La Jornada sábado 11 de marzo de 2000

EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés

Diego Fernández, knock out

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Todo se lo debe a su manager. ƑQuedó algo del "temible polemista" Diego Fernández de Cevallos, tras el encuentro del martes con Andrés Manuel López Obrador en el programa Primero Noticias, de Joaquín López Dóriga? Ante millones de televidentes matutinos, el supuesto "gladiador invicto" del PAN se estrelló una y otra vez contra la indiscutible autoridad moral del joven candidato perredista, quien desde el primer intercambio de golpes de efecto lo puso contra las cuerdas, y en menos de una hora lo desmoronó hasta reducirlo a polvo, sepultándolo bajo una feroz andanada de pruebas documentales.

La mañana misma del combate, el columnista Jorge Fernández Menéndez anticipó, con sospechoso lujo de detalles, la estrategia que desarrollaría su tocayo de apellido. "Cuando López Obrador lo impugne por los terrenos de Punta Diamante, Diego explicará cómo se hizo de los mismos, mientras que impugnará a Cárdenas por haberle adjudicado, cuando fue gobernador de Michoacán, a su madre, doña Amalia, amplios terrenos en Playa Eréndira, en ese estado" (el tonto del pueblo pide excusas por la sintaxis pero, ni modo, la cita es textual).

Y cuando Andrés Manuel, añadió, lo acuse de salinista, el hombre de las barbas contestará que "sus reuniones con Salinas fueron públicas, mientras que las que sostuvo Cárdenas con el ex presidente se mantuvieron en secreto hasta hace poco".

Si usted vio el durísimo enfrentamiento verbal que Joaquín "Don King" López Dóriga armó con sobrado talento, reconocerá que Fernández de Cevallos, en efecto, siguió las instrucciones de su "espontáneo" asesor. Pero todo le salió mal de cabo a rabo, pues desde el principio López Obrador lo puso en su sitio al presentarlo como lo que siempre ha sido: un "opositor farsante", un "alcahuete del régimen", un "corrupto que se ha enriquecido a costa del sufrimiento de los demás" y un político envilecido por su prevaricadora conducta en la vida pública.

2

"Usted es un luchador social". Televisado en cadena nacional, de costa a costa y de frontera a frontera, Diego Fernández sorprendió al país el 13 de mayo de 1994 cuando llegó al "histórico" debate con Cuauhtémoc Cárdenas y Ernesto Zedillo ųlo de "histórico" era porque nunca había ocurrido algo así en más de seis décadas de "democracia" a la mexicanaų, y violando todas las reglas convenidas de antemano se tiró a la yugular de sus contrincantes por medio de una andanada de ataques personales y sensacionalistas, que lo convirtieron en el Pedro Navajas de la bravata y el descontón.

El martes pasado, López Obrador lo enfrentó precisamente en ese terreno.

El pique había surgido días antes, cuando el panista era entrevistado por López Dóriga y el tabasqueño, que además de ubicuo tiene la mala costumbre de madrugar, se comunicó al estudio y le recordó que él apoyó en la Cámara de Diputados la iniciativa priísta de quemar los papeles electorales de 1988, que atesoraban millones de evidencias del fraude cometido por el gobierno de Miguel de la Madrid a favor de Carlos Salinas.

Concertada la pelea en torno de aquel escándalo ųen el que tuvo un papel sobresaliente Manuel Camacho Solísų, López Obrador y Fernández comparecieron en Televisa la mañana del martes y, para empezar, el tabasqueño pidió que se transmitiera un video de 40 segundos con el cual, dijo, iba a demostrar sus afirmaciones. El panista replicó débilmente, arguyendo que llevaba consigo la versión estenográfica del debate parlamentario de aquella sesión de 1991, y trató de impedir la reproducción del video. Este, que no fue proyectado de inmediato, resultaría ser aplastante.

De acuerdo con el guión que tal vez le había ayudado a preparar su tocayo de apellido, Fernández sacó a colación lo de Playa Eréndira, pero López Obrador lo neutralizó con un retruécano facilista. "Vamos a suponer que yo soy un intermediario y le propongo un trato. Yo hablo con el ingeniero Cárdenas y usted se queda con Playa Eréndira y a cambio da sus terrenos de Punta Diamante, Ƒle parece bien?", le dijo. Diego, en ese momento, sufrió el segundo revés de la batalla. Cuando aludió a sus reuniones públicas con Salinas y tachó a Cárdenas de mentiroso por haberse entrevistado en secreto con Carlos, López Obrador hizo gala de venenoso humorismo y sacó una fotografía en la que el entonces joven abogado Fernández aparece junto al calvo ex presidente incómodo y sonriendo desde la atalaya de sus estrepitosas barbas a la Maximiliano de Habsburgo, que entonces lo pintaban en toda su conservadora ridículez. Y fue el tabasqueño más lejos, al recordarle que si Cárdenas habló con Salinas después de 1988 no acordó nada, absolutamente nada con él. Quizá hubiese debido matizar que el único compromiso asumido por ambos fue el de no revelar jamás la celebración de aquel encuentro, pacto que Salinas violaría en 1998 durante una conversación con Jorge G. Castañeda.

