La Jornada lunes 3 de abril de 2000

ASTILLERO Ť Julio Hernández López

Hoy, algunas historias y apuntes para mejor entender la entrega total de Tabasco a Roberto Madrazo.

Uno de los priístas tabasqueños que más se opuso a los abusos cometidos por Madrazo en aquella entidad fue Raúl César Ojeda Zubieta, un empresario hotelero de Villahermosa, que inclusive quiso ser candidato priísta a la alcaldía de El Centro (la demarcación municipal que incluye a la capital del estado) y que fue impedido de participar mediante métodos abiertamente gangsteriles, para acomodar sin competencia a la favorita del gobernador, Georgina Trujillo, quien ahora ha dejado esa alcaldía para ser candidata a senadora.

Marginado, Ojeda Zubieta creyó avizorar una posibilidad de cambio en Tabasco luego que Madrazo fue oficialmente derrotado por Francisco Labastida en la elección priísta de candidato a presidente, el 7 de noviembre de 1999. Por ello, de inmediato buscó a los labastidistas que presuntamente eran adversarios de Madrazo, comenzando por el joven coordinador de campaña, el senador Esteban Moctezuma Barragán, quien había acusado de tantas y tan feas cosas al susodicho Madrazo.

El nuevo PRI

Pero no se percibía ningún ánimo verdaderamente adverso a Madrazo en la cúpula que se hacía pasar por renovadora y democratizadora dentro del PRI, el nuevo PRI. Por el contrario, toda oportunidad de quitarle poder al gobernador de Tabasco era intencionalmente perdida; todo proyecto político alterno al hijo de Carlos A. Madrazo era expresamente desactivado.

Ojeda Zubieta decidió, entonces, darse por notificado de que en realidad no había pugna, ni choque, sino un acuerdo político de máximo nivel que era disfrazado con fuego verbal escandaloso pero intrascendente. Verdadero juego pirotécnico de fiesta de pueblo. Entonces decidió hacer saber que renunciaría al PRI para buscar otros espacios, haciéndose más cercano a Andrés Manuel López Obrador y al PRD pero sin afiliarse, buscando acaso una oportunidad como ''externo''.

Tabasco a cambio de reconocer el triunfo interno de Labastida

Su intención motivó al máximo jefe del grupo presuntamente renovador dentro del PRI (el nuevo PRI) a llamar al tabasqueño desencantado (que ya había sido diputado federal). El mensaje, según la versión de una de las partes, fue clarísimo e indudable: Tabasco está en otra lógica, en otra dinámica --se le dijo a Ojeda Zubieta--, que es la de la elección presidencial. Nada se puede hacer contra el gobernador de Tabasco, pues su situación depende de pactos, de acuerdos, que se tienen que cumplir. Es una lástima para Tabasco, pero así están arregladas las cosas: Tabasco es para Madrazo. Es muy lamentable decirlo --habría añadido ese hombre que presuntamente se enfila hacia el control de la bancada priísta de San Lázaro--, pero la elección presidencial está por encima de Tabasco.

El priísta desencantado es ahora candidato externo del PRD para representar a Tabasco en el Senado. Más clara no podían estar las cosas: la estrategia nacional de Labastida había entregado Tabasco a Roberto Madrazo. Un costo menor, un estado, decían en el Distrito Federal, a cambio de la candidatura presidencial.

La lealtad y los suplentes

Manuel Andrade ha sido diputado local en dos ocasiones. En ambas le ha tocado conocer la textura exacta de las fibras del poder.

La primera vez vivió el episodio de la caída del gobernador Salvador Neme. Apenas comenzaban a esparcir los diputados locales priístas, entre ellos Andrade, la versión de que se opondrían vigorosamente a la decisión centralista que ordenaba deponer al entonces gobernador, cuando ya estaba en Villahermosa el subsecretario de Gobernación, Manlio Fabio Beltrones.

