La Jornada Semanal, 5 de marzo del 2000



Fabrizio Mejía Madrid

TIEMPO FUERA

De-certificaciones

1919. Wu Jin Tong y Kno Tzu Tong fueron apresados en un ferrocarril rumbo a California y presentados ante el gobernador de Baja California, el Coronel Esteban Cantú, un ex combatiente de la Revolución a quien una esquirla le había volado el labio superior de la boca. De pie, con la pistola desenfundada, Cantú farfulló algo que un intérprete, Antonio Wong Yin, tradujo para los desorbitados chinos: ``La próxima vez que quieran pasar goma al otro lado, primero se me informa. Regrésense a Sinaloa y díganselo a los demás.''

Golpeados como estaban, Wu y Kno comenzaron a reír. Desconcertado, el intérpreteÊles preguntó la razón, empujándolos. Ellos explicaron que en China hubo un tiempo en que a los fumadores de opio se les castigaba cortándoles el labio superior. Antonio Wong Yin nunca le tradujo eso a Cantú.

1931. Enrique Fernández Puerta, el ``Al Capone de Ciudad Juárez'', era protegido del gobernador interino de Chihuahua, Roberto Fierro, un piloto que rompería récords de velocidad entre Cuba, Centroamérica y Nueva York. Tras una desastrosa partida de naipes, el jefe de la policía de Chihuahua, Enrique Dosamantes, persiguió a balazos Fernández y lo hirió en una pierna. Para vengarse, Fernández contrató a un matón de El Paso para que asesinara al jefe de la policía. Así fue como se hizo el jefe de Ciudad Juárez. Unos años después, los hermanos del nuevo gobernador Rodrigo Quevedo lo expulsaron a balazos.

Fernández Puerta se mudó entonces a la Ciudad de México y, con él, llegó la competencia abierta para los traficantes de la policía capitalina. En 1934, el ex jefe de la Policía de Narcóticos, Arturo Vaca Martínez, decide terminar con su rival llegado del norte y con su competidor más sagaz en la Ciudad de México, Félix Sánchez, ``el Zar''. A uno lo asesina a pleno sol en el Parque Guardiola, y al otro lo manda estrangular en un pilote de la calle Corregidora, a un lado del cuartel de la policía. Al cadáver se le adjuntó una nota con alfileres: ``Ni Zar ni mafia.''

1947. El presidente Alemán abraza al general Pablo Macías apenas seis días después de que Excélsior y El Universal publicaron que el ex secretario de Guerra y ex gobernador de Sinaloa lidereaba a los traficantes que surtieron de sustancias a los soldados norteamericanos de la segunda guerra mundial. Macías era sospechoso de haber asesinado en 1944 a su predecesor en el gobierno del estado, el coronel Rodolfo T. Loaiza. En la foto, Alemán sonríe y él coloca su cabeza sobre el hombro del Presidente. Su destino estaba definido: menos de cuatro años más tarde, Macías fue nombrado comandante de la 1a. Zona Militar por sus iniciativas para el combate a la disidencia: la creación de la Dirección Federal de Seguridad.

1966. Virginia Hill, la actriz de Hollywood que fuera pareja de Bugsy Siegel, mafioso de Las Vegas e inversionista del Hotel del Prado de Reforma, muere congelada por una tormenta de nieve en Klosters, Austria, con veintidós somníferos en la sangre. Su muerte desata una ``investigación'' del FBI que destapa la conexión de Max Cossman y Meyer Lansky con grupos dedicados al tráfico de heroína y lavado en tres ciudades: París, Ciudad de México, y Las Vegas. Casi dos décadas antes, en marzo de 1948, el entonces presidente Alemán, Virginia, Al Blumenthal -dueño de los casinos flotantes de Acapulco-, y Susana Cora, actriz e hija del general Luis Amezcua, guardaespaldas presidencial, bebieron y bailaron en el Hotel del Prado. Esa noche, Virginia se pasmó por la heroína y el general Amezcua la sacó del coma. La actriz y el militar murieron el mismo año. Amezcua fue ejecutado a balazos en Tampico casi dos meses después de la muerteÊde Virginia.

1977. El general Hernández Toledo, quien el 2 de octubre del '68 había resultado herido por el Batallón ``Olimpia'', encabeza la Operación Cóndor, con más de diez mil soldados. El gobierno pronostica ``el final del narcotráfico''. La realidad no puede ser más opuesta: ante la movilización militar, empiezan los asesinatos de jefes de la policía, periodistas, dobles agentes y políticos en todo el país. De hecho, el ``narcocorrido'' La banda del carro rojo, de Paulino Vargas, se canta en las ciudades y pueblos de Sinaloa como el himno del país donde legalidad y justicia son dos cosas opuestas.

1985. En el rancho ``El Mareño'' de Michoacán, la policía encuentra el cuerpo de Enrique Camarena, enviado de la DEA en México. Pero el pueblo está desierto: cuatro días antes, ``alguien'' terminó con la vida de cada uno de sus pobladores. Del asesinato de Camarena y de su piloto son acusados casi diez personajes, entre ellos Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca y el hondureño Ramón Matta. Pero de los habitantes del pueblo michoacano nunca nadie se acordó.

1997. El territorio espectral: al igual que Ricardo Aguirre, el ``gerente'' de García Abrego, a quien Antonio Giraldi (vicepresidente de American Express) le ``prestaba'' dinero de un banco inexistente en Islas Caimán, y quien fingió un accidente automovilístico para no enfrentar a la justicia, Amado Carrillo finge su propia muerte en una clínica de cirugía plástica el 4 de julio. Al mismo tiempo, la Operación Casablanca se llevaba a cabo: después de tres años, 112 personas de seis países fueron aprehendidas. El gobierno norteamericano recuperó treinta y cinco millones de dólares que él mismo puso en circulación en el mercado negro. Lo único distinto entre el lavado real y el simulacro fue que Casablanca tuvo cobertura en los medios.