LUNES 6 DE MARZO DE 2000

* Esa actividad implica una responsabilidad literaria


El periodismo no es el suburbio de la literatura, dice Galeano

* La palabra exige respeto y hace bien en exigirlo, comenta

Elena Poniatowska /II y última * El trabajo periodístico implica una responsabilidad literaria y es bueno que quienes lo practican o lo están estudiando lo sepan, dice Eduardo Galeano. El autor de Las venas abiertas de América rechaza que esa actividad sea un maltratado suburbio de las bellas letras: ''Para mí no hay ninguna diferencia: todo es literatura, que puede ser buena o mala''.

ųEl periodismo, Eduardo, chupa la sangre, te vacía...

ųQuiero que si el libro va a ser libro, sea él quien lo decida y si no lo va a a ser, no me importa, porque yo creo que literatura es tanto una cosa como la otra. Esas viñetas que yo publico en La Jornada, las Ventanas, y los artículos, para mí son formas de la literatura. Toda expresión escrita es un modo de literatura, todo mensaje escrito que una sociedad emita es literatura, tenga la forma que tenga. Libro, novela, artículo, reportaje, entrevista... lo que sea. Así que no me creo yo este cuento de que hay un altar en lo alto del cual está el libro como objeto sagrado de la cultura occidental y alrededor del altar hay como escaleras, y en el último de los escalones se encuentra el periodismo, que es algo así como un maltratado suburbio de las bellas letras, los bajos fondos de la literatura. Yo nunca me creí ese cuento. Para mí no hay ninguna diferencia: todo es literatura, que puede ser buena o mala.

''Hay libros que son una perfecta porquería y otros que te multiplican el alma, pero también eso se puede decir del trabajo periodístico, y es bueno decirlo y subrayarlo, porque el trabajo periodístico implica una responsabilidad literaria y es bueno que quienes lo practican o lo están estudiando sepan que tienen una responsabilidad literaria, porque hay acá un juego también un poco diabólico entre los sumos sacerdotes de las bellas letras que desprecian al periodismo, pero esto de alguna manera vale para otorgar certificado de autoridad a quienes practican el periodismo de mala manera, maltratando las palabras, y tienen la impunidad que le otorga ese sistema de valores, según el cual el periodismo es una porquería que se practica a las apuradas y que es a lo sumo una mal necesario. Siempre creí que eso es una gran mentira y que opera con efectos terribles, no sólo sobre el periodismo, yo diría que incluso con formas de literatura que alcanzan el nivel del libro, pero que no son novela ni poesía y que no son vistas como literatura.

''Por ejemplo, cuando me preguntan a mí de los escritores del Uruguay y doy nombres, digo el nombre de uno de los que a mí me parece el mejor o uno de los muy mejores, que es un historiador, José Pedro Barrán, pero escribe libros de historia reveladores del pasado de Montevideo, y es muy buena literatura y sirve para entendernos mejor, para querernos mejor ,y está muy bien escrita, porque el se toma en serio su tarea y no confunde el aburrimiento con la verdad. Yo creo que hay una profunda responsabilidad en quienes trabajan los temas de ciencias sociales, antropología, sociología, ciencia política o como se llame el abanico de todas la posibilidades de expresión que no son la novela o el poema o el género narrativo en forma de cuento.

''La crónica o el testimonio, el reportaje, son considerados categorías secundarias o géneros menores, pero ningún género es menor. No hay ni menores ni mayores. Todos tenemos la responsabilidad del buen decir a partir del momento en que intentamos comunicarnos con otros. šY que nadie me venga a mí a contar el cuento de que escribe para sí mismo, porque si así fuera no publica, que se mande cartas de amor por el correo a su propio nombre y dirección! A partir del momento en que uno publica está dirigiéndose a los demás y esto implica una responsabilidad de comunicación que tiene que ver con el respeto a la palabra. La palabra exige respeto y hace bien en exigirlo. Ahora estaba viendo un textito de una nena del colegio en Montevideo que, a los seis años, dice que las palabras tienen música y colores a los seis años''.

ųQué bonito. Parece del subcomandante Marcos.

ųAhí está, Marcos es un caso de ejercicio de la palabra que se traduce en el enorme eco que ha tenido el movimiento zapatista a escala internacional. Es un gran comunicador capaz de expresar verdades que vienen del fondo de los tiempos en un lenguaje del siglo XXI, con amor y con humor, ingredientes que suelen faltar en los discursos de izquierda, que son de puro plomo. Hay una responsabilidad de la palabra que depende del amor que le tengas. Es el amor el que hace posible un trabajo cariñoso con la palabra.

En el campo de las comunicaciones, la imagen acaba con la palabra y es un disparate colosal, porque la experiencia indica que la palabra está viva y coleando. La imagen es sólo eso: imagen, y la palabra tiene un efecto multiplicador en el alma humana que a veces la imagen no alcanza. En una de las Ventanas cuento de la encuesta que hizo la BBC de Londres entre los niños ingleses sobre si preferían la televisión o la radio, la imagen o la palabra. Por supuesto que 99 de cada 100 prefirió la televisión, pero uno de los pocos niños que eligió la radio contestó: "A mí me gusta más la radio porque en la radio los paisajes son más bonitos". La palabra tiene esa capacidad mágica de multiplicación. Es como un gatillo disparador de cosas muy prodigioso. Tiene ecos que generan ecos dentro de nuestra imaginación.