En un salón reunió a los diputados del tricolor. Les dijo que era natural que le fueran fieles a quien les había dado la oportunidad de ser legisladores. Y que era plausible ese sentimiento hacia los jefes, los promotores, los amigos. Pero que era necesario darle trámite sin dilación a la solicitud de licencia que presentaba el licenciado Neme. Y ya que algunos de los presentes, por esas admirables razones de lealtad, podrían estar indispuestos a firmar los dictámenes de aceptación, entonces el sistema les ofrecía respetuosamente la posibilidad de no firmar esos textos... y dejar que lo hicieran los suplentes que, con un gran sentido de responsabilidad, ya estaban reunidos en un salón adjunto. En determinado momento, la puerta de esa sala llena de suplentes fue entreabierta, para que los titulares vieran las caras de felicidad de quienes estaban listos para relevar a los eventuales disidentes. Ningún propietario se abstuvo de firmar contra Neme. Andrade, desde luego, tampoco.

La falta de oficio (y de otras cosas)

Las cosas, en el zedillismo, han sido diferentes. Siendo diputado ya por segunda ocasión, Andrade era presidente del Congreso local cuando Roberto Madrazo había pedido licencia para buscar la candidatura presidencial priísta. El gobierno federal quería que el suplente fuera Víctor Manuel Barceló y, con tales propósitos, un subsecretario de Gobernación exploraba el camino de esa imposición. No señor: el Congreso de Tabasco es soberano, y no se tomará ninguna decisión hasta que no esté reunido el pleno, jugaba Andrade (sin que el subsecretario se atreviera a contradecir el tono serio, republicano, del señor diputado local). Y las decisiones de Los Pinos eran aplicadas con grave dificultad, pidiendo permiso, sin molestar. Finalmente quedó Barceló, pero más como una concesión local que como una orden federal.

Actualmente, Roberto Madrazo ha conseguido todo cuanto ha querido en esa entidad que le fue escriturada a cambio de apoyar a Labastida. De los dos candidatos a las senadurías, los dos son madracistas. De los seis candidatos a diputados federales, cinco son madracistas. Pero, de los dos candidatos a gobernador, uno, el diputado Andrade, no es madracista, sino Madrazo redivivo, Madrazo en busca de la relección. El otro es el enviado del centro, el favorito de Los Pinos, Arturo Núñez.

Anoche, con los primeros resultados de la elección interna de candidato a gobernador, las tendencias (estadísticas y políticas, es decir, no sólo las cifras, sino también la actitud del delegado Pedro Joaquín Coldwell) eran favorables para el tándem del releccionismo. La victoria de Manuel Andrade estaba siendo instalada mediante los mecanismos mediáticos y políticos que sólo pueden usar los poderes estatal y nacional. Arturo Núñez algo decía de irregularidades y demás, pero era una voz sin micrófono, una protesta sin foro, porque ambas cosas, los micrófonos y los foros, hasta anoche le estaban siendo entregados especialmente a Andrade.

Con estos resultados, Madrazo queda consolidado como el cacique de Tabasco, y sus espaldas quedarán perfectamente bien cuidadas. Ni los gastos de campaña para gobernador ni los excesos criminales en el gasto del erario para la presidencial priísta, ni el dinero puesto al servicio de Andrade serán castigados. Impunidad pura.

Ahora sí, Ƒa la presidencia del PRI?

Los resultados de la gran simulación del 7 de noviembre son extraordinarios: Madrazo tiene en Tabasco ocho de nueve candidaturas a las cámaras federales, y la candidatura al gobierno. Le faltan otras facturas por cobrar, en listas de plurinominales y hasta en algunas candidaturas locales. Pero, ahora, Ƒel siguiente paso será que Roberto pase a ocupar la presidencia nacional del PRI, ya con Dulce María y Esteban como candidatos al Senado y a San Lázaro en las próximas listas plurinominales? ƑSerá el cierre del círculo perfecto: Madrazo a reactivar la campaña labastidista, luego de que le han cumplido las promesas del Pacto de Los Pinos respecto a la entrega plena de Tabasco como botín de guerra?

Astillas: La protección al candidato Labastida comienza a ser altamente molesta para algunos de los participantes en sus actos de campaña. Los excesos que cometen esos vigilantes militares hacen pensar en amenazas o riesgos detectados. Pero el candidato dice que no. Aunque reconoce que en el pasado, cuando fue gobernador, tuvo amenazas telefónicas, ametrallamientos a sus autos y agresiones directas, a él y a su mujer, con disparos de arma de fuego, en dos ocasiones.

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