La Jornada Semanal, 16 de abril del 2000



(h)ojeadas

¡Qué bello domingo!

Judith Moreno

Jorge Semprún,
Aquel domingo,
Tusquets Editores,
Barcelona, España,1999.

Como un libro cuya escritura apenas se acaba de interrumpir el día anterior, Aquel domingo, de Jorge Semprún, refluye hacia la experiencia que tatuó su vida; su internamiento en el campo de concentración de Buchenwald del 29 de enero de 1944 al 11 de abril de 1945. La experiencia de la muerte, de la que Semprún no se considera superviviente sino ``aparecido'', lo acompaña todos los días, y por entenderla, por desafiar a la muerte que lo habita a través de la escritura, ha creado un fascinante entramado narrativo entre la historia política, intelectual y literaria de la Europa del siglo XX, y su propia y singular trayectoria.

La totalidad de sus novelas-memorias, desde El largo viaje (1962), hasta La escritura y la vida, (1987), pueden leerse como diferentes capítulos de la novela de su vida, afortunadamente aún inconclusa. Las mismas experiencias narradas desde distintas perspectivas, con nueva información que redimensiona las impresiones anteriores. Una y otra vez, por medio de lecturas y vivencias, Semprún descubre datos o matices que transforman su recuerdo del pasado. Por ejemplo el momento de su registro en el campo de concentración: un preso le pregunta su oficio, él responde en el alemán que aprendió en su infancia: ``Estudiante.'' Durante casi cincuenta años, creyó que su registro en Buchenwald decía ``estudiante'', pero en 1992, tras casi cincuenta años de negarse a visitar el sitio donde estuvo el campo de concentración, accede a conceder una entrevista a la televisión alemana en ese lugar. El guía de lo que ahora es un museo acompaña en silencio el recorrido del escritor por Buchenwald, aprobando en silencio la fidelidad de la memoria del autor sobre la ubicación de las secciones del campo y su funcionamiento. Casi al final de la visita, Semprún narra la noche de su ingreso; el guía del lugar lo interrumpe, le dice que ha leído sus libros y le da una copia de su tarjeta de registro en la que se lee: ``estucador''. En ese momento, Semprún descubre que se salvó de ir a una muerte segura a los campos exteriores de trabajo, gracias al hombre hosco que le asignó un oficio tan especializado.

La primera versión aparece en Aquel domingo, la segunda en La escritura y la vida. En este mismo libro Semprún relata la ceremonia de entrega del Premio Fomentor de los editores europeos, quienes dan al ganador un ejemplar de la novela en su respectiva lengua, menos Carlos Barral, ya que la versión en español aún no llegaba de México, donde se estaba imprimiendo debido a la censura en España. Para cumplir con el protocolo, Barral le entrega un libro con la portada de El largo viaje pero con el interior totalmente en blanco. Semprún le relata su fascinación por el libro en blanco a Carlos Fuentes en París y éste, entre bromas y veras, le sugiere que lo reescriba, ahora en español para ser traducido al francés, lengua asumida por el autor para su expresión literaria. El vaticinio de Fuentes se verá cumplido; finalmente, un acontecimiento político hace que Semprún vuelva a recorrer la narración de El largo viaje. Su expulsión del Partido Comunista Español en 1964, las circunstancias perversas y un tanto risibles de los días anteriores y posteriores a la reunión del comité central del Partido Comunista Español, son algunos de los detonadores para replantearse su primera aproximación literaria a la experiencia del campo de Buchenwald. Paralelamente influye en su decisión la lectura de testimonios sobre los campos de reeducación en la Unión Soviética y los métodos con que la cúpula central del PC se libera de la sombra de Beria, el segundo de Stalin, tras la muerte del dictador. Semprún se descubre ante la imposibilidad de la inocencia, personal y colectiva. Así surge Aquel domingo, cuya traducción al español inexplicablemente perdió la carga irónica del francés: Quel beau dimanche!

