El concierto de Sabina devino en mitin en pro de estudiantes presos


Rencuentro en el Zócalo

sabina-concierto-7-jpg Jorge Caballero * El concierto que dio ayer el ángel negro madrileño Joaquín Sabina colmó la pancha del Zócalo capitalino. Al salir, el charlista/compositor/noctámbulo leyó la manta que colocaron los diputados del PRD en uno de los edificios que enmarcan la plaza: "Exigimos libertad inmediata a presos políticos de la UNAM".

Fue el preludio de una fiesta popular donde todos los asistentes corearon y bailaron las más de dos horas en que Sabina y su banda de músicos tocaron. Luego, feliz de ver el impresionante paisaje y evidentemente conmovido, mostró su agradecimiento y comentó:

"Siempre he sido muy reacio a hacer conciertos en lugares muy abiertos, ahora seguiré siendo reacio, exceptuando el Zócalo".

Hubo más consignas y dedicatorias del español: "presos libertad, presos libertad"; "viva la esperanza zapatista"; "por supuesto se me olvidaba agradecer al sup Marcos"; y hasta al guardameta del Atlante que vestía una camiseta del equipo Atlético de Madrid se llevó su agradecimiento: "Félix Fernández, el portero más goleado de la liga".

Poco antes de que diera inicio el concierto, como a la una y media de la tarde, la jefa de Gobierno capitalina, Rosario Robles, se subió al escenario para inaugurar la quinta Feria de las Mujeres, en la que participan 58 organizaciones

Robles también invitó a todo el público a firmar el documento para que se esclarezca la desaparición, hace años, de la poeta guatemalteca Alaide Foppa. Un sector del público comenzó a gritar: "špresos políticos libertad!", pero la funcionaria respondió: "El gobierno capitalino no tienen nada que ver con los presos".

Luego de una espera de media hora, el sonido local dio la tercera llamada: "Con ustedes, el poeta que le canta a la melancolía y al amor; las calles son de todos, con ustedes Joaquín Sabina". El público se enardeció. Unos 70 fotógrafos estaban en primera fila. Los músicos tomaron sus posiciones y Joaquinito se dio a desear hasta que el sonido volvió a transmitir: "La estación Linares-Baeza anuncia una parada de 19 días y 500 noches".

 

México me atormenta

 

Entonces apareció el cantante con gafas contra el sol, bombín, traje negro y bastón. Soltó esa canción aún no grabada con la que abre esta gira de conciertos: "Aunque venga el verano/y tenga prisa el invierno/la primavera sabe que la espero en Madrid". El público rugió en serio al oír la estrofa que dice: "México me atormenta".

Sabina canta con el micrófono pegado a la boca, deambula por todo el escenario, anima con el puño cerrado, saca unos platillos para acompañar a sus músicos en los espacios musicales de Y yo me muero de... El madrileño hace una seña, se agarra los genitales y todo mundo lo secunda.

Abandona el escenario momentáneamente y Pancho Varona comienza a cantar Esta boca es mía. Le sigue Tony Carmona, que interpreta Corazón de neón. Sabina reaparece con saco rojo. Le lanzan un sombrero con la leyenda "presos políticos libertad". Enciende un segundo Ducado y comienza a cantar Cerrado por derribo con nueva letras, sólo el estribillo quedó igual. Le sigue Ruido, aparecen carteles con palomas de la paz que en las alas tienen los nombres de algunos estudiantes presos: Pablo Angel Lugo, Cristina Reyes, Mauro Ledezma; los gritos de "presos políticos libertad", vuelven a aparecer. Caen entonces las primeras gotas de lluvia. Sabina enciende su tercer cigarro y canta Que se llama soledad.

Cuando llega a 19 días y 500 noches, el artista español se encabrona al ver que el coro no es el deseado y dice: "šno mamen!". Entonces todas las voces se unieron. Llegó el momento prendido con las rolas: El caso de la rubia platino, cuando arrojó unos naipes al público. Prende fuego a su cuarto cigarrillo, golpea el bastón contra el piso pero no logra romperlo. Acerca su silla al límite de las tarimas. Peor para el sol es la que suena y cambia palabras como París por Zócalo y dice al término: "el amor dice šviva Zapata! šViva la esperanza zapatista!" y abandona el escenario. Vuelve a aparecer y suelta: "yo estaba reacio a tocar en sitios tan abiertos, seguiré así de reacio exceptuando el Zócalo".

Por último, agradece al gobierno de la ciudad de México la invitación. Enciende el último Ducado de la tarde, las gotas de lluvia comienzan a intensificarse y entra en el escenario el Mariachi 2000 entonando Y nos dieron las diez. El escenario se llena, el público está feliz. Después sólo quedó la lluvia, la lluvia, la lluvia. (Más información en la página 36)