LUNES 3 DE JULIO DE 2000

* La Alianza por el Cambio se perfila para tener mayoría en el Congreso


Fox, virtual presidente electo; logra 46% de votos en conteo preliminar

* Según el PREP, Democracia Social conservaría su registro; el PCD y el PARM lo perderían

Mireya Cuéllar, Alonso Urrutia y Jesús Aranda * En los primeros minutos de este día, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) reportaba, al computarse 29 por ciento de las casillas, que el candidato de la Alianza por el Cambio, Vicente Fox Quesada, iba adelante en las preferencias electorales, al sumar 5 millones 204 mil 937 votos (46.57 por ciento); seguido de Francisco Labastida Ochoa, con 3 millones 625 mil 677 votos (32.44 por ciento); y de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, con un millón 792 mil 988 votos (16.04 por ciento).

Gilberto Rincón Gallardo, de Democracia Social, y Manuel Camacho Solís, del Partido de Centro Democrático, habrían acumulado 2.04 y 0.56 por ciento de los sufragios, respectivamente.

El Partido Auténtico de la Revolución Mexicana había recibido hasta esa hora 42 mil 382 sufragios (0.38 por ciento).

De acuerdo con un informe del PREP actualizado a la 1:22 de esta madrugada, Labastida encabezaba las preferencias electorales sólo en cinco estados (Nayarit, Guerrero, Oaxaca, Sinaloa y Tabasco), en tanto que Cárdenas tenía ventaja en Michoacán. En todas las demás entidades Fox llevaba el voto mayoritario.

Por otro lado, al cierre de esta edición, la Alianza por el Cambio se perfilaba para obtener la mayoría en el Senado y en la Cámara de Diputados, aunque su porcentaje de votación -41.4 por ciento- aún no le aseguraba el beneficio de la cláusula de gobernabilidad en la segunda, pues le falta 0.6 por ciento para garantizar 251 diputados.

Respecto al Senado, la Alianza por el Cambio habría obtenido ya la votación para tener 66 de los 128 senadores, dejando al PRI con una fracción que podría alcanzar los 49 legisladores y la Alianza por México una fracción de 13 escaños.

La noche del IFE

Según los datos del PREP, la participación ciudadana fue de 65 por ciento, es decir, sólo 35 por ciento de los empadronados optaron por el abstencionismo. Hace seis años la participación electoral fue de 77 por ciento, una de las más altas de la historia del país.

El consejero presidente del IFE, José Woldenberg, señaló que el de ayer es el cambio político más radical del México moderno y dijo estar satisfecho "por haber pasado la prueba".

Apuntó poco después de la medianoche: "Somos un país en el cual el cambio en el gobierno puede realizarse de manera pacífica, mediante una competencia regulada, sin recursos de fuerza por parte del perdedor, sin riesgos de involuciones; eso es la democracia".

Germán Martínez, de la Alianza por el Cambio, hizo un reconocimiento a la ciudadanía, al IFE y a la actitud asumida por el presidente Ernesto Zedillo de reconocer los resultados. Señaló que será recordado como un demócrata y un estadista que supo reconocer la derrota del partido en el gobierno.

Agregó que esa alianza recibe con humildad el mandato de las urnas; "habremos de honrar los compromisos de campaña y a quienes ya no están y hubieran querido ver este día como Manuel Gómez Morín y Manuel J. Clouthier".

El representante del PRI, Marco Antonio Zazueta, afirmó que su partido cree en la institucionalidad y sabe honrar la democracia y defenderla, por lo que ante la derrota actuarán "con dignidad y congruencia política".

En tanto, Jesús Ortega, representante de la Alianza por México, advirtió a los ganadores que si su gobierno se constituye sólo en un cambio de nombre, de hombre, el PRD mantendrá su posición firme y digna.

La disputa por el Congreso

Según el PREP, la Alianza por el Cambio aventaja en 177 distritos, seguida por el PRI, con 77, y la Alianza por México, con 35. En los 11 distritos restantes la diferencia no era suficiente para establecer una tendencia clara. Estableció que la coalición entre PAN y PVEM está cerca de alcanzar la llamada "cláusula de gobernabilidad", que requiere de 42 por ciento de las curules en la Cámara de Diputados.

Respecto al Senado, las primeras tendencias que se conocieron apuntaban a que la Alianza por el Cambio obtendría la mayoría. En 24 estados tendría la victoria, mientras que en cinco más se perfilaba como la segunda fuerza y, por ende, obtendría el escaño de la primera minoría. A estos se le añadirían 15 de representación proporcional, de mantenerse estas tendencias.

En tanto, el PRI se convertiría en la primera fuerza política en siete estados -Tabasco, Veracruz (con apretada ventaja), Tlaxcala, Guerrero, Zacatecas, Nayarit y Sinaloa- y en 24 más era la primera minoría, lo que supondría un total de 38 senadores, más 11 de representación proporcional, con lo cual integraría una fracción de 49 legisladores. Finalmente, la Alianza por México sólo fue la primera fuerza en dos entidades (Michoacán y Baja California Sur) y en tres más fue la segunda (Distrito Federal, Guerrero y Tlaxcala). Con ello, tendría siete senadores por el principio de mayoría relativa, a lo que se añadirían seis más de representación proporcional, esto es, una fracción de 13 legisladores.