Una de las características más notables de la narrativa de Semprún proviene de su formación filosófica; consciente de que el recuerdo es el recuerdo del recuerdo, modificado por el futuro, en lugar de proponer un relato único se sitúa en un cruce de caminos: las vivencias, las lecturas, las coincidencias. El orden y los nombres de los autores de los epígrafes ya anuncian la amplitud de sus referencias intelectuales: Kundera, Solzhenitsyn y Breton; de este último transcribe: ``Persisto en reclamar los nombres, en no interesarme sino por los libros que se dejan abiertos como puertas, y cuya clave es inútil buscar.'' Tres singularidades: un día, un árbol y un hombre, sumidos en una centuria, un bosque y una colectividad. Aquel domingo, en su entramado circular, podría aproximarse a la composición áurea; la retícula está formada por las experiencias que producen un cambio de sentido en su vida, y las líneas que unen un punto a otro están marcadas por sus profundas y prolíficas lecturas, explícitas en el texto. De Goethe a Giraudoux, de Marx a Faulkner. Jorge Semprún se pregunta en qué momento se decidió su destino, cuándo se tiraron los dados de su vida y los de la Europa del siglo XX. A su llamado acuden los grandes mitos de la historia del pensamiento aunque quizá no explican nada, simplemente añaden una inquietante polisemia, una dimensión ahistórica. Una de estas sombras míticas es la historia de Absalón, en el libro segundo de Samuel, del Antiguo Testamento. Absalón, hijo del rey David, mata a su hermano Amnón por haber dormido con su hermana Tamar y haberla repudiado. A pesar de ser perdonado por David, Absalón es asesinado por los generales de su padre cuando lo descubren indefenso, atorado en las ramas de un encino. Esta historia bíblica de hombres demasiado humanos nunca se menciona explícitamente en la novela de Semprún, pero hay momentos en que algunos retablos se superponen a la narración, como cuando en una película o video se inserta un cuadro ajeno durante un segundo: el espectador no sabe si lo vio o no pero queda un rastro en su memoria visual.

El campo de concentración de Buchenwald fue construido en 1937 por los presos políticos alemanes, en su mayoría comunistas, en las colinas Ettersberg, a unos cuatro kilómetros de la capital del Estado de Turinga, Weimar. Buchenwald era llamado eufemísticamente ``centro de reeducación'' pero en realidad era manejado como un campo de trabajos forzados, una fuente de mano de obra para las industrias de la guerra ubicadas en la región. A partir de las invasiones del ejército alemán, en 1939, fueron llegando a Buchenwald presos políticos de distintas nacionalidades, especialmente rusos. En los primeros meses de 1945, mientras las tropas aliadas liberaban el centro de Europa, al corazón del territorio alemán arribaban los sobrevivientes de los sobrevivientes de los campos de exterminio judío. Pocos meses después de su liberación, Buchenwald volvió a ser usado para la represión por el ejército soviético. De cara a la llanura de Weimar, en lo alto de la colina, se yergue un campo-monumento concebido, se dice, por Bertolt Brecht. Es posible que por este bosque de árboles Buche (hayas), desde donde se tiene una vista magnífica del horizonte, hayan paseado -además de Goethe- Schiller, Bach, Liszt, Max Gropius y hasta la propia Marlene Dietrich, que pasó una temporada en la ciudad en 1919, cuando la Asamblea Constituyente, huyendo de los disturbios obreros en Berlín, se reunió en la capital de Turinga para crear la primera República Alemana, conocida como la República de Weimar.

