VIERNES 23 DE JUNIO DE 2000

* Sostiene Lorena Díaz, autora de un libro acerca del compositor


Miguel Bernal Jiménez fue un cristero no violento de la música

* Comienza el festival de Morelia en el que se le rendirá homenaje a 90 años de su natalicio

* Más que por su repertorio sacro, trascendió con sus obras profanas, dice la investigadora

Angel Vargas * El compositor Miguel Bernal Jiménez (1910-1956) permanece en las sombras de la historiografía de la música mexicana, aunque no al extremo de la marginalidad, como sí lo está el movimiento que encabezó: el nacionalismo sacro.

Lorena Díaz Núñez es determinante al sustentar que el músico michoacano ocupa un espacio reducido en la historia oficial del arte sonoro debido a sus convicciones religiosas y políticas ųmilitó en el PANų, que en lo artístico tuvieron una de sus expresiones en la música sacra.

''Bernal Jiménez fue una suerte de cristero no violento de la música. Esto puede sonar un poco fuerte y arriesgado, pero fue muy aguerrido y luchó por la música sacra y la defendió a toda costa", afirma la investigadora, quien tras casi 10 años de trabajo presentará el día 28 su libro Miguel Bernal Jiménez: catálogo y otras fuentes documentales, como parte del homenaje que el decimosegundo Festival Internacional de Música de Morelia ųque hoy comienzaų rinde al creador por el 90 aniversario de su natalicio.

El artista coincidió en el tiempo con la época nacionalista, pero los principios de su educación católica lo llevaron a organizar un movimiento paralelo al que la especialista denomina nacionalismo sacro y que ocurrió entre 1939 y 1956, con fuerte arraigo en provincia.

Seguidor de preceptos papales

Explica Lorena Díaz que el nacionalismo sacro fue consecuencia de un proceso que comenzó con el Motu proprio, de Pío X, documento emitido en 1903 que alentaba la creación de obras litúrgicas con elementos regionales de cada país. ''Esta inquietud del Papa tuvo su origen en el siglo anterior al considerar que la música sacra estaba en decadencia y su convicción era que la espiritualidad podía fomentarse con música de alta calidad, adecuada a los servicios litúrgicos".

Tras cinco años de estudios de composición sacra, órgano y canto gregoriano en Italia, Bernal Jiménez ųcuyo ''ideal era ser apóstol de la música sacra"ų regresó al país y continuó con los preceptos papales, apunta. La conciliación que se dio entre Estado y la Iglesia luego de la guerra cristera y que propició un movimiento de tolerancia, el modus vivendi (1938-1950), favoreció su labor al irrumpir, ya sin ninguna traba, el nacionalismo sacro.

Adscrita al Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musicales (Cenidim) Carlos Chávez, la investigadora resalta que si bien lo sacro ocupa parte importante en el repertorio del creador, éste es reconocido y ha trascendido más por sus obras profanas, que se ajustan a inquietudes similares a las de sus contemporáneos más célebres, como Blas Galindo y José Pablo Moncayo. ''Fue un nacionalista no sólo sacro".

El libro sobre Bernal Jiménez estaba planeado como un solo volumen en el que se concentrarían vida y obra, pero la vastedad de material que recopiló Lorena Díaz la obligaron a dividirlo en cuando menos dos tomos más.

Coeditado por el Cenidim y el Conservatorio de las Rosas ųinstitución encargada de la organización del Festival Internacional de Música de Moreliaų, este volumen está constituido por una cronología; el catálogo total de la obra, integrada por 251 títulos, una fonografía (con 92 registros) y la bibliografía de él y acerca del compositor.

De la anécdota a la visión idílica

Este es el primer libro acerca de Bernal Jiménez, desde el punto de vista musicológico, porque hubo otros intentos pero no tan rigurosos. ''La vida y la obra del músico se han prestado para la anécdota, a los recuerdos, a la visión idílica", dice.

La investigadora afina los últimos detalles de la biografía, así como de una antología con los escritos del creador del Himno de los bosques (que dejó inconclusa y culminó el compositor Manuel Enríquez, su alumno). Y menciona, por cierto, la posibilidad de emprender una iconografía.

Lorena Díaz enfatiza que aún hay mucho por hacer sobre el compositor, organista, director de coro y orquesta, escritor y musicólogo que fue Miguel Bernal Jiménez. Su libro, dice, sólo es el primer paso, ''no para descubrirlo sino para difundirlo".