La Jornada Semanal, 21 de mayo del 2000


Bazar de asombros

ROMA EN LOS SESENTA

La Roma de principios de los sesenta se encontraba en el momento de dejar la vespa y de pasar a la cinquecento de la Fiat.

El tráfico empezaba a complicarse y los regresos de Ostia o Fregene los domingos por la tarde ya pertenecían al brave new world glosado por Cortázar en su relato sobre la autopista del sur.

El sueño mussoliniano de la EUR estaba ya en una etapa de ajustes y su mezcla de gigantismo dictatorial y de experimentación urbanística era un desafío para los arquitectos, pues se trataba de olvidar lo antes posible a los diseñadores del proyecto fascista y de crear una fisonomía nueva para el discutible modelo de la modernidad.

La embajada de México estaba en la Vía Lázaro Spallanzani, enfrente de uno de los palacios de Mussolini, la Villa Torlonia. Se encontraba muy cerca de la Porta Pia y de la Nomentana y, a un par de cuadras, funcionaba una de las mejores trattorias de barrio. Las grandes fuentes de pasta y el vino de los montes romanos se combinaban para organizar un almuerzo que culminaba con unos higos de piel verde y unos jugosos duraznos. Un diplomático de la vieja escuela, elegante y sabio, Rafael Fuentes, era el embajador, y Arturo López de Ortigoza, Gustavo Cosío Villegas, Alfonso Herrera Salcedo y este bazarista formábamos su pequeño equipo. Como en todas las embajadas, el trabajo fundamental estaba a cargo de las(os) heroicos(as) y mal pagadas(os) cancilleres y empleados auxiliares. Recuerdo a Lucha Pruneda (había sido secretaria de López Velarde en el jurídico de Gobernación), a Eva Saviñón y a Luz Longoria, quienes, auxiliadas por Ana Pironttí (conocía Roma como la palma de su mano y se movía con soltura por todos sus laberintos. Bárbara Litwin y Jacqueline González Quintanilla cumplían esas funciones esenciales en Londres y París), llevaban los pesos mayores y cubrían los trabajos más rutinarios.

Quasimodo, Ungaretti y Montale eran los poetas principales y el cine tenía en Fellini, Visconti, De Sica y Pasolini, sus clásicos y siempre aventureros directores. El gatopardo y Ayer, hoy y mañana fueron las películas emblemáticas del cine que dejaba atrás al neorrealismo e intentaba nuevos temas y formas. Un joven director acababa de presentar su opera prima en blanco y negro. Se llamaba Bernardo Bertolucci y su película era Antes de la revolución.

Alfonso Gatto, el poeta y traductor, me presentó a Pier Paolo Pasolini en el set de El Evangelio según San Mateo. Yo había traducido algunos poemas de sus libros Las cenizas de Gramsci y El ruiseñor de la Iglesia Católica (recuerdo en especial ``El llanto de la excavadora'', su estremecedor testimonio sobre los duros años de la posguerra, las ciudades perdidas de la antes palúdica llanura romana y los ragazzi di vita. Uno de esos desesperados mató a Pier Paolo en la playa de una madrugada terrible). Lo vi varias veces. Era un hombre interesado en todo, entusiasta y generoso. Sabía que tomar parte en la vida es un juego riesgoso, pero asumía los riesgos con la quiet desperation de los poetas lakistas.