Después de veinte años entregado a la lucha clandestina en España, tras ser expulsado del PCE, Semprún, en lugar de dejar caer discretamente el pañuelo sucio de su pasado comunista y entregarse al promisorio futuro como escritor que la entrega del Premio Fomentor le proporcionaba,Êdecidió replantearse de nuevo la realidad del campo de Buchenwald. ``Nadie es inocente'', dice Semprún, y se apronta a desmadejar los hilos del destino y el azar que pusieron, en el mismo bosque donde Goethe se entregaba a divagaciones botánicas en compañía de Eckermann, a combatientes comunistas que escucharon sin entender la firma del pacto germano-soviético; donde tuvo lugar la persecución de las tropas inglesas a los partisanos griegos. El mismo sitio donde Leon Blum -primer ministro del interior francés, de origen judío- vivió un cautiverio ajeno a los horrores del campo (el mismo Blum que, treinta años atrás, había escrito sobre las conversaciones de Goethe y su secretario). El mismo donde Eli Wiessel sobrevivió a las penurias del campo pequeño, en el que la vida existe dentro de la muerte, por medio de los pedacitos de alegría de la cotidianidad alienante del campo. El sitio del aire donde flota la ceniza de los crematorios, el aire que lo mantiene vivo pero impregnado de muerte. El sistema de poder repetido hasta el último escalón de la organización concentracionaria. Las paradojas históricas, como el grupo de deportados judíos abandonados por los nazis que buscan a sus captores para no caer en manos de los rusos. Los rusos comunistas que controlan el mercado negro, los mismos que, en la noche inmediata a la liberación, pintan la efigie de Stalin en su barraca y que, cuando llegan sus compatriotas, no son liberados sino enviados una vez más a campos de reeducación, ahora en la tierra de sus padres. Los prejuicios de clase, de raza, de religión, de sexo. La compasión y el mal absoluto habitando en todos.

Entrecruzados en la narración de la rutina de un domingo en el campo de Buchenwald, corren dos relatos: el de la vida de Semprún después del internamiento, la autocrítica al dogmatismo ideológico del que fue estandarte y víctima, y el que da cuenta de sus lecturas, o más bien de los escritores y sus obras, las piezas intelectuales de la reflexión y el desamparo ideológico.

Aquel domingo aparece en México veinte años después de su publicación en francés. Según el autor, este es el libro que debió haber escrito en lugar de El largo viaje. Han pasado cincuenta y cinco años desde la liberación del campo de Buchenwald, el 11 de abril de 1945, y veintitrés desde el suicidio de Primo Levi, el 11 de abril del 77 -el mismo día que Semprún inicia La escritura o la vida. La mayoría de los que sobrevivieron a los campos de exterminio han desaparecido. De sus historias, de sus vidas, de su singularidad en la masa amorfa, quedan testimonios como Aquel domingo: la permanencia de la memoria no en contra sino gracias al olvido, un libro que supera la fascinación por el horror y las explicaciones totalizadoras, a través de una narración que vuelve sobre sus pasos, se cuestiona y pone en tela de juicio los mitos y la paradoja aterradora y vulnerable de la Europa del siglo XX.



e n s a y o


Asado de libro
con salsa de diccionario


Rosa Aurora Chávez

Adolfo Castañón,
Grano de sal,
Breve Fondo Editorial,
México, 2000.

Bienvenidos. En esta ocasión cocinamos para ustedes las páginas de este libro. Encontrará una variedad de sensaciones: palabras que evocan la presencia del alimento enredado en la lengua, frases que se frotan en el paladar desencadenando una lluvia de saliva anhelante. Pleno de imágenes gustativas, nos ofrece en una vianda al mundo, asequible sólo a través de la boca. Bien valió la pena haber sido expulsados del paraíso intrauterino si eso nos brindó la posibilidad de acceder a otro tipo de placer: el gusto con gusto.

Grano de sal es realmente un banquete para degustarse a través de la lectura e incluye, además, un auténtico recetario del siglo XIX, tesoro del bisabuelo del autor. Es un libro que esconde el más suave cachondeo de los sabores y el frenesí que produce devorar, como cualquier otra fiera o como Dios devora a los hombres: ``La cocina suscita apetitos piadosos o despierta la transgresión de la voracidad.'' Comámonos a Dios y a la creación entera.

El banquete inicia ``En un buen Romance casero''. Lo dulce en lo femenino, la sal en lo masculino; el pudor y la delicadeza para levantar una cuchara en la mano y navegar dentro de la sopa, la impaciencia y la rudeza al desgarrar la carne. El encuentro de estos dos principios inicia en la cocina, íntima, cotidiana, ``anónima y modestaÉ el gesto con que la tierra atrae al hombre para alimentarlo sin que él se dé cuenta cómo''.