Al cierre de la edición, la Alianza por el Cambio se encontraba con 41.44 por ciento de los votos. A continuación, el desglose por circunscripciones electorales:

Primera circunscripción

En Baja California, con un reducido porcentaje de casillas computadas -por la diferencia de horario-, la Alianza por el Cambio aventajaba en cinco de los seis distritos y en el restante aún no había resultados.

En Baja California Sur, la Alianza por México y el PRI se dividían las ventajas en los dos distritos federales.

En Colima, la Alianza por el Cambio ganaba por apretado margen en los dos distritos electorales al PRI.

En Guanajuato, los resultados computados no permitían asegurar tendencias, pero en diez de los 15 distritos empezaba a aventajar la Alianza por el Cambio

En Jalisco, gobernado por el PAN, en 16 de 19 distritos iba adelante la Alianza por el Cambio; en los tres restantes, el PRI.

En Nayarit, donde la convergencia de toda la oposición permitió su reciente triunfo en la gubernatura, el PRI aventajaba en los tres distritos electorales.

En Sinaloa, siete de los ocho distritos eran ganados por el PRI, por uno en el que aventajaba la Alianza por México.

En Sonora, la ventaja era para la Alianza por México en tres distritos.

Segunda circunscripción

En Aguascalientes la Alianza por el Cambio supera al PRI en dos de los tres distritos y este último en el restante.

En Coahuila la Alianza por el Cambio llevaba una cómoda ventaja en cuatro de siete de los distritos electorales; en los otros tres el PRI iba adelante.

En Chihuahua, donde el PAN perdió recientemente la gubernatura, las tendencias anticipaban un probable carro completo para la Alianza por el Cambio en los nueve distritos electorales.

En Durango, la votación a favor de la Alianza por el Cambio se da en cuatro de los cinco distritos, por uno del PRI.

En Nuevo León, en nueve de los 11 distritos se perfilaba una victoria de Alianza por el Cambio, mientras que en los tres restantes la ventaja era para el PRI.

En Querétaro, entidad gobernada por el PAN, los cuatro distritos eran a favor de la alianza que apoyó a Fox.

En San Luis Potosí, cuatro de los siete distritos se perfilaban a favor de la Alianza por el Cambio, y en otros tres, del PRI.

En Tamaulipas, el PRI mantenía estrecha delantera en cuatro distritos sobre la Alianza por el Cambio, mientras que en los cuatro restantes la ventaja era inversa.

Zacatecas, otro estado que gobierna el PRD, fue la excepción; ahí la Alianza por México triunfaba en tres distritos, mientras que el PRI y la Alianza por el Cambio en uno cada uno.

Tercera circunscripción

En Quintana Roo, con 15 por ciento de casillas computadas, la Alianza por el Cambio mantenía una ventaja de dos a uno, en el primer distrito sobre el PRI; mientras que en el segundo distrito, la delantera era estrecha.

En Campeche, entidad en que históricamente la disputa se daba entre el PRI y el PRD, la Alianza por el Cambio ganaba los dos distritos con un amplio margen.

En Chiapas, la Alianza por el Cambio superaba a sus contendientes en seis distritos; sólo en dos se perfilaba una ventaja definitiva. El PRI adelantaba en cinco distritos; y la Alianza por México aventajaba sólo en el distrito 10.

En Oaxaca, el PRI llevaba la delantera en cinco de los 11 distritos, la Alianza por el Cambio y la Alianza por México, con tres cada una.

En Tabasco, la Alianza por México mantenía una estrecha delantera sobre el PRI en tres distritos, mientras que el institucional hacía lo propio en otros dos.

En Veracruz. la tendencia a favor de la Alianza por el Cambio se mantuvo, ya que adelantaba en 11 distritos electorales, aunque sólo en tres con un margen considerable.

En Yucatán, las tendencias eran claras y daban los dos distritos de Mérida a la Alianza por el Cambio y los tres rurales al PRI, en ambos casos por amplio margen.

Cuarta circunscripción

En la capital del país, en los 30 distritos electorales en disputa y con más de 20 por ciento de las casillas computadas, la Alianza por el Cambio se perfilaba al triunfo en 24, la Alianza de México sólo en seis y el PRI no tenía ventaja.

En Hidalgo, de los siete distritos electorales, la Alianza por el Cambio llevaba la delantera en cuatro, aunque en tres de ellos de manera estrecha. El PRI triunfaba en dos y la Alianza por México en uno.

En Morelos, la Alianza por el Cambio triunfaba en los cuatro distritos electorales, en dos de ellos por un margen reducido de ventaja sobre el PRI.

En Puebla, de los 15 distritos, en nueve la Alianza por el Cambio se perfilaba ganador.