En la casa de Rafael Alberti en Vía Monserrato (muy cerca del Palazzo Farnese) conocí al anciano poeta Ungaretti. Hablamos de México (le gustaban Sor Juana y López Velarde), Góngora y otros países de la Galaxia castellana. Lo vi varias veces en un café de la Vía Veneto. Nos sentábamos a su lado, hablábamos de Brasil, escuchábamos sus pullas en contra de Montale y Quasimodo y sus admiraciones por la poesía de ambos, por la de Saba, Cardarelli y, sobre todo, por la de Leopardi. Le divertía recordar el poema premonitorio que Carducci dedicó al povero Massimiliano: ``Maximiliano, no debes fiar, torna al Castillo de Miramar.'' Las bellas muchachas romanas (eran los tiempos de La dolce vita) producían en Ungaretti una alegre fascinación. Las contemplaba con sus ojillos entrecerrados y a veces les pedía que se acercaran a su mesa. Casi todas accedían y el viejo, encantado, les decía: ``Gracias, gracias...'' Gracias por estar vivas, por pasar por aquí, por dejar que las admire... Recuerdo su lengua mordaz y su gusto por la vida. Lo veo al lado de sus amigos: el poeta rumano Eugenio Jebeleanu (autor del gran poema sobre Hiroshima que se hermana con la película de Resnais) y su esposa, la pintora y grabadora Florica; Mihai Beniuc, buen poeta derrotado por la censura que aceptó y alabó, y María Banus, la desolada escritora de Braila, la ciudad danubiana descrita por Panait Istrati (nacido en el barrio griego de La Comorofca) en Codine y en Las mocedades de Adrián Zografi, novelas muy leídas en su tiempo y ahora convertidas en objetos de culto literario.

Manuel Rodríguez Lapuente, Carlos Bazdrech, Sergio López y Julio Labastida, generosamente patrocinados por la Democracia Cristiana, tomaban cursos, participaban en seminarios y viajaban alegremente por Europa. Todos los martes, Lucinda preparaba ``mexicanadas'' para don Sergio Méndez Arceo, el padre Ignacio Gómez Robledo (especialista en Suárez, Greene y Waugh) y el pintor Claudio Favier. El Concilio Vaticano Segundo, convocado por ese Papa excepcional que fue Juan XXIII -gordito, humorista, buen gourmet y para nada solemne- hacía que convivieran en Roma todas las fuerzas eclesiales, desde la ultramontana hasta la reformista. Se contaba que un cardenal dinosáurico llegó a Roma para tomar parte en el Concilio. Su viaje fue fatigoso y durmió mal la noche de su arribo. A la mañana siguiente, subió a su auto y ordenó al chofer: ``Al Concilio.'' El cansancio lo derrotó y se quedó dormido. Al despertarse se percató de que su coche iba rumbo al norte e increpó al ``autista'': ``Te dije que íbamos al Concilio. ¿A dónde me llevas?'' El inteligente chofer le contestó escuetamente: ``A Trento, Eminencia.''

La ciudad se llenaba de automóviles y Alberti, recordando a Quevedo, escribió un soneto que forma parte de su libro Roma, peligro para caminantes. Así termina: ``Alma ciudad, alma, garage inmenso.''

Hugo Gutiérrez Vega
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Antesala

