La Jornada lunes 10 de enero de 2000

CIUDAD PERDIDA Ť Miguel Angel Velázquez

Ť Guerra sucia dentro de los partidos
Ť Cúpula y base: intereses contrarios

En las tuberías de la política de la ciudad, la ingeniería subterránea empieza a trabajar para desazolvar algunos tramos y, desde luego, para llenar de piedritas algunos otros. La etapa de la guerra sucia al interior de los partidos políticos ha empezado.

Para esta parte de la lucha cada uno de los aspirantes hace sus propias cuentas: oferta votos, promete territorios, asegura fidelidades, en fin, todos y cada uno encuentra bondades propias y horrores ajenos.

Pero arriba, en la cúpula de los organismos políticos, la decisiones se tejen a partir de intereses que no siempre empatan con los de los electores.

En el PRI, las cosas se desarrollan en medio de una lucha sorda entre Manuel Aguilera y Jesús Silva Herzog. Si bien es cierto que Aguilera podría sacrificar algunas posiciones con tal de no perder el Senado, donde todos dicen existe un escaño esperándolo, también lo es la fuerza construida por su equipo en los últimos tres años.

Aguilera busca, cuando menos, 50 por ciento de las posiciones en juego, y sus candidatos son gente de experiencia y de fuerza dentro de las propias delegaciones.

En el caso de Silva Herzog las cosas están más complicadas. En la necesidad de imponer a su equipo, Silva busca colocar políticos desconocidos y sin mayor trabajo en las demarcaciones.

Argumenta, entre otras cosas, la supuesta limpieza de su gente, honradez que, por otra parte, no está probada porque muchos o casi todos los señalados por él no han participado en la administración pública desde un puesto de decisión.

Pero tampoco quiere quedarse sin red de protección. Por eso tiene en la mira a la esposa del ex líder de los pepenadores, Guillermina de la Torre. Con ese nombre en Iztapalapa supone alcanzar la mejor oferta del equipo de Manuel Aguilera: el control.

En esa línea podría moverse por algunas otras delegaciones: jalará a los más corruptos, a los más cuestionados, para equilibrar con sus novatos.

De cualquier manera, hasta ahora no hay seguridad en el método de selección, bueno, eso es un decir. Como es sabido, en el PRI quien debe ser será electo por quien debe elegir, y ese elector no es, de ninguna manera, el pueblo.

Por eso el problema es más agudo. Aguilera y Silva se disputan el derecho a palomear; es decir, a imponer a sus candidatos, y aún no hay señales desde Los Pinos o desde el PRI nacional. En ambos circuitos la balanza no se ha inclinado.

Lo cierto es que en 1997 las riendas, tanto de la campaña como las decisiones más importantes durante ese mismo trayecto, se dejaron en manos del equipo de Alfredo del Mazo, quien curiosamente también tenía poco tiempo de haber llegado a México después de cumplir misiones diplomáticas. El resultado fue que el PRI perdió el DF.

Esta experiencia no se borró del todo con el tiempo. Lo mismo podría pasarle a Silva, y de ello están conscientes en todas partes, lo grave es que por el otro lado, Aguilera sólo significa corporativismo y poder para el viejo líder.

De eso, según se dice en el PRI nacional, ya no puede ser la mejor manera para tratar de recobrar la jefatura de gobierno, y no encuentran una opción entre la experiencia y el control de Aguilera y el desconocimiento y novatez del equipo de Silva.

En el mismo CEN del PRI nacional se hacen esfuerzos para lograr un entendimiento entre los dos priístas, ahora distanciados, pero las condiciones de uno y otro para sentarse a la mesa de los acuerdos parece no permitir un diálogo favorable al partido.

Así, la guerra sucia ha empezado. En cada uno de los partidos se establecen diferentes tácticas y se buscan las mejores fórmulas para esta competencia que dará mucha, pero mucha lata a sus organizaciones. Ya veremos.

El cielo de Sky, ennegrecido

Si usted es un suscriptor de la señal Skyya deberá estar a punto de cancelar el servicio, y tiene usted razón.

Resulta que Sky no trasmite los partidos del Mundial de futbol en vivo y directo, como ellos dicen. Desde hace ya algunos juegos de la selección mexicana han dejado a los suscriptores sin el servicio, aunque Televisa, la empresa madre, los trasmita.

Las supuestas explicaciones de la empresa de señal satelital no parecen muy ciertas y como se ve el panorama no sería muy remoto que dentro de algún lapso corto se nos dé aviso de que el futbol es un evento por el cual se debe pagar.

Así que hay que medirle el agua a los elotes y antes del domingo 7 uno deberá desconectarse de la empresa.