En Tlaxcala, entidad gobernada por el PRD, en dos de los tres distritos, ganaba el PRI por amplio margen.

Quinta circunscripción

Guerrero es la única entidad en que la Alianza por el Cambio no ganaría ningún distrito; el PRI tenía la delantera en ocho y la Alianza por México en los dos restantes.

La tendencia favorable a la Alianza por el Cambio se confirmó en el estado de México, donde llevaba la delantera en 23 de los 36 distritos; seguida por el PRI que tenía delantera en ocho y la Alianza por México en los cinco restantes.

En Michoacán la votación favorecía a la Alianza por el Cambio en siete de los 13 distritos; a la Alianza por México, en cinco, y al PRI, sólo en uno.

 


 

LUNES 3 DE JULIO DE 2000

* Juntos sacaremos adelante una transición sin turbulencias, expresa


Gobierno plural e incluyente, ofrece Fox

* Hace un reconocimiento al presidente Ernesto Zedillo, al IFE y a los partidos políticos

Juan Manuel Venegas y David Aponte * Apenas cerraron las casillas, los panistas declararon triunfador de la elección presidencial a su candidato, Vicente Fox Quesada, quien por la noche se comprometió a encabezar un gobierno plural, incluyente, con la participación de todas las fuerzas políticas y organizaciones sociales de la nación, para ''juntos sacar adelante este cambio y esta transición sin turbulencias''.

En su primer mensaje como virtual mandatario electo, hizo un reconocimiento al Instituto Federal Electoral, a los partidos políticos y al presidente Ernesto Zedillo porque ''tuvo la hombrada'' de aceptar los resultados de los comicios presidenciales y actuó como un hombre de Estado.

''El ánimo que me alienta es el de culminar la transición sin rencores y sin resentimientos. Llamo a todos los que me confiaron su voto a que celebren con todo respeto a la pluralidad y la diversidad de puntos de vista, con tolerancia, sin venganzas ni revanchismos. A mis adversarios en esta contienda les extiendo la mano para que con la misma determinación con la que competimos demos paso a la transición en la concordia y en la renovación de las instituciones nacionales'', expuso.

A la medianoche, Fox Quesada llamó a formar un gobierno de ''concordia y pluralidad'', para lograr una transición en la que juntos logremos que México sea esa gran nación que todos hemos soñado. Para ello, pidió que todas las fuerzas políticas sigan mostrando la madurez que vivió la nación en esta jornada dominical.

Frente a cientos de seguidores, el virtual futuro presidente aclaró que ya no diría ''groserías'', pero emocionado compartió: ''La verdad, me siento a toda máquina...''. Y se fue para el Angel de la Independencia...

Desde muy temprano, en la nueva sede nacional del blanquiazul, no sólo los panistas proclamaron la victoria del guanajuatense. Los ex priístas, con Porfirio Muñoz Ledo a la cabeza, como en los viejos tiempos, daban cifras: ''Ya ganamos con más de cinco puntos de diferencia''.

Los intelectuales, encaramados en el foxismo, gritaban en avenida Coyoacán, en la colonia Del Valle: "šYa ganamos, ya ganamos!". Adolfo Aguilar Zinser y Jorge Germán Castañeda hacían la V de la victoria, frente a los automovilistas.

Para esas horas, poco antes de las 6 de la tarde, en esta zona -panista por tradición- aparecían algunas velas en las ventanas de los edificios.

Presuroso, el viejo líder moral del panismo, Luis H. Alvarez, cruzó el vestíbulo del nuevo edificio. Con los datos que ya le habían proporcionado por teléfono, exclamaba: ''Ganamos''. Por fin, parecía decir el que fuera candidato a la Presidencia.

El embajador Andrés Rozental, miembro del servicio exterior con licencia, peleado con la administración zedillista y recién incorporado a la campaña del guanajuatense, aseguraba muy tranquilo que la ventaja de Fox era a nivel nacional, es decir, consideraba las zonas urbanas y rurales.

Ya al cierre de las casillas, la fiel vocera del foxismo, Martha Sahagún, soltaba cifras a los periodistas -las mismas que dieron más tarde las televisoras. Papel en mano, repasaba: ''Consulta-Mitofsky, de Televisa, nos da 5 o 6 puntos de ventaja; Tv Azteca, 8 puntos, y Gauss, Arcop y Bizma, de 5 a 10 puntos. šYa la hicimos! El PRI puede decir lo que quiera. Vamos adelante".

''Todo en orden''

Desde las 8 de la mañana, se concentraron en la sede panistas todos los integrantes del ''primer círculo'' de Fox Quesada. Pedro Cerisola, Rodolfo Elizondo, Francisco Ortiz, Eduardo Sojo, Carlos Rojas y Martha Sahagún afinaban los detalles del seguimiento que harían de la jornada. Además, tendrían la visita del ex presidente estadunidense, James Carter.

