LUNES 3 DE JULIO DE 2000

* En casi año y medio concluyó 12 obras de teatro; disciplina, la clave


Luisa Josefina Hernández, una dramaturga rigurosa

* Galardonada con el Premio Juan Ruiz de Alarcón, confiesa que tiene cinco novelas inéditas

* "He escrito durante toda mi vida, salvo en épocas de conflictos muy severos", expone

César Güemes * En los recientes 16 meses, Luisa Josefina Hernández ha escrito 12 obras de teatro, pese a los avatares de salud que le tocó en suerte atravesar en ese lapso. De muy buen ánimo, por ejemplo, habla de su rodilla biónica, su más reciente adquisición en términos de cirugía, que suena en todos los aeropuertos y ''almacenes de prestigio". Pese a ese dispositivo, avanza física e intelectualmente a un ritmo y con un rigor que sólo una dramaturga profesional es capaz de mantener.

Hace apenas unas semanas recibió el Premio Juan Ruiz de Alarcón por la totalidad de su obra, y lejos de hacer una larga reflexión sobre lo que el reconocimiento implica, dice con absoluta sencillez: ''Me sorprendió. Yo estaba convaleciente y de pronto me llamaron para decirme que tenía que ir a Taxco a recoger un premio. Y no puedo decirte más, salvo que lo agradezco mucho porque sin duda hay muchas personas que podían haber elegido para dárselo."

Sin ''ojo'' para la dirección escénica

ųTodo indica que la quietud, en ocasiones obligatoria, permite escribir con más asiduidad. ƑHabrá sido su caso en esta época?

ųHe escrito durante toda mi vida, salvo en épocas de conflictos muy severos. Me hice la costumbre de escribir en las madrugadas porque tenía que dedicarle tiempo a mis hijos. Así que he trabajado siempre de cinco a siete de la mañana, antes de que ocurra todo lo de la jornada. Llegué a la conclusión de que algunas cosas se pueden hacer, pero otras no. Por ejemplo, uno puede llevar una vida profesional y otra familiar, pero vida social no. Tres cosas no se pueden al mismo tiempo. De modo que yo veía por mi casa y trabajaba. Eso sí se puede hacer. Claro, se necesita mucha disciplina al principio, pero después de un tiempo el cuerpo sólo lleva a uno a trabajar de ese modo. Actualmente lo sigo haciendo, aunque ya no tenga tantas obligaciones. A lo que tuve que renunciar fue a las comidas, las visitas y las fiestas.

ųƑSe puede renunciar a esa otra parte de la vida y continuar con la dramaturgia?

ųClaro, y muy bien. Prospera uno mucho. No se aprende a fumar, ni a tomar, ni a pe- learse con nadie. No se mete uno en chismes. Lo ejemplifico: estuve enseñando 40 años la clase que daba Usigli, más dos seminarios, uno de teoría dramática y otro de teoría de la novela. Luego terminé con una sola clase y después ya ni ésa. Pude haberme jubilado a los 30 años, pero me eché diez más por el gusto de mantenerme cercana a mis alumnos. Escribir siempre lo he hecho, tanto que tengo muchos trabajos sin publicar y otros tantos sin pasar en limpio. Apenas en febrero del año pasado me propuse escribir teatro me sintiera como me sintiera. He tenido muchos problemas de salud, además de esta rodilla biónica que me ha funcionado muy bien. No puedo escribir a máquina, tiene que ser a mano y después pasar los textos de nuevo para que sean legibles y alguien me los pase a máquina. Bueno, el caso es que de ese febrero a este junio he escrito 12 obras de teatro.

ųEs todo un logro, maestra. Casi una por mes.

ųCasi, porque hubo dos interrupciones fuertes en esa labor, por motivos de salud. El caso es que pude dedicarme a escribir diariamente o a pasar en limpio. Era un trabajo que no interfirió con mi salud, lo alterné con otras actividades, ninguna obligatoria. Es lo que yo necesitaba. La falta de horario me permite ir trabajando como se me da, como me siento. Eso me resulta muy bien.

ųSe puede escribir rápido siempre y cuando se tenga ya la historia a desarrollar. ƑDe modo que tenía ya los 12 temas para las obras?

ųSentía muy claro por dónde quería ir. Las primeras cinco obras son las que dio a conocer la revista Tramoya hace poco. Todas tratan sobre parques y de asuntos muy diferentes. Me dio mucho gusto escribirlas. Todo eso surgió de haber ido en Jalapa a comer frente al Parque de los Tecajetes, que es un sitio muy bello. Ahí se me antojó hacer una obra para los parques, en la que transcurriera un carnaval en un lugar como estos. Y, desde luego, recuerdo siempre Chapultepec, que es el bosque de toda mi vida. Fui la primera vez cuando tenía cuatro años, a montar a caballo, como muchos niños y niñas de la época. Luego fui con amigos, hijos y finalmente nietos. Me sé Chapultepec de memoria. Por eso aparecieron esos sitios en las obras.

ųƑSe ha llevado bien con los actores y actrices que aparecen en sus obras?

ųNo tengo el deber de llevarme con ellos, pero sí he hecho muy buenas amistades. No es obligatorio verlos porque el autor no tiene que meterse en su trabajo puesto que dependen del director.

ųDe modo que con la dirección sí se mete.

ųY fuerte, si quieren. Si no quieren, allá ellos. Claro que les digo mis razones, mis argumentos.

ųƑPor qué no se dedicó más a la dirección?

ųNo sé manejar volúmenes, no tengo un ojo adecuado. Eso es otra cosa que no tiene nada que ver con escribir, y creo que ni siquiera con actuar. Desde luego que estudié dirección cuando hice la carrera, y ahí me di cuenta que no podía dirigir.

Dificultades para publicar

ųEn estos 16 meses, Ƒno avanzó en alguna novela?

ųNo, porque tengo un montón guardadas, inéditas, por lo menos cinco, algunas de ellas sin pasar en limpio. Además, con esto de la crisis editorial ya no es tan sencillo publicar una novela, a menos que sea en un sello como el de la UNAM. Pero yo sé cómo son las cosas: la universidad realiza muy bellas ediciones, ahí tengo varios trabajos publicados, pero no distribuye y eso es como no tener nada. Un libro impreso ahí puede llegar hasta la tercera o la cuarta mano al mismo tiempo que toda la edición está completa en la bodega. Eso no se ha podido corregir por nada.

ųEntiendo que aunque no hizo vida social, tuvo amistades muy cercanas en la dramaturgia. Entonces sí se podía hablar de una generación como tal.

ųNo éramos un grupo pero teníamos capacidad de reunirnos, aunque Sergio Magaña siempre metía la discordia. Era conflictivo. y creo que en los genes traía las ganas de pelear. Pero, sin duda, era el mejor talento de nuestra generación. Es verdad, también, que no le tenía aprecio a la cultura, mientras el resto de nosotros hicimos una carrera universitaria. Sergio no pensó que la cultura le hiciera falta, y tenía razón, cuando necesitaba saber algo, lo indagaba. Y sencillamente hizo las mejores obras de todos nosotros.