MAR DE HISTORIAS

Las vísperas del censo

* Cristina Pacheco *

 

Tendido en la cama, Damián lee el periódico. Junto a la ventana Isabel, envuelta en una bata floreada, se depila las cejas. La música romántica salida de la radio acentúa la placidez que los envuelve.

DAMIAN: (Sin abandonar su lectura) ƑPor qué tienes que depilarte a estas horas?

ISABEL: La luz es muy buena. Además, ni me pelas por estar leyendo el periódico. ƑNo puedes hacerlo a otra hora?

DAMIAN: (Juguetón) No te andes burlando de mí y ciérrate la bata.

ISABEL: (Retadora y muy provocativa) ƑPor qué? Antes te gustaba...

DAMIAN: Y me sigue gustando verte, pero no que te vean otros. (Da dos golpecitos en el borde de la cama) Vente para acá.

ISABEL: Nada más que termine. (Vuelve a mirarse en el espejo) Me falta una ceja. Mientras sigue leyendo tu periódico. ƑQué hay de nuevo?

DAMIAN: Lo del censo. A ver si te pones abusada con el censor. Que te enseñe su credencial, si no ni mais de que le contestes.

ISABEL: Ah, sí, el censo. Ya se me había olvidado. (Abandona el espejo y las pinzas) Ojalá llegue cuando tú estés aquí.

DAMIAN: Está difícil. Ni modo que falte a trabajar. Además Ƒpara qué me necesitas?

ISABEL: Pues para que contestes. Qué tal si me hago bolas. (Se sienta en la orilla de la cama) Nomás no se me dan los cuestionarios y los crucigramas.

DAMIAN: Oye, no creas que el censor va a venir a examinarte como si estuvieras en la escuela.

ISABEL: No soy tan bruta como para creer eso. (Mira con el rabillo del ojo a Damián) Hay cosas que no podré contestar porque no las sé. Por ejemplo: Ƒcuánto ganas?

DAMIAN: Ni yo lo sé. Depende... (Mira el techo) Más bien creo que te preguntarán tu nombre, tu edad, si fuiste a la escuela, a qué te dedicas, si rentamos la pieza, cuántas personas viven aquí, tu estado civil.

ISABEL: (Sobresaltada) Allí Ƒqué digo?

DAMIAN: La verdad: unión libre. (Ve que Isabel se muerde los labios) ƑQué te pasa?

ISABEL: (Duda antes de responder) No sé. Como que voy a sentir feo si otros saben que no somos esposos.

DAMIAN: ƑTú crees que a alguien le importe?

ISABEL: A mí sí. (Se mira la mano izquierda y sonríe ilusionada) Podríamos casarnos.

DAMIAN: ƑPara qué? Nos queremos, nos gustamos, vivimos contentos: Ƒsí o no? (Acaricia el hombro de Isabel) Respóndeme.

ISABEL: (Sin énfasis) No, pues sí.

DAMIAN: (Toma a Isabel por la barbilla y la obliga a mirarlo. Se muestra perplejo) ƑY eso a qué viene?

ISABEL: Pues a que soy una mujer como todas y me gustaría tener cierta seguridad.

DAMIAN: (Alza la mano) Momentito: vamos por partes. ƑHe hecho algo para que te sientas insegura? Siempre que tengo dinero pago la renta, el gasto pocas veces te falta y por lo general duermo contigo. ƑEntonces?

ISABEL: (Camina hacia el centro de la habitación) A mí me gustaría que durmiéramos siempre juntos, aunque no...

DAMIAN: (Divertido y malicioso) šAunque no qué...!

ISABEL: No te hagas...

DAMIAN: (Abandona la cama y se une a Isabel) Fíjate lo que voy a decirte: conozco a miles de cuates que están casados por las tres leyes y no por eso se pasan todo el tiempo con su vieja. Son como los guajolotes: donde los agarra la noche clavan el pico.

ISABEL: ƑSe te hace muy gracioso?