El visitante extranjero llegó unos minutos antes de las 10 de la mañana y fue recibido por Cerisola y Elizondo, quienes lo condujeron a los salones privados donde se concentraría la cúpula foxiana. Carter estuvo en el inmueble, todavía en obra negra, por espacio de unos 40 minutos. Al salir, el estadunidense comentó que visitaría también las sedes priísta y perredista; comentó que la organización del proceso en general le había parecido ''correcta, aceptable'', y dejó como su representante ante la Alianza por el Cambio a Vikram K. Chand.

Procedente de San Cristóbal, Guanajuato -en donde, por la mañana, depositó su voto-, Fox Quesada llegó al edificio panista cerca del mediodía, acompañado por sus cuatro hijos (Ana Cristina, Paulina, Vicente y Rodrigo) y su ex esposa Lilián de la Concha.

''šTodo en orden. A'i la llevamos!'', exclamó. Porfirio Muñoz Ledo -hombre que en alguna ocasión calificó a los periodistas que cubrieron la campaña del guanajuatense como ''la cola de Vicente''- quiso llamar la atención del candidato, y hacerse notar.

El candidato de las botas estiró la mano para abrirle paso: ''Vente Porfirio''. Y entonces el ex priísta, ex perredista, caminó a la zaga de Vicente.

Y comenzó el desfile de los intelectuales, ex izquierdistas, ex priístas, escritores, periodistas extranjeros y hasta algunos panistas que en el pasado denostaron y quisieron disputarle la candidatura a Fox.

Rozental presumía al reportero inglés-brasileño Alan Riding, el autor del libro Vecinos distantes. Castañeda y Aguilar Zinser intercambiaban con Lorenzo Meyer y Joel Ortega. El joven Federico Campbell departía con foxistas. Alfonso Durazo, ex secretario particular de Luis Donaldo Colosio, conversaba ameno con el ex secretario de Educación, Fausto Alzati, de los primeros náufragos del zedillismo que se refugiaron en el foxismo.

Aquí llegó también el ex gobernador de Chihuahua, Francisco Barrio Terrazas, a quien Diego Fernández de Cevallos siempre vio como la alternativa para detener la embestida del guanajuatense. Más tarde, apareció el embajador de Francia, Bruno Delaye. Por la noche y al conocer los resultados, el extranjero posaba para las cámaras y gritaba: ''Doble triunfo: Francia ganó la Eurocopa y ahora esto''. Y se abrazaba con sus amigos foxistas, sin ningún recato a las normas del mundo de la diplomacia.

En esas estaban cuando llegó el mariachi que entonaría Las Mañanitas en honor a los 58 años de Fox Quesada. Siguieron con El Rey, Caminos de Guanajuato y México Lindo, pero el candidato no bajaba. El que lo hizo fue Juan Hernández, quien organizó prácticamente una serenata a plena luz del día: ''Cuando Vicente salga al balcón, ustedes se arrancan con Las Mañanitas'', instruía. Y así fue. Desde las alturas, Fox, sus hijos, Luis Felipe Bravo Mena y Carlos Medina Plascencia cantaron a coro El hijo desobediente, también en honor al hombre de las botas.

Pasaron más de 120 minutos sin movimiento, en impasse. Pero a las 17:30 horas, Muñoz Ledo se adelantó, como en los viejos tiempos del PRI: ''Ya ganamos con más de 3 millones de votos sobre Labastida (algo así como 7 por ciento)''.

Y siguió la cascada. Eduardo Sojo, el asesor económico, informaba a los reporteros, con la precisión de que todo era extraoficial: ''Nuestro sistema de cómputo indica que hay una participación de entre 72 y 75 por ciento (cifra que esperaban los panistas para ganar). La ventaja es para nosotros con cinco puntos sobre el PRI''.

Rodolfo Elizondo, el operador político, y Humberto Aguilar, el secretario de Acción Electoral panistas, se engolosinaban con sus propias encuestas y las filtraciones que les llegaban de las televisoras. ''Estamos muy optimistas, seguros de la ventaja que ya tiene Vicente''. Ya en el edificio el ambiente era de fiesta. Los Amigos de Fox se abrazaban: ''Nos costó un chingo, pero el tiempo nos dio la razón''. Sari Bermúdez, la ex conductora de Canal 11, con lágrimas en las mejillas comenzaba a corear ''šSí se pudo! šVicente, presidente!''.

A las 18:00 horas, Alfonso Durazo y Martha Sahagún no se guardaron las cifras que ya traían de las encuestas que diversas empresas privadas realizaron y que daban más cinco puntos de ventaja a Fox Quesada sobre el priísta Francisco Labastida Ochoa.

Para los panistas, el ''momento histórico estaba sellado''. Terminaban 71 años de gobiernos del PRI.

Antes de las 20:00 horas, cuando ya las televisoras había dado la ventaja al guanajuatense, el dirigente panista Luis Felipe Bravo Mena ofreció una conferencia de prensa para proclamar triunfos en su partido en los gobiernos de Guanajuato y Morelos. Pero también afirmó que había un ''empate técnico'' en el Distrito Federal, entre su correligionario Santiago Creel y el perredista Andrés Manuel López Obrador.

