VIERNES 18 DE FEBRERO DE 2000

* Los rude kids corearon y bailaron las canciones de su primera producción


...Y vino la sentencia: La Tremenda Korte salió victoriosa de su juicio

Los skaseros, insaciables, slamean las rolas del disco Venga la sentencia. Arriba, Manuel, el vocalista n Fotos: JosŽ Nœ–ez Jorge Caballero * Después de abrirse camino durante cinco años en el circuito underground y con una ola de fans cautivos, La Tremenda Korte presentó su primera producción discográfica, Venga la sentencia, en el salón Los Angeles. El veredicto del público fue unánime: victoriosos.

Los rude kids, ataviados con cascos de motociclistas, gogles, pasamontañas, pelos multicolores, camisetas de equipos de futbol y diferentes tipos de ropa holgada, encontraron en el grupo Ginkgo Biloba, encargado de abrir las hostilidades, lo que debe de ser, cabalmente, un grupo abridor. Con sus éxitos Tolocheska, Mota de Bogotá y Hierbabuena puso a slamear a gran parte de los asistentes. Ginkgo Biloba terminó su actuación de una manera digna. El público les aplaudía y les pedía otra, pero el sonido del lugar puso una rola que menguó los ánimos para pedir más. El vocalista del grupo, Checo, dijo: ''Hemos sentido bien la respuesta de los chavos, la hermandad de los chavos en el skanking, como lo llaman los viejos maestros del ska".

Pasadas las 18:00 horas subieron al escenario el grupo de rock and roll Los Gatos, que no fueron muy bien recibidos. En cuanto sintieron la hostilidad de los implacables rude kids, el guitarrista acústico dijo a la mitad de su primer rola: ''Banda ska, estamos aquí y los respetamos''. Al término de esa misma rola el contrabajista se encaramó en su instrumento y dijo como justificación: ''La Tremenda nos invitó y estamos muy contentos'', pero sólo algunos, los que permanecían recargados en la barra de contención, se animaron, los demás mentaban madres y emitían el horrible coro šuleeeros!

En el segundo cover de Los Gatos, la mayoría permanecía sentada en el piso del salón. Se escuchó un grito irónico que pedía Los skaseros, insaciables, slamean las rolas del disco Venga la sentencia. Arriba, Manuel, el vocalista n Fotos: JosŽ Nœ–ez ''una de Enrique Guzmán''. A cada rola se llevaban chiflidos de desaprobación. Cundo entonaron la rola Misirlou, de la banda de surf Dick Dale and His Del-Tones, lograron menear más cuerpos, aunque les faltó que deshicieran más las guitarras.

 

Tremebunda presentación

 

Los 25 amplificadores aguardaban la actuación del grupo estelar. Por ahí se vio a algunos integrantes de Panteón Rococó, Salón Victoria y a Joselo, de Café Tacuba. Los skaseros se mostraban impacientes y gritaban: "šTremenda! šTremenda! šTremenda!". La luces se apagaron y aparecieron los diez músicos de La Tremenda Korte, algunos con trajes mitad negro y mitad blanco, otros con un atuendo a cuadros negros, blancos y rojos, sombreros, cabello pintarrajeado. Una decena de fotógrafos se apostó frente a la agrupación.

La Tremenda Korte se presentó para someterse a su primer juicio, luego del lanzamiento de su disco. Comenzaron con el track número uno de la producción, Condenado a muerte. Desde las primeras notas los rude kids empezaron a saltar y corear la rola. Apareció una chica/ arpía/ perra vestida con guantes, medias, minifalda, blusa de encaje y botas, todo en color negro. Derramó lascivia, restregó sus gracias en los músicos. El público aulló. Explotaron fuegos artificiales. El concierto se prendió.

Le siguió Casimiro Miramontes. Manueloko, voz, y Moroco, bajo, arrojaron carteles con la portada de su disco. Comenzó un slam dance, que a partir de ese momento sería continuo/ incansable/ interminable. Los clavados traspasaron por mucho la barra de contención. La seguridad se agandalló con los bailarines. Manueloko les pidió más cordialidad. Uno logró colarse arriba del escenario. Besó al vocalista y se retiró. Las barras quieren ceder. La euforia es general.

Mientras interpretaban la rola Wako, apareció un enmascarado y se lió a golpes con unos delincuentes. Les dio mate con una espada tipo samurai. Los estrobos dramatizaron más la pelea. Se escucharon unas explosiones y el ambiente olió a pólvora. La energía de los rude kids se desbordó; en saltos, cuerpos móviles se extendían/ expandían en todo el inmueble.

Príncipe león llevó dedicatoria especial a Carlos Salinas. En los espacios en que la voz y los metales no participaban, los músicos iniciaron bailes marcado/coordinado acompañado del bajo y la guitarra. Nadie estaba en la barra. En País de las maravillas explotaron dos rehiletes. Un clavadista avanzó unos tres metros sobre las cabezas de la masa. Otras de las rolas con dedicatoria especial fue Usurero mundial, dedicada al FMI y el BM, "porque están desmadrando la UNAM y el CGH''. La tremebunda abandonó el escenario, pero el público pidió Tres patines. Salieron otras vez a escena e interpretaron Llorar, una rola desgarradora, y el sentimiento juvenil se presentó. Las parejas se abrazan, para luego iniciar otra vez el baile con Cine star y concluir con la más pedida, Tres patines.

Apareció otra vez la arpía y se despojó de su blusa de encajes y queda sólo en brassiere. El público rugió. Los rude kids querían más pero ya se acabó el repertorio. Manueloko dijo "nos vamos a chingar otra", y tocó la rola con la que abrieron, Condenado. El salón Los Angeles está ardiendo con la música de la tremebunda, pero ese no constituía ningún delito. Por el contrario: era la mayor prueba de descargo para que el público les diera el veredicto: victoriosos.