Notitas edificantes del instituto de cultura de la ciudad de méxico. Alejandro Aura y su equipo (entre el que se cuentan nuestros amigos y colaboradores Eduardo Vázquez Martín y Fabrizio Mejía Madrid) realmente han formulado una serie de planes y estrategias para llevar las diversas actividades culturales a los más distintos niveles sociales, sin demagogia ni falsos populismos, sino con respeto tanto para las obras y los creadores como para la inteligencia del público que las recibe.(Habrá quien niegue esto o invoque errores -inevitables- para tratar de desmentir esta afirmación; sin embargo, los hechos son los hechos: el Instituto de Cultura funciona cada vez mejor, y así como algunas de sus ideas no han cuajado, otras han tenido un éxito inusual, empezando por los megaconciertos en el Zócalo.) Ahora, si -como decía Xavier Villaurrutia y lo recuerda paladeándose Guillermo Sheridan- la literatura es para todos, a condición de que todos seamos unos cuantos, qué mejor que el Reclusorio Femenil Oriente para presentar el libro Me dicen la narcosatánica, de Sara Aldrete, quien se encuentra entre las cuantas internadas allí. Participarán Josefina Estrada, Víctor Ronquillo, Emiliano Pérez Cruz, Salvador Castañeda (a quien le tocó inaugurar el famoso Reno -Reclusorio Oriente- versión masculina), Sandro Cohen, María Rojo (que espera no ser registrada como en El apando) y la autora (que no podrá escaparse de asistir al acto, je je); como moderador irá Eduardo Vázquez. Esto pasará este lunes 22, y los presentadores por fin sabrán lo que es tener un público cautivo. Ya fuera de malos chistes, este mensaje va para las que allí por desgracia se encuentran: ánimo, ``la vida es larga y además no importa'', como dijo José Joaquín Blanco. Y ya encarrerados, le aviso que los tres últimos miércoles de mayo hay una serie de pláticas sobre ``Narrativa contemporánea'', que empezaron este pasado 17 con nuestro cuate Philippe Ollé-Laprune, así que ya se la perdieron. Este 24, la conferencia será sobre narrativa italiana y la impartirá nuestra asesora oficial del italiano, Annunziata Rossi, que hablará sobre Pirandello, Svevo, Calvino, Ginzburg y Morante. Y la última, el 31, la darán nuestros amigos Regina Crespo (que coordinó nuestro reciente número ``500 años de Brasil'') y Rodolfo Mata (que escribió un texto para éste). Hablarán sobre Guimaraes Rosa, Lispector, Fonseca, Trevisian y Carvalho). Estas conferencias tendrán lugar en el Centro Cultural San Angel (Av. Revolución esq. Francisco I. Madero, col. San Angel), a las 19:30 hrs.

Un adelantado que cruzó el zaguán. Alberto Blanco y Luis Cortés Bargalló, además de excelentes poetas, son amigos de sus amigos. Y uno de éstos, Xavier Sagarra, artista salvadoreño de familia catalana y miembro fundador de la mítica revista El Zaguán, murió hace un par de años en su patria en un accidente automovilístico. Desde que se enteraron, Alberto y Luis, junto con otros amigos, se dieron a la tarea de reunir toda la obra de Xavier, que se encontraba dispersa por diferentes países y continentes, para hacer un libro en su memoria. La empresa ha cristalizado en la edición de un hermoso libro con la obra completa de Sagarra, comentada por algunos de sus amigos y prologada por dos ensayos de Alberto y Luis. El miércoles 24 está usted invitado, lector(a) que aprecia la amistad y gusta de las artes visuales, para que asista al Museo de Arte Moderno a las 19:30 hrs. El libro será comentado por Blanco, Cortés y Linda Lasky, y moderará Luis Roberto Vera.

Para que pueda hacerlo sin que le salgan pelos en la palma de la mano o en las puntas de los dedos, según. El escritor Antonio Armonía, al parecer experto en estas lides, ha decidido romper un tabú en México y hablar abiertamente de y clasificar exhaustivamente a la masturbación, vulgo ``chaqueta'' o ``manuela''. Para ello, escribió El Manual de Manuela que ahora pone a la consideración de quienes la ejercen con singular alegría, incluidos los mancos, a quienes se dedica una especial atención (de entrada el antesalista recomienda la famosa ``Muerte del guajolote'', que otro día explicaremos). Además de los pertinentes consejos y su clasificación, Armonía logró conjuntar una serie de ilustraciones de artistas y caricaturistas de largo renombre, como Toledo, Helguera, El Fisgón, Cuevas, Trino y Jis, un par de los innumerables Castro Leñero y Ehrenberg, entre muchos otros. Aquí les damos una probada para que se sientan con ánimos de ir a la presentación, el jueves 25 a las 19 hrs. en el Museo de la Ciudad de México (ahí nomás en Pino Suárez 30, Centro Histórico). Presentan Elisa Ramírez Castañeda (poeta multidisciplinaria), Eliseo Alberto (¿qué es lo tuyo, chico?), el director de este suplemento (quien tiene información de primera mano) y el autor (que ha estado practicando para estar en forma). Conrado Tostado, escritor nómada (que por ello sabe de esto) será el moderador. Asista usted, lector(a) fogueado(a) o principiante, para que tenga la información siempre a mano. Amén.

CarlosGarcía-Tort
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