La Jornada Semanal, 6 de febrero del 2000



Fabrizio Mejía Madrid

TIEMPO FUERA

Mujeres al borde de un ataque de serbios

Gloria Trevi es el signo de nuestras liberaciones simuladas: la mujer fuera de control, desgreñada, auténtica e infantil que pasa de hacer un berrinche a quitarle el cinturón a un expectador para que, luego, la realidad la desmienta. Hoy Gloria Treviño no aparece más que como la sumisa regiomontana de un hombre que quería ser Presidente de la República y que, en descarga porque su hermano llegó de la locución al senado -dice una revista de TV-, fundó un harem. Al final, sus simulaciones dejaron intacto el poder y las ``carceleras de Sergio Andrade'', hoy en procesos penales, parecen defender casi en estado de hipnosis las reglas de su secta. Ninguna imagen nueva de la mujer fue inventada en los líos de la corrupción de menores, la hipocresía de las familias que cobraban por dejar que les secuestraran a las hijas, las historias húmedas (``Las orgías de Sergio'', se llama el nuevo sitio de Internet) cuando todo lo que vemos son clones de la misma chica tras las rejas de prácticas. ¿Qué la obligaría a hacer Sergio? Nada que no sepamos por el cine. Las mujeres en México sólo tienen seis nichos asignados: vampiresas, solapadoras, guardianas de la moral, madres, ebrias o víctimas. Nada en el caso de las mujeres de Andrade demuestra que destruyeran alguno de ellos. Si acaso, los transitaron todos. Y esto nos habla, creo, de las simulación con la que teatralizamos la libertad que jamás llegó. Finalmente, Gloria Trevi es una de estas mujeres del norte modernizado quien, buscando sus propias fantasías, se encontró con la pura agresión.

El 25 de febrero de 1997, un grupo de radio aficionados de banda civil descubre en Lomas de Poleo, Ciudad Juárez, los restos de cuerpos a 200 metros a la redonda. Una bolsa de un centro comercial tenía parte de la tráquea de un esqueleto y un sostén color blanco. Mas adelante se encontró el cráneo de la víctima con un diente de platino con la letra ``R''. En otro lugar estaba parte de la columna vertebral, la pelvis y partes de una pierna. Localizaron unos zapatos deportivos color negro que todavía tenían dentro restos del pie. También se localizó un pantalón de mezclilla ya deslavado, talla 5, marca Capricio, además de un pantalón azul y un sostén y una sudadera roja destruidos. Entre la maleza estaba otro cráneo y a unos cuantos metros parte de una mandíbula. El jefe de los servicios periciales César del Hierro informó que eran tres mujeres. Una de ellas puede ser Raquel Lechuga Macías, ensambladora en la planta Esexx, desaparecida el 31 de diciembre de 1996 cuando salió del trabajo.

Lo fantasmal: de los 205 casos oficiales de mujeres asesinadas entre 1993 y 1999, cincuenta y cinco de ellas están registradas como ``desconocidas''. Son parte de las mil solitarias que a diario llegan a Ciudad Juárez para trabajar en las 300 maquiladoras que dan empleo a más de un cuarto de millón de personas. Dejan atrás sus pueblos empobrecidos, se cambian el nombre (las identificaciones falsas para conseguir trabajo siendo menores de edad), el aspecto, las aspiraciones. Pero se topan de frente con los descuartizadores en Lote Bravo, el campo deportivo Pémex, Lomas Poleo, la Avenida Casas Grandes y la Carretera Panamericana. Es casi imposible identificar sus cadáveres, a lo cual colaboran, también, los coyotes que las muerden en el desierto. El 3 de octubre de 1995, la policía descubrió una lógica en la locura: arrestó a Abdel Latif Sharif, un químico egipcio que la Midlands Company comisionó a Ciudad Juárez, a pesar de tener acusaciones de violación en Texas y Florida y haber purgado una condena de seis años. Pero los homicidios continuaron. El 14 de abril de 1996 atraparon a ``los Rebeldes'', una banda de violadores asesinos a quienes Sharif supuestamente pagaba desde prisión para que le trajeran las bragas de las víctimas. Pero los homicidios continuaron. Más mujeres fueron asesinadas en 1998 que en ningun otro año desde 1993: cuarenta y dos. Luego vino la detención de ``los Choferes'', un grupo de cinco violadores comandado por Jesús Guardado ``el Tolteca'', que violaban y mataban a las empleadas de las maquiladoras a quienes llevaban a sus casas en el tercer turno. Pero los homicidios continuaron. En 1999 se presentaron veintidós. Hay un cambio: cada día se presentan menos en lugares descubiertos. Ahora se realizan dentro de casa y por los maridos. El golpe de Estado se ha dado dentro de la recámara.

De acuerdo con los datos de la Procuraduría de Chihuahua, una denuncia de violencia contra mujeres se registra diariamente, ochenta por ciento de ellas perpetradas por miembros de la familia. Anabel Hernández González, de 14 años, quien había pasado la noche con su novio, le dijo a sus padres que la habían secuestrado unos hombres para matarla. ``Eran serbios'', juró. La historia terminó en la estación de policía y, tras algunas averiguaciones, Anabel confesó que todo era una mentira para que su padre no la golpeara por ``guila''. Había preferido a los violentos fantasmas de afuera que a los de adentro.