Lunes en la Ciencia, 15 de mayo del 2000



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Concepción Company Company

En busca de la identidad cultural en la Lengua

"Le decía el padre a la monja cuando se acercaba a confesarla: Ƒte lastima el túnico tus pechitos? Porque ustedes son delicaditas de esas partes, y por eso los traen apretaditos. šPobrecita, m' hija!". Este es un documento mexicano que data de 1716, periodo que la investigadora Concepción Company Company (1954), del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM considera como la etapa en la cual realmente se gestó la identidad mexicana, es por ejemplo, el momento en el que el español mexicano acogió la mayor cantidad de indigenismos.

"Yo veo este texto y afirmo: esto sólo pudo haberlo dicho un mexicano. Alguien que usa cuatro o cinco diminutivos en apenas tres líneas no es sino de este país. ƑDónde mejor, sino en la lengua, podemos ver reflejada la identidad cultural de un pueblo?". Doctora en Lingüística Hispánica por la UNAM, Company no comprende cómo el estudio y defensa de esa identidad no es un asunto de seguridad nacional, aún más, en un mundo cuya globalización parece inevitable y el trabajo del filólogo humanístico es imprescindible, ya que permite comprender quiénes somos los mexicanos.

company-concepcion-jpg "La finalidad última de nuestro trabajo como filólogos es conocer mejor la idiosincrasia cultural, la identidad de una comunidad, en este caso la mexicana. Creo que se podría resumir el trabajo filológico en el viejo refrán: 'Dime cómo hablas y te diré quién eres'".

Después de pasar años en el Archivo General de la Nación y en el de Indias, hurgando en documentos coloquiales que reflejen la vida cotidiana de la Colonia, buscando las expresiones de la gente que asistía a los tianguis, de aquella que ya entonces comía tacos, y tenía problemas de inundaciones y de desagües, Concepción Company tiene una versión de cómo es el español de México: "es una lengua engañosa, muy conservadora por fuera, respetuosa de las formas -un calificativo tradicional del español mexicano ha sido el de lengua arcaizante-, pero innovadora, profundamente innovadora de los significados que transmite con esas formas. Esto es, en su apariencia formal, el español de México está próximo al español medieval, pero los significados que el hablante mexicano transmite con esas formas no son ya nada medievales".

Unos ejemplos bastan para mostrarlo. "Los diminutivos tienen en la mayoría de variedades hispanohablantes, tal como tenían en el español medieval, el significado de disminuir, hacer más pequeño el tamaño de algo o alguien. En el español de México, en cambio, la función de disminutivo casi no se emplea, y el diminuto enraiza en nuestra lengua, sobre todo a partir del siglo XVIII, como un amortiguador de los aspectos negativos de nuestra cultura".

Así la gorda, aunque pese cien kilos, siempre será la gordita, el muerto es el muertito, lo mismo el cieguito o el cojito, y en general los defectos y la parte negativa de la vida se expresan en buena medida mediante diminutivos. El abuso de diminutivos por parte de los mexicanos provoca que con cierta frecuencia se tilde de cursi nuestro modo de hablar. Contribuye a esta etiqueta el hecho de que el español de México "se caracteriza por evitar el lenguaje directo, y ha desarrollado en su empleo cotidiano múltiples y ricos mecanismos de atenuación y de cortesía para interaccionar con el interlocutor.

"En el uso del posesivo su puede apreciarse también esta engañosa apariencia del español de México. Las expresiones como su casa de Juan, su muñeca de la niña, de uso diario en México, son herencia formal directa del español medieval, pero el hallazgo de Company hace evidente que para los mexicanos el uso de esa doble mención del poseedor no es para precisar quién es el poseedor, finalidad del hombre medieval, sino que se ha modificado radicalmente el significado de posesión y va más allá; tiene que ver con una semántica de afectividad: "sólo cuando el sujeto está afectivamente muy cercano a lo poseído y a la relación posesiva, entonces aflora ese doble posesivo".

Pero todo este trabajo de investigación también requiere contestar una pregunta: "ƑCómo regresar a la sociedad nuestros hallazgos? Acudiendo a las aulas. Educar y formar es un compromiso social ineludible. No concibo la investigación sin docencia: ésta se alimenta de la investigación y sin ella, en tres años más o menos, se vuelve obsoleta; a su vez la investigación se recrea y se pulsa en las aulas, las dos actividades se necesitan mutuamente para generar conocimiento creativo".

Esta no es una tarea fácil, reconoce la especialista. "La educación nos va a dar seguridad e identidad, nos va a permitir saber en qué, y por qué somos diferentes a nuestros vecinos del norte o del sur. Sólo cuando nuestros gobiernos pasen de hablar de 'gasto social en educación' a 'inversión en educación', entonces nuestro país habrá cambiado profundamente". (José Juan de Avila) (Fotos: Carlos Cisneros)

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