El líder partidista se negó a hablar de la contienda presidencial, no sin deslizar que el ''resultado será histórico''. Sin embargo, en reiteradas ocasiones rechazó aceptar públicamente la derrota de Creel Miranda en la capital del país. Los panistas se querían llevar todo.

Casi a las 9 de la noche, hizo su aparición el candidato de la Alianza por el Cambio. Prudente, se negó a cantar victoria, pero apoyado en las encuestas de salida de las televisoras y otras empresas privadas, señaló que las tendencias lo colocaban a la cabeza de los comicios presidenciales. El político calificó de histórico el momento que vive la nación, e hizo un reconocimiento al IFE por haber contribuido y ''permitir tener una jornada electoral que realmente respondió a las expectativas de todo el pueblo de México. No hay mancha importante, notoria o qué destacar durante todo el proceso''.

De igual manera, reconoció el buen comportamiento del gobierno federal, que ha estado ''también a la altura'', así como a los otros candidatos, ''pues todos hemos participado con pasión, con ideas, con debate y, por tanto, esto ha permitido entusiasmar a toda la ciudadanía del país y a lograr una jornada no sólo limpia, sino altamente participativa''.

Entre gritos de ''Feliz cumpleaños'', ''sí se pudo'', ''qué viva Vicente el magnánimo'' de sus seguidores y colaboradores, Fox Quesada reiteró su compromiso de encabezar a partir del primero de diciembre un gobierno ''plural, incluyente, porque juntos tenemos que trabajar para que México sea esa gran nación que todos hemos soñado y porque sólo juntos sacaremos adelante este cambio y esta transición, sin turbulencias y sin intranquilidades''.

Desde sus oficinas, dio una entrevista el periodista Joaquín López Dóriga, en la que anunció que retirará la demanda penal presentada contra Labastida Ochoa, por haberlo acusado de recibir fondos del exterior para financiar la campaña.

En su gobierno, dijo, no habrá ni discriminados ni entenados. Posteriormente, hizo un reconocimiento al manejo financiero de la administración del presidente Ernesto Zedillo, para lograr una entrega del poder sin turbulencias económicas.

''Creo que como van las cosas, como se han construido en este año por el propio presidente Zedillo, que en esta materia (económica) sí se preocupó por ese blindaje económico; como están nuestras relaciones con los mercados financieros, con gobiernos de otros países, con las capitales donde están los nervios políticos del mundo, la relación es buena, ahora en este momento sabemos que todo está tranquilo.

''Aquí en México igual están las cosas. Reitero mi invitación al priísmo a incluirlo en la tarea, en la responsabilidad, ya que como hemos venido señalando durante la campaña, sólo los corruptos quedarán fuera, los deshonestos, los que violentan, los que delinquen'', agregó. Tras bambalinas, Elizondo comentaba: ''šPor fin lo logramos!''. Feliz, Aguilar Zinser remataba: ''Fue difícil sacar al PRI del poder''. Ambos coincidían en que viene lo más difícil: la reconstrucción del país.

Para los panistas, la ley seca terminó antes de la medianoche. Vino y tequila corrieron en el nuevo edificio del PAN. Casi a la una de la mañana Fox se fue al Angel, donde miles de simpatizantes lo saludaron con coros de ''šArriba, abajo, el PRI se fue al carajo!''.

 


 

LUNES 3 DE JULIO DE 2000

* Fox, I love you; Fox, number one, se leía en los carteles


El PAN "guardó la compostura"

unas horas; luego, el triunfalismo

* En el bastión blanquiazul ganaron los tintes de la apoteosis

presidente electo y su gente Blanche Petrich * El fin del largo reinado del PRI se celebró en las calles de la muy noble y panista colonia Del Valle con el futbolero grito de "Sí se pudo". Y el "fox-fox-fox". Y en el bastión foxista, edificio que en su mayor parte está aún en obra negra --inacabada la sede del futuro partido oficial--, pese a los esfuerzos del candidato de la Alianza por el Cambio por guardar la compostura, ganaban los tintes apoteósicos.

--šViva Vicente el magnánimo!-- quiso cortar con un vozarrón el grito de uno de los muchos panistas desbordados, Rodolfo Bermejo, de Chihuauhua.

El foco de tanto jolgorio, Vicente Fox, acababa de decir, en un mensaje en el que cuidó al extremo declararse ganador, que felicitaba a sus oponentes, contra quienes había combatido "con pasión".

Empezaba la hora 25 de una jornada electoral marcada por la incertidumbre. Y ésta había cedido su lugar a la obsesiva melodía de campaña "México-ya, México-ya". Las encuestas de salida de casilla de las principales empresas autorizadas para esta medición habían marcado una pauta que, de confirmarse, sería ya irreversible: Fox había ganado la partida a su más cercano contrincante, el priísta Francisco Labastida.

Ni en año nuevo se reparten tantos abrazos como a las nueve de la noche de ayer en avenida Coyoacán y José María Rico. A sus 60 años, el partido tradicional del conservadurismo mexicano sentía al fin que llegaba su oportunidad de entrar a Los Pinos, de sentar a uno de los suyos (aunque fuera neo) en la Silla.