Pasemos a ``La sal proterva del marisco''. ¿Por qué la gente del altiplano -a excepción de quienes buscan un sabroso afrodisiaco- son tan poco adeptas a comerlo? ``El sueño carnívoro sólo se interrumpe unas cuantas veces al año durante ese efímero despertar religioso.'' Sobrevive algo ``del paladar lacustre de los antiguos mexicanosÉ la comida del mar nos dice domingo y vacaciones: a falta de playa, paella''.

Probemos ``La casta del vegetal''. ``La cocina es belleza, alusión sensual a los dioses perdidos en la materia. De ahí que algunos se hayan vuelto filósofos después de un banqueteÉ al banquete de la vida asistimos como invitados y en calidad de vianda.''

Descubramos el misterio de la salsa, ``De la abolida minuta'', carnes ocultas en un nido de hojas de maguey. Tenemos ``necesidad de alimentarse de lo que está ocultoÉ esas viandas que son, también, libros, vestigios de un verbo del que sólo nos queda la carne''.

``Oíd la filosofía'', nuestro pueblo goza su libertad al comer de pie y en la calle: ``las avenidas de la ciudad dejan ver en sus grasosas y polvorientas venas abiertas la tripa miscelánea y promiscua del mexicano''. Comamos ``Con los brazos remangados'': se requiere de especial destreza para realizar la acrobacia de comer una tostada o un taco. ``La tortilla sugiere un pensamiento circular.''

``La sal llama a la saliva'', el alimento es bañado por aromáticos jugos: inmerso en un caldo, marinado en salsa que lo enviste de nuevos olores, penetrado ``por el baño iniciático'' de nuestra saliva. ``Comer es un buen pretexto para excitarse.''

Vayamos de cacería tras un animal salvaje, un auténtico jabalí (no un mutante producto de la ingeniería genética) glotón al grado del canibalismo. Vamos a matarlo para guisarlo y presentarlo después, con absoluta elegancia, acompañado de un vino.

¿Y qué hay de la sobremesa? Una amistad se estrecha alrededor de un plato.

Finalmente llega la siesta. El cuerpo es sacudido por una marea sedante y alcalina. Un buen restaurante debería tener alguna sección privada para poder dormir, soloÉ o acompañado del postre.

Y como digestivo, Adolfo Castañón nos convida unos aforismos exquisitos, como éste:

Podemos repetir hasta saciarnos. Castañón incluye El cocinero práctico: recetario de Don Juan E. Morán, que en 1883 reunió esta colección de recetas, las cuales preparaban él y su esposa. Cuenta con sopas varias, guisados y moles, pescados y mariscos, tortas, leches, gericallas, cremas, cajetería y conservas, dulces y vinos para elaborar en casa.

La cocina recapitula historias de todas las batallas y mezcla a las civilizaciones. La cultura resulta ser mucho más que un revoltijo balanceado de nutrientes en cantidades precisas y necesarias: es la creación de una obra perfecta. Someter la obra a nuestros dientes, a la tormenta de ácido en nuestro estómago, al misterio de nuestro intestino; arrancarle la sustancia, uniformarla, transformarla en mierda, evacuarla... y cocinar otra vez.

Frente a todo eso basta un grano de sal, humilde y necesario. Sin él no hay sazón.



FICHERO

Artes gráficas

2000 caras de cara al 2000, Fernando del Paso, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Instituto Nacional de Bellas Artes/Museo de Arte Moderno, México, 2000, 64 pp.

¥Gráfica prehispánica de Michoacán. Aproximación al diseño gráfico ancestral, Alejandro Delgado, Instituto Michoacano de Cultura/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, México, 1999, 110 pp.

Catálogo

Catálogo de documentos de la municipalidad de Tlalpan I, Carlos E. Ruiz Abreu y Jesús A. Domínguez Durán, Verdehalago/Ciudad de México, México, 2000, 281 pp.

Crónica

El rostro de la guerra. Martha Gellhorn, traducción de Cari Baena, Temas de Debate, Barcelona, España, 2000, 365 pp.

