Antesala

De la liviandad y la delicadeza. En poesía, ¿cómo puede uno desnudarse y a la vez aparecer vestido hasta el huesito? ¿Es que las palabras visten y el significado desviste? Estas preguntas me saltan al teclado cuando repaso a saltos el libro más reciente de nuestra amiga y colaboradora, la poeta Pura López Colomé, Eter es. La delicadeza, la fragilidad, la economía de palabras, la manera que tiene Pura de llegar de puntitas a la factura desnuda del poema contrasta con el violento y desgarrado espíritu que late y está al acecho en el continente sumergido del significante. Digo desgarrado porque ese espíritu se sumerge en las oscuras aguas del misticismo para después chapotear en el pantano del dolor de ser. Las claves para leer a Pura no sólo se encuentran en sus poetas de lengua inglesa favoritos -a la mayoría de los cuales ha traducido-; su poesía, piensa humildemente este antesalista, está hecha de mensajes lanzados en una botella, que esperan que el azar de las mareas juegue a su favor para encontrar a sus pares, quienes inmediatamente los descifrarán. Quizás usted, inteligente lector(a) que aún cultiva el don de leer y de comprender lo que lee, encuentre que la sutileza y la valentía de Pura le resulta de una afinidad casi familiar. Por ello lo invitamos a que asista a la presentación del poemario Eter es, de Pura López Colomé, editado por la Dirección General de Publicaciones del Conaculta en su excelente colección Práctica Mortal. La cita es en el Café Bar Las Hormigas de la Casa del Poeta (Alvaro Obregón 73, col. Roma), este jueves 17 a las 20 hrs. Participarán Fernando Solana Olivares, Luis Cortés Bargalló y la mismísima Purísima, a quien -como ya es costumbre en esta Antesala- le mandamos un sonoro beso que sabe a admiración. Allá nos vemos.

Sólo para fotógrafos en ciernes. Saúl Serrano, fotógrafo que ha transitado por el CCC, el Centro Cultural Arte Contemporáneo (durante once años) y el Museo de Culturas Populares, fundó hace más de un año el Centro de Arte Fotográfico, donde se imparten cursos semestrales y talleres para formar lo que él llama fotógrafos integrales, es decir, aquellos capaces de abordar ``la imagen como técnica, como cultura y como creación''. La idea de Saúl, que nos parece excelente, es no sólo capacitar a los(as) alumnos(as) con una alta calidad técnica, sino también darles un marco cultural que abarque el trabajo de los grandes fotógrafos que en el mundo han sido. Muchos pensamos que a la fotografía apenas se le empieza a dar el estatus de quehacer artístico y qué mejor que preparar fotógrafos cuyo enfoque dé por sentado que la cámara es un medio al servicio de la mirada del(la) artista. El centro imparte cursos para fotógrafos(as) principiantes, intermedios y avanzados. Los requisitos son exigentes: requieren solicitud y entrevista; estudios mínimos de preparatoria, en curso o terminada; los intermedios y avanzados deben mostrar portafolios fotográfico, pasar entrevista y llenar cuestionario; y, claro, caerse cadáver con su inscripción y mensualidad. Este semestre (febrero-junio) está empezando. Sin embargo no se desanime, lector(a) que siente en este momento que su vocación se le alborota: llame al teléfono 5687-0310 o vaya directamente al Centro, en Insurgentes sur 953, 2¡ piso (esq. Pensilvania), col. Nápoles, y diga que vio esta Antesala. No le harán descuentos ni lo tratarán mejor (a todos los tratan bien) pero me harán quedar muy bien con Saúl y él se pondrá tan contento que a lo mejor hasta se le cura la salmonelosis galopante que lo agarró por andar comiendo vitamina T en la calle.

Póngase hasta el IFAL/en su velada musical. Este verso sin esfuerzo lo conmina a usted, lector(a) que cuando se pone hasta el quequis incluso habla francés, o así le parece, a que asista para disfrutar una agradable velada con música de Bach, Villalobos, Ponce y Brower, interpretados por el guitarrista clásico Mario Ernesto García Hurtado, mientras usted le entra a las botanas y el generoso licor en El bistro del IFAL. El numerito se llevará a cabo el miércoles 16 a partir de las 20 hrs., y hasta que el cuerpo aguante.

