LUNES 8 DE MAYO DE 2000

* La polémica en torno a su cierre, hace 27 años, dejó huella en la Compañía de Jesús


Con apoyo financiero de ex alumnos, reabre sus aulas el Instituto Patria

* Se busca revivir su espíritu, no sus estructuras: que sea de excelencia académica, no elitista: Torres Arpi

María Esther Ibarra/I * Cerrado en 1973 por la Compañía de Jesús, a partir de que hizo un examen y estudio autocrítico de su misión educativa cuyos resultados llevaron a sus autoridades a concluir que la formación de "líderes" cristianos no consiguió una "estructura social más justa y al servicio de los más necesitados", el Instituto Patria revive impulsado por un grupo de ex alumnos de ese colegio católico considerado uno de los de mayor prestigio en el país.

Con la bendición y aval del provincial de los jesuitas en México, Mario López Barrio; la asesoría de sacerdotes de esa orden fundada por San Ignacio de Loyola, y el apoyo financiero de algunos de sus egresados --entre los que destaca la aportación de quien fuera secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella, quien donará uno de los 30 millones de pesos estimados para echar a andar el proyecto --, el ahora denominado Instituto Patria Tercer Milenio A. C. iniciará sus actividades en septiembre próximo.

Su perfil, sin embargo, es más bajo que el del colegio dirigido por la Compañía de Jesús: por lo pronto sólo comenzará con dos planteles de servicios maternales y educación prescolar (en uno habrá mil escolares, y en el otro aún no se determina), aunque sus promotores ya proyectaron abrir cada año un grado escolar de los niveles subsecuentes de primaria, secundaria y bachillerato.

A partir del 2 de mayo pasado comenzaron las inscripciones en el centro educativo, ubicado en la colonia Las Aguilas, donde se atenderá a 100 infantes desde Pre maternal y Maternal hasta Kinder I y Kinder II, con colegiaturas de dos mil pesos mensuales. En el de Los Reyes La Paz, Estado de México, serán "simbólicas": cerca de 100 pesos.

"No ha sido fácil obtener los recursos. A los egresados pudientes les entusiasma el proyecto, pero a la hora de poner el billete tienen reservas", dice Enrique Torres Arpi, cabeza del grupo de ex alumnos promotores y responsables del nuevo colegio, al explicar el arranque del proyecto en etapas.

Se adelanta a la pregunta, y niega: "No es una reapertura del anterior Patria ni un nuevo Patria. El objetivo es revivir su espíritu basado en la pedagogía ignaciana, no sus estructuras. Tampoco es un colegio de la Compañía de Jesús. Es totalmente distinto", asegura y marca diferencias: "Es un colegio creado y dirigido por laicos, mixto, bilingüe, de excelencia académica, pero no elitista".

Ahora--resume-- "nuestro lema es ser para los demás en lugar de buscar siempre lo mejor, porque algunos buscaron lo mejor en el poder político o económico y, bueno, no era perfecto el Patria; pero nosotros queremos líderes horizontales, no verticales".

La ilusión perdida de buscar siempre lo mejor

Desde su fundación, en 1941 --aunque su antecedente fue el Instituto de Bachilleratos, que inició actividades en 1938 con secundaria y preparatoria--, por las aulas del Patria pasaron 14 mil 500 alumnos, exclusivamente varones. Pero --como dice Torres Arpi-- como en la viña del Señor, hubo de todo. "Algunos de ellos son líderes polémicos, pero líderes". En esa línea incluye a Onésimo Cepeda, obispo de Ecatepec, cuya afición predilecta es el golf.

Allí estudiaron la primaria, la secundaria o la preparatoria empresarios como el fallecido dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre; el director de la Cervecería Modelo, Valentín Díaz Morodo; Alfonso Romo (grupo Pulsar); Alonso de Garay (Grupo Bursátil Mexicano); todos los González Sabalegui, propietarios de la cadena de tiendas Comercial Mexicana; Fernando de la Mora (dueño de la ganadería de Tequisquiapan); Angel Losada (grupo Gigante); Fernando y Jaime Chico Pardo (este último director general de Telmex); Francisco Ealy Ortiz, presidente y director general de El Universal, y hasta deportistas como el ex director técnico de la selección nacional de futbol, Manuel Lapuente, y los artistas Pedro Armendáriz, Enrique Guzmán y Mario Pintor.

