LUNES 3 DE JULIO DE 2000

* CIUDAD PERDIDA

* Miguel Angel Velázquez *

 

* Voto de la ignorancia * Del PRI, ni las astillas * El sello de Cuauhtémoc

 

México, buena una buena parte de los mexicanos, decidió ayer votar por quien ha mostrado ignorancia por la historia del país que va a gobernar y, bien visto, no es extraño. Alguna vez, Carlos Castillo Peraza me dijo algo así: "El pueblo puede equivocarse. Los alemanes votaron por Hitler".

Aquella declaración, desde luego no tenía nada que ver con Vicente Fox, pero ese es el dato histórico recordado por el ex panista. El sistema crujió hasta lo más profundo.

El daño causado a la sociedad en los últimos 18 años por las ideas neoliberales no cesan. Lo más parecido al salinismo, lo más cercano a eso por lo que hoy se emitió un voto de repudio, es el perfil de lo que será el próximo gobierno.

Se engañó con la idea de lo nuevo, por eso, porque se vendió un producto nuevo. Y nada más. Las más de siete décadas priístas llevaron al hartazgo y el desgaste a Cuauhtémoc Cárdenas; después de casi 12 años de campaña surtieron un efecto decisivo en la elección, la elección irreflexiva.

Dentro de un par de días, cuando la borrachera de este engaño termine y repunte la mañana, habrá muchas culpas, muchos arrepentimientos. Se cumplió con esa necesidad y se cambió al hombre. Nada más.

Porque quien no sabe de su historia no puede amar a su país, no puede creer en su soberanía y menos aún en su pueblo, porque no lo conoce en toda su profundidad.

Seguramente ayer se inició una nueva página en la historia de México. Para ello, para los facxistas apenas se iniciará y con ello el retroceso se mostrará hora tras hora.

Pero de ninguna manera podría olvidarse que el PRD, como partido, falló, cuando menos en la elección presidencial. No hubo PRD y eso se podía mirar en cada poste, en cada espacio dedicado a la lucha electoral donde no estuvo el Partido de la Revolución Democrática.

Y así, de pronto, Cárdenas luchaba sólo. Por eso ayer por la noche, en la escalinata de la casa que sirvió como cuartel general de Cárdenas, el rostro de Amalia García era el más desencajado, dicen los presentes; mostraba culpa, cuando menos, en esos momentos.

Entonces, un Cuauhtémoc Cárdenas tranquilo, sereno, recibió el aplauso de todos los reunidos; fueron cerca de 10 minutos. Luego el ex jefe de Gobierno alentó la lucha por las ideas con las cuales recorrió México y más tarde se reunió, a solas, con Andrés Manuel López Obrador y con el ex presidente de Estados Unidos, James Carter.

Y, con esto, no termina Cárdenas. Hoy tiene un nuevo compromiso: la lucha en contra de la derecha trinfante y, en eso, seguramente se empeñará, desde ya, porque como ahora lo reconoce todo el mundo, estos cambios, este cambio, tiene el sello de Cuauhtémoc.

Del PRI, en la capital, no quedaron ni astillas. El PRI de Oscar Levín Copel se fue al fondo sin posibilidad de rehacerse. El PRI no fue simplemente derrotado; al PRI lo enterraron.

Ya no vale la pena tratar de culpar a cualquiera de la muy grave situación del PRI. Oscar Levín buscó su presidencia de todas las formas, las limpias y la sucias, y él, quiera o no, tiene el pedazo de la responsabilidad que le corresponde.

Pero, en fin, la ola faxcista se levantó tan alto que llegó a las playas del DF y allí también permeó. Las delegaciones en juego, según las cifras del Instituto Electoral del DF, daban idea del hecho. La mitad, ocho, serían para el PAN y otras tantas para el PRD.

Se perdieron muchas más delegaciones de las que se podrían esperar y la lógica dio un revés a la imposición de candidatos. Esto cerró las diferencias entre Creel y López Obrador.

Mientras, el Instituto Electoral del DF puso la adrenalina y aunque conoció, desde las 18 horas, un ventaja razonable a favor del PRD, mantuvo la secrecía y se desataron los rumores.

De cualquier forma, el DF siguió el camino más cercano a la lucha por mantenerse en el trazo original del Partido de la Revolución Democrática que bien marcó Cuauhtémoc Cárdenas y que ahora sigue vivo. Así sea.

 

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