* PARABOLA

* Emilio Lomas M. *

* Sobre números y cuentas

La estrategia gubernamental de ampliar los plazos de vencimiento de obligaciones con el exterior sin duda aliviará la pesada carga que representa la deuda pública externa en este año electoral, pero en términos reales, ésta no dejará de ser el punto débil de la economía mexicana.

La factura que deberá enfrentar el presidente electo en materia de deuda externa podrá saldarse dándole continuidad al plan de ampliación de los plazos de vencimiento iniciado en el gobierno zedillista, es decir, postergando el pago de los intereses y en consecuencia perpetuando más los adeudos. Otra opción podría ser cubrir los agobiantes compromisos en los plazos ya establecidos, de ser posible, esto derivaría en un incremento del gasto destinado a este rubro, e implicaría frenar el destino de recursos a otros sectores, como el social. Hasta septiembre de 1999 la deuda pública sumaba 83 mil 148 millones de dólares, monto equivalente a 17.5 por ciento del producto interno bruto (en 1998 la deuda fue de 82 mil 222 millones). En este año México sólo deberá saldar 2 mil 482 millones de dólares y cuenta con reservas internacionales por 31 mil millones, lo que garantiza amortizaciones manejables. Esta situación que en términos macroeconómicos coloca a México en un nivel por arriba del resto de las naciones latinoamericanas en cuanto a la calificación de deuda, ha derivado en la atención de diversas calificadoras que podrían emitir un fallo favorable a México, lo que elevaría el grado de inversión en el país. Sin embargo, la calificación que puedan emitir las calificadoras queda subordinada a la disciplina fiscal y la mejora del sistema bancario. Respecto a la primera, la política ya ha sido diseñada por el banco central, que optó por mantener una línea restrictiva a fin de cumplir las metas económicas, entre las que destaca un déficit fiscal de uno por ciento. Por otro lado, al rescate bancario, aún sin ser concebido como deuda interna, ya se le ha dado el trato como tal, y el saldo de los intereses será cubierto con dinero del erario, además de que están por concretarse las fusiones que habían quedado pendientes.

Así las cosas, todo apuntaría a que el país cuenta con números positivos para la transición del año electoral. Pero de la apariencia que los números a nivel macroeconómico puedan reflejar al hecho real que viven los mexicanos a nivel interno, aún existe una brecha enorme.

En la pasada reunión de ministros de Finanzas del Hemisferio Occidental, el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, reveló que a pesar del crecimiento económico que se observa en indicadores como el PIB, la derrota sigue latente por el incremento de la pobreza. Los datos fueron contundentes, el destino de 3.5 por ciento del ingreso para los grupos en extrema pobreza, en comparación con el 55 por ciento para los más ricos, continúa polarizando la distribución de la riqueza, principal motivo de inconformidad social. Y es que si bien es cierto que las calificadoras internacionales podrían otorgar una marca positiva al país como resultado de su buen desempeño a nivel macro y de su excelente cumplimiento de compromisos con el exterior, no se debe desestimar la existencia de factores sociales, derivados de las políticas restrictivas, que amenazan la estabilidad macroeconómica y que ni el blindaje financiero podría detener. Al pago anual de alrededor de 3 mil millones de dólares de deuda pública, a la polarización de la distribución del ingreso y el rescate bancario que representan casi 20 por ciento del PIB, se aúna un conflicto social pendiente en Chiapas, una guerrilla en Guerrero y un rezago en la educación pública que no termina con la detención de los paristas de una huelga que se prolongó durante nueve meses. Ante este escenario, la calificación que se le pudiera dar al país sólo podría derivar en vítores fugaces.

Melée

Eventualmente será en esta semana o a más tardar la próxima, cuando en Pemex se anuncie que todos los directores del corporativo serán removidos de sus cargos. Se trata de concluir el proceso de restructuración de la paraestatal para que ''no quede huella'' de nada de lo que ahí se va a hacer en materia de política electoral... Y parece ser que no será el único cambio en las oficinas paraestatales, pues se rumora fuertemente que en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y en Luz y Fuerza del Centro también habrá cambios, en virtud de que no han respondido a la petición presidencial de ingresar capital privado a dichas empresas... Y también parece que una enfermedad dejará sin gobernador a la entidad más poblada del país.

 

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