Ubicado en el corazón de Polanco -- donde hoy se asienta la exclusiva Plaza Moliere-- también fueron fruto del Patria políticos como los ex secretarios Pedro Aspe (Hacienda) y Eduardo Pesqueira (ex titular de la extinta Secretaría de Pesca); el senador priísta Fernando Solana; Gilberto Rincón Gallardo (aspirante presidencial del PDS y "sorpresa" del reciente debate), y Alejandro Gertz Manero (titular de la Secretaría de Seguridad Pública).

De la institución también egresaron los dramaturgos Luis de Tavira y José Ramón Enríquez; Salvador Malo Alvarez (secretario de Planeación de la UNAM con el rector Francisco Barnés de Castro); Fernando Serrano Migallón (primero abogado de la máxima casa de estudios, y ahora director de la Facultad de Derecho) y los hermanos Héctor y Luis Aguilar Camín.

"Esa contradicción ha sido histórica en la Compañía de Jesús, pero no era el colegio de los ricos o las élites. Había de todo. Yo era hijo de maestro, pues mi padre daba clases de literatura en el Patria", refuta José Ramón Enríquez, director del Centro Universitario de Teatro (CUT) de la UNAM. "Lo principal fue el acento en la formación que recibimos: el interés por los problemas sociales y la capacidad de apertura, crítica y autocrítica, características de los jesuitas".

Historiador y estudioso de la Iglesia, Jean Meyer reflexiona: "La Compañía de Jesús tenía la ilusión de formar líderes políticos, económicos y sociales, con ética cristiana y cuya vida personal y profesional se orientara bajo ese principio. Pero, en un examen autocrítico, asumió haber fracasado en esa empresa. Se reconocía el éxito pedagógico y social de sus colegios y egresados, pero que la sociedad no había progresado ni un paso hacia los ideales cristianos y, en especial, sus ex alumnos tampoco habían trabajado en construir una más justa".

Autor de La Cristiada y Un obispo, una diócesis, 40 años: Samuel Ruiz en San Cristóbal (1960-199), comenta que el cierre de colegios como el Patria fue a nivel mundial. "Provocó discusiones y crisis muy fuertes, una situación dolorosa porque era de las mejores instituciones educativas del país y con un sin fin de brillantes docentes e investigadores jesuitas".

Meyer concluye: "Fue como un símbolo muy fuerte de un cambio radical de la Compañía de Jesús, de decir: cerramos el Patria de Polanco y nos vamos a Nezahualcóyotl, al Cerro del Judío, al ejido de Belén, en Jalisco; o a los barrios de Torreón, Coahuila".

Huellas de una controversia inconclusa

A 27 años del cierre del Instituto Patria, la controversia que generó en la Compañía de Jesús aún tiene huellas. Algunos hechos así lo sugieren:

"No me interesa, para mí es asunto concluido"; "no me acuerdo, ha pasado mucho tiempo", "no estoy enterado del nuevo proyecto", respondieron jesuitas y ex sacerdotes de esa orden que, incluso, fueron maestros o participaron en el cierre del Patria.

Su provincial en México, Mario López Barrio, le dio vueltas al asunto. La solicitud de una entrevista por esta reportera la pidió por escrito; luego que se le enviara un cuestionario, y finalmente, por medio del sacerdote Eugenio Páramo, comunicó su decisión de no hablar.

Y es que la clausura del colegio --proceso que anunciaron en 1971 y concluyeron en 1973 las autoridades de la Compañía de Jesús-- dividió a los jesuitas. Hubo quienes respaldaron la medida y quienes se opusieron, al grado de que Jean Meyer recuerda ese hecho como un "choque, un terremoto" entre la "ala radical" de jóvenes sacerdotes y los de mayor edad.