DAMIAN: No, pero tampoco me parece algo tan terrible.

ISABEL: Porque lo hacen los hombres. Pero Ƒqué tal cuando es una mujer la que no va a dormir a su casa? ƑQué dices de ella?

DAMIAN: Pues que anda de puta, eso que ni qué.

ISABEL: (Muy airada) Si eso es lo que piensas, Ƒpor qué me pedías que me quedara a dormir contigo antes de que empezáramos a vivir juntos?

DAMIAN: Por las purititas ganas y a veces, la verdad, porque me daba güeva llevarte hasta tu casa a las 10 de la noche. (Ve descomponerse el rostro de Isabel) Tonta: lo dije de broma.

ISABEL: Tú y tus bromitas.

DAMIAN: (La abraza) ƑNo te das cuenta de que me siento feliz cuando estoy contigo?

ISABEL: Júrame que nunca has pensado mal de mí.

DAMIAN: ƑPor qué habría de hacerlo?

ISABEL: Pues porque me puse a vivir contigo nomás así.

DAMIAN: (Apartándola suavemente) No sabía que te preocupara tanto.

ISABEL: No es eso, pero me gustaría que cuando viniera el tipo del censo pudiera decirle: Isabel Nogueda, diecinueve años, casada.

DAMIAN: (Retrocede unos pasos) O sea que lo único que te interesa del matrimonio es tener un papelito, como quien dice un comprobante, para mostrárselo al censor y que él piense bien de ti.

ISABEL: šClaro que no!

DAMIAN: Pero si acabas de decírmelo. Y por cierto, Ƒqué te trais con ese tipo?

ISABEL: ƑCon cuál?

DAMIAN: Pues con el censor que va a venir. ƑLo conoces o qué?

ISABEL: Damián, pero si ni sabemos quién vendrá. Podría ser una chava.

DAMIAN: Pues sí, pero como todo el tiempo has estado hablando del censor creí que era un amigo tuyo.

ISABEL: ƑCómo se te ocurrió eso?

DAMIAN: Porque me pareció que te preocupaba mucho, demasiado, lo que él pudiera pensar de nosotros.

ISABEL: Te equivocas. Me vale lo que piense la gente. Lo que me importa es lo que siento por ti. De otro modo, Ƒcrees que viviría contigo?

DAMIAN: Entonces, Ƒpara qué comenzaste a chingar con eso de que nos casáramos?

ISABEL: No te lo pedí, nada más comenté que podríamos casarnos. Lo recuerdo muy bien.

DAMIAN: No juegues. Si lo dijiste fue por algo.

ISABEL: (Entre dientes) Maldita la hora en que se me ocurrió hablar...

DAMIAN: Andale, hazte la inocente. (Regresa a la cama y se pone los calcetines) Me cae que todas las mujeres son iguales.

ISABEL: ƑTodas? Has de conocer a muchas como para decir eso.

DAMIAN: Y si así fuera, Ƒqué? Tú no eres nadie para meterte en mis cosas.

ISABEL: Ah, Ƒno soy nadie?

DAMIAN: (Paternal) Ten cuidado de no hacerte bolas, porque te puede salir el tiro por la culata.

ISABEL: ƑMe estás amenazando?

DAMIAN: Tómalo como quieras. Mejor me voy.

ISABEL: ƑSe puede saber a dónde?

DAMIAN: A donde me dé la gana. ƑO qué, no puedo?

ISABEL: Mira, si crees que te voy a rogar...

DAMIAN: Qué bueno que no lo hagas porque si hay algo que me caiga en los huevos son las mujeres arrastradas y rogonas.

ISABEL: (Gimiendo) No es justo que me hables así.

DAMIAN: Tampoco es justo que quieras casarte conmigo sólo para quedar bien con el cuate del censo. (Se encamina a la puerta) Cuando venga y te pregunte por tu estado civil le dices que eres soltera y libre de largarte con quien te dé la gana. Ahí nos vemos.