Rehacer la historia. Análisis de los nuevos documentos del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco, Carlos Montemayor, Editorial Planeta, México, 2000, 90 pp.

Facsimilar

Sermón fúnebre. Primer impreso oaxaqueño, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca/Verdehalago, México, 1999, 80 pp.

Ensayo (filosófico)

Introducción a la historia de la filosofía, Ramón Xirau, Col. Textos Universitarios, UNAM, México, 2000, 572 pp.

La palabra auroral. Ensayo sobre María Zambrano, Roberto Sánchez Benítez, Col. Deslinde, Instituto Michoacano de Cultura, Michoacán, México, 1999, 115 pp.

Ensayo (literario)

Ensayos escogidos. Poemas y ensayos, T.S. Eliot, selección y prólogo de Pura López Colomé, UNAM, México, 2000, 353 pp.

Lugar a dudas, Guillermo Sheridan, Tusquets Editores, México, 2000, 291 pp.

Tercera Tenochtitlan (1983-1999). Poemas y ensayos, Eduardo Lizalde, UNAM, México, 1999, 54 pp.

Mitología

¥ Mitología, José Corona Núñez, Instituto Michoacano de Cultura, Michoacán, México, 1999, 102 pp.

Narrativa

¥ Cuentos de acción y misterio, Jaime Renán González Pérez, Revista Cultura de Veracruz, núm. 41, año IV, septiembre de 1999, México, 80 pp.

¥ La alcoba dormida, Juan Villoro, Col. Confabuladores, UNAM, México, 2000, 259 pp.

¥ Transpeninsular. En una terra incognita, la huella de dos destinos paralelos, Federico Campbell, Col. Narradores contemporáneos, Editorial Joaquín Mortiz, México, 2000, 155 pp.

Poesía

¥ Antes del suicidio, Mercy N. Frausto, Col. Voz primera, Instituto Michoacano de Cultura, Michoacán, México, 1999, 33 pp.

¥ Creció el mediodía, Martha Favila, Marco Antonio Regalado, Sofía Ramírez, Fabián Muñoz, Col. El ala del tigre, UNAM México, 1999, 130 pp.

¥ El cristal, Jorge Fernández Granados, Col. Biblioteca Era, Ediciones Era, México, 2000, 81 pp.

¥ Mundo en resurrección, María Luisa Burillo, Luis Alberto Navarro, Fernando Ruiz Granados y Mario Heredia, Col. El ala del tigre, UNAM, México, 1999, 131 pp.

¥ Poesía reunida. Poemas y ensayos, Antonio Deltoro, UNAM, México, 1999, 287 pp.

¥ Polvo y trino, Mónica Vela, Col. Voz primera, Instituto Michoacano de Cultura, México, 1999, 33 pp.

Revista

¥ Casa del tiempo, núm. 15, abril del 2000, vol. II, época III, textos de Ricardo Rueda, Hugo von Hofmannsthal, Myriam Moscona, Francesa Gargallo, Dora Luz Juárez Cerdi, María José Rodilla, entre otros, UAMMéxico, 72 pp.

¥ Equis, núm. 24, abril 2000, Enrique Vila-Matas, Carlos Monsiváis, Patricia Pineda, Barón de Teive, E. M. Cioran, Agustina Bessa Luis, Ulises Ediciones, México, 80 pp.

¥ Metapolítica, núm. 14, abril-junio de 2000, vol. 4, textos de Alain Badiou, Joshua Cohen, Leonardo Avritzer, Archon Fung, Eduardo Zamarrón, entre otros, Centro de Estudios de Política Comparada, México, 185 pp.

¥ Tierra prometida, núm. 1, primavera de 2000, nueva época, textos de Jospeh Roth, Karl Kraus, Héctor Baca, Luis Alberto Fonseca, Felipe Vázquez, entre otros, Servicios Editoriales Cuadrivio, México, 68 pp.

Teatro

¥ El desdichado en fingir/No hay mal que por bien no venga, Juan Ruiz de Alarcón, estudio introductorio de Germán Viveros, Col. Biblioteca del Estudiante Universitario núm. 131, UNAM, México, 1999, 215 pp.