La Jornada martes 8 de febrero de 2000

José Blanco
La UNAM desfallece

La universidad desfallece mientras múltiples actores políticos riñen pensando en la distribución del poder en el país el próximo mes de julio, y/o en la UNAM en el próximo futuro. Los medios forman parte de este drama atroz.

Muchas cosas en la nación están en juego en la disputa por la universidad, pero su "salvamento", con tantos "salvadores", tiende en conjunto a despeñarla sin remedio. Más allá de la conciencia de todos los actores, la contienda política gira en torno a la vía por la cual este país ha de formar a su segmento dirigente en todos los ámbitos de la vida social.

Una vía democrática para formar a ese segmento, o una vía oligárquica. Tal es el desiderátum.

La privatización de la educación superior en México es un hecho inapelable. Nada lo detendrá. Pero es imposible que ello ocurra por la vía de convertir en privadas a las universidades públicas. Menos aún a la UNAM. La vía está en marcha: la creación de más y más universidades privadas. Pero también: nunca hubo un agente privatizador más eficaz que la huelga del CGH.

ƑPor cuál vía México formará a sus cuadros dirigentes? Si termina imponiéndose la calidad de los egresados de las universidades privadas en las posiciones de dirección, el camino que se impondrá será la vía oligárquica: una reproducción aristocrática de la élite dirigente.

Si la universidad pública de alta calidad, con una visión social y de Estado, logra prevalecer en el largo plazo, tendremos una vía democrática de la formación del grupo dirigente. Si hacemos de la máxima casa de estudios una universidad populista de pase automático, tendremos egresados subordinados al grupo dirigente formado por vía oligárquica.

La responsabilidad de la UNAM es construir un modelo de educación superior pública capaz de formar en lo fundamental al grupo dirigente. Esto sólo se alcanza con la más alta calidad académica. Una universidad para el "pueblo", donde todos puedan ingresar y ser promovidos sin problema, es suicidio para el pueblo. No erremos.

La UNAM desfallece en el batido de la batalla informativa. Una parte de los medios todo lo han trastocado: han ocultado con engañifas que una mayoría de universitarios en activo decidió en el plebiscito del 20 de enero terminar con el paro e ir al congreso a reformar de fondo la institución y, apoyándose en el propio CGH como fuente de "información", convirtieron la invitación del rector a los alumnos a celebrar asambleas para hacer valer los resultados del plebiscito, en una invitación a "recuperar la instalaciones, provocando el enfrentamiento entre universitarios".

No, los incidentes ocurridos antes del 1 de febrero fueron originados por las barricadas montadas por el CGH, que "prohibieron" a los estudiantes entrar a los auditorios de sus escuelas. Todo ocurría como si los miembros del CGH fueran los dueños de las instalaciones. No, alumnos no paristas tienen exactamente los mismos derechos que los paristas a celebrar asambleas en sus escuelas. Fue la exclusión por la fuerza, montada por el CGH, la que produjo esos incidentes.

En la Prepa 3 el incidente llegó al drama. Los alumnos de ese plantel fueron a entregar al comité de huelga los resultados de su asamblea. Ese resultado era su voluntad mayoritaria de levantar la huelga y entregar las instalaciones a la autoridad universitaria.

Algunos medios, apoyándose en el decir de miembros del CGH, convirtieron su agresión artera en "violencia policiaca" contra los paristas. No, la violencia ocurrió antes de la intervención de la fuerza pública, y consistió en una agresión implacable contra trabajadores que cumplían su obligación de resguardo de las instalaciones, como cualquiera que quiso pudo ver en las escenas televisivas: los únicos heridos fueron esos trabajadores.

La violencia cesó cuando la fuerza pública intervino. No es posible cambiar la realidad con proclamas. Todos hemos perdido. La recuperación de las instalaciones el pasado domingo no equivale al rescate de la UNAM.

Qué lejos. Ahora viene el tramo más arduo y largo de su reconstrucción. Entendamos y acordemos, sin maximalismos, en un marco de leyes y normas académicas. Amnistía y reconciliación, son ahora indispensables. Atendamos a cada argumento en sus propios méritos; desechemos ya el argumento ad hominem. La UNAM desfallece; el congreso nos espera para rescatarla.