En la calle, mientras tanto, desfilaban en sus autos los foxistas formando un río de banderas blanquiazules. "Sí se pudo, sí se pudo". Máscaras de Fox. Letreros dibujados con plumón: "Fox, I love you", "Fox number one". El escenario natural para las manifestaciones panistas es la glorieta del Angel de la Independencia, en la avenida Reforma, y hacia allá se dirigieron los militantes a cumplir el obligatorio ritual de la celebración. De todos los tamaños, las manitas de hule espuma haciendo la "V" de la victoria fueron esgrimidas como sello de lo que, en palabras del dirigente nacional del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, constituyó "una jornada de estricto carácter histórico". Fue desplegada también una manta gigante que no perdonó la burla a uno de los lemas preferidos del labastidismo: "Que el poder sirva a la gente." La manifestación triunfal no rebasó las dos mil almas.

No estalló la guerra de cifras

Al atardecer, a una hora apacible en la que en todo el país ya se cerraban las casillas con las urnas a reventar, la vocera de Vicente Fox, Martha Sahagún, envuelta en vaporoso chal de seda azul plúmbago, ejercía el método del briefing, divulgando extraoficialmente datos que los contendientes no podían ofrecer abiertamente a los medios. Filtraba los resultados de las encuestas de salida de las televisoras y de las empresas especializadas que por ley aún debían callar dos horas más: "Vamos arriba con entre cinco o diez puntos".

Todo indicaba ya que la previsible -y riesgosa-- guerra de cifras no estallaría.

A dos cuadras de lugar, imposibilitados de llegar con su vehículo a la sede blanquiazul, dos de los asesores externos de Fox se lanzaron a la calle en una carrera loca. Jorge Castañeda corría hablando por el celular seguido de su adolescente retoño, Jorge Andrés. Adolfo Aguilar Zínser corría en tercer lugar, con la corbata y los cabellos al aire: "šYa ganamos!"

En la puerta del inconcluso edificio se toparon Julio Faesler, diputado saliente, y Andrés Rozenthal, ex embajador de muy alto rango hoy incorporado a las filas foxistas. Este último conducía orgulloso al veterano periodista Alan Riding, quien en los ochenta, como corresponsal del influyente The New York Times, causaba furor en las altas esferas del gobierno mexicano.

Faesler llevaba anotados en una hoja los resultados de los conteos rápidos que los magnates de la televisión Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego habían comunicado "confidencialmente" al equipo cercano de Fox. No cabía en sí. Testigo una vez más de un hito histórico -el triunfo del PAN, la derrota del PRI--Riding se congratulaba: "Esto va a ventilar a México, lo necesita, aquí hay mucha corrupción". Pero el agudo escritor británico-brasileño advirtió de inmediato contra cualquier borrachera triunfalista: "Ya verán, le pasó a Alfonsín en Argentina. Cuando ganó hubo un gran alivio, pero en tres meses los argentinos estaban hartos de él".

Otra frase aguda fue la de un amigo camarógrafo de mil batallas. "A ver si los panuchos no se ponen más sobraditos".

Lo cierto es que en los primeros momentos -digamos, entre seis y siete de la tarde-- el aparato panista guardó la compostura. Sobrios y apresurados, uno tras otro se encaminaban escaleras arriba, al cónclave blanquiazul. No faltaba mucho para que pudieran dar rienda suelta al júbilo. celebrando la derecha su
victoria

A las 7:40, Bravo Mena y su plana mayor dieron pie a las primeras muestras triunfalistas. En conferencia de prensa, el líder nacional proclamó ganadores a los candidatos panistas a los gobiernos de Guanajuato, Juan Carlos Romero Hicks, y Morelos, Sergio Estrada Cajigal. Y ante la reserva legal a la que decidió ceñirse a esa hora el Instituto Electoral del Distrito Federal sobre la elección capitalina, también declaró "empate técnico" entre los candidatos al gobierno de la ciudad de México el perredista Andrés Manuel López Obrador y el panista Santiago Creel. Se quiso ir hasta la cocina. Dejó en el aire el incómodo temor de futuros revanchismos.

El inicio de una jornada feliz

Mercedes Quesada no pegó ojo toda la noche previa al día electoral. Ya estaba vestida --un modesto vestido de algodón floreado y un suéter de punto marrón-- cuando su hijo llegó al viejo casco de la hacienda para ducharse. Afuera no amanecía aún. En la casa grande la vieja sirvienta Panchita no había tenido tiempo ni de preparar café.

--Ya, mamá--saludó Vicente Fox, estrenando 58 años.

--Ya, hijo--

El bajó la cabeza y ella le dio su bendición.

--Para bien o para mal, toda la familia va a estar contigo hoy--le dijo.

Esta mujer de 83 años, donostiarra en un muy pasado origen, no despega los pies de la tierra. Ajena a la euforia que rodeó todo el día a su familia, se declaró simplemente "contenta" y "orgullosa por el hijo machacón". A su lado estuvo hasta el fin de la jornada, que resultó "para bien" del guanajuatense que prometió en su campaña "llevar al país al cuadrante del éxito donde están los países que crecen y distribuyen el ingreso".