Aviso urgente para Mexicali, Baja California. Lectores(as) mexicalenses, no sé si tengan ustedes muchas cosas que hacer en su patria chica, además de cuidarse del clima, votar por el PAN y leer esta Antesala, pero les recomiendo que asistan al Tercer Tour de Cine Francés que ya llegó al terruño desde el sábado 11 y durará hasta el 17. Las siete películas que van en el tour están superrecomendables, sobre todo, según nuestro crítico de cabecera Luis Tovar, Mujer en venta (A vendre) de Leaticia Masson, El placer de la seda (Le cri de la sole) de Yvon Marciano (se oye cachonda, ¿no? Pues lo está) y El pulpo (Le poulpe) de Guillaume Nicloux. Sin embargo las otras, Louise (Louise take 2) de Siegfried, Mañana será otro día de Bertrand Tavernier, Paparazzi de Alain Berbérian y Vida de perros de Alain Chabat, también están chidas. Corran, pues, al Cinépolis Mexicali y olvídense aunque sea por dos horas de que viven tan lejos de Dior (Christian) y tan cerca de los Estados Unidos. Orale.

Carlos García-Tort
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Bazar de asombros


``EN TORNO DE UNA MESA DE CANTINA''

Todos los lunes, la sección titulada ``Por mi madre, bohemios'' (hace poco hice un ``muestreo'' y sólo uno de los encuestados supo que el autor del poema inspirador del título fue el bardo Aguirre Fierro), dirigida por Carlos Monsiváis desde hace chorrocientos lustros, aumenta el número de sus colaboradores. Lo esperpéntico de sus declaraciones, hechas a diestra y siniestra, cada día adquiere una mayor perfección. Debo reconocer que todos los lunes me aproximo al estado de éxtasis ante una impecable bestialidad de los directivos de Provida o ante la alabanza a la voluntad democratizadora del sistema. El Cardenal Sandoval y el impresentable obispo Cepeda son otros asiduos contribuyentes de la sección y unos brillantes documentadores de nuestro optimismo. El pleno del Episcopado Nacional, salvo unas pocas, poquisímas excepciones, proporciona temas jugosos, obsesiones y represiones que serían clamorosamente cómicas si no fueran, como lo son, tétricamente enfermizas.

Este registro semanal de tonterías, torpezas, manifestaciones de racismo, sexismo, autoritarismo, porfirismo endémico, intolerancia, servilismo, chabacanería, vulgaridad, obscenidad, superchería, ignorancia clamorosa, marrullería politiquera y rabioso fundamentalismo, toma el pulso del acontecer diario de nuestro país y exhibe las monstruosidades, convertidas en datos de la normalidad, que producen, con cada vez más alarmante frecuencia, las llamadas, generalmente por ellas mismas, ``figuras públicas''. Por ejemplo, hace unos días la señora Sauri declaró con arrogante aliento porfirista, que ``solo el PRI está capacitado para gobernar este país'' (lo dicho por el presidente Zedillo en Davos cierra todas las puertas y deja fuera todas las esperanzas. A esto ya no lo cambia nada ni nadie: Lasciate ogni speranza). Ante tamaña prepotencia, todos los partidos y los consejeros del IFE interesados genuinamente en la reforma democrática (no lo están todos los que son) y los críticos de la vida política, deberían renunciar y aceptar que la señora Sauri y sus súbditos nos sigan gobernando pues, al fin, desde el principio fuimos hechos para callar y obedecer. Por su parte, algunos de los líderes de la oposición muestran un notable empeño por alejarse del triunfo electoral. En este panorama, la derecha con sus vulgaridades fundamentalistas y la izquierda con sus conflictos internos, sus discolerías y sus resabios de la cultura priísta, le están ayudando a la señora Sauri y fortaleciendo sus compulsiones monopolísticas. En fin... la moral y la política nunca han caminado juntas en nuestro país y, en el fondo de todas las especulaciones sobre el porvenir de la democracia, se escucha el eco de la terrible frase de don Fidel Velázquez, maestro en maniobras corporativas o en contundencias, según el caso: ``Llegamos al poder por la fuerza de las bayonetas. Sólo con ellas nos lo quitarán.'' Muchas cosas han pasado, algunas han mejorado (la libertad de prensa, la radio), otras han empeorado, y la democracia electoral se ve amenazada por las trampas cibernéticas y la compra de votos. Por otra parte, el cinismo es tan abrumador que la mayor parte de la población ya no lo registra o lo considera como algo totalmente normal.

