La Jornada Semanal, 2 de enero de 2000



Silvina Espinosa de los Monteros

entrevista con Antonio Muñoz Molina

Distinguir las novelas de la realidad

A Antonio Muñoz Molina (1956) no le interesa escudarse tras la etiqueta del "miembro más joven" de la Real Academia Española de la Lengua, ni en los importantes premios que ha obtenido por novelas como Un invierno en Lisboa, El jinete polaco o la estupenda Plenilunio. Todo lo contrario, tiene una voz grave que contrasta con su gentileza. En su apartamento de Madrid, él y Silvina Espinosa de los Monteros se sentaron a conversar sobre el mundo de la imaginación y el proceso de la creación literaria.

n su más reciente libro titulado Pura alegría (Alfaguara, 1999) comenta con sus lectores la manera en que la experiencia real se convierte en ficción. ƑCómo se da este proceso?

ųA diferencia de la sociología o la historia, lo que tiene la ficción es que siempre trata de lo específico, se basa en la experiencia concreta. La ficción resalta la especificidad de cualquier experiencia. Eso tiene una proyección moral indudable. Es decir, una vida es igual a cualquier otra. Desde luego esa especificidad tiene el reverso de la universalidad y en esa mezcla está la literatura. Si una experiencia es muy específica sólo interesa a quien la está viviendo; sin embargo, la literatura produce algo más: la posibilidad de ser asumida, gozada o imaginada por alguien que no tiene nada que ver con eso.

ų Usted dice que de más joven creía que era necesario dedicar la vida a aprender a escribir novelas y ahora piensa que lo que hay que aprender es a distinguir las novelas de la realidad.

ųEs un trabajo de toda la vida, Ƒno? No me refiero a las novelas que están en las estanterías, sino a las novelas que se forja uno en la cabeza. Es un aprendizaje al que hay que dedicar la vida entera y en el que no hay garantía de éxito. Para distinguir la ficción de la realidad se requiere atención, ironía y la parte de desengaño que da la experiencia. Por ahí dicen que cuando uno es más joven cree en sueños y disparates, pero no. La gente mayor también cree en disparates. Y grandes disparates. Hay que ver cómo ciertas personas se han entusiasmado con los personajes políticos.

ųTambién están los que creen que las actuaciones de las telenovelas son realidad.

ųClaro, pero en última instancia las telenovelas no le hacen daño a nadie, a excepción de los villanos que salen rasguñados por algunas jovencitas en la calle. Las telenovelas realizan hoy la misma función que tenían las novelas baratas que leía Madame Bovary. Con los políticos, la barbaridad es que de repente hay líderes que son unos farsantes y eso es porque se creen novelas, Ƒno? Quizá las grandes novelas para lo que nos sirven es para vacunarnos contra las falsas novelas que nos quieren dar en la realidad. Quienes manejan las palabras saben que pueden servir para mentir y eso te lleva a sospechar del que las maneja.

ųSiendo novelista, Ƒcómo se salva de la ficción?

ųYo pienso que el novelista tiene una relación más profesional con la ficción. Incluso creo que tiene menos pretexto porque ese territorio lo tiene más delimitado. Probablemente alguien que maneja un taxi tiene más confusión entre realidad y novela. No sé. Pienso que depende del novelista, del momento de su vida y de muchas otras circunstancias. Aunque ésa es siempre la cuestión: distinguir entre lo real y lo no real. Saber qué hay debajo de las apariencias, como la puerta que está pintada en el muro y parece una puerta real.

ųƑLa verdad de las mentiras?

ųExactamente.