Los muchachos Fox también se bañaron en casa de la abuela. En su rancho la bomba de agua estaba descompuesta. Y con el pelo aún goteando, a las ocho en punto, el propio Fox abrió las dos hojas de la puerta de entrada de la bella casa solariega de San Cristóbal, municipio de San Francisco del Rincón, y caminó hacia la reja. Es la casa principal del pueblo. Enfrente está el pequeño parque de rosales, el kiosko y la mínima iglesia de torre alta.

Una empleada de la familia, toda ella de fiesta, gritó hacia el kiosko: "šYa!", y la banda de alientos "La Purísima" se arrancó con las mañanitas. Empezaba a brillar una mañana "muy feliz" para el candidato a la presidencia de Alianza por el Cambio.

El aterrizaje

A las 20:45, el foxismo aterrizaba con pie firme en el primer gobierno de la alternancia. Vicente Fox tardó veinte minutos o más en alcanzar el templete, en medio de una cerrada nube de cámaras que todo arrasaba a su paso. Amigos de Fox, la plana mayor de PAN, los intelectuales foxistas, se apretujaban en la hora del éxito. Fue estrictamente institucional, con sus reconocimientos al IFE, al gobierno, a sus rivales. Y lanzó el primer lazo para la futura y necesaria reconciliación después de la batalla.

A las 10:30 de la noche hizo su aparición en la pantalla gigante del auditorio la presencia serena de Cuauhtémoc Cárdenas. Militantes y personal de apoyo, aún en el hervidero, guardaron silencio. Las palabras de Cárdenas van ganando el respeto de algunos. Pero una voz se eleva insolente. "šJá, mírenlo, tragando camote". Es un hombre bajo, tiene un pequeño audífono conectado al oído. "Ese lenguaje, ese lenguaje...", sigue en tono de mofa. Es Martín Espinosa, de Infored.

A las 11 de la noche, en la pantalla, el presidente Ernesto Zedillo reconocía el triunfo de Fox. No había nada más que agregar. O sí, faltaba el mensaje del gran perdedor de la batalla, Francisco Labastida. Finalmente apareció también en las pantallas. En el salón de invitados especiales ya se estaba brindando. Y los panistas no supieron, en esos segundos, ser generosos en la victoria. Labastida se llevó algunos abucheos y comentarios insolentes. Y cuando se despedía, muchos invitados, parados sobre las sillas del salón habilitado para ellos, despedían a control remoto al sinaloense que se retiraba del auditorio del PRI.

Medianoche: Fox se asoma al balcón de hormigón que da al amplio patio del edificio. Sus seguidores lo ovacionan. Una mujer levanta sobre su cabeza una sartén y lo golpea con una cuchara. Ojalá no sea un anuncio de las cacerolistas triunfantes.

Fox accede ir al Angel de la Independencia. "Hoy, hoy, hoy", le exigen. Le pasan una botella de champaña, que empinó en el acto, y dijo "es mejor el tequila". Reconoció: "Me siento a toda máquina."

Más reclamos: "Porfirio, Porfirio, Porfirio". Con Muñoz Ledo se funden en un abrazo. Y se van al Angel.

 


 

LUNES 3 DE JULIO DE 2000

* Derrotada, maquinaria de 2.5 millones de personas


Para el PRI, terminaron 71 años de hegemonía presidencial

* Insuficientes, programas como Redes 2000 y Vamos a ganar

Enrique Méndez * 71 años de hegemonía terminaron ayer para el PRI. Echada a andar desde 1929 -cuando actuó por primera vez para hacer ganar a Pascual Ortiz Rubio, con 93.55 por ciento de los votos-, la maquinaria fue derrotada, a pesar que el sistema y sus operadores aplicaron programas como Vamos a ganar, que incluían una amplia red de activismo político en la que debieron participar 2.5 millones de personas.

Constituido como una necesidad para reagrupar a las facciones que se debatían por el poder, tras el asesinato de Alvaro Obregón, el PRI -primero PNR y luego como PRM- mantuvo el control absoluto de la Presidencia, de las gubernaturas y del Congreso de la Unión, hasta 1994, y su pérdida de aceptación entre el electorado se confirmó en 1997, cuando la oposición se hizo de la 57 Legislatura y obligó al Ejecutivo a consensos y le restó márgenes de maniobra.

A pesar que operó en su favor la presencia política del Presidente y de los miembros del gabinete en el programa Servidores Públicos Priístas, así como el de Redes 2000 -que en la consulta interna de noviembre de 1999 contribuyó a que ganara la candidatura priísta-, ello no fue suficiente para que este domingo Labastida remontara una caída en las preferencias frente a Vicente Fox.

Destinados por el propio Labastida al destierro electoral, los viejos priístas, los dinosaurios, con su influencia y su poder político y económico, fueron requeridos para rescatar la campaña priísta, cuando Labastida retrocedió en las encuestas y en el panorama del tricolor se perfilaba la primera gran derrota y la pérdida de la Presidencia de la República.

