Cáncer: el gran reto del siglo

Luis Benítez Bribiesca

El 4 de febrero se realizó en París la Cumbre Mundial de Lucha contra el Cáncer. Un grupo internacional de oncólogos encabezados por Daviod Khayat, del hospital Petie-Salpetriere, y Gabriel Hortobagyi, del Centro Cancerológico MS Anderson, se reunió para firmar la Carta de París, cuyo objetivo central es ganar la batalla contra ese padecimiento mediante un esfuerzo conjunto que comprometa a todos los países del orbe.

El cáncer es una enfermedad que ha alcanzado proporciones pandémicas. En las naciones industrializadas, así como en muchos de los países en desarrollo, ese padecimiento ocupa ya la segunda causa de morbiletalidad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que dentro de 20 años la incidencia de cáncer en el mundo podría alcanzar la sorprendente cifra de 20 millones de casos anuales. Lo más alarmante es que casi 70 por ciento de ellos aparecerá en países con recursos menores a 5 por ciento de los que disponen los del primer mundo.

Resulta paradójico constatar que la morbilidad y mortalidad debida a ese padecimiento puede, en teoría, reducirse considerablemente mediante estrategias de prevención y diagnóstico temprano, que en la mayoría de los países no han sido aplicadas. Se sabe, por ejemplo, que ciertas infecciones virales, muchas potencialmente prevenibles, son causa de 15 por ciento de los cánceres en el mundo, pero entre 22 y 25 por ciento de los que se presentan en países en desarrollo.

Es indudable que la investigación biomédica, particularmente la genética molecular, ha tenido avances espectaculares en los últimos 25 años para deshilvanar la complejidad de los mecanismos genéticos que tienen lugar en el proceso neoplásico maligno. Sorprende, sin embargo, que todo ese alud de conocimiento todavía no pueda aplicarse al tratamiento etiológico de la mayoría de los cánceres. Se requiere la transición más amplia del laboratorio a la investigación clínica.

cancer1 El padecimiento representa la mayor complejidad a la que se enfrentan los investigadores biomédicos, pero es la única senda por la que se encontrará la solución. Por lo pronto, el enfermo canceroso requiere atención especial y polivalente. Necesita acceso a los mejores centros y a los sistemas terapéuticos más avanzados, pero sobre todo es indispensable velar por su calidad de vida antes, durante y después del tratamiento.

La Carta de París reúne en diez artículos las propuestas para enfrentar esos problemas y orientar la lucha contra el cáncer en un esfuerzo multinacional de cooperación en investigación básica, clínica, terapéutica, sociológica y preventiva.

Los signatarios fueron representantes de todos los paí-ses, tanto médicos como investigadores y aun enfermos, que dirigen grupos de apoyo al paciente canceroso. Por México firmaron el doctor Jaime de la Garza, director del Instituto Nacional de Cancerología, y el doctor Luis Benítez Bribiesca, de la Unidad de Investigaciones Oncológicas del Centro Médico Nacional Siglo XXI, del IMSS. El gobierno francés aceptó el compromiso de ese acuerdo, signado por el propio presidente Jacques Chirac y el alcalde de París, Jean Tiberi.

La recepción ofrecida a los participantes fue espectacular y pródiga, con todo el esplendor del protocolo francés, que sólo se reserva para las recepciones de jefes de Estado. La sede de las conferencias fue el Hotel de Ville (alcaldía); la firma tuvo lugar en una ceremonia especial en el Palacio del Eliseo; hubo un servicio ecuménico-musical en la majestuosa catedral de Notre Dame, en memoria de los pacientes con cáncer, y la clausura se realizó en los suntuosos salones del Palacio de Versalles. Sería difícil concebir un mejor marco para plasmar en forma indeleble el sentido altruista y humanista de ese acuerdo tan trascendental para la sociedad.

Fue muy alentador para los asistentes escuchar las palabras finales del discurso del presidente Chirac: "La lucha contra el cáncer es uno de los grandes retos de nuestro siglo. Un reto que trasciende las fronteras. Un reto que va más allá de la medicina y de la ciencia. Un reto que reclama la participación de todos. Estad ciertos de que Francia desempeñará plenamente su papel en ese combate. Al firmar hoy vuestra carta, expreso mi adhesión a sus principios y mi colaboración a la movilización internacional a la que generosamente se han comprometido".

Como consecuencia de la transición epidemiológica, nuestro país debe enfrentar ya el reto del cáncer como segunda causa de mortalidad. Es un grave problema de salud. Esperemos que pueda colaborar con las expectativas de la Carta de París diseñando políticas nacionales, construyendo nuevos centros de atención cancerológica y, sobre todo, creando institutos de investigación oncológica.

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