Ex seminarista jesuita, Rubén Aguilar disiente: "No hubo una confrontación generacional; había jóvenes, pero también gente de otras edades que apoyaron la decisión. Ese no fue el problema, sino de óptica y visión de mundo, pues había un sector mucho más cercano a la teología de la liberación y al compromiso de la opción preferencial por los pobres; y otro de posiciones más conservadoras, tímidas y menos en contacto con lo que estaba pasando en el mundo.

"Al interior de la Compañía hubo una reacción muy fuerte, y en sí misma la decisión era polémica e implicaba tomar partido, y muchos jesuitas estaban en desacuer- do con el padre provincial, Enrique Martín del Campo. Consideraron injusto el argumento de que el colegio no estaba formando a las élites para cambiar el país. Este juicio es desmedido, pues entonces tendrían que cerrar la UNAM, o el IPN, porque tampoco cumplen con ese propósito, sobre todo si vemos que de ahí ha egresado la mayoría de los presidentes de la República, incluido Zedillo".

Para Rubén Aguilar, académico universitario y consejero ciudadano del Instituto Electoral del Distrito Federal, en el cierre del Patria " no todo fue error ni todo acierto". Por un lado, "resultó contraproducente incluso para el proyecto político del país, pues se dejaron espacios libres a la derecha: al Opus Dei y a los Legionarios de Cristo. Así, la Compañía abandonó la pelea ideológica al seno de las élites cuando tenía, y sigue teniendo, una propuesta propia y de avanzada".

Encuentra, sin embargo, la decisión positiva, en parte porque "amplió los espacios a la Compañía para destinar un conjunto de fuerzas a proyectos sociales con indígenas, campesinos, obreros y sectores populares. Significó que un grupo de jesuitas nos pasáramos a este trabajo con los maestrillos (guías o tutores)". Junto con otros seminaristas, Rubén Aguilar se fue a la zona del Ajusco, donde realizaban proyectos de educación e impulsaron la formación de organizaciones sociales o cooperativas.

"Entonces --establece-- no era necesario el cierre, porque hicimos esa labor, y hoy continúa. Ahí está el ejemplo del Agustín Pro Juárez (el centro de derechos humanos creado por jesuitas), que desarrolla una defensa fundamental entre los marginados, especialmente en zonas rurales e indígenas".

Meyer coincide en que fue una decisión "admirable" pero peligrosa. "No fue prudente y se necesito valor para hacerlo, porque implicó romper relaciones multiseculares con las élites políticas y económicas del país, y el Opus Dei y los Legionarios de Cristo retomaron en provecho suyo una vieja alianza con la Iglesia".

La inconformidad cundió entre los padres de familia, y el problema llegó hasta el entonces presidente Luis Echeverría. Refiere Meyer: "Sin ser él o su esposa, doña María Esther, especialmente católicos, intentó presionar a la Iglesia mexicana y al nuncio apostólico para que convencieran a los jesuitas de no cerrar el Patria. Esto porque varios ministros de Estado tenían a sus hijos ahí. Fue una polémica con mucha huella, pero el ala radical prevaleció en la Compañía".

La suspensión de actividades fue paulatina para que los alumnos concluyeran sus estudios. Posteriormente, con los recursos de la venta de las instalaciones del colegio se creó el Fomento Cultural y Educativo (FCE) para que los jesuitas realizaran labor en las comunidades más pobres del país.

Sin embargo, la Compañía de Jesús mantuvo sus otras instituciones educativas: la Universidad Iberoamericana, el Iteso de Guadalajara; los institutos Lux, de León; Ciencias, de Guadalajara, Oriente, de Puebla, y Cultural de Tampico, así como la Escuela Carlos Pereyra, de Torreón.

Empero, el estudio encargado a Pablo Latapí, entonces director del Centro de Estudios Educativos, fue concluyente para el cierre del Patria: "La cultura que se transmite en nuestros colegios es decididamente incoherente en un país que sólo puede salvarse con participación y cooperación; es una educación que significa privilegio, fomenta el espíritu de élite y confirma socialmente el derecho del más poderoso".