de Ruvinskis

* Recto, honesto y sobre todo muy humano, lo define su compañero Ray Mendoza

Jorge Sepúlveda Marín * Luchador en el cuadrilátero y en la vida. Así lo recuerdan sus allegados. Actorazo, galán, mago, médium y cantante, un poco de todo fue Wolf Ruvinskis, quien ayer fue enterrado a la usanza judía, en menos de 15 minutos con todo y ceremonia religiosa. Un estuche de pino, sin ningún adorno, es su último aposento. Una cincuentena de familiares y amigos le dio el adiós final.

Es su hija mayor, Elsa, la que platica acerca de su padre, un emigrado de Letonia a Argentina y a México, donde hizo de su vida una planeada forma de disfrutarla, pues incluso recurrió al psicoanálisis para ser cada día mejor. ''Esa fue una de sus grandes búsquedas y uno de sus mejores logros, ya que siempre andaba a la búsqueda de hacer un buen negocio, de que le fuera cada vez mejor", comenta Elsa.

Aunque sólo convivió con su padre los primeros años de vida y hasta hace unos cuantos, ya que vivía en Colombia con su madre Beatriz, primera esposa de Wolf, Elsa conserva algunos recuerdos: "Era muy cariñoso y a veces hasta se le pasaba la mano. Le daba por el humor negro. Una vez le pregunté si conocía Los Angeles (California), y con toda tranquilidad me respondió: 'no, pero muy pronto lo voy a hacer'''.

Aficionado al futbol argentino, aunque no tenía preferencia por ningún equipo, Ruvinskis fue operado del corazón por primera vez hace seis años, y desde entonces fue su fortaleza física lo que lo mantuvo durante todo este tiempo, además de que no tomaba ni mucho menos fumaba, relata.

En sus tiempos libres, el luchador gustaba de leer, acudir al cine, al teatro, pero sobre todo a escribir cuentos, casi todos con un final inesperado. De niño no tuvo la posibilidad de prepararse, y por eso de adulto siempre estudió. Además, cantaba el tango Cambalache, y Granada, de Agustín Lara.

Presente en el funeral, el también luchador y actor Ray Mendoza narra cómo en una ocasión cuestionó a Wolf sobre si fuera de la actuación de veras era muy buenazo. Cuando menos se lo esperó, el actor lo levantó al luchador en vilo y lo lanzó fuera del cuadrilátero. Desde luego se convenció de quién era el mejor.

Rudo en las cintas cinematográficas, en la vida real era un caballero. Recto, honesto y, sobre todo, humano, con un interminable gusto por ayudar a los demás, " y por eso vine -agrega con los ojos llorosos- para darle el último adiós, y estar un rato con él".