Para documentar estas monstruosidades, estas graves enfermedades morales, esta predominancia de la tontería, el lugar común, la demagogia más barata y los trallazos de la intolerancia, está la sección que coordina Carlos Monsiváis y que glosa con humor urgente la desatada cursilería que gira ``en torno de una mesa de cantina'' y en ``una noche de invierno''. Lo malo es que ya ni los bohemios departen regocijadamente. Están igual de enojados, humillados, ofendidos y desasosegados que el resto de la población.

Perdida la coherencia, la República oscila entre el autoritarismo de la clase política tradicional (astuta y marrullera como ella sola) y la prepotencia de los nuevos tecnócratas que piensan en números y escenarios virtuales y no en personas humanas. Supongo que los miembros de estos grupos que representan posturas diferentes, pero capaces de unirse en los momentos de peligro para el sistema, leen puntualmente ``Por mi madre, bohemios'' y respiran aliviados al percatarse de que ``no salieron''. Me dice un amigo que algunos no se dan cuenta de la burla. No lo creo, pero sí pienso que muchos de los citados y glosados en la sección, al ver sus nombres, operan un peculiar mecanismo de defensa y se quedan tan tranquilos. (Esto no tiene importancia, pues lo que vale son los lectores y no los autores de las estupideces y las desmesuras). Así lo demuestra el hecho de que la sección cuente con colaboradores tan asiduos como el señor Serrano Limón, anticondonista emérito, el señor cardenal Sandoval, macho y mariachero despendolado, el licenciado Labastida, candidato del PRI pésimamente asesorado en materias declarativas, el señor Fox, candidato del PAN y desenfrenado lenguaraz y otros políticos de diversos partidos.

Muchos odios y resquemores se alzan en contra de la sección y de su coordinador y esto significa que se cabalga en medio de los ladridos de canes de todos los colores y de los más variados colmillos. Por el bien de la República debemos pedir a los dioses que todos los lunes siga saliendo en La Jornada ese necesario ejercicio de pensamiento crítico. Desde ahora sabemos que ha sido, es y será uno de los hitos fundamentales del periodismo mexicano.

Hugo Gutiérrez Vega
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CONFIGURACIONES

Hugo Hiriart

Rituales funerarios (III)

Aquiles mató a Héctor en combate singular. Simone Weil en su ensayo La Ilíada, poema de la fuerza, define ``fuerza'' como ``aquello que hace cosa a cualquiera que cae bajo su poder o influencia''. El verdadero protagonista de los cantos de Homero es esta fuerza. Un humano no es nunca una cosa, la manera más directa de hacerlo literalmente cosa es, claro, matarlo. El cadáver es cosa. La otra manera directa es reducirlo a la esclavitud. El esclavo, privado de voluntad personal y de todo derecho, es también cosa, cosa viviente, si tal paradoja puede admitirse. Se abre ante nosotros ese reiterado horror de la antiguedad que sentimos al leer la consabida frase: ``mataron a los hombres y las mujeres y los niños fueron vendidos como esclavos''.

Pero en el vertiginoso mundo de Homero, la fuerza acecha a todos por igual, grandes y pequeños, débiles y poderosos: Héctor, el matador de hombres, el poderoso Héctor, es ahora cosa y esa cosa, ese cadáver, lo tiene Aquiles, que no quiere devolverlo y amenaza con echarlo a los perros. Si el cadáver de Héctor no es quemado conforme a los rituales funerarios establecidos, la psique del guerrero, su alma, está condenada a vagar sin descanso y a no entrar al Hades. Tal es el planteamiento del canto final, el 24, de la Ilíada.