Muy significativo fue el abrazo en Toluca del candidato priísta con Carlos Hank González, a quien se le atribuye el liderazgo del grupo Atlacomulco, y de quien apenas unos días antes Labastida Ochoa había rechazado influencia y dineros.

En mayo aparecieron en escena los 21 gobernadores del PRI para hacer promoción del voto en favor de Labastida, compromiso que se fraguó en dos reuniones privadas, convocadas con el supuesto objetivo de hablar sobre desarrollo municipal.

A la campaña también se sumó Manuel Bartlett Díaz, a quien se le responsabiliza de la caída del sistema de cómputo en 1988, y quien acusó a Labastida de no haber actuado a tiempo para sofocar el conflicto estudiantil en la Universidad Nacional Autónoma de México.

En noviembre de 1999, con el proceso interno del partido para elegir candidato presidencial, la directiva pregonó que ese instituto político había accedido a su cuarta etapa, y que de la elección del 7 de noviembre, cuando oficialmente votaron 10 millones de simpatizantes y militantes, había nacido "un nuevo PRI".

La realidad desmintió los discursos. No había nuevo PRI. Fue el retorno de los dinosaurios y el pago de facturas en las candidaturas al Senado y a la Cámara de Diputados.

Incluso, a la actual presidenta del partido, Dulce María Sauri Riancho, la designó el Consejo Político Nacional, cuando meses antes ella, como compañera de fórmula de José Antonio González Fernández -con quien los yupis llegaron al partido-, había competido por la secretaría general del CEN en un proceso decidido desde antes, y en el que también participó el sobrino del ex presidente Luis Echeverría Alvarez, Rodolfo Echeverría Ruiz, quien se retiró antes de las elecciones, alegando que no había equidad.

Con González Fernández, quien quiso asumirse como el autor de la democracia interna priísta, la "sana distancia" se convirtió en "excesiva cercanía". El día que fue "elegido" por los consejeros políticos como presidente del partido, recibió una llamada desde Los Pinos, y más tarde fue recibido por el Presidente, quien lo trató "con cariño de verdad".

El actual secretario de Salud se fue del PRI como llegó: impugnado por ser conducto y receptor del poder presidencial.

Renovación fallida

Desde 1929, la historia del PRI había sido de triunfos, de carro completo. En 1988 el barco estuvo a punto de naufragar, pero el sistema operó en favor de Carlos Salinas.

El voto del miedo -acusó la oposición- permitió que Ernesto Zedillo obtuviera la cifra más alta de sufragios para un candidato presidencial, pero en las elecciones intermedias de 1997 la oposición logró su primer gran triunfo electoral, que ayer se ratificó.

En toda su historia, el PRI se sometió a la voluntad presidencial que, como reconocen Miguel González Compeán y Leonardo Lomelí, en El partido de la Revolución, institución y conflicto 1929-1989, "era la pieza central de este sistema; pero esto sólo fue posible gracias a un complicado sistema de equilibrios políticos, basado en una gran cantidad de contrapesos y lealtades".

Sujeto al control presidencial, este mismo detuvo durante al menos 15 años la consolidación de la reforma interna, señalan los autores, y advierten que la "sana distancia" que planteó Zedillo -"idea generadora de confusión entre la clase política y los militantes del PRI", que lo percibieron "como un abandono"- ya como presidente electo se tornó en "inevitable cercanía", luego de la crisis económica de diciembre de 1994 y de la gran derrota electoral de 1997.

La única gran victoria de la militancia se anotó en la 16 asamblea con la imposición de los candados, que -mencionan los mismos autores- restringió "la capacidad de maniobra del Presidente para la elección de su sucesor. Zedillo recibía por primera vez el efecto directo de su pregonada sana distancia y de años anteriores de alejamiento implícito" del partido.

Pero Zedillo llegó al 70 aniversario del partido a imponer línea, y propuso elegir al candidato mediante un procedimiento que finalmente no se aplicó; la elección se desarrolló entre acusaciones sobre el avasallamiento del sistema en favor de Labastida.

En 45 años, señalan González Compeán y Lomelí, aparentemente el Revolucionario Institucional no se transformó, y aseguran que, a partir de los setenta, vieron el surgimiento de tensiones en el tricolor, las cuales derivaron en la pérdida paulatina de consensos. "En realidad -afirman-, las tensiones siempre han existido; lo que en ocasiones ha faltado es capacidad para resolverlas dentro de los cauces institucionales que el propio partido intentó construir".

En los últimos años una oposición más fuerte fue ganando terreno, gubernaturas y posiciones en el Congreso, en elecciones siempre cuestionadas.

Hasta ayer el sistema funcionó bien. "Del PRI hasta una vaca puede ser candidata", dijo en alguna ocasión Andrés Manuel López Obrador. El tlaxcalteca Tulio Hernández lo diría, en su particular estilo: "Con el poder, hasta lo pendejo se quita".