Al final de la contienda ųtodos lo vimosų, Diego optó, cansino y derrotado, por repetir cada uno de los adjetivos que un López Obrador incontenible le reiteraba sin piedad. "Es usted un farsante", le decía. Y Diego: "Sí, farsante". "Y un corrupto." Y Diego otra vez: "Sí, corrupto", asintiendo con ojos de borrego a medio morir, después de haberle dicho al perredista, con angustia y desesperación: "Usted es un luchador social y no sabe hablar sino con denuncias" (š). Para un ultraconservador, Ƒpuede haber una etiqueta más repugnante que esta?

Como sea, después del martes, el precandidato del PAN al Senado salió de Televisa con el ánimo por los suelos, convertido en el futuro sucesor de Ignacio Burgoa Orihuela y Raúl Carrancá, los abogados de las alcantarillas del sistema. En la contraparte, según El Financiero del miércoles 8, mientras Diego era comido por la rabia y la depresión que le dura hasta hoy, López Obrador era ovacionado de pie por los comensales de una cafetería de la colonia Roma, donde desayunó después de empacharse de zopilote mojado.

3

Raúl Vera, al destierro. Dentro de ocho días, el domingo 19 de marzo, el obispo de San Cristóbal de Las Casas, don Samuel Ruiz García, saldrá de Chiapas al frente de una comitiva compuesta por representantes de los diversos grupos lingüísticos de la diócesis a su cargo, y viajará con ellos hasta la extraña pero desoladora ciudad de Saltillo, en los desiertos del noreste mexicano, donde "entregará" a don Raúl Vera, su ex coadjutor y, desde el pasado 31 de diciembre, nuevo titular de la enorme, fría y despoblada jurisdicción religiosa de Coahuila, considerada como la más extensa del país. Monseñor Vera, como este diario lo ha informado puntualmente, asumirá de inmediato la resolución episcopal de partir en dos el territorio del gobierno eclesiástico al que ha sido transladado y supervisará la fundación de la diócesis de Piedras Negras, en la frontera estadunidense. Con esta medida, que invita a la suspicacia ųporque fue tomada supuestamente para "hacer más eficiente la atención a los fieles", en una zona del país que tiene el menor número de habitantes por kilómetro cuadradoų, la jerarquía de la Iglesia católica podría estar alentando otra suerte de pretensiones. De acuerdo con informes confidenciales que obran en poder de La Jornada, en 1998, cuando se decidió la bipartición de la diócesis de Saltillo, Francisco Labastida, entonces titular de Gobernación, se reunió en el DF con el cardenal Angelo Sodano, brazo derecho del papa Juan Pablo II, y le propuso varias acciones destinadas a "desmantelar la estructura actual" de la diócesis de San Cristóbal, "verdadero factor de poder en la mitad oriental de Chiapas".

El 7 de julio de 1998, durante el Segundo Encuentro Mundial de Sacerdotes, el sinaloense habría pedido a monseñor Sodano, a) sacar a Raúl Vera de Chiapas, una vez que don Samuel hubiese renunciado por motivos de edad; b) nombrar a un obispo contrario a la teología de la liberación; c) dividir la diócesis de San Cristóbal con una prelatura, encabezada por un ministro de culto igualmente opuesto a la línea pastoral de don Samuel, y d) sustituir a los curas párrocos de la orden de San Ignacio de Loyola (jesuitas) por sacerdotes franciscanos clasificados como exponentes de las tendencias más "institucionales" (véase El Tonto del Pueblo, 25 de febrero de 2000).

ƑA qué puntos de acuerdo habrían llegado Labastida y Sodano en aquella entrevista secreta? Uno es evidente: la remoción de Vera. ƑY los demás?

4

Leonardo Sandri, a examen público. En fuentes de la Iglesia se afirma que, desde Gobernación, el equipo de Labastida jamás ocultó su antipatía por el ex nuncio apostólico Justo Mullor, un diplomático "veleidoso" y lleno de "limitaciones", según los asesores del sinaloense. Don Justo, como se divulgó ayer, se irá de México el próximo 8 de abril, y dos semanas más tarde llegará su relevo, el argentino Leonardo Sandri, de quien ųuna vez que este diario publicó el informe arriba mencionadoų, la prensa del régimen se apresuró a describirlo como "enemigo de la teología de la liberación" (Milenio semanal, 28 de febrero de 2000).

Si tal clasificación fuese exacta, Sandri aplicaría sin vacilaciones el plan de Labastida y Sodano para "desmantelar" la diócesis de San Cristóbal y dividirla por medio de una prelatura. En la opinión pública, este procedimiento sería presentado como algo "normal", toda vez que, al mismo tiempo, sería dividida la diócesis de Saltillo, como en efecto ya se ha programado oficialmente. Es por todo lo anterior que el arribo inminente de Sandri será examinado con lupa. Si viene a poner en marcha las recomendaciones de Labastida para la iglesia de Chiapas, mandará inequívocas señales de guerra a todo el país, pues una vez "desmantelado el verdadero factor" de poder en las montañas del sureste, el régimen se sentiría mucho más cómodo para acelerar sus operaciones de exterminio en contra del EZLN. La gran pregunta debe ser planteada de nuevo: si hay una alianza estratégica entre Labastida y el llamado Club de Roma, Ƒésta se traducirá en acciones concretas antes de los comicios federales del 2 de julio, de las elecciones chiapanecas del 20 de agosto y del cambio de poderes del primero de diciembre". Ojalá un eclesiólogo experto como Jean Meyer aportará mayores luces sobre el particular.

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