Se podría llamar ``Príamo suplicante'', porque de eso trata. Zeus mismo le hace saber a Príamo que ha de ir él solo a rogar a Aquiles que le devuelva el cadáver. Pero no sólo ha de rogar, también ha de llevar regalos. Los mexicanos somos suspicaces hacia este tipo de negociaciones dadivosas. Nos recuerda el soborno alegre o mordida. Para Homero, no, está en las reglas. Dice así Homero: (Príamo) ``abrió las bellas tapas de las arcas y sacó doce magníficosÊvestidos, doce mantos simples, otros tantos tapices, otras tantas blancas capas y además otras tantas túnicas. Sacó y pesó diez talentos de oro en total, dos fogueados trípodes, cuatro calderos y una copa bella que los tracios le habían procurado, cuando fue en embajada, como precioso galardón''. Estos son los regalos que el padre afligido y desolado va a dar al matador de su hijo, a fin de ablandar su corazón y recobrar el cadáver.

Una de las características más señaladas, y deliciosas por completo, de la Ilíada es que Homero lo dice todo. No se cansa de describir, es muy visual, y los cuadros son detallados, no se salta nada. ¿Qué hace Príamo con estos regalos? Primero que nada, regaña a voces, muy enojado, a nueve de sus hijos varones ahí presentes (Príamo tuvo, con Hécuba, cincuenta hijos varones, entre ellos Polites ``bueno en el grito de guerra'', extraña especialidad), y les dice cosas horribles como: ``Dense prisa, viles hijos, ruines. Ojalá a todos juntos en vez de a Héctor los hubieran matado junto a las veloces naves''. Eso es estar enojado, a fe mía. Y los hijos ``temerosos de los denuestos de su padre, sacaron una carreta de mulas, de buenas ruedas, bella, por primera vez claveteada, y ataron encima un cesto de mimbre. Descolgaron del clavo el yugo para las mulas, de madera de boj, provisto de un resalte, bien ajustado con anillos. Sacaron también con el yugo de nueve codos su correa. Lo colocaron con cuidado sobre el bien pulido timón en el borde de la lanza y metieron el anillo en la clavija. Con tres vueltas de cada lado lo ataron sobre el resalte y luego lo anudaron al soporte y remetieron los cabos de la coyunda. Sacaron todo de la habitación y sobre el bien pulido carromato apilaron los inmensos rescates en pago de la cabeza de Héctor. Uncieron los mulos, de sólidas pezuñas, que laboran con arneses, espléndido obsequio que los misios habían regalado a Príamo''.

He leído varias veces el pasaje anterior, pero no logro visualizar la operación tan minuciosamente descrita (la edición de la Biblioteca Clásica Gredos, 150, trata de explicarla en una nota al pie, que tampoco entiendo: ``meten el anillo que tiene el yugo en el centro (?) dentro (?) de la clavija del timón''). No importa, para mí este pasaje es muestra clara de la naturaleza del arte de Homero: su nítida transparencia, su claridad y precisión dignas de un Fra Angélico, un Mantenga, un Boticcelli. Nada está en la sombra, todo es lo que es, nítido, bien dibujado, exacto. De los mulos, por ejemplo, tiene que informar Homero que son regalo de los misios (¿qué pueblo era ése?), como si tuviera miedo de dejar algo en el aire, sin precisar. ``Decirlo todo'' parece ser la consigna estética.

Y bien, allá va el cargado carromato chirriante, tirado por los mulos ``de sólidas pezuñas'', ¿y qué va a suceder? La Ilíada, que arranca con la cólera de Aquiles, una emoción, la cólera, desembocará en la compasión de Aquiles, la compasión, otra emoción. Porque Aquiles, conmovido por el viejo (¿y seducido por los regalos?), devuelve el cadáver de Héctor. El tema de la Ilíada no es la guerra de Troya, que duró diez años y cuyo desenlace no figura en el poema, sino la trayectoria moral del héroe Aquiles, de la furia a la compasión. Y es admirable cómo anuda el viejo Homero todos los cabos.